Peligros Nocturnos
Capítulo 5: Peligros Nocturnos
El frío de la noche se hacía cada vez más evidente mientras Anne y Nereo avanzaban por la jungla. Nereo sostenía un pequeño candil de vela cuya luz cálida oscilaba con el viento, proyectando sombras danzantes en las ramas que los rodeaban. Anne seguía caminando detrás de él, con los brazos cruzados y frotándose los hombros para mantenerse caliente.
-¿Hace siempre tanto frío aquí? -preguntó con un tono que mezclaba irritación y curiosidad.
-En las noches, sí -respondió Nereo sin siquiera girarse.
Caminaron un buen rato hasta que el bosque comenzó a aclararse. Lo que al principio parecían solo sombras de árboles dispersos se transformó en un paisaje diferente. Pronto, los senderos irregulares de tierra dieron paso a calles de piedra iluminadas por faroles que colgaban de las paredes. Las construcciones renacentistas, con sus arcos y detalles delicados, surgían a su alrededor como si fueran de otro tiempo.
Anne se detuvo un momento a observar todo aquello con los ojos entrecerrados, como si no pudiera decidir si lo que veía era real o no.
-Esto es... impresionante -admitió, algo a regañadientes.
Nereo no respondió, simplemente continuó caminando. Anne, aún embelesada por el lugar, lo siguió, mirando cada detalle: los pequeños arroyos que corrían entre las casas, los faroles que proyectaban un brillo cálido sobre las fachadas, las puertas adornadas con meticulosos relieves.
-¿Dónde está todo el mundo? -preguntó, girándose para observar las calles vacías.
-Durmiendo -dijo Nereo, lacónico como siempre.
Anne arrugó la nariz, poco convencida, pero no insistió. En cambio, fijó la vista en el horizonte y notó algo que la hizo fruncir el ceño: un castillo imponente, oscuro y majestuoso que se alzaba en la distancia.
-¿Vamos a ese castillo? -preguntó.
-Sí -respondió Nereo con calma, sin dejar de caminar.
Anne suspiró. Aunque el lugar era hermoso, no podía evitar sentir una incomodidad latente. Había algo demasiado perfecto, demasiado irreal en aquella arquitectura intacta y en las calles completamente desiertas.
Como si estuviera viendo un sueño... o una pesadilla que aún no empieza.
Mientras seguían avanzando, Nereo se detuvo de repente. Alzó una mano para indicarle a Anne que hiciera lo mismo.
-¿Qué pasa ahora? -preguntó ella, irritada.
Nereo no respondió. Simplemente la tomó del brazo y la arrastró con firmeza hacia un callejón cercano.
-¡Ey! -protestó Anne, pero su voz quedó sofocada cuando Nereo le cubrió la boca con una mano.
-Silencio -susurró, sus ojos fijos en la calle.
Anne, furiosa, intentó apartarse, pero la intensidad en la mirada de Nereo la detuvo. No era la expresión de alguien que intentaba controlarla; era la expresión de alguien que estaba alerta.
Con el corazón latiendo con fuerza, Anne desvió la vista hacia la calle. Allí, deslizándose por el suelo con una gracia antinatural, apareció una figura oscura y nebulosa. Era alta y etérea, como una sombra viva, con bordes que parecían desintegrarse en el aire. A cada paso, la figura emitía un leve sonido, como un susurro que resonaba en todas direcciones.
Anne sintió que un escalofrío recorría su cuerpo.
-¿Qué es eso? -murmuró, apenas moviendo los labios.
Nereo dejó el candil en el suelo y se giró hacia ella.
-Un noctámbulo.
Anne frunció el ceño.
-¿Un qué?
-Espectros hostiles. Salen por la noche y vagan por las calles de todos los poblados. No hay uno solo... hay cientos de miles.
Anne lo miró con incredulidad, como si estuviera escuchando una historia para asustar niños.
-¿Estás hablando en serio?
-Sí.
El tono de Nereo no dejaba lugar para dudas. Anne volvió a mirar al noctámbulo, que ahora se movía lentamente por la calle, su forma pareciendo flotar más que caminar.
