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Parte 7: "Cambio"

Cuando salí de la habitación de este hotel en el que nos encontrábamos lo primero que sentí fue libertad, libertad de todos los obstáculos que la vida me ponía, después de tanto tiempo podía sentir con plena felicidad lo que era no estar encerrada en esa habitación que tanto me atormentaba, incluso en mis sueños.

Pero no pensaría en eso, solo en lo que iba a preparar para Ethan.

Había salido para comprar unas hojas y marcadores, quería que la sorpresa fuera tan especial como lo es él para mí.
Me sentía feliz, feliz de saber que yo misma le iba a dar algo a él e iba a decir: "yo fui quién se lo dió". Cuando compré todo lo que tenía que comprar volví a esa habitación de hotel, pero cuando llegué ahí la puerta de la habitación no abría y no encontraba la llave que tenía por ningún lado. En ese momento de desesperación salí corriendo de ese lugar, sin saber por qué exactamente pero me sentía avergonzada y humillada. Nunca tuve que haber salido de ese cuarto, tendría que haber esperado paciente a que Ethan llegara pero soy una estúpida que no sabe esperar.

Estaba al lado de una carretera que en mi vida había visto, estaba pérdida, sin conocer a nadie y estaba anocheciendo. Sentía frío y lo que había comprado para regalarle a Ethan había desaparecido de mis manos, de mis ojos empezaron a salir lágrimas de angustia, nuevamente.

—No era necesario lo que querías hacer— sentí su voz a mis espaldas.

Me giré para enfrentarlo.

—¿Qué no era necesario? ¡Te enojaste conmigo, no quería que estuviéramos mal!— para ese entonces yo me sentía muy dolida y sentía mis piernas desfallecer—. Quería que vieras lo mucho que te quiero y te aprecio, pero ni siquiera te importa.

Me miraba fijamente, estuvo así por un momento antes de encogerse de hombros y mirarme de forma casual.

—Yo no te pedí que lo hicieras, es más, me daba igual nuestra pelea— sentí que mis pulmones perdían todo el aire—. Mira, Karissa, te voy a enseñar algo y espero que se te quede grabado en la mente... En la vida no siempre tienes que complacer a todos, ¿Me enojé contigo? Qué te valga mierda, porque los demás se hacen las víctimas para que tú te sientas culpable por algo que no hiciste y encima tienen el descaro de perdonarte por algo, vuelvo a repetir, ¡Qué no hiciste! Comienza a comerte al mundo, masticalo, y luego lo escupes para moldearlo como a vos te guste. Sé la ama, no la subdita.

Yo ya no tenía lágrimas en los ojos y lo único que sentía era fascinación por la persona que me acababa de hablar y es que tenía tanta razón. ¿Por qué dejarme afectar por personas que no valen la pena? Más por él.

Se acerca a mí, levanta mi mentón y habla nuevamente.

—¿Querías regalarme algo? Vamos a esa habitación de hotel así te follo lo más rico que te puedas imaginar.

Sentí como algo se encendía dentro mío, algo que me hizo querer explotar, porque cuando llegamos al hotel lo primero que él hizo fue besarme. Un beso no muy dulce pero tampoco muy brusco, un beso que en verdad necesitaba.

Mientras me besaba acariciaba partes de mi cuerpo que me hacía sentir tan bien, me hacía sentir querida, amada, y sobre todo: bella. No sentía nada parecido desde hace mucho tiempo, si es que alguna vez lo sentí.

Llegamos a la cama de aquel hotel, en esa cama donde tendría algo con la persona que estuvo todo este tiempo conmigo.

En ese momento me sentí... Bien, bien después de tanto sufrimiento, bien después de haber pasado por todo lo que pasé. Esa noche fue mágica, maravillosa, perfecta, y muchos más adjetivos que por más que los siga usando realmente no alcanza para describir lo bien que me sentí.

Ethan fue bueno y por primera vez desde que este Ethan apareció no le había visto retador, mal hablado y grosero. Es más, fue tan bueno que al final de la noche, cuando todo hubo terminado, se acostó a mi lado y mientras me tapaba con las sábanas me dejó un conjunto de palabras tranquilizadoras en mi oído con un tono de voz demasiado lento.

Me sentía amada.

Me sentía querida.

Me sentía deseada.

Porque esa noche no solo lo hicimos una vez, lo hicimos dos, tres e incluso cuatro veces. Fue especial, mágico e increíble.

Al siguiente día cuando desperté me di cuenta que a mi lado no estaba Ethan, por un instante pensé que se iría y volvería otro Ethan peor a este, incluso que me haría sufrir y estaba a punto de entrar en pánico si no fuera por ese exquisito olor a tocino que entró por mis fosas nasales. Me levanté y al instante en el que lo hice un dolor cruzó por mi entrepierna, no era fuerte pero era un dolor, lo asocié con lo que pasó la noche anterior.

Fui hasta la cocina y ahí estaba, de espalda a mí, sin camisa y preparando algo que supongo yo era el desayuno. Se veía bien incluso aunque recién se levantaba. En ese momento recordé algo.

