Capítulo 26.
Blue Jeans. - Lana del rey.
Pov Asher:
No supe como reaccionar, estaba en shock y por primera vez en mucho tiempo sentí miedo. Tuve miedo de que este fuera mi final, o nuestro final, trague con fuerza porque no quería comenzar a llorar por la rabia de que todo fuera por una estupidez. Nunca había dejado de ser un niñato que se guiaba por sus impulsos y que luego se sorprendía por las consecuencias. Era un idiota inteligente, pero un idiota al fin y al cabo.
No sé cuánto pasó, tampoco sé cómo uno de los hombres de T se movió sin que yo no me diera cuenta y no pudiera hacer nada para impedirlo, pero alguien se acababa de poner detrás de mí y me sujetó los brazos con fuerza. T ya me conocía lo suficiente como para mandar que alguien me agarrara sin que ni siquiera me hubiera movido, ya sabía que antes o después intentaría liársela.
— ¡Suéltame! — grité intentando zafarme del agarre, pero claramente todo lo que hiciera iba a ser en vano. T se rió, no me gustaba ser tan predecible para él, una risa seca que terminó en una sonrisa.
Por primera vez desde que había entrado mire hacía el apartamento, aunque donde estaba T sentado no había nada fuera de su sitio, salvo la silla propia, lo demás estaba patas arriba. Había paquetes de comida por el suelo junto con algún plato roto, también habían rajado los cojines en busca de cualquier cosa que pudiéramos esconder. Al menos la televisión estaba en perfecto estado. No sabía si la habitación estaba en esas mismas condiciones, pero me imaginaba que si. Justo después de dejar de mirar hacia ella miré a T y este hizo un gesto con la cabeza hacía esta.
— Llevarlo ahí. Sacadla de aquí a ella.
Otro tío, uno de sus guardaespaldas, cogió a Hannae, quien había seguido detrás de mí aunque algo apartada, en volandas mientras él que me tenía sujeto a mí comenzaba a intensificar el agarre previniendo que me iba a intentar soltar para ayudar a Hannae, aun así lo intenté. No iba a quedarme quieto mientras un tío que nos sacaba mínimo diez años podría comenzar a manosear o hacer daño a Hannae delante de mis narices.
— ¡Déjame! — gritó Hannae, la había cogido como si fuera un peso muerto y se la había subido al hombro, Hannae pataleaba aunque sabía que no tardaría en marearse.
— ¡Ponla en el suelo! ¡Hacedme lo que queráis, pero a ella dejadla! — grité revolviéndome entre los brazos del guardia, comenzando a sudar por la chaqueta que no había tenido tiempo de quitarme y el ambiente tan cargado que había con las ventanas cerradas. Aun así intenté pegarle una patada al guardia, de hecho lo hice, pero no fue la mejor opción. Con mi propio brazo hizo que por unos momentos se me hiciera difícil respirar, me lo había puesto alrededor del cuello sujetándolo de tal forma que si me echaba hacia adelante con una mínima presión que hiciera el aire dejaría de pasar hacía mis pulmones.
— ¡No, por favor! — gritó Hannae, las lágrimas comenzaban a complicarle el hablar, no quería que llorara más, y menos que fuera, de nuevo, por mi culpa. Yo tenía miedo, pero Hannae estaba aterrada. Además se encontraba mal, boca abajo, con el mono pudiendo hacer acto de presencia en cualquier momento, y lo menos que podía hacer era vomitar al guardaespaldas y no pensaba que eso nos pudiera ayudar mucho en la situación en la que estábamos.
— Cariño, no te va a pasar nada. No tengo nada contra ti, contigo todo está bien. No vamos a hacer daño a una chica tan pequeña como tú, tenemos nuestros límites. — comunicó T, levantándose y pidiendo que bajaran a Hannae, cosa que agradecí, poniéndose a su altura y limpiándole las lágrimas. Hannae apartó la cara y yo me mordí la lengua para no moverme y hacer que me mataran. A Hannae no la harían daño, pero a mí sí. Tampoco me importaba, solo quería que ella no sufriera ninguna clase de perjuicio. — Pero no puedo decir que tu novio no vaya a acabar algo desfigurado si no colabora, ¿y no queremos eso, no? — Hannae negó sin abrir la boca, no podía verlo bien, ya que la figura de T me lo impedía, pero estaba seguro de que la estaba sujetando por la boca más fuerte de lo que debería para que no dijera nada que él no quisiera. — Buena chica, ¿podrías hacerle el favor de decirle a tu novio que si colabora no os pasará nada? Nada grave, quizás alguna cosilla sí. — comentó T riéndose, haciendo que todos los guardias comenzaran a reírle la gracia y provocándome un escalofrío por todo el cuerpo por lo tétrico de la situación.
Soltaron a Hannae de manera brusca, haciendo que casi perdiera el equilibrio, ella misma se secó las lágrimas y trago fuerte antes de girarse y mirarme, acercándose lentamente hacia mí para que no pensaran que iba a hacer alguna locura, como podría hacer yo.
— Asher, — dijo con falsa calma, mirándome a los ojos y secándose el sudor de las manos en los pantalones, estaba blanca y tenía marcas en la cara por el agarrón de T. — por favor, no hagas nada de lo que nos podamos arrepentir. Escúchale e intenta hacer lo que te piden, hazlo por mí. — ella intentaba tranquilizarme con la mirada, mientras las lágrimas se escapaban de mis ojos, no quería que terminara así.
Porque algo dentro de mí me decía que quizás no saliera vivo ni siquiera de la habitación y si tenía suerte de sobrevivir no sabía que haría T conmigo. Pero solo quería que Hannae estuviera segura, así que intentaría no resistirme, pero había cosas que ni aun queriendo era capaz de controlar, por lo que no iba a hacer una promesa que seguramente acabará rompiendo.
—Lo intentaré. Te amo. — Hannae asintió. Quería besarla, abrazarla y no soltarla jamás. No sabía si esto iba a ser una despedida, pero el hecho de que me fuera imposible tocarla me rompía por dentro. Esto no había sido lo que habíamos deseado para nosotros.
—Te amo, Asher. — alguien vino por detrás y la sujetó, obligándola a andar, haciendo que yo apartara la vista. No podía ver como la agarraban de los brazos sin querer tirarme encima del tío que tenía enfrente y como aún no quería dejar de respirar lo mejor que podía era no mirar. Ojos que no ven, corazón que no siente. O al menos eso es lo que dice.
—¡Qué monos! Por estas cosas sois mi pareja favorita, mis bonnie and clyde modernos. — se burló T recibiendo una mala mirada por mi parte que no me moleste en ocultar. — Ahora dejad a la chica en el pasillo o entrar en algún apartamento de la planta, y llevad a nuestro chico de oro a la habitación. Vamos a pasárnoslo bien.
Me empujaron sin mucho cuidado, tampoco es que me esperara un gran trato, rumbo a la habitación. A Hannae la habían sacado fuera y esperaba que solo la dejaran esperando, que no hicieran nada. Aparte ese pensamiento de mi cabeza si no quería empezar a vomitar sin que T hubiera empezado a hablar. Además, si tenía que vomitar en algún momento, prefería hacerlo encima de él y estropear su perfecta camisa.
Entramos en la habitación y como había supuesto no estaba en muy buenas condiciones, el armario había sido reorganizado por decirlo de alguna manera. Todo estaba tirado en el fondo de este, y dado que acostumbraba a ponerme la ropa planchada puse mala cara ante tal desastre. Lo demás no parecía que estuviera muy mal, las sábanas habían sido arrancadas de la cama, pero eso no era un gran drama. No pude ver si todo lo del baño había sido estampado contra el suelo porque uno de los hombres, quien se había mantenido siempre detrás de T con su camisa impoluta y algo subida la manga por los hombros dejando a la vista el tatuaje de la banda.
Mientras seguía observando todo como un maniático de la organización, cuando me encontraba bien lo era, me sentaron de golpe en una silla que habían traído no sabía de donde. Me quise quejar por el golpe que había recibido mi culo, pero no creí que les fuera a importar, además quería mantener mi parte trasera alejada de cualquiera de ellos. Simple precaución.
T se sentó en otra silla delante de mí, mientras se subía las mangas de la camisa y se colocaba bien el chaleco del traje, ya que la americana ni se había preocupado de ponérsela. <<Querría evitar arrugarse o sudar demasiado.>>
Cerraron la puerta de la habitación y miré hacia abajo comenzando a rezar, o a inventarme, una plegaria que me salvara de mi muerte inminente. Morir en la habitación de un apartamento de un camello, con cuatro tíos que podían matarte sin despeinarse era una muerte algo cutre. Y yo si me moría no quería que fuera de una forma cutre, sería muy triste.
— Ya estamos solos, Asher. — mire hacia los guardaespaldas e hice un gesto de no entender, quizás eran imaginaciones mías y no eran reales, pero no quise corregirlo tan rápido. — Así que me vas a resolver alguna que otra duda. ¿En qué jodido momento te pareció buena idea quemarme la droga y encima quemar un puente con mi nombre?
— ¿Después de verte? — dude, no lo había pensado inmediatamente después de verlo, había sido algo improvisado, pero no creo que me creyera. Además sabía que quería algo de mí, no sabía el que, pero dudaba que me fuera a hacer algo grave antes de que yo hiciera lo que necesitaba. Así que, tocarle los cojones era una buena opción para ganar tiempo.
— No te rías de mí, si vas a hablar que sea para decir algo inteligente. — <<auch, justo en mi orgullo.>>
— No lo planee, solo quería desafiarte. No fue inteligente, pero aquí estamos.
— ¿No pensaste que habría consecuencias?
— Si, de hecho me sorprendió que no me pegaras un tiro al día siguiente.
— Me gustan las venganzas inesperadas.
— ¿Ah sí? — pregunté interesado, era curioso saber como le gustaba vengarse a un narco. Aunque no me parecía tan interesante que del que se fuera a vengar fuera de mí.
No pude terminar de procesar mis pensamientos cuando mi nariz empezó a sangrar a causa del puñetazo que me acababa de pegar T en la cara. <<Wow, todo gira a mi alrededor>>.
— Si, Asher. Sabes que siempre me has caído bien, eres un chico inteligente, algo impulsivo, pero inteligente. Además tienes las ideas claras, y como yo no estaba dentro de tus planes has estado haciendo todo de la mejor manera posible para escapar. Valoro muchas cosas de ti, pero que pagues tu impulsividad conmigo no es una de ellas. No me lo merezco. — subí una ceja sorprendido, porque justamente era la única persona que merecía que yo fuera impulsivo. — Ya sé que te he obligado a hacer muchas cosas y te he destruido muchos de tus sueños, ya me sé esa parte del relato. — dijo quitándole importancia a todo lo que nos había hecho. — Pero yo he cumplido mi parte, yo os he enseñado unas cuantas lecciones y he intentado ser lo más justo posible. Pero tú no me lo has estado poniendo fácil.
— ¿Qué se supone que nos has enseñado? ¿A drogarnos? A lo mejor he sido yo quien se ha perdido una parte del relato.
— Tú verás que has aprendido, yo hago las cosas, pero tú decides que lecciones sacas. Y lo de la droga, me sorprendisteis.
— ¿Te sorprendió que lo hiciéramos? Nos lo pusiste en bandeja, era lo que querías.
— Me sorprendió que tardarais tanto.
— Ah, eso. — podríamos no haberlo hecho, pero bueno.
— Por un momento dudé que alguna vez lo hicierais.
— Que yo cayera en la tentación era obvio, al menos era fácil que la probara. Lo complicado era con Hannae, pero ya vi que buscaste la forma de desestabilizarla. — comente con rencor mirándolo fijamente a los ojos. Lo de Yun había sido bajo incluso para él.
— Sabía que sabrías que yo estaba detrás de todo. — sonrió lleno de orgullo, quise quitarle esa sonrisa de la cara, pero era obvio que no podía.
— No fue muy difícil.
— Para ti. Pero que sepas que no fue muy fácil ni rápido conseguir que esa chica accediera, fue un hueso duro de roer. Se parecía a ti. — mentiría si dijera que no me dolió ese comentario, pero hice lo posible porque no se notara que me afectaba. Echaba de menos a Yun, quería haberla visto, pero aquí estábamos.
— Gracias.
— Bueno vamos a dejarnos de charlas y vamos a hablar de lo importante.
— Pensaba que eso era lo que querías.
— Yo quiero muchas cosas.
— ¿Dentro de las cosas que quieres estoy yo? Porque ciertamente, tu comportamiento conmigo, comparado con el que tienes con los demás, era algo obsesivo.
— Te tengo aprecio Asher, pero como he dicho nada más. No eres mi tipo.
— ¿Demasiado flaco? Verás, he estado comiendo bastante mal por tu culpa.
— Eres demasiado incontrolable Asher, y eso es lo que principalmente odio de ti. Pero si fueras sumiso creo que también lo odiaría.
— Interesante. Lo importante es que de todas formas me odias.
— Bueno, no estamos aquí para hablar de tus preferencias sexuales. — una pena, pero me alegraba que por una cosa o por la otra yo no entrará dentro de ellas. — Tengo un último encargo para ti.
— ¿Un último encargo para mí en solitario?
— El último encargo para ti y Hannae, si lo cumples, os dejaré marchar.
— No te creo. — no quise dejarlo continuar, de hecho lo corté, dado que no quería que me mintiera pensando que yo lo creía.
— Ya sabía yo que no iba a ser fácil. Mira, — saco mi pistola, bueno la que me había dado y yo había escondido. — esta pequeña te va a acompañar porque te vas a venir unos días con nosotros a vender y hacer alguna que otras cosas.
— No me voy a ir contigo a ningún lado.
— ¿Eso crees? — T se puso delante de mí, me cogió por la boca, y me coloco la pistola en el lado izquierdo de la cabeza. Mirándome desde arriba podía notar desde mi posición como se le hinchaba la vena del cuello. T se pensaba que me iba a dar miedo, pero lo que él no sabía era que desde que era niño yo había soñado demasiadas veces con este desenlace.
— Mátame ahora si quieres, pero sé que es lo que quieres. Fijo que como no me conocen, como no saben que trabajo para ti, me mandas a hacer el trabajo sucio. No voy a matar a nadie por ti. — sisee antes de que me soltara con fuerza y mi cabeza se fuera hacia la derecha y luego casi me cayera de la silla por el nuevo puñetazo que me acababa de dar T.
— No voy a matarte, y tú quizás no vayas a matar a nadie, pero vas a venir.
— ¿Si no voy a matar a nadie que quieres que haga?
— Vas a mover todo esto, y vas a conducir a uno de sus chicos a los nuestros, tú no lo matarás, pero ellos sí. — me enseñó una bolsa de viaje llena de mercancía, tragué con fuerza, eso no se iba a mover en un día. T pensaba tenerme más tiempo de lo que había llegado a pensar.
— No voy a llevar a nadie a la muerte.
— Ay Asher, deja tu moral de lado. Tu novia está ahí fuera con uno de mis hombres, estoy a una llamada de que te arrepientas.
— Deja a Hannae fuera de esto.
— Pues colabora. — asentí ignorando como me bajaba la sangre por el cuello. — Vas a venirte esta noche, estamos a domingo, el lunes estarás aquí.
— ¿Y qué va a ser de Hannae? ¿Cómo sabré que no la haréis nada?
— No lo sabrás. Es la forma que tengo para que hagas lo que quiero.
— ¿Sabes que si mato a alguien Hannae no me lo perdonaría?
— Pero si yo la mato tú no te lo perdonarías. — tenía razón. Me daba igual morir, pero no me perdonaría nunca que por mi culpa él matará a Hannae. Tragué con dificultad, quizás a partir de ahora no podía negarme a tanto si quería que Hannae siguiera a salvo.
[...]
