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Capítulo 19.

Home- Machine Gun Kelly.

Pov Asher:

Actuar.

Fingir.

Interpretar.

Sonreír.

Olvidar.

Destruir.

Aprender.

Ocultar.

Esquivar.

Aceptar.

Fallar.

Arrepentirse.

Sufrir.

Creer.

Perder.

Confiar.

Renegar.

Me repetí mentalmente aquello en lo que se había convertido mi vida, lo que hacía y lo que debía hacer aunque me faltaba algo.

Amar, bueno esto último había pasado a segundo plano en estas semanas.

Ahora las cosas eran diferentes, estábamos aproximadamente a principios de Julio, no estaba seguro, ya que estábamos un tanto incomunicados y el tiempo ya se había convertido en algo irrelevante para nosotros. Al menos para mi.

Era tan irónico, todo lo que habíamos odiado era en lo que nos habíamos convertido. Vivíamos nuestra propia pesadilla, creada por nosotros mismos. Definitivamente irónico.

Hannae y yo queríamos conservar lo nuestro apartado de esto, por lo que aunque al principio creímos que no nos pasaría nada ahora era como si fuéramos extraños. Extraños con un pasado y mucho amor apartado. Y dolía, pero era mejor no arriesgarme sobre todo cuando aún seguía a mi lado.

Aún recuerdo lo que me dijo nada más volver al apartamento después de pasar horas fuera al enterarse de la muerte de su padre:

— Asher prométeme que no nos drogaremos, que no formaremos de verdad parte de esto. — me pidió Hannae, aunque era obvio que yo tampoco quería hacerlo.

— Te lo prometo.

Ahora dos semanas después, aunque se sentía más lejano, parecía que todo había cambiado. Yo solo quería olvidar, olvidar lo que hacíamos todas las noches al salir de casa. Porque me odiaba por lo que hacia y estar sobrio lo hacía todo peor. Solo quería evadirme, no ser consciente, incluso si esa no era la solución. Y odiaba estar así tan rápido, ¿pero que más podía hacer?

Por eso estaba ahora sentado bebiendo una copa de whisky, olvidando lo mucho que me asqueaba y me quemaba la garganta, esperando a que Hannae se despertara antes de volver a otra de nuestras geniales y maravillosas jornadas laborales. Dignas del sueño americano, pero al otro lado del mundo.

Hoy era nuestro último día, del primer pedido, porque aunque desconocía si Hannae lo había aceptado yo ya daba por hecho que esto solo era el principio de muchos y peores recados. ¿Pero qué íbamos a hacer? Nos habíamos metido en esto, ni de coña íbamos a salirnos sin casi habernos metido, por lo menos no de verdad.

Deje el whisky, asqueado, mientras miraba la hora en el reloj, me encendí un cigarro para olvidarme de la quemazón y fui a sentarme en la cama para despertar a Hannae con cuidado.

Estaba durmiendo de una forma tan tranquila, transmitía paz. Dios, la echaba tantísimo de menos. Echaba de menos besarla, abrazarla, hacerla reir, echaba de menos todo de ella. Pero no era el momento, teníamos que centrarnos en lo que debíamos, y nuestros sentimientos se interpondrían. Era mejor dejarlos de lado durante una temporada, o nos volveríamos locos. Nos convertiríamos en una pareja más de locos que creen que hacer cosas ilegales es lo que mantiene a flote su relación, y esos no éramos nosotros.

— Hannae, debes despertarte, hoy tenemos que vender todo el polvo que queda. — si, no podía ser hierba. Desconocía su efecto, de que estaba hecho o cuál era su nombre; solo sabia que era de su propia producción y era un nuevo tipo de droga que empezaba a circular. Era fuerte, como todas las demás, pero no me interesaba saber hasta que punto.

Era un cobarde, pero mientras menos supiera se me hacía más fácil lidiar con todo esto. Si no en menos de un mes acabaría con todo, y era lo que menos deseaba.

Mientras yo le daba otra calada a mi cigarro y me echaba hacia atrás cerrando los ojos note como Hannae empezaba a moverse y a desperezarse.

— ¿Qué hora es? — preguntó todavía somnolienta.

— Hora de levantarse. — comenzaba a anochecer y teníamos que llegar.

Otra cosa de las que habían cambiado había sido nuestro horario de sueño, ya que estar toda la noche fuera producía que tuviéramos que estar durmiendo todo el día, bueno yo no, yo hacia tiempo que no dormía bien. Remordimientos, es a lo que la gente suele culpar cuando pasan cosas como estas. No les faltaba razón.

Hannae por su lado no hacia más que dormir, y cuando estaba de pie parecía un alma descarriada, un fantasma de la chica animada de la que me enamore. Seguía indiscutiblemente enamorado de ella, pero esa no era mi Hannae, al igual que yo no era su Asher.

<<Será durante un tiempo.>> me repetí a mi mismo por cuarta vez en el día, era eso o abandonar toda esperanza. Y si llegaba a perderla... no podría seguir. Incluso casi habiéndome rendido ya.

No podría vivir sabiendo que había perdido a Hannae, ya nada tendría sentido. Y quizás no era bueno eso, pero ella era toda mi vida, ya que por nuestras circunstancias nunca habíamos tenido mucha gente alrededor y ahora solo estábamos los dos. Si la perdía, lo perdía todo.

Hannae por fin se incorporó y me sonrió con los ojos cerrados, yo le devolví una sonrisa triste, ya que ella no iba a verme.

— ¿Te dejo sola para que te cambies? — pregunté con tono dulce.

— ¿Tú ya estás listo?

— Si, solo me falta la chaqueta.

— Vale, puedes quedarte y fumar en la ventana mientras me pongo algo y me pinto los ojos. — asentí cuando ella se levantó y fue hacia el armario lleno de ropa, ropa que no era suya, pero que la habían dejado para interpretar un personaje más convincente. Para que fuera casi real, aunque nunca llegara a serlo. — ¿Estás bien con esto?

— ¿Con qué de todo? ¿Con la droga? No. ¿Con qué te disfracen? No. ¿Con nosotros? Sí.

— Me refería a nosotros, — Hannae estaba dada la vuelta mientras se pasaba un vestido por la cabeza. — ya sabes, esto no está siendo fácil. Y bueno estamos algo raros, y no sé si estamos actuando como deberíamos.

— Bueno no hay un manual para estos casos, o por lo menos no uno que sea: "¿Cómo actuar cuando a tu novia y a ti os coge la mafia y os empieza a obligar a vender droga sin ninguna opción y tenéis miedo de joder vuestra relación y perderos por el camino, que curiosamente era lo que más miedo os daba al principio de todo?" Creo que no hay. — comente yo elevando los hombros mientras Hannae me daba una mala mirada y yo me reía de mi propio y cruel sarcasmo.

— No es algo con lo que bromear.

— Tampoco me apetece ponerme a llorar.

— Asher... — Hannae me miro con pena y comprensión a la vez, animándome a hablar, pero yo odiaba eso de abrirme así que como el idiota que era esquive el tema.

— Estamos bien Hannae, estamos tristes, buscando el sentido a todo esto, pero nos queremos, ¿no?

— Claro.

— Te dejo terminar de arreglarte, te espero en la puerta.

[...]

Esta vez la fiesta era en una casa, lo que hacia todo más fácil. Hannae y yo entramos de la mano, quedándonos parados en la entrada viendo el ambiente y como la gente disfrutaba de la fiesta mientras las luces azules se encendían y se apagaban dando ambiente. Por un segundo me agobié, ya que todo veía azul, que fuera el único color, ya que lo único que reflejaba era tristeza pero entre sin darle más importancia. Solo era un color, nada más.

Hannae y yo nos deseamos suerte dándonos un corto beso en los labios antes de separarnos. ¡Hora de trabajar!

Me fui haciendo paso entre la gente, mirando por encima como se desenvolvía todo, como si yo fuera un fantasma que solo se dedicara a observar, ya que era importante dar un vistazo general y conocer las salidas y entradas además de ver como se desenvolvía la gente antes de intentar vender.

Y lo más importante, encontrar a la primera persona a la que le ofrecerías. Cada uno tenía sus trucos para vender, había gente que buscaba ser el centro de atención y no se fijaba en nada, otros que se "hacían los misteriosos" y dejaban que la gente se acercara — Hannae era de esas—, y por último los que eran como yo. Los que sobre analizaban todo y buscaban mantenerse al margen.

Por lo que ahora estaba buscando a quien me iba a ayudar, esa que no debía estar en un grupo grande, sino que debía ser la típica persona apartada que por alguna extraña razón conoce a todo el mundo y que te hace todo más fácil. Así que me aleje del salón buscando las escaleras, no sabía porque, pero era donde solían estar este tipo de personas.

Y bingo, ahí estaba mi chico.

Fumando un cigarro, o intentando encenderlo de nuevo más bien, con algo de nieve por encima, con el pelo hacia delante y la camisa algo más abierta de lo normal; perfecto, me dejé caer a su lado.

— ¿Qué tal tío? — pregunté relajado, como si no me importara, como si en vez de vender lo que quisiera fuera probar de lo que él tenía. Solo tenía que ser amable, alguien que cayera bien de primeras y con el que quisieras pasar el rato en una fiesta, esa persona nueva que atrae y sabes en el fondo que no se ha acercado por nada. Tenía que ser muchas cosas, fingiendo que en realidad era así como era de verdad.

— Podría estar mejor.

— ¿No te sube o que? —directo, no me interesaba perder el tiempo y desaprovechar oportunidades. Y yo sabía lo que quería el chico, él por su parte pedía por dentro que yo tuviera algo y estaba de suerte por lo que no había que alargar mucho la conversación.

— Exacto, además como decirlo, la gente esta todavía muy apagada.

— ¿Te ayudo?

— ¿Tienes algo para mí? — claro que lo tenía, pero era importante mantener "el juego previo", al igual que en el sexo todas las relaciones sociales contaban con sus correspondientes preliminares.

— Para ti y para todos los que quieran una fiesta de verdad. Solo tienes que probar un poco y no querrás otra cosa en toda la noche. — el chaval me animo a que lo sacara, por un segundo dude de si era mayor de edad, pero los demás tenían sus 18 más que cumplidos así que lo olvide y saque la bolsa. Le dejé meter el dedo, una pequeña cantidad para animarlo, ya que formaba parte de las reglas no escritas de esto, se lo metió en la boca y se apoyó durante cinco minutos a que le hiciera efecto por lo que yo también me apoye esperando el resultado.

— Tío, esto es... la ostia. ¿A cuánto lo vendes?

— 2.604 JPY. — saco la cartera y me dio el dinero, antes de prometerme que me traería más gente. Pan comido, sorprendentemente no era tan difícil, eso era lo que más asustaba, y si funcionaba con él seriamos capaz de venderlo toda esa noche.

Dos horas más tarde estaba dando vueltas mientras me paraban cada pocos pasos buscando más, obviamente no podía mostrar como me sentía, pero cuando llego un chico buscando más y le tuve que decir que no tenía casi me pongo a saltar de la alegría. Por lo que con todo vendido solo me quedaba buscar a Hannae y ver como iba.

La localicé por el vestido hablando con un chico mientras le pasaba algo, otra persona se habría puesto celosa aun sabiendo lo que estaba haciendo aunque yo ni me inmute porque tenía confianza plena en Hannae. Me acerqué y le di un beso en la mejilla a lo que ella pegó un salto antes de girarse y sonreírme y del que chico se fuera después de darla el dinero.

— ¿Qué tal te ha ido? — pregunté apoyándome contra la pared.

— Me quedan dos bolsitas.

— ¿Quieres que te ayude?

— No hace falta, si quieres vete a la terraza de la derecha, esta vacía, y cuando termine voy. — asentí con la cabeza y me despedí de ella mientras volvía a perderme entre la gente, la cual iba un poco mal y no sabía mantenerse del todo en pie, pero seguí hacia adelante sin darle más importancia.

Pov Hannae:

Deje que Asher se fuera antes de ir un segundo al baño a refrescarme un poco, ya que la fiesta era un tanto agobiante, me fui arreglando el pelo por el camino antes de cerrar la puerta y mirarme al espejo. Buscando reconocerme sin llegar a hacerlo.

Yo no era esta chica que estaba viendo, y esta chica por mucho que lo intentara no llegaría a formar nunca parte de mí. Solo era un personaje en este teatro en el que se había convertido mi vida.

Todo era un caos sin sentido, y no sabía cómo enfrentarlo, no sabía si meterme de lleno o seguir haciendo como si no fuera conmigo. Al final no iba a salir bien de ninguna de las maneras, ya que esto no era algo que acabara bien. Pero debía seguir intentándolo y no rendirme, si Asher había perdido la esperanza debía tenerla yo por los dos. Así nos repartíamos los papeles, él sería el que nos hiciera pasar por esto de la forma más segura posible mientras yo seguía luchando por un futuro que aún no nos habían robado de verdad.

Me volví a mirar en el espejo antes de respirar e intentar confiar en mi misma y salir ahí a vender lo que me quedaba.

Solo tenía que fingir un poco más, sonreír de forma tonta y convincente y enredar a un par más evitando cualquier clase de problemas.

Debía convertirme en la chica sola de la fiesta que da la sensación que sabe más que tú y que se cree superior, aunque yo eso no me lo creyera ni en mis mejores momentos. Pero tristemente funcionaba ese personaje, por lo que decidí interpretarlo un rato más.

Me apoyé contra una pared, con una copa poco cargada para saciar un poco la sed por culpa del calor, mientras pasaba mi vista por todo el mundo de la fiesta.

No tenía que hacer nada más, lo que hacía que fuera un tanto aburrido, solo tenía que esperar y esperar. Hasta que quince minutos más tarde alguien decidió acompañarme.

— ¿Estas con el chaval ese que se ha ido ya? — me pregunto el chico, yo me gire para mirarlo con mi vaso todavía en la mano aunque esta vez sujetándolo de tal forma que evitara que me pudiera echar cualquier cosa en la bebida ahora que no estaba atenta.

