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Capítulo 1

SOUR


No soy del tipo de personas que les gusta dar explicaciones. Aunque hay personas que no entienden y siempre me abruman con las mismas preguntas.

¿Por qué haces esto? ¿Por qué no buscas ayuda? Necesitas cambiar, ¿Esto es lo que quieres para tu futuro?

Deja. La. Adicción. ¡Ya!

No puedo. Esta noche me quedé con mi amigo, Boris después de una pequeña discusión con mi papá. Salí de la casa sin siquiera ver a mi hermana que me estuvo llamando por teléfono toda la noche. Soy un caso perdido, lo sé y lo acepto.

No tenía planeado ir a la escuela, ni siquiera tenía mi uniforme hasta que el timbre de la casa de Boris sonó. Estaba semiacostado en su cama con él a un lado. No tuvimos ningún tipo de acto sexual, no somos gays. Pero solo había una cama y no teníamos problemas para dormir juntos. Escuche cómo se quejó. Tomó la cobija y se cubrió la cara molesto.

—Que alguien rompa ese maldito timbre—Maldijo mientras seguía escuchando el timbre sonar muchas veces.

—Iré yo entonces—Me levanté de la cama y me puse mis pantalones que estaban en el suelo camino a la puerta del cuarto.

La casa estaba hecha un desastre, pero no me incumbía. Bajé las escaleras que daban para la puerta de entrada. Abrí y ahí estaba mi bella y hermosa gemela, Honey. Me tiró mi mochila y mi uniforme en una bolsa de plástico negra.

—Irás a la escuela—me dice seria. Sonreí, siempre me pareció graciosa la manera en la que se enojaba.

—En realidad, no tengo muchas ganas...

—Vas a ir a la escuela—me interrumpió. —Dile a Boris que te preste el baño y arreglate. Nos vemos haya...

Estaba por irse cuando la llame y esta solo volteo un poco la cabeza.

—¿No me vas a esperar?

Honey siguió caminando después de eso. No me esperaría aunque se lo rogara. Suspiro y tomé mi ropa y mi mochila. Queriendo o no, hice lo que ella me dijo. Me di un baño. Lo necesitaba mucho, Boris estaba con unos amigos cuando llegué anoche. Uno de ellos estaba tan perdido que comenzó a vomitar por todas partes. Yo no lo estaba tanto, así que traté de ayudarlo, aunque era muy inquieto. Se movía mucho a pesar de estar descargando todo su estómago.

Frente al espejo, tome un poco del shampoo de Boris para darme una lavada extra a mi cara. Si parecía que me había drogado. No era un aspecto que me gustara ver, pero mis lentes oscuros lo solucionaban. Fui a la habitación de Boris que estaba al final del pasillo. Todavía seguía en la misma posición, le quite la cobija de la cara y palmee un par de veces su mejilla, pero este apenas se movió.

—¿Qué?—preguntó apenas entendible.

—Ya me voy, Boris—le dije quitándole sus cabellos verdes de la cara. —En la tarde volveré por mi ropa. Date un baño, apestas.

—Si, si...

Sabía que no me iba a responder bien. Pero no importa, solo me fui después de tomar las llaves de mi motocicleta de su escritorio.

Cuando llegué a la escuela ya no había nadie en la entrada, llegué casi 15 minutos tarde. Camine entre los pasillos para llegar a mi salón. Hoy me tocaba matemáticas con la señora Quezada. Por lo regular mi presencia y mi gran actitud bastan para convencerla para que me quite la falta y me deje pasar... pero hoy no fue así, al parecer estaba de mal humor, porque no solo no me dejo pasar, también me cerró la puerta en la cara cuando traté de convencerla.

Me quedé en el pasillo unos segundos más antes de irme. No iba a esperar una hora ahí dentro para la siguiente clase. Así recordé que los jugadores de fútbol no asisten a la primera hora los miércoles. No soy aficionado al fútbol, pero me va a entretener mientras espero a la siguiente hora.

