En algún lugar de Escocia....

Había una familia muy feliz que constaba de el padre que se llamaba Leroy, su mujer Clarissa y sus dos hijas; la mayor de siete años llamada Meredith y la pequeña de cinco llamada Aria. Una tarde Aria se empeñó en ir al bosque que había al lado de su casa para coger unas flores que se encontraba en una zona muy peligrosa donde se rumoreaba que había lobos merodeando. Sabía que sus padres no dejarían que saliera y menos al bosque pero necesitaba coger esas flores sí o sí, así que sin que nadie se diera cuenta salió a hurtadillas de la casa y corrió en dirección al bosque. Pasaron las horas y Leroy y Clarissa estaban desesperados, buscaron a Aria por todos lados y llegaron a la conclusión de que su hija estaría en el único lugar donde nunca se debería estar.

- Quedate aquí con Meredith, yo voy a buscar a Aria - dijo Leroy agarrando a su esposa para que se calmara.

- Pero no puede estar el bosque, sabe que lo tiene prohibido!- dijo Clarissa histérica.

- Tranquila, mi amor. Traeré a Aria sana y salva, te lo prometo!- le dio un beso en la frente y salió rezando para que su hija estuviera viva.

Al cabo de un rato que a Leroy le parecieron horas, vio a su hija sentada en medio del bosque rodeada de flores. Leroy dio un suspiro de alivio y susurró un gracias yendo en dirección a su hija.

- Aria hija, nos tenías muy preocupados! - Se arrodilló y la abrazó cerrando los ojos emocionado.

- Papi, Papi no llores! Solo quería coger estas flores para mi cumple!

Leroy se apartó un poco y vio a su hija enseñándole las flores muy contenta.

- Hija no vuelvas a desaparecer de nuestro lado, estábamos muy asustados porque no te encontrábamos - dijo volviendo a abrazarla y aupàndola para llevarla a casa.

- Lo siento Papi!- dijo Aria triste abrazando a su padre.

Leroy iba caminando con Aria en brazos cuando de repente oyeron unos gruñidos. Despacio giró la cabeza y vio un lobo marrón con los ojos rojos y en forma de ataque, Aria giró su cabecita viéndolo también dando un gritito aferrándose más fuerte a su padre. Leroy acarició la espalda de su hija calmándola.

- Tranquila cariño - dijo Leroy dando pasos hacia atrás sin dejar de mirar al lobo.

Cuando el lobo aulló Leroy aprovechó y corrió tan deprisa como pudo teniendo a su hija en brazos. Intentaba despistar al lobo pero seguía oyéndolo detrás, corrió más deprisa sacando unos minutos de ventaja y vio un pequeño agujero arriba de un árbol y fue allí decidido. Cuando llegó puso a Aria allí, miró a su pequeña que tenía los ojos llorosos de un color azul cielo; desde que nació siempre se le cambiaban los ojos de color según sus emociones, era una extraña cualidad pero a su padre le encantaba como a veces los ojos de su hija parecía un arco iris.

- Quedate aquí mi niña, no hagas ruido y pase lo que pase no salgas de aquí hasta que yo te lo diga, de acuerdo?

- No me dejes Papi! - dijo Aria llorando.

- Tapate los oídos y cierra los ojos con fuerza Aria, no salgas pase lo que pase.

Leroy miró detenidamente a su hija como se tapaba con sus manitas los oídos y cerraba fuerte los ojos. Cuando se dio la vuelta vio al lobo enfrente y a su derecha e izquierda había dos lobos más. Cogió un palo que estaba en el suelo e intentó que no se le acercaran los dos restantes. Intentó correr pero tropezó cayendo al suelo, Aria oyó el grito de su padre y se asomó viendo aquel lobo mordiendo el tobillo de su papá.

- Papi, Papi! - gritaba Aria.

- No salgas Aria!- dijo Leroy gritando e intentando quitarse la lobo que le mordía.

Aria oyó a su padre mientras se iba corriendo que decía que se quedara donde estaba hasta que volviera a por ella, entonces volvió a taparse los oídos y cerraba los ojos fuerte sin poder quitarse de la cabeza a los lobos atacando a su papá. Al final se hizo de día y Aria seguía en la misma postura deseando que llegara su papá para llevársela a casa. Pasados unos minutos se quitó las manos de los oídos mientras abría los ojos lentamente, se asomó mirando hacia abajo pero no vio nada y menos a su padre; así que bajó como pudo haciéndose rasguños en las manos por el árbol. Le dolía mucho pero no quería hacer ruido por si estaban por ahí los lobos, llorando e hipando miraba por todos lados por si veía a su padre, andaba lo más silenciosa posible pero se paró de golpe cuando vio al lobo. Aria estaba muy asustada y se cayó de culo viendo como se acercaba el lobo, era muy grande, con sus ojos rojos gruñendo ferozmente. Cuando se acercaba peligrosamente a ella se oyó un disparo derribando al lobo y matándolo; Aria vio que se acercaba un hombre con pinta de policía y fue corriendo donde estaba tirado en el suelo su padre.

- Papi, Papi, despierta, ya vienen a por nosotros! - dijo Aria empujando a su padre llenándose las manitas de sangre.

El policía llegó hasta ellos y vio a la niña intentando despertar a su padre pero sabía que ese hombre no volvería abrir los ojos. Observó como la pequeña se aferraba al cuerpo sin vida de su padre llorando y pidiendo que abriera los ojos así que decidió acercarse y ponerse a la altura de la pequeña.

- Pequeña, puedes decirme como te llamas?

- Aria, señor mi papá está muerto, verdad? - dijo Aria llorando- ese lobo le a hecho daño y no se levanta.

- Lo siento pequeña, tu papá no podrá despertar nunca más.

La cogió y se la llevaba a la comisaría mientras que Aria se revolvía llamando a su papá desconsolada.