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Capítulo 2.

KOI NO YOKAN: (del japonés), sentimiento que tienes cuando conoces a alguien y sabes que te vas a enamorar perdida e irremediablemente de esa persona.
Better days- one Republic.
Pov Asher:

Me pasé la mano por los ojos intentando de alguna forma despertarme, aunque llevaba ya un rato trabajando eso no significaba que hubiera dejado de tener sueño, de una forma que no fuera limpiando. Porque como me vieran bostezando no creo que fuera muy bueno para mí.

Y las cosas no estaban como para que las pagaran conmigo.

Hace dos días, según me acabe enterando por Kane, mi único amigo y compañero de piso, ya que Hannae no me había querido contar nada, los problemas habían empezado mucho más rápido, y de una manera que no les dejaba margen de error, de lo que habíamos esperado.

El grupo que había venido no quería empezar unas posibles negociaciones si no que ya estaban acabandolas y mis jefes en vez querer calmar las aguas solo querían hacerse con el control.

En el restaurante nos habíamos enterado de algún que otro detalle, posiblemente revelador, pero nos faltaba información, a causa de los continuos cuchicheos procedentes de los demás empleados y miembros del "grupo". O por el contrario por las subidas de voz que se daban por las incesantes entradas y salidas de hombres serios y enfadados que venían, porque ahora este era el restaurante donde se celebraban las reuniones, a decidir cuál sería el siguiente paso o el próximo cadáver que dejarían en una bolsa de basura.

Pero aunque pretendieran fingir que lo sabían ahora no tenían claro si el siguiente lo dejarían ellos o se lo dejarían, porque esta vez no tenían la sartén por el mango, aunque quisieran creerlo.

Llevaba años trabajando aquí, en uno de los restaurantes que más que un sitio de comida tradicional era un centro de operaciones, o de distribución en este caso en concreto. En los tres que había se llevaban a cabo gran parte de los negocios, en uno las reuniones, en el nuestro las entregas, y en el último se almacenaba todo mientras intentaban que no llamara la atención.

Obviamente, les hacía ricos, pero que por otro lado destrozaban el pueblo.

<< No había doble moral, nunca les había importado destruir todo lo que estaba a su alrededor.>>

Pero como estaba claro una cosa es que a ellos no les importara joder la vida de cientos de familias, pero eso no iba ligado con que no les importara que les jodieran a ellos, y eso es lo que estaban a punto de conseguir. Porque a todo el mundo le gusta joder pero a nadie le gusta que lo jodan.

Hace días habían aparecido varios cuerpos, y por lo que parecía esto solo era el principio, y no quería verme implicado porque yo no tenía nada que ver con ello, o por lo menos pensaba que no mucho.

Hacia dos días habían aparecido esos cuerpos que estaban revolucionando todo, y por mucho que tuvieran comprada a la policía de la zona otras unidades no tardarían en llegar.

Me corrijo, no habían aparecido, les habían sacado del restaurante a posta, a plena luz del día, para que todos fuéramos conscientes de que si ellos caían las cosas podían cambiar, y no creía que fueran para bien.

Porque así era como funcionaban las cosas aquí, ellos tenían el poder, el cual a nosotros no nos beneficiaba en nada, pero si ellos lo perdían nosotros perderíamos el poco dinero que entraba en este lugar de mala muerte.

Porque aunque ese dinero viniera de adicciones, engaños y tejemanejes era el único que daba de comer a muchas familias.

Y yo pertenecía a una de ellas, bueno no a una familia en sí, pero sí que me daba de comer. Por eso mismo me asustaba verme metido en medio por trabajar con ellos, aunque no tuviera mucho que ver lo que hacía con los problemas que había.

<< Bueno a lo mejor tenía que ver un poco, pero se suponía que yo no debía ser consciente de ello.>>

Yo no era un santo, no pretendía serlo ni fingirlo, nadie aquí lo era. Mi único problema era intentar buscarme un futuro y conseguir dinero para mí y para Hannae sin que ella tuviera que hacer nada que pudiera ponerla en peligro, ya que era lo único que me importaba, y los únicos que me podían ayudar eran ellos. Si trabajara en otro lugar no tendría ni la mitad de lo que había podido conseguir aquí.

Si hubiera trabajado en otro lugar tendría menos dinero porque de primeras no habría aceptado, o ignorado, el otro tipo de trabajos que venían con este.

— Venga Asher no te quedes empanado, a no ser que quieras ser el primero que saquen de este restaurante por la puerta de atrás. Para inaugurar la temporada. Que no estamos ahora para tonterías. — bromeó Kane apareciendo quitándose el gorro de cocina, ya que Kane trabajaba como cocinero por lo que ganaba de por sí más que yo, hizo un pequeño intento de sonrisa y de parecer gracioso, pero ambos sabíamos que no era una broma. Ya que cualquiera que pasara los límites en estos momentos podría ser el nuevo cadáver que encontraran, o a quien le cargarían parte del muerto.

Kane se puso enfrente de mí y le pasé un trapo para que me ayudara, lo cogió al vuelo antes de mirar a los lados. Mientras él estaba girado me fije nariz algo chata y en su mueca divertida. Eso hizo que levantara mi vista hasta su pelo negro azabache mucho más en punta de lo normal, se habría acordado de una vez por todas de comprar la gomina. Si de por sí tenía un tono de piel más oscuro, por así decirlo, que yo, ahora que llegaba el verano se notaba más la diferencia entre nuestros tonos de piel. Ya que mientras yo era extremadamente blanco y lo único que conseguía con el sol era quemarme Kane tenía más color, que con el sol de verano conseguía que se viera más bonito. Cuando termino de mirar y de limpiar su parte se giró y me sonrió, dejando ver aún menos sus ojos de por sí achinados y oscuros, pero por el contrario al sonreír permitía que se viera más su dulce y gran sonrisa.

Porque eso es lo que era Kane, alguien dulce y bueno, que desde que lo conocí en este condenado restaurante solo me había ayudado y querido.

Y era así de literal, él fue el encargado de enseñarme más o menos como funcionaban las cosas en la cocina y de lo que me encargaría de hacer. Yo estaba cagado, no es que la gente hablara muy bien de este sitio y todos sabían exactamente, menos yo, dónde me metía, pero Kane fue cálido y amable desde un primer momento, haciéndome reír, quitándome algo de nervios mientras me decía cómo tenía que hacer las cosas. No tardó mucho en preguntarme que era de mí, lo cual era comprensible, ya que un chico de 17 años, recién cumplidos. Tan diferente a los que estaban a su alrededor era algo que resaltaba y llamaba la atención. Cuando le dije que estaba buscando donde vivir, ya que no tenía dinero para pagar el alquiler de la casa en la que me había criado con mis padres, pareció que se le iluminaba la mirada y a la vez le quitaba un peso de encima. En ese mismo momento me ofreció vivir con él sin casi conocerme, y yo no pude negarme, y desde ahí ya habían pasado cuatro años.

— ¿En qué piensas enano? Que no te pagan por pensar, para eso vete al instituto. — me preguntó para fastidiarme Kane tirándome el trapo a la cara, << muy delicado por su parte.>>

— En cómo nos conocimos, y la próxima vez que me llames enano o me tires la bayeta te enteras.

— Eran buenos tiempos. Todavía era un adolescente joven e idealista. — se puso serio y pensativo, como si tuviera cuarenta años cuando en verdad solo me sacaba tres, lo que hizo que no pudiera contener una pequeña risa.

— No seas exagerado, ¿no tendrías que estar cocinando los pedidos? — le pregunté mientras me alejaba de la encimera e iba a dejar el delantal en el perchero.

— Ya están todos listos. — dijo tranquilo, apoyándose contra la nevera.

— ¿Qué?

— Que ya están todos listos.

— Te he oído perfectamente.

— ¿Entonces por qué preguntas?

— Si no me interrumpes a lo mejor te lo puedo decir. A ver vuelvo a intentarlo querido Kane, si has terminado los pedidos, ¿no crees que deberías decírmelo para que vaya a entregarlos? Creo que no te costará encontrar la respuesta a una pregunta tan obvia, confió en ti — le dije irónicamente con una sonrisa tensa que decía << no te mato porque vivo contigo y sin ti no pagó el alquiler.>>

—Estaba esperando a que terminaras de limpiar, pero es que te quedas empanado. Y no te preocupes, no hay nada caliente. Deja que te acompañe y te ayude. — lo mire mal, puesto que me había pegado un susto de una posible bronca, pero deje que se quitara el gorro y me siguiera hacia el coche para entregar los primeros pedidos.

Salimos del restaurante saludando con la cabeza a uno de los jefes de todo esto, inconscientemente al verlo Kane y yo nos habíamos callado además de ponernos rectos. Detrás de él aparecieron un par de hombres que no había visto nunca, pero que me impusieron respeto desde un primer momento, trajeados y con gesto serio aunque al pasar por nuestro lado pusieran una mueca de superioridad. El último de los dos me observó detenidamente, mientras yo sentía que me veía hasta el alma, antes de sonreír e intentar buscar que nuestros ojos se miraran un momento durante los escasos segundos en los que nos habíamos cruzado mientras andábamos, pero que se habían sentido como una eternidad para mí.

Cuando se perdió en el pasillo fuimos directos a meter las cosas en el coche para así poder subirnos a él, yo por mi parte con una necesidad casi imperiosa de dejarlo atrás. Ese hombre en su esencia no prometía nada bueno, producía miedo e inseguridad sin proponérselo y una sonrisa suya en vez de calentarte el alma te la congelaba.

Al abrir la puerta de la zona de atrás Kane y yo nos miramos, sin necesidad de decir algo que ya ambos sabíamos, después de ver que había ya algo que entregar y era más cantidad de lo normal, y claramente no era comida.

Si alguien nos hubiera visto desde fuera parecería que no le hubiéramos dado importancia, pero eso estaba muy alejado de la realidad, puesto que a ninguno nos gustaba vernos envueltos en este tipo de cosas, pero necesitábamos el dinero.

Porque aunque la gente dijera que el dinero no era lo más importante al final todo giraba alrededor de él.

No dijimos nada y nos metimos dentro, me abroche el cinturón y cuando Kane hizo lo mismo arranque el coche. Mientras conducía y Kane apuntaba o hablaba con alguien por mensajes no pude evitar perderme en la canción que estaba sonando y en las miles de pequeñas luces que conformaban los carteles neón que iluminaban todo a su alrededor. Era el encanto de este lugar como diría Hannae.

<< Por muchas luces que haya estas no iluminaran la oscuridad que hay aquí.>>

Pasamos con el camión por las estrechas calles de la parte de atrás de ciertos negocios, que estaban mucho más lúgubres y distantes al mundo real de lo normal, fijándome en los letreros y letras pintadas en la carretera con la característica estética de aquel abecedario que tanto me había costado aprender.

Los almendros ya llevaban meses en flor y la leve brisa que producía el camión al pasar provocaba que tanto sus flores como los farolillos rojos colgados de algunas fachadas se movieran ligeramente al pasar.

Al aparcar lo más apartado que pudimos, conseguimos dejar las cosas sin problema, solo nos quedaba ir y dar lo más importante sin que nadie lo notara y habríamos terminado.

— ¿Sabes algo de tus padres? — me preguntó Kane de repente al sacar la entrega mientras yo llamaba a la puerta mirando a los lados.

— No, ya sabes que no hablo con ellos. — alguien gritó que lo dejáramos en la puerta, << cuánta precaución.>>

— Más bien no te hablan, lo siento tío, pero es como si desde que se marcharon hubieras dejado de ser su hijo.

— No me importa. — dije sin querer sonar tan serio como creía haberlo hecho.

— Ya. — Kane me miró, intentando que yo lo contradijera, pero pase de hablar y lo dejé continuar. — Ya sé que siempre dices eso, pero si quieres quejarte y despotricar de ellos puedes hacerlo. Estás en tu derecho, y no creas que yo no te acompañaré en hacerlo.

— En serio Kane, estoy bien así, no me importa, hace mucho que ni siquiera les echo de menos. Estoy mejor así, además hace mucho tiempo de eso, no es una época que quiera repetir. Estoy bien ahora, y solo quiero mirar al futuro, el pasado ya hace mucho que me dejo de importar.

***

Hace 5 años.

— No te das cuenta de nada. — gritó mi madre haciendo que me sobresaltara. — No tenemos dinero y a ti no te importa. A ti no te importa nada.

— Estás histérica, no voy a hablar contigo.

— Nos van a desahuciar y tú estás ahí, tirado, sin buscar trabajo y viendo como poco a poco todo se acaba. No podemos seguir así.

— ¿Y qué propones? — ahora es mi padre quien eleva la voz.

— Que nos vayamos, te lo he dicho miles de veces.

— ¿A dónde? ¿Dónde cojones quieres que nos vayamos?

— A mí no me hables de esa forma. — le recrimino mi madre, mientras que yo me levantaba de mi escritorio, ya que desde mi habitación los gritos se oían a la perfección, y empezaba a bajar despacio las escaleras intentando que no me escucharan, ni me vieran ya que no estaba seguro de si habían dejado la puerta corredera abierta o cerrada. Daba igual como estuvieran porque los gritos siempre se filtraban por ella. — Tenemos un hijo, al que nos guste o no tenemos que criar y con el dinero que nos queda como mucho le damos de comer unos meses más y olvídate de comprarle ropa.

— Es tu hijo, ya sabrás que haces.- contestó mi padre, desentendiendose, y no podía negar que no me dolía escucharle hablar de esa forma de mí.

— ¡También es tu hijo! ¡No es mi culpa que fueras un inútil y me quedara embarazada! Como no es mi culpa te jodes y buscas una solución a esto. Es nuestro problema, no solo el mío. — <<Hola soy Asher, y más que una persona soy un problema, o por lo menos eso es lo que me han dicho mis padres toda la vida, encantado.>>

— Pues nos vamos, suena muy fácil y bonito, ¿pero a dónde narices nos vamos a ir?

— Piensa un poco, demuestra que sirves para algo. — baje hasta poder verles desde el final de la escalera.

— Te lo advierto, como me vuelvas a hablar así las cosas no van a acabar bien para ti.

— Y que me importa ya, me lo quitaste todo, no me queda nada. Nos metiste en este sitio de mala muerte, me dejaste aislada y sin dinero. No me maltratas físicamente pero me mantienes aislada del mundo, no puedes robarme nada más así que más te vale que nos saques o acabaremos muriendo de hambre.

— Siempre hay otras formas, pero tú no quieres aceptarlas. — mi padre ignoró las quejas de mi madre, que estaba llorando. Lo sentí por ella, siempre había sufrido por ella, porque no era mala si no que la vida y mi padre la habían convertido en lo que ahora era. A lo mejor en otro momento, en otro lugar y con otra historia hubiera sido una buen padre, no podía odiarla. Tampoco quería hacerlo, no se sentiría ni justo ni correcto.

— ¡No quiero que te vayas a vender drogas por ahí y un día no vuelvas!

— ¿No se supone que me desprecias? Si me pasara algo deberías alegrarte.

— Si te pasa algo me da igual, solo quiero que no me vea yo afectada.Si te pasara algo y yo tuviera la capacidad de ser libre sería la persona más feliz del mundo.- de repente oí como un jarrón o algo similar se rompía haciendo que me sobresaltara.

— ¡Eres una egoísta! ¡Una desagradecida! Te lo he dado todo y así me lo pagas.

— ¿Qué me has dado tú? No tengo nada que agradecerte, no tengo nada.Solo me has quitado cosas.- mi madre ahogó un grito comenzando a llorar.

Salí corriendo, << no soporto sentirme tan sumamente querido.>> sin ni siquiera fijarme en sus reacciones, escuchando de fondo a mi madre quejarse de que todo sería distinto si no hubiera conocido a mi padre y si este no la hubiera dejado embarazada tan joven y sin estudios ni trabajo, mientras mi padre despotricaba de todos y rompía las pocas cosas que encontraba a su paso. Violencia como respuesta a la verdad.

No pude evitar no llorar de rabia, aunque no me gustaba hacerlo no tenía ningún problema con ello.

Llorar por la calle no me hacía menos hombres, aunque las miradas que me juzgaban quisieran decirme eso. De hecho me hacían más hombre, porque no tenía porqué esconder mis sentimientos si no que los aceptaba y por tanto estaba más cerca de sanar de lo que lo estarían ellos nunca.

Yo no había sido el que había decidido que era una buena idea venir a vivir a este sitio de mala muerte, era obvio que aquí las cosas no iban a salir bien, y tampoco había decidido nacer, pero eso a ellos nunca les importo para quererme mínimamente de alguna forma. Bueno mi madre lo hacía a su manera, pero en parte yo representaba su condena.

Me metí las manos en los bolsillos y me perdí entre la gente, que me daba al pasar como si yo hubiera dejado de existir. Como si fuera un fantasma.

Después de un buen rato caminando y disfrutando de la aparente tranquilidad que había esa tarde, en contraste con el alboroto que sufría en mi cabeza repitiendo los gritos en bucle con el sonido de las cosas rompiéndose como melodía de fondo. Al final termine por llegar a un parque donde había bastantes niños jugando y otros tanto al final con skates y patines.

Me alejé de la zona de los pequeños, en la que estaban jugando al fútbol, y me fui a sentar a una de las rampas de Skate que estaban vacías. Tampoco es que hubiera ningún sitio más para sentarse, por lo que me acomode en el suelo con mi espalda contra la rampa.

Empecé a observar a la gente, puesto que no tenía nada mejor que hacer y solo quería relajarme y olvidar los constantes gritos y peleas de casa.

[...]

Había estado un rato observándola, en parte divertido y en parte todavía algo triste, y enfadado, lleno de rabia y despotricando contra mi desgracia mientras pedía por un futuro mejor. Y entonces la había visto, y todo acabó formando un abrumador sentimiento porque aunque estuviera mal por los comentarios de mis padres hacía mí no podía evitar sonreír al verla.

No podía apartar la vista de ella mientras hacía unos penosos intentos de hacer skate, aunque pudiera ser cruel no podía contener pequeñas risas mientras bajaba la cabeza y me tapaba la boca con una mano para que si ella miraba hacia mi no me viera riendo. Me quedé un rato mirándola intentarlo, porque aunque se caía y se frustraba ni una vez había dejado de levantarse y de volver a intentarlo, y la estaba admirando, sin conocerla, por ello.

Muchas y muchos ya habían tirado la toalla.

Mire la hora que era, ya hacia más de una hora que me había ido de casa, lo cual no es que pensara que importara mucho a mis padres, lo que me importa era que significaba que ya llevaba más de media mirando a aquella chica de pelo moreno casi negro y liso de apariencia delgada, pero que no podría asegurarlo, ya que llevaba una enorme sudadera puesta.

Se levantó después de pasarse la manga de la sudadera por los ojos, no sabía porque, antes de decidida ir a por la tabla e intentarlo otra vez con tan mala suerte que cayó de una manera bastante estúpida pero igualmente dolorosa.

Un fugaz pensamiento se pasó por mi cabeza, yo sabía hacer skate. De hecho, salvo ese día solía ir a todos sitios subido en mi skate, ¿por qué no ayudarla?

<< Podría ser buena idea.>>

Además, en verdad, solo quería conocerla.

Sentía curiosidad por ella, y hacía mucho que nada había llamado la atención a mi curiosidad.

Me levanté y me acerqué hacia donde estaba y la pregunté si necesitaba ayuda, ella subió la cabeza y me encontré con unos ojos marrones preciosos aunque estuvieran algo rojos por las lágrimas, << los míos debían verse igual de la misma forma.>>

Su largo cabello oscuro le tapaba algo la cara, pero eso no impedía que viera que era realmente guapa y de una forma que resaltaba. Era diferente.

Tenía la voz dulce, pero algo débil, era tímida y no se esperaba mi aparición lo que producía que estuviera algo incómoda. No pude evitar preocuparme por si se había hecho daño dado que se había pegado un buen golpe, cuando me aseguré de que estaba bien le intente quitar algo de hierro al momento.

— Hannae. — vale, tenía un nombre precioso, lo cual tenía sentido, ya que ella también lo era. Y no sé porqué, pero algo me decía que ese nombre significaría mucho para mí de aquí a un tiempo.

Se la veía nerviosa por lo que tampoco quería ser un incordio para ella, y como a mí no me daba vergüenza casi nada a lo mejor la estaba intimidando con mi naturalidad y falta de descaro. Intente mostrarme tranquilo para transmitirselo a ella sin perder la sonrisa, ya que sin proponérselo Hannae me estaba haciendo sonreír de una manera natural e inesperada.

Como no me había mandado a paseo, <<gracias mundo por darme por una vez una oportunidad y no hacerme cagarla a la primera>> decidí decirla tranquilamente que viniera todos los días aquí, porque quería verla y no mentía cuando lo decía.

No la conocía, y a lo mejor eso era lo mejor que me podía pasar, porque no conocía al chico al que sus padres casi ni aguantan ni querían ver sino que vería a un chico seguro y que quería intentar ser alguien que significara algo para ella, y que ella lo significara para él.

Esa tarde Hannae fue mi escape y a partir de esa tarde se convirtió en todo lo que tenía, lo más importante para mí, y mi única preocupación fue convertir las lágrimas de ambos en sonrisas.

<< Vendrán días mejores.>> me dije mientras volvía a casa después de conocer a la que sería la chica de la que no mucho más tarde me enamoraría.

Ella hizo que yo conociera la esperanza, el deseo de un futuro mejor, que depositara confianza en mí y en los demás, para así no cargar solo con lo que me hacía sufrir.

Aunque hubo momentos en los que ambos quisimos rendirnos conseguimos lograrlo juntos.

***

El primer pov de Asher (el amor de mi vida), ¿podemos simplemente amarlo, abrazarlo y protegerlo? Gracias. 

Un poco turbia la ciudad y eso, no? Me gusta, pero me preocupa el tipo ese que ha mirado tan detenidamente a Asher, espero que no sea nada. De todas formas estaba Kane para proteger a Asher si pasara algo.

Nos vemos en el próximo capítulo, os quiere Oldspirit9.

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