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Capítulo 14: Es hora de que vuelvas

Las nubes oscuras cubrían las estrellas y la luna impidiendo el paso de su luz, un hombre de pelirrojo con un tono intenso miraba por la ventana de un edificio cuya sección ejerce de hotel y el primer nivel es un antro, la habitación es amplia y poco iluminado, él tenía su pantalón puesto, pero estaba descalzo y sin camisa, sus muñecas y cuello tenían gravadas cicatrices palpables, sus ojos rojos miraban con desdén al cielo que era descubierto y otorgaba más luz en el cuarto dejando ver los cuatro cuerpos de hombres cuyas cabezas yacían rotas y regando su sangre por la alfombra blanca, y un quinto cadáver en la cama apenas con vida.

–Sí que te divertiste. –una mujer con vestido negro de tirantes delgados pegado al cuerpo dejando ver sus curvas marcadas y muy corto, un escote pronunciado apretando sus pechos, pulseras de oro decorando sus muñecas y tobillos además de una gargantilla, accesorios que ocultaban un poco las cicatrices de esos lugares; zapatillas negras de tacones de aguja, labial negro y bien maquillada, cabello morado y ojos púrpuras; se adentró a sentarse en la cama junto al moribundo.

–¿Qué quieres?

–Bueno, vine a buscar a mi cliente, pero veo que te encargaste primero –ella se recostó del cuerpo a abrazarlo, pasó un dedo por la cara ensangrentada y lo lamió libidinosamente–. No me pagó. –hizo un puchero infantil con su voz fingiendo tristeza mientras sacaba su billetera y se quedaba con el contenido.

–¿Dónde está?

–Arriba, no quiere que sigas matando a nuestros pecadores. Dice que le haces perder dinero.

–Dile a Avaricia que se deje de juegos, no vine aquí por nada, Lujuria.

–Sí, lo sé, pero yo tampoco quiero que armes un lío aquí, trabajo con nuestro hermano porque mientras el gana dinero, yo se lo genero porque puedo disfrutar de mis placeres carnales, es un trabajo en equipo. Pero en fin, Soberbia nos mandó a llamar a todos, parece que tiene buenas noticias. ¿Y tú? ¿Cómo está mamá? –la expresión de enfado del hombre cambió por una contenta para ver a su hermana recostada del hombre que ya había muerto.

–Dice que las cosas están cambiando, que lo presiente, nuestra venganza pronto será servida.

–¿En verdad? –la mujer se levantó feliz yendo a abrazar a su hermano– ¿Podremos reinar como siempre quisimos? –juntó su frente al contrario.

–Así es hermana, nos vamos a deshacer de esos idiotas y podremos acabar con Consciencia. –ella saltaba un poco mostrando sus dientes por la alegría para luego besar en los labios a su hermano menor.

Ambos se separaron, al hombre no le importaba esa acción cuando ella hacia eso con sus demás hermanos y hermanas como forma de cariño. Él se puso sus zapatos lustrados y saco sin cubrir su torso, salió tomado de la mano de su hermana dejando un letrero de ocupado en la puerta y juntos subieron al elevador para el último piso que abrió sus puertas directamente en una habitación lujosa. Se adentraron a pasar con la mujer dirigiendo a su hermano hasta una puerta de doble hoja donde en el interior otras seis personas habían.

–¡Bienvenidos! –dijo feliz una mujer con el cabello gris y largo en coleta hasta la mitad de la espalda y sus ojos marrones, usando un suéter holgado con pantalones alicrados y tenis para correr, tenía una un mini banquete en su espacio en el que su comida era mayoritariamente hamburguesas, esta mujer que come con apetencia se llama Gula.

–Hola… –otro hombre con apariencia que parecía ser más joven en comparación con el resto de sus hermanos que compartían la misma edad de treinta y tantos, levantó su mano recostado de la mesa con aburrimiento. Su cabello azul hacía juego con sus ojos del mismo tono intenso, su ropa era casi igual al de su hermana Gula, pero con una sudadera que se amoldaba a su talla, él es Pereza.

–¿Por qué mierda tardaste tanto? –una mujer de cabello anaranjado claro y corto debajo de las orejas y perfilado de las puntas, se hizo escuchar golpeando la mesa, su camiseta negra con detalles de calaveras tenía mangas largas, el largo de la camisa llega el abdomen dejando al descubierto esa parte, la prenda combina con su pantalón bombacho oscuro y sus botas del mismo color llegando arriba de los tobillos, y usando un collar con púas, ella también se mostraba siendo más joven, esta mujer con apariencia roquera, es Ira.

–¿Se estaban divirtiendo? –su voz en burla se avistaba de un hombre de traje blanco con corbata roja cuya vista era fácilmente distinguible que las prendas son caras, incluyendo sus zapatos también blancos, en cada dedo de sus manos se halla un anillo alternando entre plata y oro con piedras incrustadas, algunos con rubí, topacio, o diamantes. El hombre de cabello en melena peinado hacia atrás de color castaño cobrizo y ojos marrones, es Soberbia.

–¿No quisieras tú meterte con nuestra hermana? –replicó en sorna una mujer de cabello corto hasta las orejas y de color plateado y ojos grises, vistiendo una camiseta de algodón de mangas medias y cuello de tortuga con pantalón poco ajustados, cuya apariencia podía confundirse con la de un varón, ella es Envidia.

–Hey, hermanito, no me malogres mi negocio ¿quieres? No quiero andar limpiando a cada rato desastres como lo que hiciste en la habitación. –mencionó un hombre también de traje caro pero en color gris y sin corbata, llevando en su muñeca derecha un Rolex, su cabello corto apenas dejaba ver su color verde oscuro y sus ojos también son de color verde, sólo porta dos anillos de diamantes cada uno en un dedo anular.

–Esos imbéciles se atrevieron a hablar mal de nuestra hermana. –dijo pasando a la mesa junto a la pelimorada y sentándose junto a sus hermanos, donde un lugar en un extremo permanecía vacío.

–Bueno, si la llamaron zorra no hay mucho que hacer cuando a ella le encanta cumplir sus fetiches. –lejos de que ese comentario burlón le provocara ofensa a la susodicha, eso le hacía gracia, a lo cual, ella le lanzó un beso y le guiñó un ojo.

–Que disfrute de su sexualidad no es motivo para que la insulten. –el contrario no soltaba la mano de su hermana, y aunque mostrara su enfado, no apretaba con la suya con más fuerza como para lastimarla, sin embargo, ella le besó en la mejilla y se recostó de su brazo.

–Tranquilo Odio, no me importa. –él le besó la cabeza.

–¿Y bien? ¿Qué noticias nos tienes, Soberbia?

–Unas muy encantadoras –respondió el castaño cobrizo con una sonrisa alargada de emoción por revelar la noticia–. Tu hija ha escapado del Edén, Consciencia la ha declarado fugitiva, si la atrapan, la regresarán al Vacío.

–¿Qué? ¿Tu informante está seguro de eso?

–Completamente, estuvo presente cuando el imbécil de nuestro abuelo lo declaró.

–Entonces esto es genial ¿no? –Lujuria sonreía viendo a todos, en especial al menor de sus hermanos y padre de su sobrina– Muerte va a regresar con nosotros y nos ayudará.

–No creo que sea tan simple, nadie sabe a dónde fue, creen que está escondida en algún lugar en la Tierra, la están buscando fervientemente.

–Debemos encontrarla primero antes de que ellos le hagan lo mismo que a nosotros. Muerte no puede andar por ahí… –un golpe en la mesa resonó, las miradas fueron puestas en la de cabello plateado y ojos grises– ¿Qué ocurre, Envidia?

–¿Por qué quieres traer de vuelta a esa traidora? ¿Por qué tan siquiera la quieres aún?

–Porque es mi sobrina, además de que es linda su actitud.

–Es una buena para nada, su trabajo era matar a cuanto humano hubiera y sin embargo ¿qué hacía? Hacía buenas acciones la muy maldita.

–Es noble y de corazón suave.

–Ese el problema, por su culpa la atraparon. Díselo Odio. –el pelirrojo miraba con inexpresividad, suspiró irritado.

–Aún podemos traerla de vuelta, así que enfoquemos nuestra tarea en encontrarla y obligarla si es necesario a que esté aquí. Ella no va a volver con esos malditos esclavistas.

Odio iluminaba con intensidad sus ojos rojos mostrando la gran saña con la que se recordaba a él y a sus hermanos estando condenados a la inmensa oscuridad dentro del Vacío. Recuerda con desprecio la cara de sus hermanos de luz y a su madre, sobretodo, recuerda con el profundo sentimiento propio de su nombre al ser que les dejó cicatrices en sus muñecas, tobillos y cuellos al tenerlos esclavizados sin posibilidad de moverse por milenios en ese espacio, una tortura que estaban dispuestos a devolverle sea como sea, y con creces.

Muerte, es hora de que vuelvas.

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