Se que los alrededores son una zona libre de humo, pero estaba inquieto y no desayune. A veces... fumar me quita el hambre. Le di un par de caladas cuando ya estaba cerca de las gradas para ver el entrenamiento. Eran unos deportistas muy disciplinados, era muy raro que cancelaran un entrenamiento. Subí por las gradas y vi a una chica de cabello chocolate sentada justo en medio viendo el entrenamiento.

En un acto rápido vi mi cigarrillo en mis dedos. No quería que me acusara con alguien así que lo tire abajo de las gradas para acercarme a ella y charlar. Me han dicho que soy muy carismático, espero que eso sea verdad, porque si no es así... no sé lo que haré después.

—Hola, ¿Disfrutando el juego?—le dije sentándome al lado de ella, pero no tan cerca.

—No me gusta el fútbol— confesó con la vista en el campo.

—¿Por qué estás aquí entonces?—preguntó sonriendo. Estaba confundido. Ella sonríe y fue así que por fin volveo a mirarme.

—Mato tiempo, ¿y tú?

—Lo mismo—respondí poniendo mi mirada en el campo para ver a los jugadores seguir la pelota. —No me dejaron entrar a clase.

—También llegué tarde... solo fueron 5 minutos, creo que mi profesor estaba de mal humor—Reí un poco. Estábamos en la misma situación.

—Soy Sour...—le dije viéndola y esta asintió.

—Sé quien eres, Sour. Hablan de ti por los pasillos todo el tiempo. Soy Claudia, del 104—No me sorprendía.

—Espero que hayas escuchado solo las cosas buenas—le dije.

—Solo verdades a medias. Pero... ver como tiraste tu cigarrillo me confirmó un par de cosas—Cerré los ojos nervioso. Me había atrapado. Sonreí y la vi.

—No quería causar una mala impresión.

—Es difícil ocultar que estabas fumando cuando todavía hueles a humo—Por instinto tomé un mechón de mi cabello y lo puse en mi nariz para oler. Si era cierto que olía un poco a humo.

—Que buen olfato tienes...

—Vamos por ese cigarrillo. Apuesto que no lo apagaste—La vi levantarse. Estaba por bajar de las gradas cuando la detuve tomándola del brazo.

—Abajo es concreto, no voy a comenzar un incendio...

—Puede que sea concreto, pero detrás de nosotros hay mucho pasto seco, el aire hace volar las brasas y cuando menos te lo esperes, ya hay un incendio—me dice seria. Estoy acostumbrado a que me regañen... pero eso solo lo hacen mis amigos. —Vamos.

Era graciosa. Seguía bajando las gradas asumiendo que yo la seguiría. Volteo con el ceño fruncido, no me había movido nada. Solté una carcajada, cuando me levante la escuche bufar fuerte.

—Vamos a perder mucho tiempo buscando una colilla de cigarro—La seguí hasta llegar debajo de las gradas, a simple vista no había nada, solo basura. Era una pérdida de tiempo, pero no era como si tuviéramos que ir a un lugar pronto.

—Tal vez no incendies el pasto seco... pero apuesto a que sí habrías incendiado algo de esta basura...

Quise ignorarla, me recargue en uno de los pilares de las gradas para verla como movía los papeles para encontrar la colilla.

—No creo que la encuentres.

—¿Quieres apostar?—me pregunto. Eso me sorprendió mucho.

—¿Qué podría ganar de ti, Claudia?—le pregunté. Justo cuando terminaba de pronunciar las últimas letras, Claudia levantó su cabeza y me mostró su gran sonrisa.

Era amplia y resplandeciente. Había encontrado la colilla del cigarro, no podía engañarme.

—La pregunta es, ¿Qué puedo ganar de ti, Sour?—Me había ganado sin siquiera acordar nada. Del suelo tomó la colilla y se acercó a mí para mostrármela. —¿Qué quieres perder?

—¿Qué quieres ganar?—Le pregunte quitándole la colilla. La tire al suelo y la pise para apagarla. —Dime lo que quieres y te lo doy...

—Después te digo. Tenemos que ir a clase—me dice. Me pasó de largo y se fue dejándome solo ahí abajo con una sonrisa estúpida.

No sabía como reaccionar ahora. Volteé solo para verla irse. 

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