— ¿Perdona?

— Ya sabes, el que vendía, ¿tienes de eso?

— ¿Quién lo pregunta?

— No voy a decir mi nombre.

— No me interesa tu nombre. — conteste mirando hacia otro lado.

— De acuerdo, ¿cuánto me puedes vender?

— ¿Cuánto me puedes comprar? Estaría expresado de mejor forma. — respondí cansada de jugar al ratón y al gato.

— Tengo 6.508 JPY.

— ¿Eso es todo? — le daba de sobra para comprar ambas bolsas, pero si aceptaba tan rápido se me vería muy desesperada y no debía mostrar ninguna emoción.

— Sí.

— Está bien, dámelo. — me entrego todos los billetes mientras yo los doblaba para que pudieran entrar en mi bolso, y una vez metidos le di las dos bolsas con una sonrisa mientras mi coleta se movía. — Un placer. — me separé de la pared y comencé a andar hacia la terraza, tenía la leve sospecha de que había querido decirme algo más mientras me miraba el culo, pero no le di oportunidad de continuar con nada, ya que no tarde en perderme entre la gente. Como si no fuera nadie mezclada entre ellos.

Cuando subí el escalón de la terraza y vi a Asher sacándose otro cigarro me quede parada viéndolo. Era tan guapo, daba igual de que forma lo miraras que eso era en lo primero que pensarías, para luego verte atrapada en esa aura magnética que lo envolvía y lo hacía especial. Asher siempre me llamaba la atención independientemente de cuantas veces lo mirará. Era magnético.

Pero también era noble, cariñoso y amable, y también era el amor de mi vida aunque nuestras preocupaciones y sueños hubieran sido apartados por un tiempo.

Aún no había terminado todo esto por lo que dejar de creer no era una opción aunque viéndolo con ese gesto diera la sensación de que dentro de él ya no quedara nada.

Esto no era justo, nada lo era, pero yo en lo que podía pensar era en que solo quería volver a casa, ¿pero cómo iba a hacerlo si quién era mi hogar solo se resguardaba en sí mismo? Era una preocupación egoísta, pero era lo que más me importaba, volver a sentir a Asher conectado a mí y no ver como se iba desconectando de todo. Incluso de sí mismo.

Negué con la cabeza y fui hacia él, necesitaba hablar con él, me daba igual de que, solo quería oír su voz otra vez y conseguir que gracias a ella todos los temores se fueran.

Me puse a su lado y me apoyé en el borde mirado un segundo la altura antes de mirarle, con la capucha subida, y hablar.

— Deberías ir dejando de fumar, al final te vas a acabar muriendo. — odiaba verle fumar y me preocupaba lo mucho que lo estaba empezando a hacer últimamente por lo que no quería dar rodeos.

— Cariño no creo que me quedé mucho en este mundo, solo déjame mientras me quedé seguir perdiéndome, en el humo de mi cigarro claro está. — contesto Asher con tono apagado haciendo que me preocupara más. Porque aunque yo llevara días durmiendo sin parar no me hacía un daño tan directo.

— ¿Tienes tan claro eso de dejarme sola aquí?

— Espero que no suceda, que podamos ser felices y tener un futuro, pero no creo que podamos tener un futuro, por lo menos no yo. Estoy tan cansado de luchar, que cuando creí que podía descansar es cuando vuelvo a empezar. Solo me queda fumar.

— Huimos para buscar uno, intentábamos ser felices

Y lo somos, por lo menos lo soy ahora. Bueno no en estos momentos ya sabes, pero lo estaba siendo. En estas semanas contigo he sido más feliz que en toda mi vida, por muy mal que lo estemos pasando ahora.

— Entonces si eres feliz deja por un momento de pensar que esto será demasiado corto, que nosotros lo seremos.

— Tú y yo seremos eternos, da igual que sea aquí o en otro lado pero lo seremos. — no respondí, no sabía que decir mientras Asher tiraba su cigarro, el cual caía lentamente hacia la calle. Si antes dudaba que Asher podía haber perdido las ganas de todo ahora me lo confirmaba y me aterraba, me aterraba que estuviera aceptando tan rápido la posibilidad de abandonar. Todavía nos quedaba mucho por vivir. Porque aunque Asher y yo nos conociéramos desde hace mucho tiempo siempre sentiría que me haría falta pasar más tiempo a su lado. Nunca tendría suficiente de él. Porque nunca se puede tener suficiente de alguien por el que darías tu vida.

Asher me tendió la mano y yo se la di sin mirarlo, perdida en mis pensamientos, mientras andábamos hacia nuestro nuevo destino.

*** 

Su primer día en el nuevo trabajo, me da muy mala espina todo esto.

Nos vemos en el próximo capítulo, os quiere oldspirit9.

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