Capítulo 34.
Fine Line- Harry Styles.
Pov Hannae:
Habíamos aparcado el coche ya hacía un rato y habíamos decidido dar una vuelta, las calles por las que íbamos no tenían mucho ambiente por lo que acabamos por ir buscando alguna que nos llevará al centro si no queríamos pasar la noche en la soledad de nuestros pensamientos.
La noche era cálida por lo que no iba más que con un vestido blanco que me tapaba los hombres aunque contaba aún así con un poco de escote y me llegaba por encima de las rodillas con una tira de encaje al final, y justo era la única prenda que tenía de ese color. Además lo llevaba puesto con un corpiño pequeño debajo del pecho de color verde lima con estampados en dorado que solo se conseguían diferenciar si mirabas de cerca.
Asher y yo íbamos de la mano caminando en silencio, ya que desde que habíamos dejado a su madre casi no había dicho nada, lo entendía, era bastante que asumir. Pero eso no significaba que no me preocupara, era imposible no hacerlo. Si yo me había quedado en shock no sabía cómo estaría él.
— ¿Estás bien? — pregunté moviendo nuestros brazos mientras andábamos.
— Si, solo un poco agobiado por tanta información, ¿sabes? Yo me lo había imaginado, pero eso no quiere decir que escucharlo de su boca no me doliera. No tenía porque haber sufrido eso por mí, y yo no era consciente de que no me lo contaba para no hacerme aún más daño. Hannae, llegué a creer que no me quería durante muchos años. Pensé que era una mala madre. ¿En qué clase de persona me convierte eso?
— Asher, al igual que se lo has dicho a ella, tú no tienes la culpa de nada. Eras un niño, no tenías ni idea de lo que pasaba y tampoco tenías la obligación de saberlo.
— Pero me duele igual, me duele saber que pensé muchas veces mal de ella.
— Yo también pensé cosas negativas de mi madre, — confesé— al fin y al cabo era también una niña que no sabía que la gente podía estar mal de manera crónica y que dándola besos no la podías salvar. También creí que era por mi culpa, porque no era lo suficientemente buena. Pero entendí que no era mi culpa ni la suya. Asher, sabemos quienes fueron los verdaderos culpables, no busques unos diferentes.
— Me alegro de no haberme convertido en él. — reconoció en alto, quería habérselo dicho, pero estaba segura de que se había atrevido a compartir su mayor miedo con él.
— No te pareces en absolutamente nada, además tú eres millones de veces más guapo. — le dije consiguiendo hacerle reír.
— Al menos eso lo tengo seguro. — dijo con una sonrisa. —Pero es que estoy tan harto y tan cansado de luchar siempre por no convertirme en él que me da rabia que él haya prosperado, aunque sea una mierda de persona ha conseguido cosas. No es justo.
—Acaba de perder a tu madre, creo que a partir de ahora la vida le dará la justicia que merece.
—¿Compensa ser bueno y sufrir? Porque lo dudo la mayor parte del tiempo.
—Compensa saber que eres mejor que ellos y que no has hecho nada para merecer el mal, te ayuda a vivir en paz contigo mismo. — le dije para que entendiera que sí que compensaba, incluso aunque a veces costará.
Ya más relajados entramos en una zona más concurrida, con un montón de puestos, era una especie de mercadillo, con un gran ambiente. Había tiendas de collares y cristales, el olor a incienso era característico en toda la calle, también había tiendas de segunda mano y había varios lugares donde te leían las cartas.
— ¿Quieres que vayamos allí? A ver que suerte tenemos. — me preguntó Asher señalando uno de los puestos que ofrecían tiradas de tarot. Sonreí ante la propuesta porque aunque se la había querido hacer sabía que Asher no era muy fan, por lo que me alegro que pensara en mí sin que yo diera ningún indicio de lo que quería y me ofreciera ir.
— Claro. — respondí antes de andar más rápido.
Era una especie de carpa, con el anuncio por fuera y un chico en la puerta que te permitía entrar o no hacerlo. Cuando llegamos se hizo a un lado con una sonrisa y nos permitió pasar sin preguntar nada. Estaría vacío por lo que no había ningún problema.
Entramos y un aroma a incienso, sobre todo a palo de santo, inundó mis vías respiratorias. La sala estaba iluminada por velas y la tienda parecía estar formada con mantas y alfombras árabes. Había una mesa redonda y grande en medio, con una mujer algo mayor sentada a la derecha. Asher y yo terminamos de entrar en la sala de la mano y nos pusimos delante antes de que nos permitiera sentarnos. La mujer con sus oscuros ojos, al igual que su pelo en contraste con su piel clara por la falta de sol se quedó mirando nuestras manos agarradas, y subió por los brazos la vista de forma lenta, como si viera nuestro hilo rojo alrededor de estos o quizás fuera otra cosa.
— Bienvenidos. — dijo de forma lenta y calmada, antes de hacernos un gesto con su mano llena de anillos y dibujos, además de arrugas, que nos invitaba a sentarnos delante, en los dos sillones bajos que había. — ¿Qué os trae por aquí?
— Queríamos que nos echara las cartas, a ambos a la vez. — le dije tranquila, me daba bastante confianza la señora y desconocía porque, pero me sentía tranquila y segura de que nos tirara las cartas. Parecía que había vivido mucho y que también sabía mucho.
— ¿Marsellesa? — asentí, era la baraja más común así que no me extrañó que nos la ofreciera directamente como primera opción. — ¿Es la primera vez que os dejáis guiar por el tarot?
— No, bueno yo no, pero si es su primera vez. — Yun y yo habíamos aprendido juntas, ambas habíamos sentido curiosidad por todo este mundo desde que nos conocimos por lo que habíamos estudiado bastante y habíamos practicado echándonos las cartas la una a la otra. Pero la baraja era de Yun por lo que llevaba bastante tiempo sin hacerlo. Por el contrario Asher nunca había dejado que se lo hiciéramos alegando que no se fiaba mucho de nosotras, y bueno lo entendía.
— Genial. — comenzó a barajar las cartas de forma calmada, me gustaba ver cómo las iba moviendo de una forma tan natural que parecía que llevaba haciéndolo desde que nació. — ¿Qué método preferís? — había varios métodos de tirada, tanto de cinco, como de siete, nueve y de doce, luego había otras formas según que quisieras o que tipo de baraja escogieras, ya que había tres tipos.
— De siete. — personalmente me parecía el más cómodo, porque no eran una gran cantidad de cartas, pero tampoco tan pocas como lo eran cinco.
Ella asintió y comenzó a hacer tres montones con todas las cartas de la baraja, cuando terminó nos indicó que eligiéramos uno, y yo miré a Asher, quien tenía plena confianza en mí, para ver si quería elegir él o me dejaba a mí. Elegí el montón de la derecha, el más alejado.
La mujer retiró los otros dos sobre la tela, para apartarlos y que no hubiera confusiones, y a continuación nos hizo la pregunta.
— ¿Qué queréis saber? — su voz no dejaba de sorprenderme, parecía hipnótica, como esos sonidos que se usaban para la meditación.
— ¿Volveremos a ser felices? — pregunté de forma obvia, era una pregunta amplia, porque no sabíamos que ocurriría para que lo fuéramos, pero sabía que era la pregunta en la que ambos estamos más interesados.
Después de hacerla seleccionó siete cartas, las tres que estaban más a la izquierda hacían referencia al pasado, la del medio al presente, y las últimas tres situadas a la derecha hablaban del futuro.
Estaba nerviosa, pero asentí cuando me preguntó si estábamos listos para comenzar, Asher me dio la mano por debajo de la mesa en cuanto lo dijo y ella nos miró de forma intensa, como si se hubiera dado cuenta. Enseñó la primera carta y nos la enseñó, antes de proceder a explicar su significado. A partir de ahí ni Asher ni yo debíamos hablar, ya que no teníamos que interrumpir la tirada.
— La torre. Para que podáis hacer sitio a lo nuevo, lo viejo debe de ser destruido. Las ambiciones que habéis estado siguiendo están construidas sobre cimientos débiles y ofrecen recompensas falsas. — era bastante acertado, ya habíamos visto como habíamos acabado siguiendo nuestros sueños. Sacó la siguiente carta. — Diez de copas. Al confiar en la dirección en la que vas y seguir tus más profundas convicciones has sido impulsado hacia adelante. Este compromiso y tu comodidad con la autoridad han permitido que seas reconocido y obtengas éxito en tu vida. — se entendía fácil e iba dirigida a Asher, él había conseguido hacerse reconocido en el grupo de T, aunque por fin lo habíamos dejado atrás. — El diablo. Una de las elecciones que hiciste para tu vida fue errónea. Las fuerzas negativas están atrasando tu desarrollo. — ¿una? Me alegraba saber que no habían sido todas.
Como ya había leído el pasado las coloco por otro lado, y sonreí al ver que no había salido nada raro, podía pasar alguna vez, pero con alguien experto no solía ocurrir.
>>Ahora, el presente. Diez de espadas. El fin de algo importante está a punto de ocurrir, así que debes estar preparado para hacer frente a las consecuencias. Nada en la vida es permanente. — mire significativamente a Asher, dado que la llevaba tatuada, pero respire tranquila, ya que dentro de lo malo nos había tocado la lectura medianamente positiva. No nos había dicho que íbamos a morir, pero sí que levantó la vista para mirarnos, ya que debió notar que sí que me produjo algo de nervios la última parte, ya que ni la vida misma era permanente.
>>Las tres últimas hacen referencia al futuro, suelen ser las más importantes y reveladoras. Fuerza. Hay una gran liberación energética en tu futuro que te guiará a mayores cambios en tu vida. Al entender lo que vales sacarás el mejor provecho de esta maravillosa oportunidad para mejorar tu vida. — sonreí satisfecha, era algo bueno, por fin parecía que íbamos a ver la luz al final del túnel. — Sota de copas, debes de estar preparado para una próxima oportunidad. Pasará por tu lado muy fácilmente si no estás listo para aprovecharla. Las luchas emocionales por las que pasas te enseñarán cómo amar más profunda e íntimamente. Y por último, el sol.
Te estás acercando a un momento que tiene el potencial de cambiar tu vida. Toma total provecho de este momento y lograrás un futuro de posibilidades ilimitadas. — había sido positivo, miré a Asher con la mirada esperanzada y él me regaló una sonrisa, aunque no tan convencido como yo.
— Muchísimas gracias. — dije antes de levantarme, pero justo cuando lo hice con Asher detrás ella nos hizo pararnos.
— Hay algo más, no me lo dicen las cartas, pero llevo muchos años aquí como para reconocer ciertas cosas. — inmediatamente cuando la escuché volví a sentarme despacio, temerosa de lo que me pudiera decir.
— ¿Qué ocurre?
— Es tan obvio que sois almas gemelas, que no sé cómo sobrevivís a vuestro hilo rojo, que está alrededor de vosotros, y parece que llegado el momento os puede asfixiar y de la nada acabar por romperse. Sois jóvenes, pero vuestras almas no, y ya llevan unas cuantas vidas desde que se conocieron por primera vez. La lectura parece positiva, pero da una energía extraña, demasiado fuerte y que grita que hay algo que desconocemos. Si de verdad os amáis, y no queréis separaros debéis encargaros vosotros de eso.
— ¿Cómo?
— Dadme vuestras manos, — ambos las subimos encima de la mesa. — estos anillos que lleváis no os los debéis quitar, si alguno llega a morir sin el anillo puesto no servirá de nada, será más complicado el reencuentro. Incluso puede ser imposible.— miré los anillos que decía, llevábamos años con ellos puestos y ni siquiera recordaba cuando fue el momento en el que los compramos. Eran iguales, de plata, de corte sencillo y algo ancho y lo único que llamaba la atención era el cristal azul claro que llevaba el de Asher y el morado oscuro del mío, ambos colores se debían a que eran nuestros favoritos. — Los lazos kármicos no son recomendables, te atan a gente que te hace daño, pero en vuestro caso si no es por uno dudo que consigáis volver a veros, habéis pasado mucho y aunque a veces es suficiente, también existe la justicia y los buenos finales. — sabía lo que eran, pero pensaba que no se podían crear, sino que ellos mismos te unían con alguien, aunque te produjera dolor. Por eso siempre había que perdonar, para deshacerse de ellos.
— ¿Cómo creamos uno?
— Ten por seguro que se creara, quizás ya esté creado, quizás aún hay cosas que no habéis perdonado. Incluso aunque lo creáis. — dicho esto nos invitó a irnos, ambos estábamos descolocados con lo que nos había dicho.
Por una parte habían sido cosas positivas, pero lo último me había dejado mal sabor de boca. Como si nos fuéramos a morir en poco tiempo y eso era precisamente lo último que quería.
— Que forma de arruinar la noche. — dijo algo molesto y preocupado por lo último que había dicho.
—La mayoría ha sido positivo, además nos ha puesto sobre aviso de algo importante. ¿O es que quieres que en la próxima vida no nos encontremos?
—Claro aunque no me apetece morir para comprobarlo, pero me da miedo eso de los lazos. No parecen buenos.
—Si perdonas se van, solo tendríamos que perdonarnos en la próxima vida.
—Me cuesta aceptarlo.
—Asher, — dije cogiéndole de la cara. — no podemos hacer nada, no podemos cambiar el destino.
— No puedes estar tan tranquila con esto, es que todo iba muy bien y luego se ha torcido. ¿Cómo que lazos kármicos? ¿Cómo que reencuentro?
— No pienses en eso, no puedes hacer nada, quédate con lo bueno.
— ¿El qué?
— Que nos hemos querido en otras vidas.
— ¿Estás segura de eso?
— Sí. — él sonrío sabía que le hacía ilusión, incluso aunque le costara terminar de entenderlo le gustaba saberlo.
— ¿En serio crees que vamos a estar bien? — me preguntó con la duda clara en su voz.
—Estaremos bien, Asher. Siempre lo estamos, aunque nos pasemos la vida en medio del bien y el mal.
— Es agotador a veces, saber que a la mínima podremos volver a estar mal. Y me es difícil, tengo poca paciencia y llevo mal que las cosas se salgan de los planes, pero nuestra vida siempre busca la oportunidad de sorprendernos y ya me he cansado de luchar contra ello. Quiero algo seguro Hannae, cualquier cosa. — me miró a los ojos, con la necesidad de que pudiera decirle que todo se arreglaría y que tendríamos que dejar de luchar. Pero no podía decirle eso, pero si podía asegurarle algo.
— Hay algo que podemos hacer, algo para allanar el camino.
— ¿El qué?—preguntó curioso y a la expectativa.
— Cásate conmigo. — dije de forma repentina, pero totalmente segura. Amaba a Asher, nunca habría nadie más, siempre me había gustado la idea de casarme, ¿por qué retrasarlo?
— No lo dices en serio. — dijo apartándose y comenzando a andar, por lo que tuve que darme prisa para alcanzarlo.
— Si Asher, si lo digo en serio. ¿Quieres que me arrodille? No tengo ningún problema en hacerlo, aunque se me manche el vestido. — declaré comenzando a arrodillarme, Asher miró hacia los lados y me miró.
— ¿Qué haces? ¿Te has vuelto loca?
— No Asher, solo quiero pasar el resto de mi vida y de las que vengan contigo. Y si lo que nos ha dicho es verdad prefiero asegurarme de que te volveré a encontrar.
—¿Estás segura?
— Claro, Asher. ¿Cómo no iba a estarlo? No va a cambiar nada, solo será una nueva experiencia.
— ¿Me lo pides en condiciones? Es que yo de forma cutre no me caso. — dijo haciéndose el digno, y aceptando la idea. Sabía que no le importaba casarse, pero le costaba eso de aceptar salirse de sus planes en un principio. — Incluso aunque siempre pensara que te lo pediría yo, no me importa cambiar mis planes si lo haces bien.
— ¿Cómo pensabas hacerlo?
— De una forma romántica, no en medio de la calle.
— Es una noche preciosa, es casi luna llena. — dije defendiendo mi maravillosa propuesta.
— Eso es verdad.
— ¿Me puedo agachar ya? — él asintió y yo me levanté el vestido para apoyarme sobre mi rodilla. — ¿Asher Baker, te quieres casar conmigo?
— Si quiero, Hannae Hoshi. — aceptó, primero emocionándose de coña, aunque de verdad que lo sentía, y levantándome para acabar cogiéndome en volandas mientras comenzaba a dar vueltas para después dejarme en el suelo y besarme con el corazón en la mano. — ¿Cuándo quieres que nos casemos?
— Ahora. — contesté con una pequeña risa nerviosa.
— Puedes vamos a buscar donde nos pueden casar. — dijo tendiéndome la mano con una sonrisa de pura felicidad.
***
Que nos vamos de boda, poneros guapxs para el próximo capítulo.
Nos vemos en el próximo capítulo, os quiere oldspirit9.
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