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Epílogo.

Story of another us- 5sos.

Epílogo:

Llegaba tarde, justo hoy llegaba tarde. Solía ser la persona más puntual del mundo, mamá siempre me decía que no me parecía a nada a su mejor amiga, quién solía llegar siempre con el tiempo justo, pero que nos hubiéramos llevado bien igual. Pues yo hoy era Hannae, bueno siempre lo era porque casi compartíamos nombre, pero me refiero a lo de llegar tarde.

La universidad y los profesores que apuraban las clases provocaban esta clase de cosas, pero al menos me gustaba la carrera de magisterio. Incluso aunque ahora estuviera corriendo por la calle, recogiéndome el pelo con una pinza, colocándome la chaqueta de cuero por encima y el top burdeos además de ver que mis pantalones estuvieran en perfectas condiciones; no era capaz de odiar a mis profesores por hacerme ir corriendo y arreglándome por la calle, ya que no podía presentarme en la consulta del psiquiatra con unas pintas horribles.

Mientras corría para coger el metro y dejar atrás las manzanas que separaban la consulta de donde se encontraba la universidad, que por suerte estaba en el centro, note como mi móvil empezaba a vibrar a causa de una llamada de mi madre.

— ¿Qué ocurre, mamá? — pregunté, metiéndome en el metro nada más descolgar.

— ¿Has salido ya, Hanna? — preguntó mi madre.

— Estoy en el metro aún, he salido tarde de la uni.

— ¿Quieres que tu padre se acerque y te lleve? ¿O qué te recoja?

— Mamá, tengo 20 años, no me va a pasar nada por coger el metro cuando salga de la consulta.

— Lo sé, pero Kane y yo estamos preocupados por lo que puedas ver. Es importante cariño, es una regresión y puedes ver cosas que te hagan daño.

— Estoy lista mamá, esto es algo bueno. Podré saber por qué me cuesta tanto crear lazos y porque tengo tanto miedo de ellos, además puedo ver algo bonito. Dile a papá que no se preocupe, que si necesito que me lleve a casa lo aviso.

— Vale, me cuentas. Si necesitas eso escribe a tu padre, que sale ya para el gimnasio.

— De acuerdo, te quiero. — me despedí de Yun, bueno de mi madre, antes de salir del metro y correr hacía la consulta de mi psiquiatra.

Estaba aterrada la verdad, porque una regresión como había dicho no era poca broma. Llevaba años en terapia y aunque en estos tiempos estaba todo muy avanzado con las nuevas técnicas no habíamos encontrado la raíz de mi problema.

Había tenido unos buenos padres, mi relación con Yun y Kane había sido siempre buena y la suya también, tampoco había sufrido bullying ni problemas psicológicos más allá de mi miedo irracional a no crear muchas relaciones con la gente por miedo a perderlas. Tenía dos amigos, y ya está, durante toda mi vida solo había tenido dos amigos de verdad y no había logrado entrar nunca en una relación, por ello mi psiquiatra considero que era una buena idea ver si en alguna otra vida me había pasado algo que se manifestaba ahora. Tampoco nos quedaban muchas más cosas por probar, porque sobre todo yo si que quería enamorarme y apegarme a la gente, pero había algo en mi que me lo impedía y me hacía bastante daño.

El miedo y la curiosidad me dominaron cuando entre en la consulta, saludé a mi doctor y repasamos todo. Habíamos llegado al acuerdo de que lo mejor sería probar el método de la meditación y que si no funcionaba probaríamos la hipnosis, era más lento uno que otro pero no daba tanta cosa meditar que te hipnotizaran. Por lo que me tumbe en el sofá y poco a poco fui perdiéndome a mi misma, saliendo de mi cuerpo y buscando junto a mi alma que otras vidas había dejado atrás.

Podía ver todas, pero queríamos encontrar la del problema, no tenía sentido buscar más. Podía encontrar algo que no me gustará y además fuera un daño innecesario.

Estuve más de una hora meditando hasta que una pareja apareció delante de mí, no sabía cómo, pero había visto antes alguna foto de ambos. Yo los conocía, yo sabía quien era ella.

Hannae, la mejor amiga de mi madre.

Era extraño, por un momento dudé de si era ella o eran amigos de la persona a la que le perteneció mi alma en mi anterior vida, ya que yo lo veía todo desde fuera aunque sabía solo lo que ella sentía. Aunque fuera difícil de creer hacía 20 años había sido la mejor amiga de mi madre, lo cual era raro, pero no era lo más importante.

Poco a poco imágenes menos agradables aparecieron, la pérdida y el dolor me nublaron el juicio, comencé a llorar con ella, pero dejaba de hacerlo cuando él la abrazaba, pero llego el momento en el que ni con eso era capaz de controlar las lágrimas.

Ella..., ella había sufrido todo para hacerme a mí la vida fácil, y aun así yo estaba tumbada en la consulta de un psiquiatra porque había un miedo que no era mío, que era suyo, pero que yo traía conmigo.

No fue difícil saber porque tenía tanto miedo a perder a la gente cuando ella los había perdido a todos, pero aun así quise quedarme y seguir viendo que aunque perdiera todo, Asher, su alma llama, no la había dejado en ningún momento. Y aunque fuera difícil de entender o de aceptar se suponía que él, o su otro él, sería el amor de mi vida. Era un poco locura, pero mi padre me había contado durante toda mi vida todas las variantes de la reencarnación y todas las posibilidades por lo que no me extrañaba.

Lo que vi ante mí me hizo salir de la meditación, entrar de golpe en mi cuerpo mientras dejaba de verlos, y levantarme de la nada, me agache y comencé a llorar, habían muerto ante mis ojos haciéndose la promesa de volverse a encontrar, por lo que yo debía encontrarlo.

Pero no fue eso lo que me hizo llorar, yo conocía esta historia, pero verla, saber por lo que tuvieron que pasar dolía aún más. No podía contarle esto a mis padres, les destrozaría.

Hannae y Asher habían arriesgado todo por algo que quizás no llegaba a ocurrir, pero que yo estuviera ahí y lo hubiera visto todo no podía no significar algo. La escena y lo que sentía con ella no dejaba de hacerme daño, ella había sido tan fuerte que me atormentaba no estar a la altura, incluso aunque nuestras almas fueran la misma, no éramos exactamente la misma persona y no habíamos tenido la misma vida.

No quería fallarlos a ninguno, porque no habían hecho todo ese recorrido para que yo y quién fuera el nuevo Asher lo echáramos a perder, pero tampoco tenía ni idea de que era lo que podía hacer.

Solo sabía que esto había funcionado, que aunque me dolía lo que había visto y ahora tenía una nueva responsabilidad, sí que podría mejorar todo aquello que me había impedido avanzar durante toda mi vida. Sabía la raíz del problema, podía dejarlo ir, podía liberar mi alma y liberarlos a ellos que al fin y al cabo habían estado más tiempo del debido retenido en este mundo por culpa de una promesa que no solo dependía de ellos. Ella podría descansar, ir hacia la luz y yo podría despedirme de esa alma yacente que de alguna forma me había robado la energía durante mis cortos veinte años de vida. Ella había perdido para que yo no tuviera que perder nada, por lo que ahora, al dejarla marchar, yo debía avanzar en mi vida y dejar de echarme para atrás.

Era mi oportunidad de empezar a vivir mi vida, y esta vez de verdad.

[...]

Habían pasado ya unos largos meses desde mi regresión y había mejorado bastante en todos los aspectos de mi vida, ese miedo irracional que había estado acomodado en mi cuerpo desde siempre había desaparecido.

Terminé mi primer año de magisterio poco tiempo después, y en los meses que transcurrieron desde la regresión hasta el fin del curso conseguí hacer mis primeros amigos de la carrera. Fue algo complicado y extraño al principio, ya que los había estado ignorando durante más de seis meses, pero no fueron bordes conmigo y no cuestionaron mi cambio de actitud.

Poco a poco fui conociéndome más a mi misma y descubriendo partes de mí que desconocía, me acerqué más a las creencias de mi padre, las cuales había estado medio ignorando toda mi vida. Me hice más segura y también menos callada, aprendí a mostrar mis opiniones siempre y me abrí a conocer cosas nuevas. En definitiva, era más feliz.

Todo ello gracias a esa primera regresión, y acabe por lograr completar el relato y conocer a fondo a la famosa Hannae después de contárselo todo a mis padres. Nunca había visto llorar tanto a mi madre, lloro como una magdalena entre los brazos de mi padre que me miraba con una sonrisa llena de sentimiento mientras yo lo relataba todo. Cuando terminé, con lágrimas en los ojos, fue que Yun me abrazó y después Kane, para que luego pasáramos la noche, hasta pasada la medianoche, hablando de todo los tres. Les pregunté muchísimas cosas, ellos me contaron otras tantas, y no solo conocí a Asher y a Hannae, sino que descubrí cosas de mis padres que nunca había llegado a imaginar.

Era algo extraño todo, ya que había vivido toda mi vida oyendo comentarios de que mis tíos Asher y Hannae hubieran estado encantados conmigo, y tanto, si yo era la reencarnación de esa Hannae. Lo que más me gusto fue cuando mi padre me contó que Hannae le prometió buscarlo y volver a tenerlo en su vida, lo que pasa es que su planteamiento había sido distinto al ocurrido, pero que agradecía eternamente que su Hannae le hubiera traído lo que más quería en el mundo, su pequeña Hanna, es decir, yo.

Ahora estaba volviendo a casa, al menos ese era mi plan mientras caminaba tranquila por las calles sumamente transitadas después de haberme despedido de mis amigos de la universidad, prometiéndoles que mañana intentaría ir a estudiar con ellos. Sonreí como una tonta, amaba el cambio que se había producido en mí, era más fuerte, quizás no tanto como lo había sido Hannae, pero estaba en ello.

El aire frío no solo movía mi pelo moreno oscuro y ondulado sino que me congelaba, ya que aunque llevaba unos pantalones largos se me había ocurrido la brillante idea de ir con un top blanco con el único abrigo de una chaqueta de cuero marrón, la cual apreté contra mí.

La gente que estaba abrigada andaba tranquila mientras que los que se morían de frío como yo andaban cada vez más rápido, aumente el ritmo cambiando de dirección, no sabía por qué estaba yendo al contrario, pero no evité pensar que era lo correcto. Iba tan centrada en mi misma que no me di cuenta de que acababa de chocarme con alguien, alguien bastante alto para ser exactos.

Me aparté y al verle lo supe, mi cara debió reflejarlo, ya que él me miró extrañado y luego fue él quien se sorprendió. ¿Podía saberlo? Lo dudaba, pero nada era imposible. Lo observé detenidamente, sus ojos azules oscuros, su pelo más claro y pienado de una forma diferente de lo que creía recordar, su mandíbula igual de marcada al igual que sus músculos. Era él.

¿Cómo lo supe? Bueno no fue simplemente su apariencia física lo que me lo confirmo, lo fue todo, fue verle y lo supe. Algo dentro de mí lo supo, algo cambio. Sin saberlo siempre me había faltado algo, siempre había estado a la expectativa, no sabía que esperaba pero deseaba encontrarlo. No esperaba algo, esperaba alguien y ese alguien era él.

Yo lo conocía mejor que a nadie en el mundo, incluso sin conocerlo. Porque éramos nosotros, pero también éramos ellos y en su mirada también vi que él era consciente de ello. Sonreímos al mismo tiempo, y por primera vez sentí que todo lo de mi alrededor no importaba. Por primera vez estaba donde debía estar.

No sabía que era, pero algo me había traído aquí y me había puesto delante a la primera persona que con solo una mirada y una sonrisa había hecho temblar a mi corazón, un corazón que ya conocía a la perfección.

Sentí como si alguien nos mirara, ambos giramos la cabeza y prestando atención por primera vez al mundo a nuestro alrededor vimos a alguien sonreír a lo lejos, una mujer muy mayor, mirando nuestras manos, donde residían unos anillos casi idénticos que nos había mantenido unidos durante toda nuestra vida, y quizás durante alguna otra más.

— Hannae. — murmuró él con ojos esperanzados y tristes a la vez, rompiendo un silencio que no me había incomodado, pero que callaba demasiado, y oírle decir ese nombre, que aunque ahora no era mío lo había sido fue como sentir una caricia en el alma. Como si volviera a respirar de nuevo, como si el mundo a mi alrededor fuera diferente, porque oírle me confirmo que me conocía, que sabíamos quienes éramos y que habíamos vivido, y aunque me entraran unas ganas tremendas de llorar y de abrazarme a un aparente desconocido no hice nada de eso, hablé y puse en mi boca un nombre que en otro tiempo, y que esperaba que ahora pasara lo mismo, fue mi nombre favorito.

— Asher. — dije sin pensarlo, porque algo dentro de mí lo sabía, ambos nos miramos antes abrazarnos.Su cuerpo se adaptó al mío y me hizo sentirme segura sin ni siquiera proponérmelo, porque al fin y al cabo nosotros ya nos habíamos amado y teníamos la oportunidad de volver a hacerlo. Teníamos en nuestras manos nuestra última oportunidad, aunque nuestro amor estuviera algo desgastado no tenía miedo de arriesgarlo todo, de confiar en el polvo de un pasado que aún pesaba demasiado y comenzar la historia de otros ellos, de otros nosotros. Porque su historia había tenido que acabar para que la nuestra pudiera comenzar.

No dijimos nada al separarnos, pero ambos comenzamos a andar, sabiendo perfectamente a donde íbamos, porque había cosas pendientes y había cosas que había que perdonar, para poder dejarlo todo atrás y volver a empezar.

De forma tímida Asher me tendió la mano, y yo se la cogí con seguridad, mientras mi corazón y mi cerebro me gritaban que esto era lo que necesitaba, lo que tanto había ansiado.

Recuerdos que no eran míos pasaron por mi mente sin que yo pudiera controlarlo, al comienzo dichos recuerdos dolían y cuando llegamos lo único que me habían provocado habían sido sonrisas. Ellos habían estado dependiendo de un hilo que termino por ahogarles, y nosotros estábamos a punto de separar los nudos que se habían hecho por todo lo que habían arrastrado.

La playa se abrió paso delante de nuestros ojos y Asher apretó mi mano con sentimiento y noté como tragaba fuerte. Fui yo la que tomo la iniciativa y comenzó a andar por la playa, notando la arena bajo mis pies, para poco después sentarme sobre esta y mirar a la luna, esperando a que Asher se sentará a mi lado. Cuando lo hizo me apoye en él y espere a que hablara, perdida en la luz de la luna, que era lo único que iluminaba la noche, y en su forma reflejada en el agua.

— ¿Sabías que su último sueño fue conocer el mar? — me preguntó con la voz afectada.

— Algo he oído. — intenté bromear consiguiendo que riera de forma suave, tenía una risa preciosa.

— ¿Desde cuándo lo sabes?

— Poco más de tres meses. ¿Tú?

— Más de un año.

— ¿Ha sido duro?

— Un poco, había mucho dolor acumulado que no tenía sentido.

— Yo tenía muchos miedos incomprensibles.

— ¿La has perdonado ya?

— Sí, quise dejarla marchar en cuanto lo supe. Verás, mis padres son Yun y Kane, por lo que conocía una parte de la historia y si ellos no guardaban rencor yo no podía tener dudas sobre perdonarla. — Asher se giró y me miro sorprendido y yo me comencé a reír por lo surrealista de todo y él me siguió.

— ¿Es muy rápido para decir que quiero hablar con tus padres?

— Quizás sea un poco apresurado, sí. — le respondí con una sonrisa. — ¿Tú le has perdonado?

— Tarde más que tú, no creía en esto así que se me hizo complicado entenderlo. Pero sí, lo perdone y lo deje ir en paz, y fui aprendiendo cada cosa de él y de mí que no entendía. Me gusta a donde me ha traído, antes o después iba a ocurrir, pero yo ya estaba cansado de esperar, de buscarte.

— No me voy a volver a ir, aquí es donde quiero estar. — confesé tímida, aunque no podía albergar dudas, no las había en mi corazón, no debía haberlas en mi voz.

La luna se robó la atención de ambos, y nos quedamos mirándola, dependiendo de que nuestras almas ya hubieran solucionado todo aquello que debían de haber superado.

— Me alegro de este nuevo comienzo.

— La luna está hermosa esta noche, ¿no? — pregunté mirándole a los ojos, esos ojos azules en los que podías ver un mar en calma o un cielo tormentoso.

— Puedo morir en paz. — me respondió Ashe.

Y fue así que comenzó nuestra historia, o finalizaba, porque once vidas ya habíamos pasado y habían sido unas cuantas amándonos. Lo habíamos logrado, todos y cada uno de nosotros lo habían conseguido.

Porque nos habíamos reencarnado en un ciclo infinito que a lo mejor en ningún punto tenía final, incluso aunque ya nos quedarán más vidas que esta para gastar. Haciendo que nuestro amor pasara de vida en vida y pudiéramos recrearlo cada vez con más sentimientos acumulados, convirtiéndolo de alguna forma en algo eterno.

Con mi corazón en calma fue que este poco a poco comenzó a pertenecer a Asher, que se coló en cada rincón de mi vida y se encargó de hacerme feliz cada día, sin encontrar ninguna dificultad para que su alma se volviera a adaptar a la mía. Fuimos felices, sin tener que esforzarnos, porque otros ya lo habían hecho por nosotros.

Mis padres se emocionaron y adoraron a Asher desde el primer momento, en verdad nunca habían dejado de hacerlo, incluso el día de la boda lloraron sin poder contenerse, sobre todo mi padre al llevarme al altar, como no pudo hacer con Hannae, mientras Asher y mi madre bromeaban esperando a que yo llegara.

Gasté todos y cada uno de mis días en honrar su memoria y agradecer su sacrificio, porque gracias a ella yo fui cada día más feliz de lo que nunca llegue a imaginar, al igual que Asher.

Nunca dude del destino, siempre creí en él, pero sí que me desespere esperando que al final del todo nuestras almas pudieran descansar y quizás volver a empezar, pero quedaba mucho tiempo para eso al igual que a Asher y a mí nos quedaban muchos te quiero por pronunciar. Aunque confiaba en que tendrían su merecido descanso.

Pero bueno, todo esto ha llegado a su fin y lo único que quiero decir es para los verdaderos Hannae y Asher, nosotros solo somos Hanna y Ashe: cumplimos vuestro sueño, sentimos como es que el agua del mar te roce, también cumplimos muchos otros, Ashe me vio pintar nuestra casa y acabó por llevarme al altar así que lo conseguisteis, nos disteis una vida llena de felicidad gracias a vuestro sacrificio. Los hilos, los lazos, y los anillos si sirvieron, porque a nosotros sí que nos unieron.

Y es aquí que me despido de vosotros, espero que lo que os hacía diferentes a nosotros se haya vuelto a encontrar y podáis vivir en paz, vosotros os merecéis más que nadie un final feliz. Si lo tenemos nosotros, el vuestro ha de hacerse realidad sin nada que os vuelva a condenar.

***

Os lo cuento todo en los agradecimientos. 

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