Capítulo 47: Es mío
Incredulidad y preocupación ante su historia, Lía veía perpleja como su madre actuaba sin remordimiento con su hermana, apretaba sus puños de la impotencia y rabia contenida, pero no era la única, su hermano menor y Arthur también lo manifestaban, el pelinegro más que nadie pareciendo que en cualquier momento mataría a alguien, esa forma de ser la había sacado a su padre.
–Ramé se guardó mi enfermedad…
–Sí, puedes ponerlo de esa forma –su madre hablaba con naturalidad danzando su copa en el aire–. Ya te dije, Muerte puede adelantar o retrasar el destino, pero jamás curar, esa es una ilusión, la vida misma es una ilusión y ella es la realidad. ¿Nunca se han preguntado por qué su legado es tan odiado y temido? Es porque Vida es una muy dulce y bonita mentira, en cambio Muerte, es la amarga y cruel verdad que nadie quiere aceptar.
–¿Qué piensas hacer con ellos?
La mujer no contestó, se limitaba a sonreír con malicia como si viera pasar su ilusión ante sus ojos, una fantasía con la que ha pasado siglos imaginando, planeando y peleado por llevar a cabo, ahora parte de su idea estaba marchando a la perfección, tenía al dueño de las existencias en sus manos y a su hija cautiva presa del terror. Sólo debía romperla más hasta que no haya forma de repararla, hasta que su luz se extinga por completo para que se transforme en ella misma.
×~×~×~×~×
Admiración se encontraba dentro de la habitación de Ramé viéndola tan dolida que su corazón se sentía a punto de colapsar. Locura había permitido que él se quedara con ella mientras dos guardias cuidaban la entrada, de cualquier forma no había manera de que escaparan con sus poderes reprimidos.
Él intentó tocarla, pero ella se encogía más hasta hacerse bolita cubriendo su cabeza con sus brazos. El rencor despertaba y se avivaba como cuando se le echa gasolina al fuego, eso pasaba en el interior del peliplateado y cuyo sentimiento hostil se veía reflejado en sus ojos grises.
–Ramé –habló con suavidad tratando de que su voz no sonara con negatividad–. Mi pequeña Ramé, por favor, mírame.
Ella no respondía, se dedicaba a temblar y sollozar, actos que quebraban a su amado hasta hacerlo derramar lágrimas junto a ella.
–No… –apenas audible, Admiración subió su mirar para verla ocultando su rostro, pero extendiendo su mano– No me… dejes… por favor… –ambos se rompieron.
–Jamás, siempre estaré contigo, porque te amo.
El mayor aferró su mano a la de ella, ahí Ramé comprendió las palabras de su madre. «Esta es tu última oportunidad para decírselo, porque después de esto jamás podrás pronunciarlo» lo entendía muy bien ahora, esas palabras que él siempre le dice con facilidad porque lo siente, pero a ella le daba miedo desde que Vida la rompió, esa corta frase de dos palabras, ahora sentía que Locura tenía razón, ya no podría pronunciarlo.
–Ramé –no como él lo hace–, te amo.
×~×~×~×~×
Tres días pasaron en los que Admiración fue obligado a ya no ver a Ramé, sólo podía escucharla suplicar porque sus pesadillas se detuvieran, Vida también había sido apartado, también era torturado repitiendo esa imagen donde él abusaba de Ramé, se veía a sí mismo dañándola una y otra vez, intentaba pararlo, trataba de detenerse, pero no importaba cuanto corriera, jamás avanzaba ni un metro en esa pesadilla. Arthur también fue sometido, cuando decían que era igual que su padre, es porque así es, había matado a cinco Cazadores tratando de rescatar a su hermana. Odio no se salvaba, él también estaba encadenado por tratar de pelear contra Locura.
Los demás se mantenían al margen, analizando cada paso que su madre daba. Quienes peor la pasaban era Lía y Sam, ellos eran normales, simples humanos sin poderes ni dones que pudieran a hacerle frente a deidades con millones de años de experiencia.
–Vamos hija, esto se está haciendo aburrido –Locura habló con voz anodina mirando sin gracia a la chica que respiraba a bocanadas para recuperarse de su pesadilla–. ¿Hasta cuándo vas a seguir con lo mismo? Tan solo debes extraer de Vida su…
–¡NO! –exclamó con furia mientras temblaba.
–Bien, entonces sigue sufriendo por tu estúpida bondad. Te veré en la noche para darte un regalo.
La mujer se fue azotando la puerta dejando a su hija llorando por el dolor de su cuerpo, apenas y se podía mover y las pesadillas la agotaban más de lo que quisiera. Su mente estuvo muchas veces a punto de fracturarse para terminar cediendo ante el capricho de su madre, pero un recuerdo siempre la traía de vuelta, esas palabras que salían de la voz de su amado la tranquilizaban aunque fuera solo su imaginación, varias veces estuvo en su soledad tratando de regresárselas, pero la promesa de su madre se hacía presente cumpliéndose tal cual dijo, ella no lo podía decir, le daba miedo.
Prefirió dejarse caer en su cansancio y dormir un poco antes de que las torturas volviesen una vez más.
×~×~×~×~×
Ramé, te amo –esa voz parecía lejana, pero le hacía sonreír cuando se trataba de él–. Estaremos juntos siempre…
La de ojos oscuros despertó encontrando a su madre al frente de la cama tan burlona como siempre, aunque esa sonrisa le era más divertida, como esperando a ver una sorpresa preparada solo para ella.
–Te amo tanto. –su voz se escuchó cerca haciendo a sus ojos moverse en dirección a donde estaba él.
Dolor en su interior y que golpeaba con fuerza su corazón, aquél que tanto le prometía amor incondicional ahora se lo profesaba a alguien más, a una chica pelirroja con la que se besaba apasionadamente, sin embargo, eso no era lo que más le confundía, sino por quién era esa chica que correspondía tan gustosa en devorar sus labios, chica que una vez se separó de su boca la volteó a ver con sonrisa pícara y sus ojos verdes claros recargando su cabeza en el pecho de Admiración y él, le acariciaba con terneza de sus cabellos.
–¿Por qué…? –un pitido en la cabeza acompañado de dolor y una imagen, recuerdo que hizo abrir más sus párpados y mirar consternada a quien ella consideraba su amiga, pero que la lastimó el día que cayó de Edén haciendo que sus lágrimas salieran en tristeza y desolación– ¿Por qué, Gina?
–¿Por qué te atreviste tú a ser amada por él? –la de ojos verdes la miró con enfado afianzando su abrazo al torso del hombre– Debías de haberte ido con quien sea, pero tenías que corresponderle a Admiración ¿no?
–Gina… ¿de qué hablas?
–Cuando aparecí, él fue quien llevó mi esfera para ser despertada, al primero que vi fue a él y desde entonces lo amo, me enseñó el lugar, me adiestró como su pupila, pero cuando te presentó conmigo pude notarlo, te miraba de la manera que yo a él. Te dije que te fueras con quien sea, ¿pero por qué tenías que meterte con él?
–Gina, perdón, me enamoré.
–¡No lo digas! ¡Él es mío! –subió su mirada al hombre que le dedicaba una sonrisa sincera– ¿Me amas, verdad? –el de ojos grises la tomó del rostro besándola de nuevo con ternura, haciendo que Ramé se obligara a moverse. Con dolor se paró de la cama, pero sus piernas cedieron llevándola al piso.
–No te ama –dijo con pesadez intentando pararse una vez más, ella miraba a su madre que disfrutaba del espectáculo que era para ella–. Esto es obra tuya ¿verdad? Lo escuché, Admiración me llamó a mí, no a ti, Gina.
–Cállate… ¡Cállate!
–¡No me voy a callar! ¡Porque a quien ve es a mí! –la sonrisa se acrecentaba en Locura al ver a su hija apretar sus puños mientras se levantaba con dificultad– ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué me atacaste esa noche en vez de hablar conmigo? ¡Somos amigas!
–¡Lo amo! ¡Es mío! –Gina lloraba, sí, le pesaba lo que ocurría por su amistad, pero al parecer, no lo suficiente como para entender que estaba siendo utilizada por Locura cuando Admiración se encontraba en una ilusión donde la veía a Gina como su Ramé– El me ama… ¡Me ama!
«¡¿Por qué no puedes ser egoísta una vez en tu vida?!» esa línea que Odio le dio resonaba en su cabeza, ahora quería serlo.
¡No! ¡Admiración es mío!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro