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Capítulo 27: Seguir viviendo - Parte 1

Fuego, humo, tierra seca y con cenizas, sangre, plumas pisoteadas y manchadas, negrura en sus manos, líneas oscuras que se dibujan en su cuerpo, cruzan en diagonal por sus ojos y que crean un tatuaje de espinas en su cuello. En su mano una guadaña resplandece con el brillo del poco sol que le pega a la lustre hoja que chorrea la sangre de sus enemigos.

Las guerras por ella siempre resulta igual no importa en que bando esté, plumas blancas y anaranjadas siempre sufren el mismo destino por las oscuras. Primero se enfrentaba a las blancas que la cazaban para encerrarla, luego tuvo que enfrentarse a las anaranjadas que ya estaban hechas para recuperarla.

No importa en que bando esté, siempre ha sido asediada y odiada, no tiene cabida en ningún lado, pues todos prefieren una dulce mentira a la amarga verdad. Guerra es el sinónimo de su nombre y que nadie quiere pronunciar, ni llamar, o pensar, donde todos lloran, donde nadie quiere llegar, pero que ella tampoco pidió tener.

Sangre es lo que regalan aquellos que en su osadía desean someterla, no tiene lugar al cual ir y menos regresar cuando nunca ha tenido un hogar en el cual hubiera sido aceptada. Todos huyen de ella, todos maldicen su existencia, pero nadie recuerda que ella no pidió tenerla.

Esa última guerra fue la peor de todas en las que pudo haber estado, el olor de la sangre mermaba a cada lugar en el estaba. Los humanos los llaman ángeles y demonios, ese día el infierno se desató, él la mandó a encargarse de su deber, las plumas blancas la siguieron, las plumas anaranjadas atacaron a todo humano demandando una existencia, una vida que ella protegía, no porque sin él ella desaparecería, sino porque le quería.

En esa guerra tuvo que hacerle honor a su nombre, la única de la familia que tenía el permiso para pisar la Tierra por orden de su bisabuelo, obligada a enfrentarse a su antigua familia y mancharse con la sangre de los soldados que alguna vez tuvo bajo su mando. Ese día tuvo que ejercerse a sí misma para proteger lo que ese muchacho es.

¡No lo hagas! ¡Te lo suplico! –la voz del chico suplicaba en lágrimas por lo que esa enorme guerra ocasionaría en todo el mundo. Sus alas doradas bajaban con prisa con esperanza de detener el inminente caos.

Llévenselo. –ordenó ella a dos pares de alas blancas que obedecieron de inmediato.

Más de la mitad de toda la existencia fue exterminada. Los enemigos habían logrado chantajear al chico de cabellos blancos a que se entregara si no quería que todas las creaciones sobrantes fueran erradicadas. Pero ya no había marcha atrás, el resto perecería por la oscuridad de ellos mismo, pecados como fueron nombrados, habían ganado casi por completo por la guía del odio y la presencia de la locura, ahora la muchacha debía obedecer y hacer acto de presencia.

El chico fue obligado a regresar al Edén y estar a salvo junto a su familia, quienes debían tragarse su angustia de lo que pasaba abajo, el de cabello plateado y ojos grises había sido sometido con braveza por intentar luchar al lado de la joven. Su hermana de rosa no tuvo tanta suerte cuando también fue obligada a permanecer dormida para no interferir en la misión de su hija, ni qué hablar de los demás hermanos cuando sus dones se les fueron suprimidos por su abuelo. Su sobrina estaba sola en su deber de matar.

Así lo hizo, la horrible lucha dio lugar en un hermoso y verde prado, con el filo de su guadaña cortaba y se ensangrentaba, sus compañeros caían, el fuego de los contrarios se avivaba con el viento de los aliados, el temblar de los suelos no se limitaban a esa zona de guerra, las consecuencias se extendieron a todo rincón. Su familia original no participó, pero sí observó la habilidad innata de la muerte.

Al final, sólo una quedó en el medio de ese campo infestado de ella misma, la sangre se olía, se sentía, sus partículas flotaban a su alrededor, una capa impregnaba en color rojizo el cielo. Humedad, el frío del agua empezó a caer para limpiar todo. El mayor que en ese tiempo era de melena oscura y ojos blancos como el hielo bajó con sus alas doradas al frente de su bisnieta.

Deja de llorar, no había otra opción. –su voz ronca se presentaba en aburrimiento y cierto tono de asco por el hedor de la sangre.

¿En verdad no había nada más? Porque esto duele. –su voz jadeante era apenas audible por el cansancio y el sollozo.

Deberías de acostumbrarte de una buena vez. –extendió sus alas doradas listo para volar cargando en brazos a su peón.

¿Quién puede hacerlo? –subió la mirada al cielo que se despejaba por la caída de la lluvia, dejando empapar más su rostro para limpiar la sangre, a la vez que sus líneas negras desaparecían.

Eres la Muerte, tú debes hacerlo –el hombre suspiró molesto ante esa cara afligida que no dejaba de camuflajear sus lágrimas con la lluvia–. Déjame contarte algo –recibió la mirada de la chica–, Eudaimonia. Un lugar al cual todos pueden ir, lleno de dicha para cualquiera que viva su vida en armonía. Doy eso como promesa a cada humano e incluso a los Guías y mi familia.

Lo sé, Vida habla de eso siempre con felicidad, un lugar de reposo y compensación por mi existir. –el mayor sonrió acercándose a susurrar a su oído y luego alejándose en sorna.

¿Ahora entiendes por qué te debes acostumbrar a tu legado?

Cabizbaja afirmó, ella volvió al Edén junto a su familia que ya la esperaba con amor, todos la compadecieron y otorgaron sus condolencias, excepto uno, quien sólo lanzó sus palabras cargadas de dolor y pena. Con sonrisa gentil y mirada de compasión se acercó a abrazarlo, pidiendo perdón, regalando un consuelo sobre una ubicación que siempre se mantiene en secreto. –Eudaimonia siempre estará ahí.

El chico lloró, aceptó ese gentil gesto durante ese día, más los siguientes fueron ahogándose poco a poco en cada tanto al igual que el agua de las fuentes no dejaban de purificar la Tierra, llevándose todo rastro de muerte que pudo haber ocurrido. Una vez limpia, todo comenzó de nuevo, nuevos cascarones fueron creados y habitados, nueva oportunidad de existencia era plantado, una nueva lucha comenzaba también, y el camino a Eudaimonia era reabierto una vez más, pero otras sendas se creaban para engañar, como el desprecio más grande que se acumuló en Vida hacia Muerte y con un fuerte deseo de retribución por todo lo que le ha quitado con su mera existencia.

×~×~×~×~×

Despertar en la madrugada tras ese sueño tan vívido que casi todas las noches había tenido, un mes había pasado y Ashia ya se había acoplado a su vida sin recuerdos. Disfrutaba de tardes con su abuelo, de convivios con sus amigos, incluso había logrado que Arthur pasara tiempo con ellos más que con los otros amigos brabucones con los que se juntaba, aunque Dylan y Sam no lo vieran tan sencillo, apoyaban la intención de la chica, además de que Dylan mantenía una sonrisa con mirara irritada al ver lo cerca e interacción que Arthur tenía con Ashia, pues actuaba poniéndole atención en casi todo el tiempo.

Ashia estaba feliz a pesar de los comentarios con veneno que Isabella le dirigía, ejerciendo un acoso verbal que a veces intentaba pasar a lo físico, pero que siempre era detenido por Katia y Carol.

–Oye, te estás pasando Isabella. –mencionó la morena estando apartadas de las miradas de los demás.

–Katia tiene razón, aceptamos ayudarte con lo del novio porque dijiste que ellos no se atrevía a confesarse, pero el imbécil trató de violarla. –replicó la pelirroja con preocupación, pero Isabella rodó los ojos permaneciendo con los brazos cruzados.

–Ay por favor, no me dirán que creen eso. Solo se está haciendo la víctima.

–No lo parece, ella siempre es muy amable y gentil, hasta diría que es un ángel.

–¡Es una puta! Se metió entre Dylan y yo, además de que anda jugando con él. ¿Acaso no han visto lo junto que está con Arthur también? –Katia trató de tomarla por los hombros, pero ella se alejó.

–Isabella, estás mal. Es verdad que nosotras nunca hablamos con Ashia antes, pero durante ese tiempo que fingimos ser sus amigas, pues hemos aprendido que ella es genial. Hasta nos ayudó a mejorar nuestras calificaciones.

–No puedo creerlo. ¿Van creerle a esa estúpida? ¿Qué? ¿Van a hacerse amigas y dejarme a mí?

–No, eso no es lo queríamos decir.

–¿Entonces qué?

–Todas debemos disculparnos e intentar ser amigas, esta vez de forma real. Porque ella es genial.

–Ustedes dos no son mis amigas.

–Isabella, por favor.

–¡No! Una amiga no te abandona por la enemiga, yo no quiero a traidores conmigo.

–¡Isabella!

El par de amigas intentaron hablar con ella, pero fue imposible una vez se alejó rehusándose a escuchar. Ahora veía como quienes una vez fueron sus amigas se disculpaban con su enemiga y le pedían una nueva oportunidad. Lo que más odiaba era el hecho de que Ashia sonriera ante su victoria como ella lo veía, pues aceptaba habiendo ofrecido el perdón. Ahora el grupo de amigos de Ashia se había extendido pasando a construir recuerdos divertidos, como la intención de Katia por intentar ligarse a Sam sin saber que es gay. Ashia estaba feliz, sentía dicha y a la vez tristeza, una sensación de que alguien más estaba con ellos, o al menos dentro de ella.

Ahora el camino a casa era tranquilo con solo Dylan a su lado hablando con elocuencia, provocando en ella una clase de nostalgia mezclada con melancolía como si buscara hallar algo en esos ojos azules esperando que cambiaran de color.

–Bien, llegamos. –dijo tomando la mano de la contraria.

–Sí, llegamos. –un silencio largo se atizó entre ambos con un toque de rubor en sus mejillas.

–Mañana te entregan los resultados de tu evaluación –ella asintió–. Me siento mal por desear que saques una mala nota en alguna materia –ambos rieron por un rato ante el comentario del chico–. Pero sé que te irá bien.

–Gracias.

–Bien, tengo que irme, nos vemos luego. –el muchacho se despidió de ella con un largo y tierno beso en su frente mientras la tomaba con una mano en la unión entre su cabeza y el cuello.

Ella esperó a entrar a su casa hasta que no lo vio más, seguía pensando en esa conexión que sentía tan cercana y lejos a la vez. Miró por el despacho de la casa para infórmale a su padre de su llegada, mas no lo encontró ahí, tampoco lo vio en la sala ni la cocina, así que subió hasta la habitación del mayor deteniéndose en la puerta al escuchar unas voces dentro, extrañada abrió la puerta llevándose una impresionante escena que hizo aparecer su vergüenza.

–Ashia… –mencionó su padre quedando estático al no saber qué hacer.

Él estaba acostado, pero Belentinne sentada arriba de él, ambos sin ropa y la mujer permanecía sonriente mirando a la menor sin terminar de abrir la puerta por completo. Se hizo a un lado para acostarse bocabajo con cierta gracia mientras Jason se cubría.

–Yo… ah… Bueno, esto es…

–Dejaré el almuerzo listo para cuando quieran bajar. U-Un gusto verte Belentinne. –cerró la puerta dejando al par de nuevo solos. Jason dejó caer su espalda de regreso a la cama pasando su mano por su frente.

–Dios, que pena… –la pelimorada rió con la cabeza recostada de su mano haciendo que él también soltara su risa– No te rías, ella nos vio.

–¿Te avergüenzo? –preguntó divertida y sin nada de ofensa.

–No, claro que no, pero esto no es algo que un padre quiere que su hija vea. Tengo que hablar con ella.

–Parece una chica muy madura.

–Sí, lo es. Siempre lo fue. Hace como un mes me preguntó algo extraño, sobre si aceptaría a una mujer que fuera, ya sabes, eh…

–¿Puta?

–Eh, no lo diría así, de hecho no me gusta usar esos adjetivos, son horribles.

–Oh, ¿y qué respondiste?

–Ciertamente me gusta ser hombre de una sola mujer y esperaría a que ella estuviera en la misma sintonía.

–¿Y sí no?

–Entonces, creo que solo debo aprender a aceptar su vida, aunque yo no esté en ella –un largo silencio mermó en su espacio mientras ellos se miraban a los ojos, cada uno admirando los del contrario–. Belentinne, me gusta tu forma de ser. Tan atrevida y segura.

Segura… –sonrió besándolo y continuando un poco más su diversión.

Cuando terminaron bajaron juntos encontrando a la joven haciendo sus deberes en la sala con los audífonos puestos, rieron ante esa imagen mientras comían el almuerzo que ella les preparó. La explicación que le dieron fue algo como una salida ocasional, pues ciertamente Belentinne había estado frecuentando más la casa estuviera o no Ashia.

–Está bien, comprendo. Me alegra ver que ambos se vean felices. –su sonrisa sincera siempre lograba dar calidez a los demás calmando cualquier ápice de nerviosismo.

–De hecho, hoy queremos ir a cenar afuera, y bueno…

–Me quedaré en casa, no te preocupes, puedo pasar el rato con el abuelo. Ustedes dos salgan y diviértanse. –curvatura de oreja a oreja era como se mostraba mientras apretaba los puños casi llegando a la altura de su mentón como señal de entusiasmo.

Ambos adultos rieron ante su alegría sincera, Belentinne en especial sintiéndose segura de que esa chica era a quien buscaba, aunque tenía la confusión del porqué actuaba como si no los reconociera, en especial cuando pasa mucho tiempo con su hermano Odio al visitarlo para ver a Arthur, sin embargo, no tenía prisa en encontrar una respuesta cuando pasar los ratos con Jason le eran agradables.

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