Habíamos caminado muchísimo, y vaya que sentía mis piernas temblar, este Ethan no habla mucho y no es que me interese pero para pasar el tiempo podría haberlo hecho. Sin embargo habíamos llegado a la ciudad, lejos de ese pueblo lleno de mierdas.

Pasamos caminando viendo en donde vender esas joyas sin que pareciera sospechoso. Yo con la ropa y mugre que llevaba y Ethan... Bueno, a él no lo veían. Así que fuimos a un lugar casi oculto que compraba y vendía joyas a bajo y alto costo. Cuando mostramos las joyas que teníamos los ojos del hombre se abrieron demasiado, hasta me dió miedo de que se salieran de su lugar; al final nos dió una gran cantidad de dinero que nos da para sobrevivir unos meses sin necesidad de trabajar.

Sin embargo necesito documentación porque básicamente no existo, aunque Ethan me dijo que aún no lo hiciera, que tenía un plan. Así que simplemente compramos algo de ropa para mí, fuimos a un buen hotel y ahora me encuentro en el paraíso. El baño.

No sé cómo explicar con exactitud lo hermoso y satisfactorio que se siente estar en una gran tina llena de agua caliente y distintas sales. Mi cuerpo no da crédito a lo que está sintiendo en este preciso y reconfortante momento.

Me pasaría toda la noche aquí si por mí fuera pero necesito probar esa exquisita cama que vi cuando entré a la habitación, se veía realmente hermosa y Ethan se encontraba ahí en esos momentos.

Me dijo que teníamos que hablar cuando salga de bañarme, así que sin perder tiempo salí de la tina para luego cambiarme con la ropa que tenía olor a nuevo. Abrí la puerta y Ethan aún se encontraba en cama, en la misma posición, solo que ahora me miraba.

—¿Qué es lo que querías hablar conmigo?— le dije para sentarme a un lado de la cama, un poco alejada de él.

Por alguna razón este Ethan me ponía nerviosa, así que me mantenía alejada.

—Acercate a mí, ¿O me temes?— dijo meneando sus cejas.

—En absoluto— me acerqué más a él y me tomó de la cintura para sentarme en su regazo mientras él seguía acostado y presionaba sus manos en mis piernas—. ¿Qué haces?

Una sonrisa creció en su rostro y sus manos bajaban y subían por mis piernas en un movimiento casi doloroso.

—Te dije que quería hablar contigo, no tienes porque estar tan lejos de mí—dicho esto sacó sus manos de mis piernas y las puso detrás de su cabeza—. ¿Te pongo nerviosa?

Me limité a negar mientras respiraba pesadamente; se dió cuenta.

—Tranquila, no voy a hacer nada que no quieras— dijo pero no solo era eso, sinó su cercanía—. Hoy se me ocurrió algo genial; sé que no tienes el secundario completo por lo cual no conseguirás ninguna especie de trabajo, y se me ocurrió la idea perfecta a lo que puedes dedicarte.

Su mirada se posó en mis pechos y bajó su mirada más abajo, mi cuerpo se estremeció.

—No voy a prostituirme.

—Nadie habló de prostitución, princesa— odio como ese apodo ahora suena en sus labios—. Hablo de ser una casa recompensa, ya sabes, buscar a un hombre rico, enamorarlo, casarte, matarlo y te quedas con todo.

Mis ojos se abrieron de más pero luego me puse a pensar; él tenía razón. Podría lograrlo si me lo proponía y sería como dinero fácil. La idea me encantó y le mostré mi más genuina sonrisa.

—La idea me encanta, príncipe— dije mientras me acostaba a su lado, recostado mi cabeza en su pecho y cerraba mis ojos.

Sentía su lenta respiración y el sonido de su corazón, me calmaba saber que estaba a mi lado. Volví a abrir mis ojos sin saber exactamente lo que hacía me volví a sentar en su regazo, y ponía mis brazos a los costados de su cabeza.

Cuando nuestros ojos se encontraron vi como los de él estaban tan oscuros que si no supiera que eran de un celeste intenso pensaría que estos eran de un color negro, me fui acercando hasta su rostro hasta que pude sentir su pesada respiración y como nuestros labios se rozaban.

Me sentía perdida en su mirada, sus manos salieron de su cabeza y se posaron, nuevamente, en mis piernas. Este Ethan me atraía de sobre manera, sentía mí corazón latir con rapidez y mi cuerpo temblar. Rompí todo espacio que sobrase y estampe mi boca contra la de él, luego de un momento fue él quien comenzó con el movimiento de su boca sobre la mía. El movimiento era lento y pausado, tomandonos el tiempo de saborear al otro.

Era la primera vez que esto pasaba.

De pronto sentí como Ethan empezaba a aumentar la intensidad del beso, tocaba mis piernas desesperadamente y trataba de quitarme la ropa. Me separé tratando de pararlo pero me dió vuelta quedando él arriba mío y besaba mi cuello.

—Te va a encantar— dijo mientras tocaba mis pechos y tiraba de mis cabellos.

De pronto desperté exaltada y sudando mientras Ethan me abrazaba y acariciaba mi cabello, trataba de tranquilizarme.

—Por más mierda que sea, sabes que yo no te haría algo así, ¿Cierto?

—Lo sé— y lo sabía, pues nunca me había hecho daño de ninguna manera a pesar de sus cambios tan repentinos.

Y así pasamos la noche, mientras yo lo abrazaba, él acariciaba mi cabello susurraba palabras bonitas y miles de promesas que sé pronto las cumpliría. A cierta hora de la madrugada, mientras mi nariz gozaba de su perfecto perfume varonil, me quedé dormida en un profundo sueño sin tener ni una sola imágen en mi cabeza de lo que fue el sueño anterior.

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Narrador desconocido.

Hace días que buscaba alguna pista, algún rastro o algo que me llevase a ella, quería y necesitaba saber de ella.

Hace algún tiempo ya la había ido a buscar en su casa pero allí no se encontraba, nunca. Sus padres que solo a veces estaban ahí, no querían recibir mí ayuda ni me dejaban que la vea.

La extrañaba tanto.

Su perfume, su ser, su esencia, su ternura... Extrañaba como sonreía cuando estaba conmigo, el solo hecho de sabe que yo era el causante de tantas cautivadoras sonrisas me hacía tan feliz. Haría lo que fuera por volver a ver tan bella sonrisa.

Cuando ésta noche vino su padre por mi casa pidiendo pasar a los gritos, no sabía que estaba sucediendo. Él creía que yo tenía a Karissa escondida por algún lugar de mi grande casa, decía que yo había secuestrado a su hija, que tantas insistencias mías por ver a su hija y él no dejarme me llevó a secuestrarla; dijo que me denunciaría por haberlo hecho y que pagaría muy caro.

Quisiera poder haber secuestrado a Karissa, quisiera tenerla en mis brazos y susurrarle cuanto la amo y lo mucho que la extrañé pero es imposible porque ella no está, y nadie sabe dónde se encuentra.

Hace mucho que Karissa había dejado de asistir al instituto que asistíamos, nadie sabía exactamente porqué. Muchos decían porque sus padres no tenían trabajo, otros decían que ella sufría una enfermedad, y luego estaba yo que pienso que todo esto va más allá que esas especulaciones.

Estamos hablando de la desaparición de una muchacha, mi familia sabía de tal cosa y contrataron gente para que la buscara sin que nadie sepa, quién sabe si ella se quería escapar y descubrían su secreto.

Pero yo la buscaría, la encontraría y la tomaría conmigo porque sé que lo que tuvimos fue real, porque después de todos esos "te amo", de las promesas de amor que alguna vez nos hicimos y que pocas cumplimos, después de todo eso quedan recuerdos imborrables en mi cabeza.

Karissa Rowe juro que voy a encontrarte y voy a salvarte de lo que sea que estés escapando.

Y juro que voy a lograrlo.

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Juro que disfrute mucho escribiendo este capítulo

Denle a la estrellita si te gustó 💖