No sabía cuánto tiempo llevaba dentro, sólo sabía que mi camiseta estaba llena de sangre, mi cara estaba algo hinchada y mi nariz rota. Ahora T me estaba desatando para que disparara a algo, con la excusa de que aunque no matara a nada debía saber defenderme. Aún no había aceptado, pero tampoco había dicho que no.
Él no dejaba de dar vueltas mientras me hacía preguntas y yo me dedicaba a decir que no quería ir con él, no quería dejar a Hannae sola, y todos los demás motivos por los no quería irme a trapichear con un narco. Pero quizás me había confiado demasiado pensando que Hannae no estaba dentro del trato.
—Mira Asher, estoy harto de jueguecitos. O aceptas el trato, que te favorece demasiado, o mato a tu novia en menos de cinco minutos. O quizás haga que seas tú quien la mate. ¿De acuerdo?
— Sí.
—¿Tan sencillo?
—Con Hannae no me la juego.
—Hubiera sido más rápido todo si hubieras dicho eso desde el principio.
Uno de los hombres de T me desato. Lo primero que hice fue quitarme algo de la sangre que aún no se había secado, limpiándola con la camiseta ante la desaprobatoria mirada de T. Me toque la nariz, aunque no me dolía tanto como al principio, al tocarla un escalofrío producido por el dolor me sacudió el cuerpo. Cerré los ojos, intentando ignorar tanto el dolor físico como mental, ya que mi cabeza estaba agotada de estar pendiente de cada detalle durante tanto tiempo, e intentando eliminar las lágrimas que había estado conteniendo, para que una vez abiertos los ojos consiguiera enfocar la vista.
Me cedió la pistola, era un peso muerto y el frío metal siempre me sorprendía. Debía disparar a la puerta del baño, trague con fuerza mientras escuchaba en segundo plano sus indicaciones. Esto era una locura.
Apunté, respirando con la mayor tranquilidad que conseguí, la cual no era mucha. Entrecerré un ojo buscando apuntar lo mejor posible, y la puerta del baño parecía un buen sitio para disparar. Puse el dedo en el gatillo y contuve la respiración durante unos segundos antes de dejar que la bala saliera del cargador directa a la puerta.
En cuanto aparte el dedo y el sonido fue mayor de lo esperado deje caer la pistola al suelo por culpa del retroceso y del miedo contenido.
—Muy bien Asher, — se alegró T mientras aplaudía. —me has sorprendido gratamente. Ahora te voy a decir lo que vas a hacer. Vas a cambiarte de ropa, te dejo aquí lo que debes ponerte. Te vas a quitar la sangre, porque la verdad es que te hace falta. Y una vez cambiado cogerás aquello que necesites de forma imprescindible, para luego salir y convencer a tu dulce novia de que se quede aquí. Si quieres que esté a salvo en tu ausencia debes hacer que se quede. ¿Entendido? — asentí y dejé que se fueran, dejándome solo por primera vez en horas.
Fui directo al baño, con la ropa en la mano, dispuesto a quitarme toda la sangre que adornaba mi cara. El baño estaba mejor de lo que había esperado, aunque había unas cuantas cosas tirada por el suelo no había casi nada roto. Aunque ahora contaba con nueva decoración cortesía de la casa, un agradable agujero de bala tanto en la puerta como en la pared.
Me miré en el espejo, tenía la cara hinchada, pero podría estar peor. Me iban a salir varios moratones en las mejillas, además de que tenía la nariz casi rota. Me alegro de que no estuviera rota del todo dado que yo tenía una nariz muy bonita y no quería que nadie me la estropeara.
Una vez sin rastros de sangre, me pasé la camiseta levis clásica por la cabeza. Tenía ya de por sí el pelo revuelto por lo que pasaba de peinarme. Luego me puse los vaqueros que me quedaban un poco anchos de caderas, aunque había comido más en los últimos días ya le había dicho a T que estaba bastante delgado. Me miré por última vez al espejo, antes de recoger las cosas, y decidí que sería buena idea ponerme luego para salir unas gafas de sol si no quería que la gente se me quedara mirando. No daba muy buena impresión tener la cara hecha una porquería, aunque al menos mis ojos seguían siendo de un azul precioso que resaltaba sin problema.
