Capítulo 24.
Empty Wallets.- 5sos.
Pov Asher:
Aunque era verano, y julio estaba llegando a su fin dejando, el frío de las noches de junio en un principio había quedado atrás, pero hoy había momentos en los que el aire venía más fuerte y mi cuerpo entero temblaba por los escalofríos.
Quería pensar que era por el frío de la noche y no porque la droga que aún residía en mi organismo estaba haciendo de las suyas.
Había pasado aproximadamente una semana y media desde que Hannae y yo nos drogamos juntos por primera vez, y aunque no estuviera orgulloso de ello lo habíamos vuelto a hacer unas cuantas veces, y ahora era una de ellas.
La semana pasada nos la habíamos pasado de fiesta en fiesta, continuando vendiendo, para que cuando llegáramos a casa fuéramos nosotros los que probáramos nuestra propia mercancía, para asegurarnos de que el cliente estaba tomando algo de buena calidad. Aunque por dentro le fuera a joder, nos fuera a joder, de la misma forma.
En un primer momento, cuando solo vendía, confiaba en que la droga no era tan cara para todo lo que ofrecía, pero cuando debías de pagar en menos de dos semanas más de dos pastillas comenzaba a dudar de si el precio no era algo desorbitado. Porque aunque no te creaba una adicción la droga en sí por sus componentes, te la creaba la sensación que vivías, haciendo que necesitarás cada vez más.
Pero aún no era momento de preocuparnos del dinero, seguíamos teniendo para vivir, seguíamos teniendo algo para ahorrarlo y huir en algún momento. Si es que conseguíamos hacerlo. Si acaso lo que me preocupaba de la droga eran las pequeñas discusiones que habíamos tenido Hannae y yo bajo los efectos de esta, habían sido tonterías, pero no me gustaba discutir con ella aunque no fuera consciente de que lo estaba haciendo hasta tiempo después.
El dinero y la droga no me preocupaban, y algo estaba definitivamente mal conmigo por no preocuparme por dos cosas tan importantes, pero lo que verdaderamente me preocupaba era T. Ese cabrón había estado jugando con nosotros desde el primer momento, cosa que no había dudado, pero ahora estaba seguro de que sus apariciones, su trato de favor, que nos explicara tantas cosas sobre la droga, que quisiera que nos protegieramos... no era otra cosa que querer que viéramos que la droga no era algo de lo que preocuparnos, por lo que él nos la había puesto en la mano en el momento justo. Cuando no teníamos más fuerzas de seguir, cuando nos acababa de dar dinero por primera vez, cuando nos había dado esperanzas. Las cuales se fueron al segundo que ambos nos dimos cuenta de todo lo que habíamos perdido después de lo de Yun, no quería pensar en ello demasiado, pero quizás los hombres de T la hubiera hecho estar allí.Por eso quería irse, para no hacernos más daño, porque estaba ahí para desestabilizarnos. Lo único que esperaba era que se hubiera negado y hubiera ido obligada, ni Hannae ni yo podríamos soportar que hubiera sido consciente de todo y sin oponer resistencia. Eso nos destrozaría a ambos.
Y aún así ambos, después de todas las posibilidades que había con T habíamos elegido la droga, cansados ya de jugar a un juego donde no íbamos a ganar. Porque a veces no había más opciones, ya que la muerte estaba implícita en ambas. Solo te quedaba decidir si querías que tu final fuera la bala de una pistola, disparada sin ninguna muestra de compasión, o matarte tú poco a poco con el arma, aún más cruel, que ellos depositaban en tus manos.
Ahora estábamos en la azotea del edificio, no sabía que teníamos ambos con las azoteas, pero era un extraño amor por ellas. Hannae estaba dando vueltas bailando con los ojos cerrados y los pies en punta con una posición de bailarina de ballet, aunque fuera una bailarina de ballet algo drogada estaba preciosa y podría tirarme horas viéndola bailar así, tranquila y libre.
Yo por mi parte estaba fumándome un cigarro de manera lenta, intentando aprovecharlo al máximo <<yo, que era muy sano, fitness and healthy>>mientras tenía el pelo hecho un maldito desastre y me perdía entre las luces de la ciudad y Hannae.
— Hannae, ¿ahora eres bailarina de ballet? — pregunté para burlarme, echaba de menos poder meterme con ella y conmigo mismo, poder ser un dramático que la sacaba sonrisas y la hacía reír. Pero hacía tiempo que ambos habíamos dejado de reír.
— Oye que yo de pequeña fui a ballet. — dijo dejando de bailar un segundo para abrir los ojos y contestarme mientras me miraba antes de volver a girar.
— Hannae un año, no cuenta. — contesté antes de darle una última calada, o penúltima si tenía suerte, al cigarro.
— Pero fui.
— Y has terminado siendo skater. — y camello, quise decir, pero no quería volver más deprimente el asunto.
— Bueno todos nos desviamos del camino. — lo hizo ella, asentí consciente del peso de sus palabras y tragué fuerte antes de dejar caer la que hubiera sido la última calada de mi cigarro, pero quise ser considerado con mis pulmones y no joderlos aún más, antes de dejarlo caer al suelo.