-¿Son peligrosos? -preguntó, tragando saliva.
-Mucho. Hay que tener cuidado con ellos. Por eso traigo el candil.
-¿Les molesta la luz? -dedujo Anne, señalando el objeto en el suelo.
-La temen. Evitan la luz, pero se aprovechan de las sombras y la oscuridad.
Anne observó cómo el noctámbulo se detenía por un momento, como si estuviera escuchando algo, antes de continuar su camino.
-¿Qué pasa si uno de esos... noctámbulos... nos encuentra?
Nereo la miró fijamente, como si evaluara cuánto estaba preparada para oír.
-Absorben la magia que hay en nuestros cuerpos.
Anne parpadeó, sorprendida.
-¿Magia? Yo no tengo magia.
Nereo no respondió de inmediato, pero sus ojos parecían decir lo contrario. Fue entonces cuando Anne lo entendió.
-Ah, claro. -Lo señaló con un dedo acusador, sarcástica- Vos sí. El misterioso hombre con su candil mágico y su castillo en la distancia. Todo tiene sentido ahora.
Nereo ignoró su tono.
-Mantente cerca de la luz.
Anne suspiró, cruzándose de brazos mientras miraba de nuevo al espectro.
-Decime algo, ¿dónde me trajiste? Porque esto parece sacado de un mal sueño.
Nereo recogió el candil del suelo, manteniéndolo en alto para que la luz cubriera ambos.
-Bienvenida al dominio de los Eternos.
Anne soltó una risa seca, nerviosa.
-Ah, genial. Porque lo único que le faltaba a esta pesadilla era un nombre pomposo.
Nereo no respondió, simplemente comenzó a caminar de nuevo, dejándola con la opción de seguirlo o quedarse a merced de los noctámbulos. Anne, resignada, decidió que prefería la compañía del hombre extraño antes que la de las sombras que acechaban. Mientras lo seguía, no pudo evitar preguntarse qué más cosas se ocultaban en la oscuridad de aquel lugar.
El viento gélido golpeó con fuerza, apagando la llama del candil en un parpadeo. La penumbra envolvió a Anne y Nereo de inmediato, como un manto sofocante. Anne se quedó inmóvil, sus ojos recorriendo la oscuridad en busca de una solución imposible.
Nereo, por su parte, cerró los ojos y dejó escapar un suspiro profundo, como si hubiera esperado aquel momento en cualquier instante.
-¿Qué hacemos ahora? -preguntó Anne, sintiendo cómo el pánico empezaba a dominarla.
Nereo abrió los ojos, su mirada fija y fría como el agua de un lago profundo.
-Pelearemos.
Anne lo miró como si acabara de perder la cabeza.
-¿Pelearemos? -repitió, incrédula-. ¿Contra...?
No necesitó que Nereo respondiera. Los noctámbulos, que antes se movían indiferentes como sombras errantes, comenzaron a detenerse. Lentamente, sus formas ondulantes y amorfas giraron hacia ellos, sus figuras nebulosas volviéndose extrañamente más definidas.
-Esto no puede estar pasando... -murmuró Anne, su voz apenas un susurro.
-Ellos -Nereo señaló con la cabeza hacia las entidades que se acercaban con lentitud.
Anne retrocedió un paso, horrorizada.
-No... No, no, no. Estamos completamente rodeados.
-Por eso debes correr hacia el castillo. -Nereo giró su cuerpo hacia ella, sus palabras firmes, inquebrantables-. Yo me encargaré de protegerte.
-¿Protegerme? -Anne soltó una risa histérica, su incredulidad brotando con fuerza-. Esto no es una película épica, Nereo. ¡No soy una damisela en apuros!
Nereo arqueó una ceja, su expresión inmutable.
-Entonces no te comportes como una.
Anne abrió la boca para replicar, pero uno de los noctámbulos dio un paso hacia ellos, su forma oscura y nebulosa ganando volumen. Una sensación de vacío la invadió, como si la energía misma de su cuerpo comenzara a abandonarla.
-¿Esto es real? -preguntó, su voz quebrada por el miedo.
-Muy real. -Nereo avanzó un paso, su tono helado y autoritario-. Escucha bien: tu única tarea es llegar al castillo. Sana y salva.
-¿Y qué pasa contigo? -preguntó Anne, la incertidumbre desgarrándola por dentro.
Nereo no vaciló.
-Eso no importa.
-¿Cómo que no importa? -exclamó, furiosa, pero el miedo seguía latente en su voz.
Nereo la miró directamente a los ojos.
-Puedes sentirte halagada porque voy a arriesgar mi vida por ti. O puedes sentirte inútil porque no podrás ayudar. Interprétalo como quieras, pero corre cuando te lo diga.
Anne sintió una mezcla de emociones: indignación, confusión y un miedo paralizante. Pero antes de que pudiera responder, Nereo extendió una mano hacia adelante.
El aire se llenó de humedad, y un sonido gutural como el de un río fluyendo surgió a su alrededor. De la nada, agua cristalina comenzó a aparecer en el aire, girando y danzando como si obedeciera su voluntad. En un parpadeo, formó una barrera líquida que rodeó a ambos.
-¿Qué estás haciendo? -preguntó Anne, su voz temblorosa mientras observaba cómo la barrera de agua brillaba con un resplandor tenue, reflejando la oscuridad que los rodeaba.
-Preparándome.
Los noctámbulos comenzaron a moverse, sus formas ondulantes acercándose a la barrera con una lentitud perturbadora. Anne sintió un escalofrío recorrerle la espalda al ver cómo algunos intentaban atravesar la pared de agua, solo para retroceder, siseando como si el líquido los quemara.
Nereo mantuvo su postura, pero su respiración se volvió más pesada.
-Corre, Anne -ordenó, sin siquiera mirarla.
-Pero...
-Corre.
Anne lo miró, atrapada entre el pánico y la incertidumbre.
-¿Qué pasa si no llego al castillo?
Nereo giró su cabeza hacia ella, su mirada cargada de una calma que rozaba lo perturbador.
-Entonces será una noche muy larga para ambos.
Anne apretó los dientes y retrocedió. Algo en el tono de Nereo la convenció de que quedarse no era una opción.
Con un último vistazo al hombre que ahora sostenía aquella barrera de agua contra las sombras, Anne dio media vuelta y corrió hacia la penumbra del camino, con el castillo como su único destino.
Anne corría como si su vida dependiera de ello, aunque sabía que los noctámbulos la ignoraban. Cada paso retumbaba en las calles empedradas, resonando como tambores de guerra en el silencio sepulcral del pueblo. Su respiración estaba entrecortada, y por más que intentaba convencerse de que estaba a salvo, no podía evitar girar la cabeza para mirar hacia atrás.
"No tiene sentido preocuparte, Anne. Sigue corriendo", se repetía en su mente. Pero, al hacerlo, la imagen de Nereo enfrentándose solo a aquellas entidades sombrías le pesaba como una losa.
-Maldito seas, Nereo... -susurró entre dientes, apretando los puños mientras se obligaba a mirar hacia adelante.
Mientras tanto, la batalla de Nereo con los noctámbulos se intensificaba. Su magia de agua era precisa, fluida como un río pero mortal como una tormenta. Cada movimiento suyo parecía una danza calculada.
Un noctámbulo se abalanzó sobre él desde su costado derecho. Nereo extendió su mano, y una lanza de agua emergió de la nada, atravesando al espectro y desintegrándolo en un siseo oscuro. Pero no hubo tiempo para celebraciones. Tres más se abalanzaron al instante, como si los noctámbulos se multiplicaran con cada golpe que él daba.
-¿Es que no tienen fin? -murmuró, su voz baja y contenida mientras giraba, creando un remolino de agua a su alrededor que empujó a los espectros hacia atrás.
Anne seguía corriendo, pero no podía sacudirse la sensación de inquietud. Cada vez que un pequeño arroyo cruzaba su camino, su vista se desviaba hacia el agua, como si esperara que Nereo emergiera de la corriente.
-Por favor, no te mueras... -murmuró, sorprendida por el tono de sinceridad en su voz.
De vuelta en la batalla, Nereo trazó un arco con su brazo, y una ola gigantesca surgió de un arroyo cercano, barriendo a un grupo de noctámbulos que intentaban rodearlo. Su expresión seguía impasible, pero sus ojos estaban clavados en las sombras que se movían con rapidez, cada vez más cerca.
-Son demasiados... -admitió para sí mismo, observando cómo los noctámbulos avanzaban, aprovechando cada esquina oscura, cada sombra que su magia de agua no lograba iluminar completamente.
Uno de ellos casi lo atrapo por la espalda. Nereo lo notó justo a tiempo y, girando, lanzó una esfera de agua comprimida que impactó al noctámbulo en el torso, deshaciéndolo en una nube oscura.
Pero por cada noctámbulo que caía, dos más parecían surgir de la penumbra.
-Esto no es sostenible...
Nereo se giró hacia el pequeño arroyo que corría cerca de él. Sus ojos se entrecerraron con determinación.
-Supongo que es momento de ser creativo.
Con un movimiento de sus manos, el agua del arroyo comenzó a elevarse, formando una corriente que giraba y se enroscaba a su alrededor. Nereo dio un último vistazo a los noctámbulos que lo rodeaban, ahora más agresivos que nunca.
-Adiós, amigos -murmuró con una leve sonrisa irónica.
Su cuerpo comenzó a desvanecerse, convirtiéndose en agua pura. La corriente lo absorbió, llevándolo con ella a una velocidad vertiginosa. Los noctámbulos intentaron atraparlo, pero sus garras solo atravesaban el agua inofensivamente.
Anne, que seguía corriendo hacia el castillo, escuchó un ruido sutil en el arroyo a su lado. Giró la cabeza justo a tiempo para ver cómo la corriente aceleraba y algo parecía moverse dentro de ella.
-¿Nereo? -preguntó en voz alta, deteniéndose en seco.
El agua del arroyo explotó hacia arriba, y Nereo emergió en medio de la corriente, su figura formada completamente por agua antes de volver a su forma humana. Anne dio un paso atrás, entre sorprendida y aliviada.
-¿Cómo... cómo hiciste eso? -preguntó, entre jadeos.
Nereo no respondió de inmediato. Respiró hondo, su semblante ahora un poco más relajado, pero aún alerta.
-La próxima vez, presta atención al entorno. El agua siempre encuentra una salida.
Anne parpadeó, tratando de procesar lo que acababa de presenciar.
-Eres un maldito showman, ¿lo sabías? -gruñó, aunque la preocupación aún brillaba en sus ojos-. Pensé que te habían atrapado.
Nereo arqueó una ceja, una leve sonrisa burlona asomando en su rostro.
-¿Estabas preocupada por mí?
Anne cruzó los brazos, desviando la mirada.
-Claro que no. Sólo hubiera sido un problema explicarle a esos "Eternos" por qué su chico del agua terminó como un trapo viejo.
-Por supuesto -respondió Nereo, sin molestarse en ocultar su sarcasmo.
Antes de que Anne pudiera replicar, un sonido distante de susurros llenó el aire. Nereo levantó la mano, indicándole que guardara silencio.
-Sigamos. Todavía no estamos fuera de peligro.
Anne lo siguió, pero esta vez caminó más cerca de él. Aunque no quería admitirlo, saber que Nereo estaba allí hacía que la incertidumbre que la rodeaba fuera un poco más soportable.
Supo
~~~
Los primeros desafíos se presentan para Anne luego de su llegada al misterioso Eterno. Nereo, aún tan enigmático, logro hacerle frente a los noctámbulos, extrañas criaturas de la noche capaces de absorber la magia de un eterno.
Ambos intentarán llegar al castillo, pero, ¿Para que?
Las respuestas a estos enigmas serán respondidas en el próximo capítulo, donde nuevos personajes harán su aparición.
¡Nos vemos el Viernes! 🔮❤️✨
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro