Capítulo 43: Mío
La falta de aire causaba que Vida aferrara sus puños a la tela de su pecho, consternación por los presentes cuando la joven Muerte lo había tocado unos segundos con su mano desnuda y ahora la veían volviendo a cubrirla. Ella habló al oído de la pelirroja provocando más confusión cuando ella dijo Acepto, sin titubeo alguno para ser colocada en la cama por su hermana, y pedir a Admiración que cargara a Vida y salieran con él.
Hermano y novio querían intervenir, mas Lía expresó su deseo de que salieran. Sam no entendía, estaba asustado al igual que Vida, pero a diferencia de él, creyó en el Todo estará bien dicho de sus dos hermanas. A base de obligar a Vida a salir, Ramé y Lía se quedaron solas en la habitación.
–¿Puedes hacerlo? ¿En verdad? –preguntó con esperanza la pelirroja casi al borde de las lágrimas.
–Vas a sentir como si te estuviera arrancando algo desde adentro, no te voy a mentir, dada tu condición, te va a doler mucho, y a mí de paso, pero estoy dispuesta a soportarlo si tú lo estás también.
–Ya lo he dicho, acepto —reafirmó decidida secando sus lágrimas.
Ramé asintió con sonrisa amiga quitando sus guantes y tornando sus manos oscuras tomando el rostro de Lía. Marcas negras se dibujaban en el cuerpo de Muerte, un tatuaje de espinas rodeó su cuello y sus ojos se expandieron por toda la zona haciendo que parecieran cuencas vacías, juntó su frente a la de su hermana y esa negrura de las manos se recorriendo como enredaderas por todo el cuerpo de Lía marcando como fuego las líneas de gasolina.
Dolor, agonía, suplicio, todo ardía, todo dolía, Ramé sentía como si millones de agujas se le fueran clavadas y como si parte del fuego también la quemara. Ella mordía su labio evitando soltar un alarido de dolor, sabía soportarlo bien, pero no Lía cuando su voz salía destrozada, su cuerpo tensado y las manos apretando con fuerza las telas de su cama.
–¡¿Qué le está haciendo?! –vociferó más con miedo que rabia la voz de Vida tratando de apartar a su tío, mas su cuerpo apenas tenía fuerza para sostenerse.
–Cálmate, Ramé jamás le haría daño…
–¡¿Y qué es lo que está haciendo para que grite de esa manera?! ¡La está lastimando!
Sam apretaba sus cabellos teniendo que respirar a bocanadas sintiendo que en cualquier momento se desmayaría, no entendía lo qué pasaba, hace unas horas era apenas un muchacho común y al otro, el hijo de una especie de deidad que ha estado en guerra durante siglos, conociendo a la vida y muerte misma en persona. Que Dios le ayudara por estar en una pesadilla o mínimo pedía que se hubiera drogado de alguna manera y en algún momento, pero no, todo era real y eso hizo que sus pies se movilizaran rápido con rumbo a la habitación de su hermana.
Admiración recibió un puñetazo de Vida, quien se obligó a moverse por su cuenta para seguir a Sam. El mayor no podía culparlo, ha sentido en el pasado esa impotencia de no poder hacer algo por su amada aún cuando la tenía enfrente, así que se levantó y siguió al par sólo para quedar estático junto a los menores viendo cómo Lía yacía ahora de rodillas en el suelo abrazando el cuerpo convulsionante de Ramé.
Con apresuro, el de ojos grises se postró al lado de su amada para aferrarla entre sus brazos, abrazándola con un fuerte miedo. El cuerpo de la joven sentía que ardía por dentro obligando que esa fuerte sacudida se expresara con violentos temblores y un intento por que su voz saliera con alaridos entrecortados. Lía fue tomada en brazos por el abrazo de Vida, Sam tampoco tardó para acercarse preguntando lo que pasaba sin dejar de ver asombrado cómo su hermana parecía mucho mejor de salud.
–Ella dijo que me curaría si prometía irme con Vida. –impresión al escuchar esas palabras.
La confusión no tardó en atisbarse en las mentes del par de familia mientras veían como la de cabello oscuro se retorcía apretando sus dientes y virando los ojos hacia atrás. ¿Curar? Si bien sabían que Ramé era capaz de retrasar o adelantar el letargo de una existencia, jamás había curado a nadie, o al menos, no la habían visto.
Un grito agudo proveniente del interior de la joven Muerte terminó por dejarla inconsciente, en sus ojos parecía que estaba vacía, su cuerpo dejó de moverse dejando solo un leve espasmo.
–¡Ramé! ¡¿Qué te pasa?! ¡Reacciona por favor! Por favor, mi amor… Mi Ramé…
–¿Qué le ocurre? –Vida veía con un pesar en su respiración y aún cansado por el suave toque que recibió de su contraparte.
–No lo sé. Está más fría de lo común.
