Apenas pisaron los suelos breves del Páramo del rayo, Arthur saltó de la espalda del dragón antes de que tocara tierra. Como si adivinara lo que iba a pasar, la forma dracónica se desvaneció pocos metros antes de aterrizar, y la tierra tocó solamente la forma humanoide agotada de Gabriel, que quedó de rodillas y manos en el pastizal.

"¡Eso fue espléndido, amor mio!" celebró el británico, acercándose a ayudarlo "¿Estás bie-?"

Lo siguiente que recibió Arthur fue un puñetazo duro, que le hizo girar el rostro.

"¡Estoy furioso!" le respondió Portugal "Casi hacemos un desastre, ¿sabes qué hubiera pasado si esas facetas nos tocaban? ¡Se supone que eres el que más sabe de estas cosas, Kirkland!"

"... Primero, ¡auch!" se tomó la mejilla con un gesto de ofensa " Y segundo, que sepa no me hace infalible. Puede fallar."

"No puede fallar simplemente cuando se trata de todos nuestros hijos mortales" le espetó " ¡Estás fuera de toda cordura!"

"Ya, deja de lamentarte" hizo un ademán ". No pasó nada."

Caminó hacia las raíces del Santa Espino, sentándose sobre ellas. Gabriel lo siguió y se sentó a su lado, dejando que las ramas los cubrieran como un alero del sol verde, mientras los pétalos parecían querer bañarlos en sus vaivenes.

"¡¡Ugh!!" bufó el muchacho, ofuscado "Deja de usar ese tono condescendiente conmigo o te moleré a golpes, Arthur Kirkland."

"Está bien, está bien..." levantó las manos " No te enfades, Gabe. Disfruta del paisaje."

Portugal lo miró con el ceño fruncido, pero accedió. Ambos, desnudos como dos Adanes en un Edén, contemplaron juntos el horizonte el silencio un rato, mientras se escuchaban los sonidos lejanos del Mar Vacío y el ulular de los vientos que venían de algún lugar, moviendo las flores que acolchonaban el suelo bajo sus pies descalzos.

"Vaya aniversario, ¿este es tu obsequio?" preguntó de golpe, para terminar de purgar su recelo. Arthur cerró los ojos y sonrió.

"Sí, es una oportunidad."

"¿Oportunidad de que?"

"De paz real " comenzó " . Serenidad. El mundo humano nos condiciona, nos ata, nos modela y nos transforma. Crecemos y cambiamos con nuestros hijos, y eso está bien, porque es el orden de las cosas. Pero cada siglo que pasa, cada minuto que existimos, he notado en nuestros hermanos, nuestros primos, nuestros vecinos, amigos y enemigos, padres e hijos y amantes, en todos, que estamos desgastándonos. Que el síndrome de las Flores del Mal nos está llegando*, y no quiero que toque a nuestra puerta; mucho menos, nuestro lecho."

El inglés volteó a verlo y le tomó las manos; su voz con suave honestidad, como pocas veces se mostraba con nadie.

>>"Me angustié al levantarme hoy con esa sensación, la del tedio. El monstruo del} Baudelaire que tanto me pregonó Bonnefoy, y del que me burlé cuando él expresó su preocupación hace unos años" torció la boca "¿Qué será de nosotros, seres inmortales, cuando simplemente nos aburramos de existir?"

"Eso sería... contraproducente y peligroso."

"Entré en pánico cuando me desperté. Me quedé encerrado en aquel cuarto de baño, tratando de redefinirme frente al espejo; pero sólo empeoró, y me asusté aún más. Pensé que era por nuestro aniversario, pero soy yo" confesó ". Entonces pensé que en estas fechas, donde sentimos más fuerte lo que nos une, quizás necesitábamos una motivación nueva; para recordar que no podemos sentirnos tediosos, porque nuestros pasos juntos son eternos, y nuestra curiosidad también" le sonrío ". Así podemos tener nuevas experiencias; aunque sea un viaje interior hacia nosotros mismos. Somos tan extensos que podemos desplegarnos y hacer eso, ¿entiendes?"

Portugal lo escuchó con una seriedad afable, pero atento a cada entonación y pausa.

"... no entiendo por qué no me lo dijiste en el mundo humano. Podríamos haberlo hablado."

"Sabes que no es mi estilo, Gabe. Decidí tomar la vía más complicada... por ende, la mas espontánea y divertida. Todos creen que soy un viejo amargo con una rutina kantiana. Tú, Francis, Kiku y Alfred saben que no es así. Son los únicos en todo planeta que me conocen como soy, además de mis hermanos" se tocó el pecho " . Jamás dejaré de ser Peter Pan, y ese solaz me permite continuar existiendo sin destruirlo todo, borrando a mi paso la sombra del hartazgo. Porque aun veo luz y cosas nuevas por descubrir en el futuro, en los corazones de mis hijos de vientre" acarició sus manos " . No quiero que te llegue esa sensación, y recordarte que aún, más allá de todo, siempre tendremos aventuras para vivir juntos. Como esta."

Dos Anjos miró el horizonte, acomodando la melena con una mano, y suspiró.

"...eres de no creer. Casi nos atrapan otras facetas para fusionarse y atravesamos el Mundo Onírico con nuestras formas actuales, alertando a todo el planeta, solamente para llegar al punto de que nunca podremos aburrirnos juntos. ¿Ese mensaje es el regalo?" lo miró, entre resignado y divertido.

"No puedes decirme que no fue original, ¿cierto?" los ojos verdes esmeralda se iluminaron y alzó sus cejas gruesas "Además, es bueno estirar las patas aquí. Casi todos nos olvidamos que de vez en cuando debemos estar aquí para volvernos a ordenar; recordar quienes fuimos, para saber lo que seremos."

"¿Puede saberse eso, querido?" lo miró con curiosidad. "No tenemos el don de los oráculos."

"No, pero siempre es bueno reforzar la estructura" acarició con simpatía las piernas del otro, sin marcas en ese plano ". Dónde estás parado. Eso ayuda mucho cuando todo parece perder sentido bajo presión."

"Hablando de presión... me siento incómodo aquí" miró hacia arriba, el cielo ahora rojo entre las espinas blancas ". Como si no fuera lo correcto."

"No es la forma correcta. Construí el Páramo del Rayo para que sólo lo alcancen nuestras formas avatares" dijo con cuidado. ". Podemos cambiar libremente y todas pueden estar en este suelo. Mas la realidad es que siempre han permanecido aquí las más antiguas, juntas."

Dos Anjos se quedó un momento, y abrió los ojos como platos.

"Por eso la alianza pudo existir de manera continua" cayó en cuenta ". Porque empezó en el Bosque Esmeralda, pero usaste tu Magia Antigua y la recortaste aparte en este plano, y estas facetas..."

"... que se enlazaron en nuestra boda puedan permanecer separadas de los demás, y de las penurias del Gran Castillo Gris. Sí" completó Arthur con una sonrisa ". Esa es en parte la razón por la que nuestros hijos pudieron sostenerla a pesar de toda la historia" le tomó las manos ". Pues esto es lo verdaderamente inmortal y permanente: el amor que tengo por ti."

Gabriel llenó sus ojos con lágrimas que no se derramaron, pero sonrió como pocas veces lo hacía en el mundo humano. Tomó las manos blancas y las apretó contra su pecho con fuerza.

"Tal vez nunca sepamos cómo seguirá nuestra historia; si es que termina, o se transforma. Si algo mi Yo permanente sabe, es que esto es real. Tú eres parte de mi" sonrió más ". Como esas antiguas palabras..."

"Como esas antiguas palabras" afirmó el inglés, emocionado también ". Aún las recuerdo."

Ambos se sentaron mas derechos, bajo la sombra del Santo Espino, y pronunciaron a la par la misma entonación, susurradas como un secreto.

I am your reflection, and you are mine. This is the vow of the Old Oaths, until the White Lady leads us to the Dance of Endings.

Eu sou o seu reflexo e você é o meu. Este é o voto dos Antigos Juramentos, até que a Dama Branca nos conduza à Dança dos Finais.

Con las manos en las del otro, juntaron sus frente con los ojos cerrados, y los pétalos que caían del arbusto los envolvieron en un remolino que se estiró, a la par que ellos cambiaban de forma. El dragón azul apareció sentado entre las raíces, y a su lado, un tigre verdoso de tamaño colosal, con ojos de rayos y estática en sus patas, se recostó sobre el costado del gran reptil, ronroneando truenos. Allí, ambos cerraron los ojos y se recostaron uno sobre el otro; durmiendo en tiempos diversos, entre la eternidad y una siesta.

Ya tendrían tiempo para volver al mundo humano, celebrar con sus seres queridos y ver una vez más como se refractaba ese amor en las ideas de los hijos de ambas naciones. Ahora sólo restaba recordar lo que casi siempre quedaba olvidado: que ellos se habían moldeado al otro desde siempre, y eso hacía que su existencia fuera tal; desde la provincia romana hermana de Hispania y el conejo de mirada esmeralda de los campos bretones, hasta los Imperios más grandes y poderosos de Occidente, con los ojos puestos en el futuro.

Porque al final, en cierto modo, también somos lo que los demás ven de nosotros.

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