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Capítulo 49: Perdón

La noche se dejaba caer con algo de frío, a apenas unas horas el cielo se pintó de azul oscuro y, las estrellas y la luna les acompañaban en su camino de nubes. No tardó mucho cuando el resto de la familia les alcanzó, para que todos juntos llegaran al destino que había sido pactado para el plan. Arthur y Odio habían dado la ubicación de aquel lugar seguro que el chico pelinegro había mencionado antes.

Por la ventana de ese lugar, una chica observaba hacia arriba en espera de los que debían de llegar pronto, y así lo hizo cuando su sonrisa apareció y avisó a los que le acompañaban en esa sala.

–¡Papá! ¡Ellos han regresado y lo han logrado! –exclamó con alegría saltando del balcón interno de la gran ventana, y corriendo hacia afuera.

Una enorme mansión se dejaba ver de madera café claro, el perímetro rodeado de árboles altos, la forma cuadrada dejaba un espacio en el centro con un laberinto y en el medio un jardín de flores, enredaderas y una fuente, se podía ver que había muchas habitaciones.

–¿Dónde estamos? –preguntó Sam con impresión al ver la morada.

–Es nuestra casa de verano –respondió Arthur mientras bajaban junto a los demás–. Mi padre la mandó a construir para mamá por su sexto aniversario, aunque ella le regañó por gastar tanto.

–¡Esto es un castillo!

Ellos rieron sintiendo un poco de alivio después de lo que acababan de acontecer hace unas horas, pero su sorpresa aún no terminaba cuando vieron a las cinco personas que salieron a recibirlos. Ramé especialmente estaba confundida cuando al momento de tocar el piso, aquella chica de cabello castaño oscuro y ojos avellanas se le lanzó a abrazarla con fuerza.

–¡Hola! ¡Me alegra tanto volver a verte! –a su lado se posaron tres hombres y un chico.

–Ashia… ¿Qué hacen aquí?

–Yo los traje –mencionó Lujuria lanzándose a los brazos de Jason y rodeando su cadera con las piernas a la vez que lo besaba con pasión–. Debíamos protegerlos por si acaso, descuida, ellos ya están enterados de todo.

–Bel, cariño, hay niños presentes.

–Ah sí, lo siento –rieron mientras ella indicaba que todos pasaran al interior–. Aquí estaremos a salvo, Eamon colocó una barrera protectora para que no sea localizada. –se sentaron en la sala y ella en las piernas de su pareja.

Dirigieron a Vida junto a su madre y Lía a un cuarto para que el chico descansara, al igual que a Admiración y Gina mientras los demás se quedaban reunidos para conversar acerca de lo que había pasado. Los humanos estaban enterados de la cruzada que se estaba llevando, de qué eran ellos y de quién era Ramé. Jason y Josef miraban con sonrisa a esa muchacha que ahora saben fue la que compartió el tiempo con ellos.

–Lo siento mucho. –susurró la joven Muerte sin poder mirarlos a la cara, en especial a Dylan que tenía tomada la mano de su novia. Jason se levantó hasta ella tomándola del rostro y cruzando sus miradas.

–Gracias, nos diste una nueva vida a todos, y me regresaste a mi hija, además te comportarse como una conmigo, y si me lo permites, me gustaría que siguieras siéndolo, o tu tío si quieres.

«Gracias» esa palabra le reconfortaba tanto en ese momento cuando antes su luz se apagaba con la culpa, había traído un milagro cuando sólo se sentía una maldición que lastima a todos, pero ese humano, era un padre agradecido con ella, que no tenía miedo de saber que siempre estuvo acompañado de la muerte y que no tiene temor ahora que realmente la tiene enfrente.

Ella lloró, se aferró a él y soltando su llanto mientras era ella la que ahora agradecía el cariño que todos le daban.

×~×~×~×~×

La noche continuó con un gran silencio, el perímetro estaba siendo vigilado por guardianes de alas de arrebol, Ira y Envidia estaban siendo vigiladas cada una en sus habitaciones, Admiración cuidaba a Gina viéndola como su amada, cada uno tenía su cuarto donde descansaban agotados, aunque no todos, Ramé lloraba sentada en su cama recordando esa pesadilla que su madre le había hecho tener, y su corazón le dolía más cuando no sabía como romper la ilusión en su amor.

La puerta sonó haciendo que mirara asustada a quien se posaba en ella y entrara hasta sentarse en la otra esquina de la cama, ella se aferraba a sus piernas mientras lo veía romperse igual que ella y sin el valor de verla. Ambos estaban destrozados consumiéndose en la oscuridad.

–Lo siento mucho –dijo cabizbajo con las lágrimas cayendo en la tela de sus pantalones–. Lo siento, en verdad, perdóname –Ramé se acercó, se aferró a su cuerpo mientras ambos ahora se unían en llanto.

–Perdóname por existir, Vida. –él negó rápido ante sus palabras.

–Tú eres necesaria, gracias a ti todos pueden tener esperanza. Lo entendí tarde y por ser cobarde. Si tan sólo hubiera sido valiente, si tan solo no hubiera hecho caso a mi bisabuelo, entonces quizás hubiéramos tenido una vida juntos, pero en cambio te dañé al punto de causarte el dolor que sufres ahora con mi tío, todo esto lo provoqué yo.

–No mentí, allá en ese calabozo, no mentí, te perdono.

El muchacho se quebró, se aferraba como ella a él, temblando, respirando con dificultad, pero dejando salir su voz que rompía todo silencio.

Algunas heridas tardan en sanar, las de ellos es posible que siempre se mantengan abiertas de una u otra manera, pero los vendajes de ese perdón ahora aminoraba el daño y daba esperanzas de un cierre.

×~×~×~×~×

El día siguiente se presentaba con el alba iluminando y pintando en colores el amanecer, junto al sol también salían los animales que despertaban, algunas ardillas se acercaban a la joven que estaba sentada en los escalones de la entrada principal, Ramé dejaba que se posaran en su hombro, esa compañía le daba un poco de felicidad entre la tormenta que sentía por dentro.

–Buenos días, Ramé –Ashia se presentaba con Dylan hasta sentarse a su lado–. ¿Cómo estás?

–Bien, al menos físicamente. –mencionaba con una sonrisa triste recibiendo el abrazo de la menor.

–Comprendo, ¿no sabes qué hacer con Admiración? –la de ojos oscuros negó suavemente, Dylan le sonreía en compañía tomando la palabra.

–Ashia, no te pongas celosa, pero voy a abrazar a mi exnovia –ambas chicas le miraron mientras él la rodeaba en brazos y daba palmaditas a su cabeza–. Sé que todo saldrá bien –el joven logró hacerla sonreír con un poco más de alegría. Fue entonces que señaló a su ceja donde tenía una cicatriz–. ¿Te gusta?

–¿Qué te pasó?

–Me desmayé cuando Belentinne nos reveló sus alas, me golpeé con la mesa y me quedó está herida.

–Eh, ¿lo siento? –preguntó ladeando su cabeza al no saber qué decir.

–No te preocupes, las cicatrices te hacen ver más sexy –guiñó el ojo provocando que sus risas salieran–. Te ves mejor así, Ramé, no te desesperes.

Ella captó la intención del muchacho para aliviar un poco su tristeza, agradeció el momento divertido y se disculpó para ir a la habitación donde Gina se encontraba despierta mirando a Admiración dormir mientras le tomaba la mano. Ramé suspiró acercándose hasta que la vio, no sabía qué era lo que esos ojos verdes le decían, pero en su interior sentía que debía disculparse.

–Perdóname –pero no fue ella la que expresó las palabras–. Perdóname Ramé.

–Gina, yo lo siento, no fue mi intención enamorarme de él.

–Lo sé, él es fácil de amar, igual que tú. Fui egoísta y una pésima amiga, a pesar de que yo era la única que tenías y mira como te traté, te lastimé –la pelirroja dejaba salir sus lágrimas tratando de ocultarlas con su mano–. Estaba tan ciega, cuando Locura me capturó pensé que me mataría, pero me convenció, me dejé engañar con su promesa de que podía tener una vida junto a Admiración. Pero no es posible, jamás lo fue.

–Gina… perdón por esto, por dejarte así.

–No, me lo merezco. Escucha, hazlo, haz que Admiración salga de esa ilusión.

–Pero no sé cómo.

–Yo sí, de hecho hay tres maneras. Una sería haciendo con tu madre lo que quiere que hagas con Vida, la otra sería que Locura deshaga su poder, pero sabemos que la primera podría tardar mucho y la segunda no es una opción. Entonces solo queda la tercera, es la más rápida y la única que tienes ahora.

–¿Cuál es…? –ella miró sorprendida cuando su amiga extendía su mano– No, eso no, prefiero tratar con las primeras.

–No tienes opción, lo sabes, además es mejor así.

–¡No te voy a poner a dormir!

–Shh, lo vas a despertar. –rió bajo.

–No es gracioso, Gina, no quiero matarte.

–No lo harás, vamos, además sabes qué es lo que me hará la enfermedad de Lía, y tú detestas más que nadie el dolor ajeno, por eso eres Muerte.

–Te lo quitaré. –la de ojos verdes claros negó con gentileza sonriendo de la misma forma.

–No puedes cargar con eso, esto es mejor así. Ah, ya sé, a ti te encantan las festividades humanas, los cumpleaños son tus favoritos. ¿Sabes que día es hoy?

–No… Eso no es justo, no me lo pidas.

–Siempre me han gustado todos tus regalos, permíteme que hoy elija el mío. Regálame esto.

–Gina –su voz salió quebrada y temblorosa–, no me hagas esto, te lo ruego.

–Por favor, déjame hacer algo bueno por ti, y dame este deseo.

Seguridad, es lo que en sus ojos verdes mostraba con tanta calma, las lágrimas de Ramé salieron con más fuerza mientras quitaba sus guantes y tomaba con manos descubiertas las de su amiga sonriente.

Gina fue sintiendo la brisa fria recorrer dentro de su cuerpo que calmaba el dolor que este sentía, el sueño poco a poco iba ganándole haciendo que sus párpados le pesaran, y antes de que el último aliento fuera expulsado, dedicó las últimas palabras que le acompañarían.

No toda la oscuridad es mala

Ramé se desplomó, sus lágrimas corriendo con más fuerza mientras su voz resonaba en eco ocasionando que las personas fueran hasta esa habitación encontrándola en su luto por esa chica que ahora dormía con una sonrisa.

Admiración no era la excepción de los que habían sido alertados por su llanto, miró a Gina ahí, y a su amada sufriendo por algo que él no recordaba, tampoco entendía cómo era que estaba ahí ni porqué veía a su familia reunida.

Todo lo que sentía que podía hacer era abrazar a su Ramé que imploraba perdón, acompañándola en su dolor mientras la aferraba con fuerza y él también pudiendo que le disculpara por sentir que la había dejado sola.

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