Salí y metí en una mochila algunas cosas, tampoco pretendía vestir muy bien. Además T era un obseso de la moda, entre otras cosas, así que si podía vestir mal para fastidiarle no tenía ningún problema.
Una vez todo listo abrí la puerta, dispuesto a interpretar el papel más difícil. Debía mentir al amor de mi vida, incluso aunque fuera por su seguridad no me parecía bien hacerlo.
[...]
Pov Hannae:
Me dejaron pasar de nuevo al apartamento después de pasar varias de las peores horas de mi vida, y como una de las primeras veces con T había vuelto a oír un disparo y mi corazón no había dejado de acelerarse desde ese momento.
Me quedé de pie, no quería sentarme, sabía que Asher estaba vivo, pero no sabía en qué condiciones estaba.
Cuando la puerta se abrió contuve la respiración hasta que lo vi. Tenía la cara hinchada y la nariz medio rota, pero podría ser peor. Iba con ropa que no era suya, nunca había visto a Asher con ropa de marca, parecía James Dean, con el pelo revuelto y la cara seria y algo perjudicada. Pero seguía estando guapo.
Me abalance sobre él, me sorprendió que no me lo impidieran por lo que aproveche. Asher no tardó en apretarme entre sus brazos, casi robándome la respiración. Antes de que yo pudiera moverme Asher estaba bajando la cabeza para besarme con lágrimas en los ojos. Quise preguntarle que había pasado, pero sus labios estaban siendo demasiado insistentes. No me resistí al beso, el cual me dio menos seguridad que otra cosa. Había algo que iba terriblemente mal, no se sentía como los demás. No transmitía ningún sentimiento que quisiera experimentar, en ese beso solo había dolor y añoranza. Y estaba harta de solo saber sentir eso.
Pero Asher se separó antes de que me diera cuenta, y me puso las manos en los hombros mirándome directamente a los ojos.
— Hannae, tengo que irme. Solo van a ser un par de días, tienes que quedarte aquí. Promételo. Este va a ser el último trabajo y podremos ser libres. Esto es solo un bache más, pero va a ser el último. —una de las cosas que siempre me había gustado de Asher, sobre todo al principio cuando yo era más tímida e insegura, es que era directo y no te engañaba. Pero cuando debía decir noticias como estas el hecho de que fuera tan directo hacía que el aire se te atascara en los pulmones y no fueras capaz de asumir aquello que te había dicho porque te había dejado en shock. Y una vez que salías del shock, que volvías a tu nueva realidad, todo era peor.
— Asher no lo hagas. — dije con nuevas lágrimas en los ojos, comenzando a llorar inmediatamente mientras en mi cabeza se repetía lo que había dicho.<<Nos van a separar.>>
— Tengo que hacerlo, no va a pasar nada malo. Vamos a conseguir el dinero y empezaremos una nueva vida.
—No hace falta, el dinero no es lo más importante. Nos las arreglaremos. Por favor, recuerda lo que le ha pasado a mi padre. Mi padre es la norma, y el de Yun es la excepción. Tú no vas a ser la excepción que confirma la regla.
— No va a pasarme nada, — me dio una sonrisa triste y yo aparté un momento la vista, girando mi cabeza hacia la izquierda, intentando llorar en silencio. No podía dejarme, quizás no volviera a verlo nunca. — Van a ser unos días, estaré aquí antes de que me eches de menos.— ni él mismo se lo creía, pero sabía que debía convencerme.
— No hagas nada de lo que te arrepientas, tienes que volver. No puedes dejarme. — me abracé a él, no podía perderlo. No a él. No cuando no me quedaba nada más que perder.
— Sabré cuidarme, te amo con toda mi alma, Hannae. — murmuró en mi oído. — No sé que pasará, espero que salga bien, pero si algo falla, si algo me ocurre, quiero que sepas que gracias por aparecer en mi vida. Gracias por devolverme la esperanza, por convencerme de que yo no estaba mal.
— Asher, por favor, no tienes por qué hacerlo. — me aferré a él como si mi vida se fuera en ello. No quise soltarle mientras mis lágrimas seguramente le estuvieran manchando la camiseta.
— Hannae, por favor no lo hagas más difícil. No tengo elección. — T tosió falsamente para qué nos separaramos. Pero aunque el abrazo se rompió, sin saber si lo había aprovechado lo suficiente, cogí a Asher de la cara para despedirme de él. Por si acaso... no lo volvía a ver. Si por mi fuera me hubiera quedado durante horas admirando cada parte de él, antes de decirle adiós, pero yo no tenía ninguna clase de elección. Sólo debía aceptar que quizás después de que saliera por esa puerta nunca volvería a verlo, o que nunca volvería a ser lo mismo.
— Asher, te amo y te amaré hasta que deje de existir. Eres lo mejor que le ha pasado a mi vida, sin ti yo no hubiera logrado sobrevivir allí. Solo te pido que nunca olvides todo lo que hemos vivido juntos, pase lo que pase no me olvides. Por favor. — susurré sin fuerzas para seguir, viéndolo borroso por culpa de la creciente cantidad de lágrimas que salían por mis ojos. No quería que mi última imagen de Asher estuviera emborronada por las lágrimas, pero tampoco podía dejar de llorar. — *Watashi wa anata o koi ni ochitta, sin ni siquiera querer hacerlo y sin proponérmelo, pero no pude evitarlo. Gracias, por no dejar que mi timidez impidiera que nos conociéramos. Gracias por cada momento a tu lado, por hacerme sentir que mi corazón había encontrado a su igual.
— Gracias por no apartarme de ti. Gracias por enseñarme lo que era el amor.— lo miré intentando que todo lo que era incapaz de decir mis ojos se lo comunicaran, ignore las lágrimas y lo bese, por última vez, antes de que alguien por detrás me cogiera y me separara de él.
— ¡No! ¡Suéltame, por favor! Asher. — grité pataleando a la vez que uno de los guardias me apretaba el estómago de tal forma que acabé sin aire como para seguir gritando, mientras sentía como mi corazón se rompía en mil pedazos viendo como se lo llevaban. Asher intentó alcanzarme, intentó zafarse de los agarres que le impedían moverse, pero le fue imposible. Al final, de forma inesperada y por primera vez, se nos había hecho imposible seguir juntos.
Este podría ser nuestro final y yo no podía impedir que se lo llevaran de mi lado, Asher salió por la puerta y un grito de dolor salió de mí sin que pudiera controlarlo. Algo se había roto, o quizás se había muerto, y yo no sería capaz de recuperarlo.
El hombre me soltó en el suelo y se fue, cerrando la puerta con un portazo.
De rodillas, apretandome la tripa por el dolor del agarrón, llore y grite de dolor esperando a comenzar a hiperventilar mientras todo lo que habíamos creado, nuestro mundo, se me caía encima.
Me gustaría decir que lloré hasta quedarme dormida, durante interminables horas en las que por lo único que me movía era para vomitar lo poco que había ingerido en las últimas horas. Me gustaría decir eso, pero estuve dos días sin dormir y sin comer casi, por momentos sentí que yo tampoco estaba viva, porque al fin y al cabo había altas posibilidades de que el amor de mi vida no lo estuviera
Lo dejé con la promesa de que llegaría sano y salvo, pero algo dentro de mí no podía evitar pensar que acababa de enviarlo a la muerte.
Aunque quizás a mí también me habían enviado a buscarla, esperándola en un apartamento que me vería llorar durante horas sin descanso esperando a que mi corazón no pudiera más con el dolor y dejara de latir.
*Me enamoré de ti.
***
Lo que lloré yo escribiendo este capítulo antes de ponerme a ver a España jugar no es normal, que dolor, que cosas tan bonitas se dice, que injusta es su vidaaaaa.
Nos vemos en el próximo capítulo, os quiere y os pide perdón Oldspirit9.
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