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Capítulo 2

SOUR

Las clases pasaron como de costumbre. Algunos de mis compañeros se burlaron de mí porque no me dejaron entrar a clase, pero los ignoré a todos. Ese era mi pan de cada día. En el pasillo vi a mi hermana, estaba con sus amigas riendo por algo que dijo ella, volteo y cuando me miro, me levanto el dedo del medio. Seguía enojada. No sería una buena idea juntarme con ella para tomar el almuerzo juntos hoy, sería capaz de tirarme la comida encima si me escucha respirar cerca de ella.

Honey solía ser así siempre. La haces enojar un día y ella se enoja contigo toda la semana. Suspire cuando llegue a la cafetería, recordé que no había llevado dinero. Me maldije un rato por eso, aunque comer era un acto no tan importante para mi. Caminé por las mesas viéndolos a todos, algunos me saludaban por cortesía hasta que mi mirada se encontró con la de Cesar en una de las mesas cerca de la ventana. Fui con ellos.

—¡Viva los novios!—les dije en cuanto vi a Arquímedes sentado al lado de Cesar.

—Que ruidoso eres, en serio—me dice Yeya haciéndose a un lado para que me sentara.

Los dos eran muy tiernos, llevaban varias semanas siendo novios, y tengo que ser sincero, los envidio un poco. Cuando uno se mueve el otro lo hace... es como si no necesitaran hablar, con una mirada se entienden, y eso me intriga. No había mucho de que hablar mas que sus planes para las vacaciones de verano.

Yo no soy una persona de planes.

No me gusta mi casa. Es grande, blanca y llena de sonrisas hasta las 6 de la tarde... cuando papá llega. Escuchamos su coche justo cuando mamá comenzaba a poner la mesa para cenar. Ella vio por la ventana las luces del coche de su esposo, no pudo ocultar el escalofrío que le dio. Me levanté de la silla del comedor.

—Sour, ¿A donde diablos vas?—preguntó mamá cuando comencé a subir las escaleras. Ni siquiera la mire, solo seguí adelante hasta estar en el segundo piso en donde estaba el baño.

—¿Otra vez?—me preguntó Honey cuando me vio abrir la puerta del baño. Le sonreí y volteé para verla.

—No me juzgues, es la única alternativa de aguantarlo— Terminé de entrar al baño y cerré la puerta con seguro. De mi pantalón saqué una bolsita de plástico con varias pastillas.

El lavabo tiene una plataforma para poner jabones y toallas, las quité de mi camino y puse la bolsita. Tengo drogas para un determinado momento...

Las LSD solo las uso cuando estoy con Boris para irnos un par de horas de viaje. Son cuadritos con dibujos, mis favoritos son los que tienen frutas dibujadas... La heroína me ayuda a soportarlo, no la inyecto, me tomo la mitad de la pastilla. Tachas cuando se que me regañara y tengo que estar paciente y el PCP cuando me toma desapercibido. A veces llega más temprano y no me da tiempo de nada, así que después de nuestras discusiones bebo un poco para no rematar con mi hermana o mi madre o cualquier otro... Eso me hace perder la memoria parcialmente, pero no hago ninguna barbaridad por lo poco que me puedo mover. Me hace olvidar las discusiones. Tengo mas cosas... pero por ahora, solo necesito ser obediente. Tome la pastilla y me la tome sin agua, me gusta mas cuando raspa en mi garganta porque cuando deja de doler es porque ya está haciendo efecto.

Dejé las pastillas debajo de mi colchón y bajé las escaleras con una sonrisa. Nunca hablamos en la comida. Papá no acostumbra a perturbarme con su "autoridad" en la comida, es considerado y espera a que todos acabemos.

Mamá se levantó junto con mi hermana para levantar los platos sucios, cuando me dispuse a levantar el mío, papá me detuvo.

—Me llamo el director—dijo él a un lado de mi. Él se sentaba en la cabeza y yo en la parte larga a su lado. Era un buen lugar para darme vistazos y maldecirme con la mirada.

—¿En serio?

—Te vieron fumando en la escuela—sigue. Cerré los ojos por la acusación. Era cierta, pero no entendía como me habían descubierto. Me había asegurado de que nadie me viera...

Para mi mala suerte el efecto de la pastilla que había tomado, no estaba pensando con la seriedad que debía.

—¿Cómo están tan seguros de que fui yo?—Antes de pensar en otra cosa, sentí el impacto de la mano de mi señor papá en la cabeza. Me mareo, y con lo que había consumido, más.

—Jelly, ve a la cama—Di un vistazo a mi pobre hermano menor al lado de mi. Tenía los ojos bien abiertos, estaba asustado, pero no debería. No era la primera vez que recibo un golpe por parte de nuestro papá.

—Sour...—me susurro con su tierna voz de infante. Le sonreí. Ya era suficiente trauma haber escuchado mis gritos cuando todo empezó.

—Ve a la cama, Jelly—Le pedí con tranquilidad, haciendo que su expresión de miedo se fuera un poco. Se levantó de forma lenta viendo a la cocina donde estaba mi mamá y Honey.

Mamá salió de la cocina consternada. Honey detrás de ella.

—Daniel. No, por favor—Le pide. Se que no la escuchara nunca lo hace.

—Sour necesita un escarmiento. Fumar en la escuela, no es suficiente vergüenza con su apariencia—Nunca le gusto como me veía. Pero ese es el menor problema de la lista de cosas que no le gustan de mi. —Que vayan todos a la cama...

—Dan...

—Mamá, está bien. Podemos llegar a un acuerdo.

—Entonces asume tus errores, ¿Donde están esos cigarrillos?—dijo poniéndose de pie. Iba a hurgar en mi mochila, pero no me dio miedo. No sabía si era por las drogas o solo porque ya sabía lo que pasaría.

—Me los acabe...—le dije y enseguida dejó caer el peso de la mochila en la mesa haciéndola temblar. Mete la mano y saca la caja de cigarrillos, cuando la abre solo se encuentra con uno.

—Supongo que olvidaste esconder la evidencia...—dice él poniéndome el cigarrillo en frente.

—Supones bien.

—Dan...

—Me llamas una vez más y le romperé la nariz a tu hijo, Candy—le dice alterado sin verla.

Se por que mamá sigue con él. No la reprocho. Pero al menos, tan solo un día, me gustaría que fuera amable con ella. Volteé con mi mamá y le sonreí de la misma manera con la que lo hice con Jelly. No me gustaba que ni ella ni Honey me vieran en tan mal estado.

Cuando ya resignadas suben las escaleras escuche a papá llamándome.

—Dime...

—Quitate los lentes—me dijo. Le sonreí porque no lo iba a hacer. No fue hasta que el se paró y me los quito a la fuerza para ver mis ojos. —Drogado...

—No eres ciego, papá. Tú mismo lo estas viendo.

Lo vi sacar un encendedor. Encendió el cigarro y le dio una calada, después me arroja el humo a la cara, pero necesita más de eso para enojarme.

—Es bueno.

—Por algo los compre, no fumo porquerías—le contestó. No pude ni siquiera reaccionar o algo cuando vi que me tomó del cuello, deslizó su mano hasta llegar a mi quijada para levantar mi cara.

—Saca la lengua—me ordenó. Al no abrir la boca, me aprieta mas el cuello obligándome a hacerlo. —La lengua.

Cerré los ojos. Eso era lo único que podía hacer cuando saque la lengua. Esperaba que lo drogado me anestesiaran lo suficiente para no gritar, pero mi insensibilidad, ardía logrando que mis ojos se llenaran de lágrimas. Me dejó en las y como si no hubiese desquitado ya su coraje de que era su hijo, le quito lo mojado al cigarrillo y lo volvió a encender.

Tosia por el humo y no podía mover la lengua. Estaba débil y mareado. Sentí como me tomaba el cuello otra vez e incrustó el cigarro ahí. Iba a dejar una marca.

—Para que te queden ganas de volver a fumar—me dice poniéndome el cigarrillo ya apagado en la mano. —Levántate y curarte esas heridas.

Quería levantarme, pero el ardor mezclado con el dolor y el mareo de las pastillas hicieron mis pies inútiles. Tenía que moverme antes de desesperarlo.

—Te dije que te muevas—volvió a decirle agarrándome para después empujarme. Caí al suelo y mi cabeza chocó contra el. Me dolió, eso también dejaría un recuerdo.

Me levanté como pude y cuando quise subir las escaleras, una patada me hizo caer para al frente.

—Ya no eres un niño, Sour. Ya no lo eres. Ya no debería llamarte la atención—Vaya forma de llamar la atención. Volví a ponerme en marcha cuando siento que me empieza a pegan en la espalda.

A veces era así. Debió pasarle algo en el trabajo y está tomando como excusa la llamada de la escuela para desquitar su coraje conmigo. Me seguía pegando hasta que logro encerrarme en mi habitación. Tomo aire y limpio las lágrimas que salieron por lo de la lengua.

Mi habitación tiene baño propio, así que fui lento, adolorido, y completamente asqueado. Las náuseas me dominaron y terminé vomitando la cena, no fue agradable. Me quité la camisa y en el espejo del lavamanos vi las marcas que ahora no siento, pero sé que mañana mi cuerpo me va a odiar. Eran rojas y en línea, me había pegado con su cinturón. Mi ojo estaba rojo, la caída fue la culpable. Mi cuello, un pequeño punto rojo por la quemadura del cigarro. Pase saliva para ver lo que más miedo me da ver justo ahora.

He soportado muchas cosas de papá, pero nunca había apagado un cigarro en mi lengua. Con todas mis fuerzas ahogue mis ganas de soltarme a llorar cuando vi la quemadura de mi lengua, no quería saber como se me iba a ver eso mañana. Apenas podía moverla, me dolía mucho. Puse un poco de agua en mi boca y la mantuve ahí un par de segundos antes de que la incomodidad de mi boca me obligara a soltarla.

Solo esperaba a que se curará mañana. Que todo se curará mañana.

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