El antiguo Ethan.

Un día cuando teníamos 16 años y ya habíamos asumido que nuestra vida sería un asco a partir de ahí, me dijo que nos tomaríamos un día fuera de los problemas, un día que nos haga olvidar todo lo que nos pasó y nos pasaba. Salimos a dar una vuelta, a pasear por ahí, recorriendo lugares que ni siquiera conocíamos pero ahí andábamos. En un momento nos cansamos y decidimos que lo mejor sería que nos detengamos un momento, una cuadra más adelante encontramos una plaza muy solitaria, nos sentamos allí. Estuvimos ahí, sentados, en silencio hasta que él lo rompió y me dijo:

—¿Te puedo hacer una pregunta?— yo le sonreí.

—Ya me la estás haciendo— le dije y largué una pequeña carcajada.

—Enferma, bueno, ¿No te da curiosidad saber lo que se siente estar con un chico? Ya sabes, hacer eso que hacen los adultos.

Sabía a lo que se refería pero su pregunta tan inesperada hizo que mis mejillas se tornaran de un color carmesí.

—Bueno, la verdad... No sé, sabes que ni siquiera he besado un chico— me quedé pensando un momento y luego agregué—. Creo que pienso más en qué se sentiría besar a uno a qué se sentiría hacer eso que hacen los adultos.

Él se rió mostrando todos sus perfectos dientes, pero en sus mejillas había un color rosado que las adornaba, me dió ternura. De pronto me di cuenta que se me quedó mirando, analizando mi rostro pero en un momento su mirada solo estaba puesta en mis labios.

—¿No te gustaría saber lo que se siente besar a uno...— se tomó su tiempo para mirarme a los ojos y luego continuar con su pregunta—. Conmigo?

En ese momento se me cortó la respiración y no sabía que hacer o como reaccionar, recuerdo que ese día salí corriendo de ahí sin decirle nada, lo sé, muy inmaduro pero... ¿Qué pueden esperar de una chica de 16 años que no tenía experiencia de nada en su vida? Luego de todo eso me pidió disculpas y que sólo lo dijo porque sentía curiosidad y no supo que eso me incomodaría. De todas formas, unas semanas después, fui yo quien lo beso y él solo siguió mi beso, no volvimos a hacerlo después de eso.

Ahora acababa de perder mi virginidad con un Ethan, no con el mismo con el que di mi primer beso pero era Ethan.

Me acerqué a él y lo abracé por detrás.

—Hey, hey— dijo riendo y sacando mis brazos de sus costados, se dió vuelta y me miró dejando mis manos suspendidas en el aire—. No me gusta tanto contacto físico.

Dijo con un aire frívolo como el de antes y con un toque de diversión, me sentí confundida.

—Pero lo de anoche...

—Lo de anoche— dijo poniendo un dedo sobre mis labios—. Lo de anoche fue pasar el rato, princesa.

—¿Pasar el rato?— me sentía perpleja, confundida y creo que acababa de perder la dignidad.

Él se rió en mi cara, pasó por mi lado chocando su hombro con el mío y puso dos platos de desayuno sobre la mesa. Me apunto uno de los taburetes de la mesa, invitando a sentarme.

—Claro, ¿No habrás creído que porque hicimos eso ya éramos novios? Vamos, somos grandes, ¿No?— dijo comiendo de su plato, me miró y sonrió para agregar algo muy lento, como susurrando—. Aunque debo admitir que me sorprendiste, eres una fiera en la cama.

Sentí mi pecho doler, como a quien le rompen el corazón y lo que me hace sentir peor es el hecho de que él tiene razón. Nunca lo hicimos con un fin, yo me sentía mal y él me hizo sentir mejor.

Pero yo quería que sea mejor.

No puedo pedir más dada mi situación, dado que no tengo a nadie más, a nadie que me ame, porque al final de cuenta Ethan no me ama, solo me ayuda a salir adelante.

—Lárgate— le dije enojada, pero no con él, sino conmigo misma, no quería que me viera afectada—. Lárgate y vuelve cuando yo te llame.

—¿Estás segura de que eso es lo que quieres?— la sonrisa que antes tenía se agrandó más de lo que podía.

Me estremecí.

—Sí, quiero que salgas de mi vista, no quiero verte en estos momentos.

Miré mi plato para luego comenzar a comer con tranquilidad, luego sentí como Ethan se levantaba algo brusco de su silla y se iba a paso apurado hasta la puerta del departamento.

Sonreí.

¿Querían una perra? Tendrán a una perra.

***

Hola chiques que me leen, aquí les dejo un nuevo capítulo.

Preguntas:

¿Qué les pareció el capítulo?

¿Creen que el cambio le hará bien a Kari?

Esperemos que sí, ahre.

También les quiero decir que me pueden seguir en mis redes sociales.

Ig: reyes_brisa040518

Facebook: Reyes Brisa

Y solo esas, gracias por el apoyo, y si votan me alegran el día, equis de xd

Bueno, los quiero y nos leemos el próximo viernes.

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