Capítulo 16: Debí hacerlo antes
«Ramé… estabas en buen camino de encontrar ese lugar. ¿Y ahora dónde a te marchaste? ¿Por qué ni siquiera pudiste confiar en mí? ¿Cómo estás? ¿Con quién estás?» Admiración se hacía esas preguntas mientras se encontraba sentado en aquella nube favorita que les unió, pasaba gran parte de su tiempo recorriendo la Tierra en su búsqueda a pesar de que no sabía cómo o dónde encontrarla, al principio fue a los más bellos campos verdes y de flores, bosques, lagos, cualquier lugar con la hermosa naturaleza capaz de calmar a cualquier corazón, luego con tristeza visitó los parajes más lúgubres y desolados en los que pudiera refugiarse y agradeciendo que no se hallara allí. Pero todo le estaba desanimando y le aumentaba su mayor temor, que hubiera regresado con su antigua familia, sin embargo, tenía otra preocupación que le llenaba de más angustia, y era el decreto que su abuelo había impuesto de tratarla como una renegada.
Conocía bien el carácter fuerte e irretractable de su ancestro, si no tuvo titubeos en condenar sin pizca de compasión a la mitad de sus hermanos, mucho menos los tendría con la hija de su némesis. Le permitió haber estado con ellos sólo porque le servía, y cuando la tenga de vuelta la obligará a seguir trabajando como antes, pero esta vez sometida en a sus deseos, y eso era lo que más le aterraba de todo, su Ramé ya no tenía un lugar en dónde estar, ni con ellos ni sus hermanos estaría a salvo, así que ¿qué hacer? Y tenía una sola opción: Encontrarla y huir con ella, protegerla de su abuelo mientras la amaba.
Ese era su plan, permanecer ocultos en la Tierra aunque eso signifique dejar su hogar y ser olvidado. Mientras pensaba en dónde más buscar a su amada, una revelación le surgió, o mejor dicho, un nombre se le vino a la cabeza: Dylan Winters.
Ella se quedó con su manzana, ese chico en cierta forma le era especial. ¿Podría ser que está con él? Sería algo muy arriesgado de su parte cuando sabe bien que cualquier tipo de contacto y relación con los humanos están prohibidos para ellos, sea una simple amistad o incluso algo más profundo, romper la regla de Consciencia los condenaría a nunca llegar a Eudaimonia.
Sacudió su cabeza queriendo echar esa idea cuando sabía que Ramé amaba más que nadie que todos cruzaran esa línea, y que no pondría en riesgo su camino por nada del mundo, aún si eso significaba que ella jamás lo alcanzaría. Suspiró con pesadez en su interior y miró al trozo azul que se posaba arriba él.
–Te voy a encontrar y a proteger. Estaremos juntos, mi Ramé.
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El nuevo día se avistaba con el cantar de los pájaros en la ventana de Ashia, ella abrió sus ojos dilucidando la hora de su despertador que aún no marcaba la hora para que sonara. Se levantó estirando su cuerpo y cogiendo su teléfono para revisarlo notando que tenía un mensaje de Lucas.
«Buenos días preciosa, espero que hayas amanecido bien. Sabes que te quiero mucho, ten un hermoso día aunque no creo que logre serlo más que tú. [Emoji besando]»
Ese texto sacó una sonrisita a la joven, si bien no lo recordaba, veía como un buen gesto ese mensaje cariñoso. Así que contestó.
«Buenos días, Lucas, gracias por el cumplido, espero que también tengas un buen día» apenas había mandado el mensaje cuando el contrario lo contestó de inmediato con muchos emojis de caritas con corazones y de corazones en sí. Dejó el teléfono de lado mientras sonreía abrazando su almohada, pero dejó de hacerlo cuando pensó en Dylan. ¿Qué le diría cuando sepa que ella ya tenía novio? ¿Debería decírselo tan siquiera? ¿O sólo olvidar lo que aquel beso en la mejilla y palabras a su oído le habían provocado? Suspiró confusa ante no saber que hubiera hecho su yo antes del accidente.
Por el momento se dedicó a arreglarse como ahora acostumbraba, con su uniforme, listón blanco y labial rojo, comió, se lavó los dientes y fue llevada al instituto por su padre. Al llegar a su asiento, sus amigas rápidamente la rodearon para saber más de cómo le había ido ayer con su novio.
–No estoy segura de ser su novia, no lo recuerdo.
–Pero lo era –Isabella tomó la palabra recostándose a su mesa–, nos lo presentaste.
–¿Se lo presenté a ellas, pero no a mi padre? –se cuestionaba confusa en su interior cuando ha sido muy honesta y sincera de contarle sus cosas a su padre– No lo sé chicas, hay cosas que no me cuadran…
–Eso es porque tienes amnesia, pero si te das la oportunidad puede que recobres algo de tus recuerdos. ¿Qué tal si con sus besos vuelven a ti tus memorias? Romántico ¿no lo crees? –rió junto a las otras.
–No creo que eso sea como en las películas.
–Date una oportunidad, ya verás que ambos se llevarán muy bien como antes ¿verdad? –dirigió la pregunta a sus amigas que asintieron afirmativas y dejando un sentimiento de curiosidad en ella.
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La hora de estudiar con Dylan llegó esta vez después del almuerzo, ella ya estaba esperándolo ansiosa en la biblioteca pensando ensimismada sobre Lucas, tan inmersa estaba en su mente que un movimiento por el rabillo del ojo fue lo he la hizo reaccionar haciendo que volteara al lado donde lo notó.
Sus ojos se abrieron con impresión cuando su boca quedó unida a los labios de Dylan, él también estaba sorprendido, pues su intención sólo era besarla en la mejilla aprovechando que estaba distraída.
–Lo siento –mencionó separándose de inmediato–. No fue mi intención, en verdad.
–Está bien… –dijo roja bajando la cabeza ocultando su rostro con el cabello.
Un ambiente incómodo se había formado y el silencio mermaba más que nunca en ese lugar de libros. Dylan tomó la silla y se sentó enfrente empezando las clases de inmediato para olvidar ese momento, aunque ocultaba parte de su cara para esconder su sonrisa y el relamer de sus labios por ese corto roce.
–¿Y cómo te fue ayer con tus amigas? ¿Te divertiste?
–Bueno… no exactamente…
– ¿Por qué no?
–Surgió un… improvisto…
–¿Puedo preguntar qué? –la chica estaba nerviosa, se le notaba en todo el sentido, sobretodo por no verlo a los ojos, él tomó su silla y se puso a un lado de ella– ¿Qué ocurrió? Puedes confiar en mí.
Ambos cruzaban las miradas, Ashia tragó en seco y contó lo que sucedió, el cómo sus amigas planearon la salida y la llevaron a encontrarse con ese chico.
–No lo recuerdo… Yo… no sé qué hacer, y parte de su historia no me convence, pero hoy me ha mandado unos mensajes cariñosos como si en verdad lo fuéramos.
–Sí lo es, no tendría que tener miedo de tu padre, eso es cobarde. Si yo fuera él, habría ido formalmente a pedir tu mano.
–¿Qué? –estaba sorprendida al verlo con mirada firme junto a su voz decidida, no sonreía, su boca plana demostraba la seriedad con la que hablaba.
–Además, se atrevió a besar primero esos labios rojos… Eso no es justo.
Confusión en sus adentros al escuchar esas palabras salir con irritación, no entendía esa actitud con la que se mostraba molesto, aunque no tuvo más tiempo de procesar las cosas cuando más información de golpe se le fue arrojado, pues Dylan tomó con una mano su rostro acercando su cara a la de ella y depositando en sus labios un tierno beso con el que hizo que la sonrojes fuera el invasor en todo el rostro de la chica.
–Debí haberte besado antes –declaró con mirada clavada a los ojos de ella con expresión imponente como si hubiera declarado una guerra– ¿Y bien? ¿Me merezco una bofetada?
Su sonrisa descarada aumentó el tono de ella ocasionando que cubriera con ambas manos su rostro, sin embargo, el chico sí recibió una bofetada, pero sólo fue un toque suave con las yemas de los dedos, provocando ensanchar sus labios a la vez que se los relamía con orgullo.
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«Necesito pensar las cosas» dijo la chica evitando el contacto visual con él, quien entendía perfectamente que no le era fácil recibir esa clase de información con su problema. Ashia siguió con sus clases, aunque era propio decir que su mente no estaba presente en las lecciones por pensar en aquellos chicos que de un momento a otro se disputaban por ella. No era algo de que sentir orgullo, pero en cierta forma le daba algo de gracia por su propia situación.
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La campana sonó, ese día habían tenido la última hora libre dado que los docentes tendrían junta general, así que salió más temprano. Sus amigas le habían invitado a pasear, pero ella negó con que tenía que llegar a casa a ayudar a su padre y que caminaría por su cuenta.
Frente a la escuela se aloja un local de repostería, su mente trajo la idea que hace tiempo quería hacer, así que entró y compró un pastel de zarzamoras.
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