— Somos mejor que esto, o lo éramos.
— Pero no nos queda más opción que aceptar que siempre estuvimos destinados a acabar así. — después de que lo dijera la observe bailar, solo la mire a ella, y quise abrazarla y protegerla de todo esto, encerrarla en una cúpula de cristal y que nada pudiera dañarla, pero no podía hacerlo, y algo dentro de mí nunca me lo permitiría. No podía encerrarla, no la protegería, solo le impediría vivir su propia vida por mi comodidad, mientras que ella sí que vería como yo lo arriesgaba todo y me echaba a perder.
Porque yo siempre la había cuidado como si se fuera a romper, cuando en verdad era más fuerte de lo que cualquiera pudiera imaginar. Pero no quería volver a verla rota, lo había hecho años atrás y sabía lo que dolía.
Y ella siempre me había cuidado como si no quedara ya rastro de maldad en mí, cuando lo cierto era que quizás la maldad que quedaba en mi era lo que nos había salvado de un destino peor, quizás mi pensamiento frío y egoísta que me hacía ser pragmático era lo que nos mantenía vivos. Pero no lo sabía, solo era una posibilidad.
Pero, desgraciadamente, Hannae se había rendido, y yo no había hecho nada por impedirlo, me había dejado llevar porque no era capaz de seguir luchando o de pensar con claridad. Y no sabía en qué lugar me dejaba eso. Si como un perdedor, por no haber logrado seguir adelante después de todo lo luchado, o como un hipócrita, por haber acabado siendo lo que jure destruir.
Mi padre había sido un alcohólico, o lo seguía siendo porque desconocía si seguía vivo, y él de Hannae también lo había sido además de estar metido en drogas. Y Hannae y yo habíamos acabado de camellos y ahora mismo aún seguíamos algo colocados.
Me reí, siempre habíamos dicho que éramos mejores que ellos, pero ahora estábamos en una situación peor, éramos patéticos cuando siempre nos habíamos creído superiores, los reyes del juego, pero ignorábamos que en muchos juegos, sobre todo en el juego de la vida con amor no se podía ganar. Solo se podía perder. Y bueno, eso era lo que habíamos hecho nosotros.
— Asher, deja de torturarte. — dijo Hannae, sabía que lo había visto en mi cara, ella siempre había sido la única, aún teniendo dificultades, que me había leído como si fuera un libro abierto.
— No solo me torturo. — ironice, con una sonrisa de gilipollas, que incluso yo me habría querido borrar de la cara.
— ¿Qué más haces?
— Me cago en todo el mundo, y me enamoró aún más de ti viéndote bailar. — idiota <<idiota pesimista o depresivo, según lo veas>> y romántico, mi estilo.
— Ven a bailar conmigo.
— Me voy a caer, ¿no ves que estoy apoyado aquí desde hace demasiado tiempo?
— Si nos caemos, nos caemos los dos.
— Esto no es la vida, nos podemos hacer daño de verdad.
— ¿No nos hacemos daño de verdad en la vida? — bueno tenía razón, pero ahora podría caerme y abrirme la cabeza, aunque bueno... quizás no fuera tan malo que eso pasara, se acabaría todo.
— Iré a bailar contigo. — ella sonrió complacida y yo me quité la chaqueta, ya que el hecho de incorporarme ya había supuesto un poco de esfuerzo físico. Le di un trago a la botella que tenía en el suelo para ver con claridad, o eso pretendía hacerme creer mi cabeza.
— ¿Toda la noche?
— Toda la vida si hace falta. — conteste cogiéndole la mano, mientras la música que antes era inexistente ahora comenzaba a sonar. << Es la droga>> pensé con seguridad, esperaba que la canción fuera real porque era un temazo, pero quizás era demasiado realista y perfecta para nosotros como para que existiera.
Hoy Hannae tenía los ojos más verdes que marrones, eran preciosos al igual que ella. Me daba igual todo, solo quería estar con ella, y así comenzamos a bailar por la azotea.
¿O bailábamos encima de nuestros sueños rotos, el dinero perdido, y las ganas de suplir la culpa por algo que nos diera placer?
No lo sabía, tampoco quería hacerlo, solo quería bailar con ella por el resto de la eternidad mientras esperábamos por una última oportunidad. Porque aún pasando por todo lo que habíamos pasado seguía creyendo en ella, en nosotros.
[...]
Counting stars- One republic.
Había ido a recoger el nuevo encargo de T y por suerte Hannae se había quedado en casa durmiendo, la había dejado una nota y esperaba que al despertarse no se preocupara ni se asustara.
El encuentro de T había sido igual que siempre, aunque algo más tenso por mi parte por la situación, además él había aprovechado para hacer algún que otro comentario sobre como Hannae y yo habíamos caído en su trampa. Pero eso había sido un desliz, no pensaba repetirlo.
Había tenido mis dudas estas semanas, pero ya no más, no después de haber visto a un chico no mucho más mayor que yo en un estado horrible con T, al principio pensé que estaría así por un ajuste de cuentas con él, pero desgraciadamente iba más allá. Ese chico no era otra cosa más que una de las pobres almas descarriadas que T había conseguido para que probaran sus drogas. Yo no pensaba terminar así por algo que no nos ayudaba, nos hacía vivir fuera de nuestra realidad y eso no era lo que necesitábamos, necesitábamos no olvidar lo que estábamos haciendo. No teníamos que blanquearlo o romantizarlo, teníamos que ser consciente del mal que estábamos haciendo, aunque no lo hubiéramos hecho por decisión propia. Pero en vez de luchar contra ello habíamos decidido participar y drogarnos, pero me negaba a continuar. Había tomado una decisión, y tendría que comunicársela a Hannae, solo esperaba que ella no se hubiera hecho adicta y se negara a dejarlo, haciéndome flaquear en mi decisión.
Porque yo sabía que adicto no era, si no hubiera sido por la decisión de Hannae no hubiera vuelto a consumir, sobre todo por el miedo a otro "episodio", pero no había sabido decirla que no y posiblemente ese fuera un problema. Pero el punto era de que podía dejarlo, aunque pasara alguna semana mal y quisiera volver sabía que era capaz de dejarlo.
Además era posible que hubiera medio amenazado a T con dejarlo todo y mandarlo a la mierda, por lo que si queríamos huir de una sola pieza debíamos guardar todo lo que tuviéramos y recuperarnos, y no andar gastando en drogas.
Pero ahora estaba solo y Hannae estaba "segura" en casa, y quizás estuviera un poco cabreado por todo lo de T y por lo que nos estaba haciendo pasar, y quizás también, mientras paseaba con una bolsa llena de droga, con algunos billetes por la cazadora y una pistola en mi espalda; me hubiera comprado una botella de alcohol que podría terminar con facilidad.
Estaba tan enfadado con él que sabía que iba a hacer una locura, pero no me importaba, lo había amenazado, no había nada peor que eso.
Pensaba salir de esto, luchar por lo que quería, pero podía hacerle algo complicaba la vida a T. Darle mi toque personal, incluso aunque pudiera tomar represalias no quería echarme para atrás. Él nos había quitado mucho, solo quería darle un poco por culo.
Caminé con la capucha subida por las calles de la ciudad de forma tranquila, recibía algunas miradas de la gente por mis pintas con la botella en la mano y una bolsa llena de pastillas en otra. Era sospechoso, pero nadie decía nada, ni se alteraban. Aproveché que la gente iba a su rollo para ir hacía un puente de la ciudad donde no me molestaran, pero que a la vez tampoco pasará completamente desapercibido. No quería que me vieran, pero tampoco quería esconderme. Era algo raro.
Solo rezaba, aunque no supiera, porque no saliera muy mal.
Llegué al lugar, estaba vacío y el único ruido era proveniente del río que pasaba por abajo, dejé la bolsa en el suelo y esparcí todos los botes por este.
Podría quemar el dinero, pero el dinero era el que yo me había ganado. Era dinero "sucio" pero era con el que esperaba comprar una vida mejor, aunque hubiera sido a costa de seguir órdenes. Por lo que decidí quemar la droga. Que al fin y al cabo era lo que lo jodía todo.
Aunque, irónicamente, aunque quemara la droga también quemaba el dinero que pudiera ganar con esta, pero prefería no ayudar a que más personas de mi edad se jodieran la vida. Nadie se lo merecía, ningún billete tenía tanto valor.
Coloque cada botecito en uno de los espacios de las verjas del puente, para luego tirarlos al río y no provocar un incendio, no era un pirómano ni un delincuente a esos niveles.
Una vez colocadas los botes fui rociando a cada uno con un poco de alcohol, así se quemarían a mayor velocidad.
Había una especie de euforia dentro de mí que no quise controlar, quería disfrutar de esto. De mi pequeño momento anárquico.
Una vez que todo estuvo listo fui quemando cada uno, esperando el tiempo suficiente para poder verlo arder y luego tirarlo al río, mientras veía como se apagaba el fuego y las pastillas perdían cualquier valor que pudieran tener.
Me estaba sintiendo vivo, podría lanzarme por el puente para ver cómo se sentía la caída, pero eso me quitaría la euforia.
Quise recordar este momento por siempre, di saltos de emoción antes de quemar el último bote. No sabía que consecuencias traería, pero quizás esto valiera más la pena. Estaba mal, y era una locura, pero no negaría que me estaba dando la adrenalina que necesitaba.
Una idea se me pasó por la cabeza.
No debería hacerlo, ¿pero por qué no?
Con el alcohol que me sobraba rocíe el suelo del puente hasta formar una T, y al lado una A, para que al final hubiera un 9 en honor al número de la mala suerte, que sonaba como sufrimiento, y que era el número de nuestro apartamento.
Le devolvía la broma, simplemente eso.
Encendí el mechero y dejé que ardiera, sintiéndome orgulloso de mi trabajo.
***
La que has liado Asher, yo te quiero, pero la madre que te trajo.
Nos vemos en el próximo capítulo, os quiere oldspirit9.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro