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Capítulo 40: Maneras

Hermanos y hermanas sorprendidos al ver a dos de ellos de los que hace siglos no sabían. Estaban iguales y a la vez diferentes, la pelimorada se mantenía cruzada de brazos mirando indiferente a todos, o eso pretendía hasta que Amor se levantó con emoción y los abrazó con fuerza. Vaya que no había cambiado para nada su pequeña hermana que siempre demostraba cada afecto que tenía, no pudo evitar darle unas palmaditas a su espalda desviando la mirada a cualquier punto de la formación rocosa. La sorpresa no había pasado de todos, pero dejaron de prestar atención cuando la peliceleste que sufría susurró.

–Hermano… –su voz apenas tenía fuerza, sus ojos permanecían cerrados, pero su conexión jamás la perdía, sabía que su mellizo estaba cerca.

Amor se apartó y el peliazul se acercó arrodillándose a su lado acariciando la mejilla de su melliza, su mirada fruncía el ceño al ver la lamentable condición y porte que ella mostraba.

–Trataste de ayudar de más como siempre ¿no? Maldición Obra, siempre has sido así de impulsiva. –la contraria rió llevando su mano a tocar la que tomaba su mejilla.

–Perdón… No pude protegerlos ese día… No fui lo suficientemente fuerte…

–Ya descansa, estás muy herida. –él la tomó en brazos poniendo su cabeza en su regazo y luego bajó a juntar sus frentes mientras cerraba sus ojos.

Un leve brillo emanaba su toque que hacía que el rostro de la mujer ahora se viera más relajado. Ambos permanecían así, todos la rodeaban, excepto Lujuria, quien estaba apartada recostada de la pared con los brazos cruzados y mirando la escena sin aparente emoción. Sus ojos púrpuras se movieron a ver a su melliza que se le acercaba.

–Me alegra verte de nuevo –mencionó la de cabellos lilas sonriendo–, aunque estas no sean las mejores condiciones.

–Me encantaría que el sentimiento fuera mutuo.

–Lo siento mucho, hermana, pero nosotros queríamos intervenir, te juro que lo íbamos a hacer, pero Locura se movió primero.

–Y fue mejor así. Con ella obtuvimos libertad de hacer lo que quisiéramos, de ser como quisiéramos, de ir a dónde quisiéramos, sin restricciones ni condiciones.

–Hermana…

–Ella no nos negó lo que somos, ni siquiera le importa.

–Lamento lo que le pasó a tu amor.

–Ya no importa. –la contraria negó lentamente con la cabeza.

–Sí importa, sé lo que has pasado luego de eso, te has entregado a cada hombre tratando de olvidarte de él, tratando de reemplazar su recuerdo que una vez fue bonito y luego en tristeza…

–Fui violada repetidas veces dentro de esa caja –ella miró la cara de sorpresa de su hermana y sonrió triste–. Eso no lo sabías ¿verdad? Estando dentro de ese lugar, es imposible tener conexión con ustedes, por eso no saben lo que el malnacido de nuestro abuelo nos hizo ahí dentro. Es bueno que ustedes no se atrevieran a atacar como Odio y los demás lo hicieron, de lo contrario estoy segura que Consciencia también les habría hecho algo a ustedes, tuvieron suerte si es que en verdad iban a tratar de salvarnos. ¿Sabes? Todos usamos otros nombres, porque nos duele el que nos dieron. Aquí soy Belentinne, Pereza es Jack. Los elegimos porque queríamos algo propio.

–Entonces, Belentinne. Te extrañé. –los parpados de la melliza abrieron con asombro cuando su hermana empezó a llorar.

–No lo hagas por favor. Basta. Solo vinimos porque Jack deseaba hacerlo y porque se lo debíamos a Obra. Ella siempre trató de defendernos a todos sin importar qué. Fue la primera en enlistarse a la tropa de los guardianes porque deseaba ser fuerte por ustedes y nosotros, por mamá.

–Hermana, por favor, quédate con nosotros, queremos que todos estemos juntos, ayúdanos a convencer los demás.

–¿Crees que esto se va a resolver así como si nada? Por favor, no seas ingenua Casti. Locura está muy decidida a acabar con Consciencia y nosotros estamos dispuestos a ayudarla si así podemos hacer que pague por todo lo que nos ha hecho.

–No pueden dejar que ella se apodere de las mentes de los humanos, parte de la razón por la que continuamos al lado de nuestro abuelo es porque él tiene el poder sobre mantener a los humanos con sus capacidades tal cual su nombre lo dice. ¿Qué crees que va a pasar si dejan a Locura tomar el control? ¿Qué crees que pase con los humanos?

–Ella les mostrará la verdad…

–¡No comprendes! Hermana, Locura los está usando, ella sólo quiere el control de todo por algo que no sabemos, solo conocemos el profundo desprecio que tiene a nuestro abuelo.

–Eso es verdad, no nos importa sus razones si nos va a ayudar a vengarnos, además, todos somos usados de una u otra manera. ¿No es lo mismo que hicieron con Muerte? Le vendieron la idea de una vida en prosperidad cuando en realidad se aprovecharon de su anhelo por ser amada. Ustedes la separaron de nosotros a sabiendas de lo que es capaz.

–Nunca mentimos –Amor se acercó a ellas mientras los demás los veían, excepto el par de mellizos de colores azulados–. La amamos como nuestra familia y aún lo hacemos. Le concedimos ese deseo por ser el ser más puro de todos, es lo que se merecía, quise protegerla de nuestro abuelo y de su… –le costaba hablar, pero lo hizo– De su verdadera madre. La amo como a mi hija y la cuidé como tal y lo voy a seguir haciendo. Incluso si tengo que entrar en guerra contra Consciencia.

–¿Aunque eso implique condenar a los humanos?

Amor mordió su labio, entendía perfectamente su pregunta y no era extraño para todos cuando la veían apretando sus puños, todos se sentían igual, impotentes y a la vez egoístas. «Buscaremos una solución para todos» expresó Amor con firmeza, su egoísmo implicaba salvar a todos, de alguna manera que aún no pensaba. Belentinne sonreía melancólica, después de todo ese sentimiento de querer lo mejor para todos siempre lo demostró su hermanita, siempre buscó soluciones para todos y siempre encontraba alguna. Y quería creer en su corazón, después de todo, al fin había logrado alcanzar la esperanza de nuevo al lado de Jason, con él, ese hombre al que deja que la desnude por completo más que el cuerpo y que aprecie cada detalle sin miedo a dejarse ser como es. Sonrió y la abrazó, a ella, a su melliza y a sus demás hermanos y hermanas, en un sentir de reencuentro que le aliviaba y a la vez, incrementaba sus posibilidades de un mejor final para todos…

×~×~×~×~×

Una ventana de cristal grueso, una mujer de cabello y ojos blancos viendo a través de ese vidrio mientras debía que permanecer dentro esa habitación completamente monitoreada por guardianes. Alma yacía confinada en ese espacio siendo su padre su captor y Falcón su vigilante.

–Con todos los que ya están fuera de mi aposento, ¿es necesario que también te quedes dentro?

–Mi trabajo es vigilarte aunque no quieras.

–Sólo haces lo que mi padre te ordena y ya. –él suspiró apartando su espalda de la pared y yendo a acercársele tomando su mejilla con delicadeza.

–Lo siento mucho, pero sabes las circunstancias.

–Debiste luchar como yo estaba dispuesta a hacerlo.

–¿Y dejar que tu padre les hiciera algo a ti y a nuestros hijos? Jamás.

–Al final lo hizo y además, lastimaste a Obra.

–¡Lo sé! –se apartó apretando con su mano el cabello– No quise hacerlo, lo juro. Solo intentaba dejarlos inconscientes, pero se salió de control.

–Ella es igual que tú.

–No… Ella es mejor que yo. Todos son mejores que yo, y en el fondo, agradezco que ninguno sepa que soy su padre.

Alma bufó rendida ante el semblante entristecido del hombre que siempre se mantuvo cerca y a la vez distante de sus hijos, entrenándolos y engañado para protegerlos a su manera.

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