×~×~×~×~×
Hermanos y hermanas reunidos en una cueva conviviendo con felicidad al ver a su hermana de cabellos celestes, bien y energética como antes aunque aún pareciera debilitada.
–Bien, ahora debemos irnos –Lujuria tomó el hombro de Pereza moviendo la mano despidiéndose–. Nos mantendremos en contacto.
–Gracias. –mencionó sonriente Obra viendo especialmente a su mellizo.
El par se alzó en vuelo con sus alas plateadas rumbo a cruzar el cielo y perdiéndose entre las nubes oscuras mientras eran observados por los demás, habiendo comenzando la sanación de una de muchas heridas emocionales.
Los hermanos llegaron al edificio donde Belentinne vive con su hermano Alfred y antes trabajaba. Ella abrazó a Jack antes de entrar encontrándose a todos sus hermanos y hermanas reunidos, pero también, estaba alguien más, alguien que pocas veces se presentaba y que ahora se mostraba tan sonriente en sorna como siempre, vestida con zapatos y vestido rojo que marcaba las curvas de su cuerpo, habiendo incluso una duda sobre si ella pudiera apoderarse del nombre de la mujer de cabellos morados.
–Por favor, mi hijos, siéntense. –habló ofreciendo con la mano los lugares que faltaban por llenar.
El par tragó en seco aproximándose a la mesa tomando sus lugares. Locura parecía más feliz que nunca mientras cruzaba sus piernas, atrás de ella, una joven de uniforme blanco de saco estilo gabardina corta con bifurcación por detrás, pantalones alicrados por dentro de una falda de tablones y botas a media pantorrillas, su cabello pelirrojo estaba recogido en una coleta.
–Ella nos tiene una excelente noticia. –la mayor inquirió que esa chica hablara.
–Edén está más vulnerable que nunca, Consciencia se ha encargado de centrar su atención en la búsqueda de Ra… de Muerte. Sus nietos han escapado, Alma está prisionera, Vida es buscado bajo traición.
–Todo esto es perfecto, el destino nos favorece, pronto, muy pronto vamos a hacer pagar a ese malnacido por todo lo que nos ha arrebatado y negado. Y tú –dijo mirando a la muchacha de ojos verdes claros–, tendrás tu recompensa también.
–Gracias, mi señora. –reverenció para retirarse con sus alas blancas de nuevo a la ciudad flotante entre las nubes.
Ella se posaba en la orilla cerca de una fuente mirando la negrura a su alrededor, en esa noche las estrellas no se veían, tampoco la luna les acompañaba, era como si ahora estuvieran resguardados mientras que lo único que estaba presente era el susurro del viento helado que podía hacerse sentir con punzón en la piel. Esa chica recordaba en esa oscuridad del cielo los ojos de la joven Muerte, apretaba sus puños y dientes a la vez que su ceño se fruncía en enfado recordando esa escena donde la chica era besada con ternura por un hombre de cabello plateado, esa imagen de ver a Muerte siendo amada y admirada por ese hombre le enardecía.
Esa pelirroja podía aceptar que cualquier otro le quisiera, de hecho, deseaba que lo hicieran, pero no ese, no él, no su Admiración, deseaba que esos ojos de amor fueran para ella y no para Muerte.
–Vida no te merece, alguien más debe de estar ahí para ti, uno que realmente te ame como se debe. –le dijo en uno de sus intentos por consolarla.
Se lo decía constantemente y suplicaba por que su amiga lo entendiera, pero no esperaba que fuera con el amor que quería para sí misma. Por eso, aquella noche actuó solo por un momento que vio, momento que cambió todo, sólo porque el amor por el que llevaba años esperando, no se le presentó para ella, sino para Muerte.
–¿Por qué no te fuiste con alguien más? ¿Por qué él, Ramé?
Lo recordaba, su mente traía la imagen de la espalda de Ramé parada en esa orilla cerca de esa fuente mientras se le acercaba iluminando su mano en un leve dorado, veía como ella se volteó a verla ofreciendo su siempre sonrisa llena de alegría, recuerda cómo formó una lanza en su mano que lanzó con enfado y rabia a que le atravesara, su cara de confusión cuando la vio haciendo lo que hizo, acción que ella tampoco había creído ejecutar a pesar de los años que llevaba siendo la espía en el paraíso. Ella recuerda cómo se acercó a Ramé para tomarla de la mano, pero llegando tarde porque ella ya había caído a la Tierra.
Esa pelirroja de ojos verdes claros había quedado atónita de sus propios acciones, la lastimó por ser a quien su amor ama.
«¿Por qué?» Esa pregunta salida de la voz pesada de Ramé no hacía más que hacerle pensar que ya no había marcha atrás, la traicionó por un amor no correspondido, uno que nunca le perteneció, uno que jamás fue para ella y que antes de que existiera como Guía, ya le había entregado a alguien más.
–Lo siento mucho Ramé, pero él es mío.
×~×~×~×~×
Hola. ✌️😔
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro