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Ética a NicoMaki

Gente, ahora soy más intermitente en lo que a fics se refiere. Sin embargo, ya ven, vengo con una nueva historia.


—Y esta es nuestra nueva casa. ¿Qué te parece?

—No está mal..., aunque yo habría elegido una más grande.

Nico y Maki empezarían su nueva vida juntas como pareja. Atrás habían quedado Otonokizaka y las school idols: la adultez era la regente. No obstante, las chicas no podían ser más felices.

Antes de conocerse, ambas tenían planes claros para su futuro; la pelinegra deseaba convertirse en idol profesional y la pelirroja en compositora, a pesar de que sus padres la habían educado para ser doctora. Seguían con aquellos planes en sus cabezas cuando tuvieron su primer encuentro, pero al pasar el tiempo, después de interactuar y con varias discusiones tontas de por medio, se dieron cuenta de que había algo más en el camino, algo más que las involucraba, tanto en el plano personal como en el laboral; el amor fue inevitable... y con él llego el desmoronamiento del cuadro.

—Esta casa es lo bastante grande para las dos, Nico-chan. Claro, no es como la mansión Nishikino, pero...

—Solo bromeo, tonta —dijo la pelinegra, emitiendo una risita—. Ven, entremos.

—A estas alturas debí haberlo sabido.

Tener un lugar para ellas solas era la coronación de su relación, por la cual habían luchado tanto. Les costó mucho convencer a los padres de la ojimorada de que lo suyo iba en serio. Asimismo, a Nico se le hizo complicado el debutar en el mundo del espectáculo y a Maki el dedicarse a componer; estuvieron a punto de romper un par de veces por las discusiones derivadas.

Afortunadamente, no lucharon solas.

Su grupo de amigas fue un enorme soporte para que sus esfuerzos no se fueran a pique. En medio de las complicaciones, Nico y Maki nunca dejaron de pelear por sus sueños, por su felicidad, con las demás chicas brindándoles aliento siempre. El sufrimiento fue real, pero la meta, la felicidad mutua, estuvo frente a ellas todo el tiempo.

—¡Qué amplia es la sala de estar!

—Por ahora solo tiene los muebles. Después veremos cuáles serán las decoraciones.

—Me dejarás encargarme de eso, ¿no, Maki-chan?

—Haz lo que quieras.

—¡Sabía que dirías que sí! ¡Por eso te amo! —exclamó la pelinegra, dándole un furtivo beso en la mejilla antes de continuar con la exploración.

«Enana odiosa», pensó Maki con el rostro rojo.

Cuando finalmente las chicas lograron concretar sus sueños originales, se dieron cuenta de que aquello no les generó la felicidad total que imaginaron ingenuamente en sus años escolares, sino que era solo un fragmento de algo mayor; Nico se convirtió en la artista que tanto quería, mientras que Maki pudo compatibilizar la medicina con la composición de música, pero fue su relación la que se vio más fortalecida, con las familias de ambas aceptándola, aunque a los Nishikino les costó un poco más.

—Oye, Maki-chan, ¿dónde está el dormitorio?

—En el segundo piso. ¿Por qué?

—No es para hacer cochinadas por si te lo estás imaginando, malpensada. Solo quiero saber dónde vamos a dormir.

—... ¡No estoy pensando en nada extraño, Nico-chan! ¡Tú eres la malpensada si crees que solo deseo tener sexo! ¡Soy una mujer centrada y lo sabes! —se defendió la doctora, aunque su expresión daba a entender que su novia tenía algo de razón.

—Centrada... Sí, después podemos tener un tiempo para nosotras —dijo Nico al ver a su amada un tanto decaída—, pero ahora hay que ordenar las cosas. No quiero que haya cajas tiradas por ahí por más tiempo.

—¿Quién te designó la encargada de la mudanza?

—Nadie, pero soy mayor que tú y sé mantener el orden en una casa. Agradece que tienes una novia tan hacendosa.

—¡Pero la casa la conseguí yo! Aparte, estoy acostumbrada a liderar. Por algo soy la jefa de cirujanos en el hospital.

—¡Lo dice la tsundere!

—¿A quién le dices «tsundere», enana?

—...

—...

—...

—...

—Oye, Maki-chan...

—¿Sí?

—¿Crees que... las discusiones aumentarán ahora que viviremos juntas?

—Quizás..., pero ese es el precio de convivir.

—Ojalá sean solo esas discusiones idiotas que tenemos de vez en cuando.

—Ojalá... Hemos luchado mucho para lograr lo que tenemos y no quiero tirarlo todo por la borda. Serás odiosa...

—¡Oye!

—Serás odiosa —prosiguió—, pero te transformaste en alguien demasiado valioso para mí. Perderte me dolería muchísimo, Nico-chan.

—... Lo mismo digo, Maki-chan —afirmó la pelinegra, conmovida, mientras la abrazaba—. Quiero que estemos juntas por mucho tiempo más, de preferencia hasta que la muerte nos separe.

—Habrá... que moderar ciertas cosas desde hoy, como el carácter.

—Supongo.

—Eso sí, no dejes de ser tú. No quiero ver a una extraña con tu apariencia.

—Tú tampoco cambies demasiado. Aunque trata de ser menos tsundere.

—¡Ey! ¡No hables tanto, presumida!

—¡Ey!

—...

—...

—¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja!

—¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja!

—Sí que tenemos cosas que mejorar.

—Muchas, pero tiempo al tiempo.

—... Nico-chan...

—¿Sí?

—Te amo.

—... Yo también te amo, Maki-chan.

Las chicas confiaban en que, a pesar de los problemas que pudiesen tener en el futuro, seguirían siendo felices juntas. Después de las vivencias pasadas, y al contrario que centenares de otras personas en el mundo, sabían que tenían a la fortuna de su lado.


No es por presumir, pero de los fickers actuales, creo ser uno de los que más referencias emplea. En este caso, el título alude a Ética a Nicómaco, libro de Aristóteles dedicado a su hijo. No lo he leído, pero sí había oído hablar de él y busqué resúmenes sobre su temática, la cual es la búsqueda de la felicidad y el vivir una vida moderada para alcanzarla (aunque factores externos siempre la afectarán, al punto de que no todos pueden ser felices). Si bien fue de manera somera, traté de que algo de eso se reflejara en la obra.

Ya veremos cuándo volveré a publicar. Crucen los dedos para que sea pronto.

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