Parte 3: "La desgracia"
Desde que Ethan se fue no he pensando en otra cosa que no sea en volver a verlo al lado de mi cama molestando como es costumbre. La noche se sentía tan sola y tan fría sin el calor de su presencia, lo quería de vuelta a mi lado, lo quería de vuelta conmigo. Mi mente no me dejaba pensar en su forma, en su sonrisa, en sus ojos tan peculiares, ni siquiera en su forma de ser.
Estaba sufriendo.
En un momento de la noche lágrimas cubrían mi rostro mientras que en el silencio y el frío de la noche pedía en voz baja que mi querido amigo apareciera y no me dejara sola, que no me dejara sola en estos momentos que más lo necesitaba. Repetí una y otra vez que me quedaría con las joyas, o que las vendería para que tengamos dinero y nos vayamos juntos pero que apareciera pero ni aún así hizo acto de presencia.
En otro momento de la noche mis ojos se cerraron por el cansancio que sentía, me estaba quedando dormida cuando sentí como tomaban de mi pie y tiraban de mí tan fuerte que quedé tirada en el suelo sin poder moverme, mi espalda y cabeza dolían como el infierno. Luego todo se volvió oscuro y quedé inconsciente sin saber quién me hizo esto.
***
Desperté por la horrible música que sonaba todas las mañanas, esa música que ponían los de la iglesia para que la gente sepa que ya llegaron a repartir el desayuno de todos los días. Miré a mi alrededor con la esperanza de que Ethan esté nuevamente a mi lado pero no fue así, aún no aparecía y yo no podía sentirme de peor manera.
Mientras observaba mi cuarto fue cuando me di cuenta de que estaba en mi cama, anoche me habían tirado, quise incorporarme pero mi espalda dolía y la parte de atrás de mí cabeza también. ¿Cómo había llegado a mi cama? Había quedado tirada en el suelo, eso lo recuerdo muy bien.
Ethan.
Tal vez él tuvo algo que ver, no llegaría a mi allí sola si me había desmayado.
Como pude me levanté para poder llegar a desayunar algo de lo que traen los hermanos de la iglesia, tal cual me levanté me fui, hace mucho que no había agua en mi casa como para darme un baño, ni siquiera luz había. Nos salvamos con nuestra casa porque es una casa que le pertenecía a mí abuela fallecida, no pagamos impuestos porque los dimos de baja, dejé la escuela y vendí mi ropa más nueva. No tenía nada.
Joyas sí.
Sacudí la cabeza para sacar todo esos pensamientos por ahora, esas joyas las había conseguido con la ayuda de Ethan.
Cuando llegué dónde estaban dando el desayuno se me hizo agua la boca, no había comido nada desde ayer y hoy la señora Patrick había hecho tartas y pasteles. Me puse al lado de la mesa y me di cuenta que Lara estaba delante te mí, siempre tuvimos una especie de rivalidad, cuando era niña, y hasta mi adolescencia, y usaba mis vestidos que hacía mi madre ella decía que yo terminaría igual que ella, aunque yo no le hacía nada. Hasta un día quise regalarle un vestido pero rechazó y escupió en mí rostro. Cuando salí de mis pensamientos ella agarró su comida y se fue al lado del parque que estaba ahí, pero lo que llamó mi atención es que no estaba sola, estaba con un chico.
Ethan.
Mi Ethan.
No podía dejar de verlos, hablaban animadamente, mis ojos estaban llorosos a punto de soltar lágrimas, no podía creerlo.
-¿Vas a moverte?- dijo alguien al lado mío y asentí tomando la comida en mis manos y me dirigí hacia donde ellos están.
-¿Qué mierda haces?- le dije a Ethan mientras este dejaba de hablar con Lara para mirarme.
-Disculpa, ¿Quién eres?- y ahí fue cuando unas lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas.
-Ethan, perdón, no debí decir...- no me dejó terminar de hablar porque hizo una pregunta que fue la que me destrozó.
-¿Quién rayos te dijo mi nombre?
No lo podía creer, me alejé de ahí lo más rápido que pude mientras iba a mi casa para sacar todo lo que en ese momento sentía. Estaba confundida, era Ethan pero no lo era al mismo tiempo, ¿Cómo es que no me reconocía? Pasamos toda nuestra niñez juntos y ahora pasaba esto.
Llegué a casa y dejé la comida en la sala, todo indicio de hambre que sentía desapareció junto con Ethan en esos momentos. Pensaba en como él me miraba confundido y me dolía tanto.
Quiero a mi Ethan de vuelta.
Me quedé en la sala todo el día, no pensaba en otra cosa que no fuera en él, pensaba en que no sé que haría con las joyas, mis manos aún estaban lastimadas y las joyas tenían mis huellas. Vaya problema, ¿No?
Hoy mis padres vendrían como todos los días, recibiría golpes y las miradas de pena de mi madre que no hacía más que mirar toda la horrible escena.
Podrías contarles sobre las joyas.
Me di vuelta con suma velocidad al sentir esa voz detrás mío pero no había nada, no había nadie.
Hazme caso, tus padres también son unos ladrones.
En ese momento me paré del suelo y miré a todos lados, no encontraba a nadie ni nada. Tenía miedo porque no es normal en una persona escuchar voces.
Tampoco ver personas y ponerles nombre, ¿No crees?
Me sobresalté una vez más y tapé mis oídos sin saber que más hacer, la voz era profunda y un poco gruesa, me asustaba.
Ethan nunca te asustó.
En ese momento explote.
-¡Cállate!- Grité muy fuerte mientras trataba de cubrir más fuerte mis oídos.
Él ya no está, yo te voy a ayudar.
Negué con mi cabeza y caminaba rápidamente hacia mi cuarto, no quería escuchar esa voz, quería que Ethan me protegiera de esa persona que me estaba atormentando pero no estaba aquí y eso me asustaba más que la mismísima voz.
Cuando entré a mi cuarto, cerré la puerta de un golpe y me dirigía a mi cama cuando noté una nota en esta. La tomé en mis manos y noté que era la misma hoja arrugada que tenía Ethan en sus manos la noche anterior. La abrí con sumo cuidado y al instante reconocí la caligrafía de Ethan, cuando leí la nota se me hizo un nudo en la garganta y sentía que el mundo se caía a mis pies.
"Cuando me necesites... Estaré yendome."
Querida, yo voy a cuidar de ti.
Y sentí como una mano acariciaba mi cabello y no tuve el valor de mirar quién era porque aunque me dolía admitirlo sabía quién estaba acariciando mí cabello en esos momentos, y sabía que esto solo era el comienzo de un dolor que más adelante se haría mucho más doloroso.
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Gracias por leer.
Besos.
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