Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Extra 1

Dos corazones más enamorados que nunca.

Durante gran parte de mi vida, creí que las historias de amor solamente existían en los cuentos de hadas. No es que fuera pesimista, pero desde el abandono de mi padre cuando era niña, escuché de la voz de mi madre aquella frase que marcó por varios años mi forma de pensar: «Si siempre tienes el control, no habrá manera de que puedan dañarte». Tenía apenas diez años cuando me hice a la idea de que nadie podría quererme si el hombre que me dio la vida tampoco me quiso y desapareció sin avisar si volvería.

Crecí con la idea de que el amor nos vuelve débiles y, por ese motivo, rechacé la posibilidad de entregarme por completo a alguien. Salí con varios chicos y no faltaron las oportunidades en las que ellos buscaron la manera de conquistarme y enamorarme. Cada vez que alguien se me declaraba, solía ser yo quien rompía sus ilusiones al dejarles claro que no tendríamos una relación seria. Rompí muchos corazones y me convertí en la chica atractiva e inalcanzable que todos perseguían.

Estaba acostumbrada a ganarme la atención de todos los chicos. Siempre que elegía a alguno de ellos, me aseguraba de aclararles los límites de salir juntos. Fui ilusa al pensar que no había manera de que pudiera enamorarme, porque creí que era experta en dominar mis emociones. Pero de pronto apareció él, Noah Cantwell, y caí rendida a esos sentimientos que él podía provocar en mí con una sola mirada.

Me cautivó con sus sonrisas, me dejó fascinada con su voz y sus palabras, y me hechizo con aquel físico de ojos verdosos, cabello rubio y aspecto encantador. En poco tiempo, y sin darme cuenta, terminé profundamente enamorada y quedé atrapada en nuestros juegos de seducción.

Él fue el primero en confesarme sus sentimientos, pero yo hice todo lo posible por negarme a la realidad. Logré hacerle creer que no sentía nada, cuando la única verdad era que lo adoraba con toda mi alma. Nos distanciamos, pero nos fue imposible estar separados y vivir el uno sin el otro. Así fue como llegamos al punto en que yo prometí entregarme por completo a mis sentimientos. Lo miré directo a los ojos y confesé que lo amaba.

Nuestra relación se volvió intensa y profunda después de reconciliarnos en aquella fecha de Año nuevo. Noah y yo nos volvimos una de esas parejas inseparables que, al amarse tanto, no pueden estar distanciadas.

Lo apoyé en cada momento difícil de su recuperación; me mantuve cerca porque sabía que me necesitaría a su lado. Ambos sabíamos que el tratamiento tardaría en erradicar con su enfermedad, pero confiábamos en que el resultado sería positivo.

Transcurrieron varios meses en los que la situación fue difícil para él. Hubo momentos en los que ni siquiera le apetecía hablar ni ver a nadie. En todo ese tiempo, yo cumplí mi promesa y no dejé de apoyarlo ni me aparté de su lado, aunque él quisiera guardar distancia por su condición. Mis acciones fueron todo lo que él necesitaba para darse cuenta de que ni las peores dificultades acabarían con nuestro amor, con ese amor que él me hacía sentir a pesar de estar distante. Después de un tiempo, se disculpó por su comportamiento y me confesó que tenerme a su lado era más que suficiente para que no se diera por vencido en esa lucha constante contra su enfermedad. Podría asegurar que lo amé todavía más por demostrar esa valentía y fortaleza, porque si me permitía estar a su lado, haría hasta lo imposible para animarlo y ofrecerle todo el amor que se merecía.

Atravesamos todas las dificultades que se nos presentaron y permanecimos juntos. Durante todo ese tiempo no nos rendimos. Yo me enamoré a cada día más de la persona maravillosa que era Noah, porque él llenaba mi corazón de una alegría inmensa. Mi afecto y cariño crecieron y se expandieron más allá de mi corazón, porque él y yo nos queríamos tanto que nuestro amor ya no tenía límites ni fronteras.

Las sesiones del tratamiento se fueron prolongando más y más hasta el momento en que los médicos nos informaron los resultados de los análisis más recientes, y juraría que nunca me sentí más feliz que aquel día, porque las palabras «Se ha curado y no hay manera de que vuelva a recaer» lo fueron todo para mí.

Mi alegría fue tanta que, en un movimiento apresurado, me lancé a sus brazos, lo abracé fuerte y me fundí con él en un beso que llevaba impreso el “Felices por y para siempre". Noah y yo nos besamos con toda la pasión y el amor que solo dos seres que se aman pueden sentir.

Probablemente, los médicos y sus padres no vieron aquel beso como un simple gesto de romanticismo juvenil y lo consideraron un acto que estaba fuera de lugar, algo inapropiado, pero a ninguno nos importó lo que pudieran pensar, porque nos amábamos con locura e intensidad, y esta vez no había nada que pudiera separarnos. Noah ya se había recuperado; no existía ninguna enfermedad que amenazara con dañarlo física o emocionalmente, y ahí estaba yo para hacerlo infinitamente feliz.

Meses atrás tuvimos una conversación imprescindible. En ese entonces, yo todavía no aceptaba que lo que sentía era amor puro y verdadero, pero eso no quiere decir que no me haya tomado lo que nos dijimos como un juramento inquebrantable. Todavía recordaba el instante justo en el que estábamos tumbados en su cama (en el dormitorio de la residencia de estudiantes del internado "Deerfield Academy"). Yo leí una frase que él había pintado en una de las paredes, miré hacia el techo con expresión pensativa y luego sugerí que podía escribir una de sus frases en el techo. Entonces, él propuso que la escribiéramos juntos y entrelazó su mano con la mía.

Tal vez no lo comprendí en ese preciso momento, pero posteriormente entendí que aquellas palabras y aquella unión eran símbolos de una promesa que tendríamos que cumplir más adelante. Así que ahí estábamos, mi novio y yo, después de seis meses de relación, pintando una frase cuyo significado solo nosotros entendíamos.

—"Hay amores que son tan poderosos que se vuelven eternos" —leí en voz alta.

La atención de Noah recayó sobre mí, nuestras miradas se encontraron y me sumergí en la profundidad de sus pupilas.

—Y hay amores como el tuyo que dejan una marca permanente en el corazón —murmuró él con la voz enronquecida.

Me apoyé en mi codo, incliné mi rostro hacia el suyo y esbocé una dulce sonrisa.

—Resultaste ser uno de esos poetas cursis que expresan sus emociones en tinta y papel; es inevitable que no esté loquita de amor por ti —exclamé con el semblante iluminado.

—Tú eres mi única inspiración, has conseguido que me convierta en un chico romántico desde el momento en que aceptaste estar a mi lado, Ash.

—He aceptado quedarme a tu lado porque amarte me resulta inevitable, Noah —le dije y mis labios dibujaron una ligera sonrisa.

Repentinamente, Noah me sujetó de la cintura y me atrajo hacia su torso. A los pocos segundos, estuvimos pegados el uno al otro y mantuvimos un intercambio de miradas profundas.

—Repítelo una vez más —susurró sobre mis labios.

Me quedé embelesada mirándolo, elevé la mano y recorrí los rasgos varoniles de su rostro.

—Estoy muy enamorada de ti, te adoro, te quiero, te necesito y no quiero separarme jamás de tu lado —le confesé con una sonrisa cálida y sincera—, Salir contigo es lo mejor que me ha podido pasar; en estos meses, te has vuelto indispensable para mí.

Su semblante se iluminó con una expresión radiante de felicidad. Yo sonreí con alegría mientras le acariciaba los labios con las yemas de mis dedos.

De un segundo a otro, Noah tiró de mí y me atrapó contra su pecho. Sentí que apoyaba la barbilla sobre mi cabeza mientras me abrazaba con fuerza, dejándome sin aliento.

—No me cansaré nunca de decirte que te amo, aunque igual ya sabes que te amaré de aquí a la eternidad.

Me reí suavemente junto a su cuello y hundí mis manos en su cabello, despacio. Me encantaba acariciarlo porque era increíblemente suave y agradable al tacto.

Nos separamos un poco para poder mirarnos, así que lo observé con el corazón desbocado de emociones.

—Yo también te amo, Noah Cantwell. Me siento magníficamente feliz de tener toda una vida por delante, una vida que deseo pasar únicamente contigo, porque no anhelo nada más. Quiero estar a tu lado, quiero aferrarme a este amor y llenar cada uno de nuestros momentos de una alegría inigualable.

La risa ronca de Noah me llegó a los oídos y embriagó cada uno de los sentidos. Me tomó desprevenida cuando me agarró de la cintura y comenzó a llenarme el cuello de tiernos besos dulces y suaves.

Seguí riéndome a pesar de que sus delicados besos me estaban dejando sin respiración. Con paso de los segundos, fui quedándome sin aliento hasta que me fue imposible no sentirme fascinada con aquellos labios regando besos en cada centímetro descubierto de mi piel.

Entreabrí los labios y exhalé un suspiro ronco.

—Nos queda poco tiempo, ya tenemos que volver a clases, Noah —conseguí decirle con la respiración agitada.

Noah se separó de mi cuello y me miró atentamente. Un par de ojos verde esmeralda recorrieron cada espacio de mi cuerpo con mucha lentitud. Su intensa mirada me hizo sentir querida y amada.

—Pensándolo bien, no creo que nadie note nuestra ausencia en la próxima clase —expresé, risueña.

Le lancé una mirada provocadora y tiré de los primeros botones de su camisa para desabrocharlos. Acababa de tirar del último botón cuando mis manos se deslizaron por su abdomen y se desplazaron a su pecho definido.

—Cuando estoy contigo, todo deja de existir —murmuró él, despacio—. Me dan igual las clases, no me importa lo que opine el resto; tú eres mi prioridad.

Él se mordisqueó el labio y yo sentí la necesidad de hundir los dientes en su boca para capturar el sabor de sus labios una vez más. No pude resistirme y acabé rompiendo la distancia que nos separaba. Nos fundimos en un beso apasionado y lleno de amor, un beso que sellaba nuestro compromiso de estar juntos para siempre.

Él me levantó por la cintura y me subió en su regazo. Yo enrosqué mis piernas alrededor de su baja espalda y deslicé los brazos alrededor de su cuello para disminuir cualquier rastro de distancia.

Sus labios buscaron los míos en un beso pausado y lento; nuestras bocas se fusionaron con frenesí hasta que nos quedamos sin aliento.

Cuando nos separamos para respirar, le sonreí y se lo dije de nuevo.

—Me he enamorado de ti con locura; no hay manera de que consiga alejarme, te necesito en mi vida —me quedé callada para sellar mis labios con los suyos una vez más. Me separé unos pocos centímetros y me perdí en la profundidad de sus ojos verdes al decir—: Siéndote sincera, jamás se me cruzó por la cabeza que me enamoraría de ti. Confieso que me sentí atraída por ti desde aquel día en que te presentaste y me dijiste que te llamara mi alma gemela, pero solamente ahora me doy cuenta de que jamás te equivocaste, porque eres y siempre serás mi otra mitad, la única persona que complementa mi alma y mi corazón.

Incliné la cabeza para apoyar mi frente contra la suya. A escasa distancia, podía escuchar que le costaba respirar. Hundí los dedos en su cabello suave y sentí su sonrisa contra mis labios cuando me ofreció un beso amoroso.

Recibí su beso, encantada, y me dejé cautivar por las caricias que regaban sus manos por debajo de la tela de mi camiseta. Ya era tiempo de aceptar que nunca me cansaría de besarlo.

Separó su boca de la mía durante algunos segundos para murmurar:

—Eres tú quien tiene mi corazón en sus manos, preciosa —su aliento acarició la piel junto a mi oído.

Me estremecí bajo el calor de sus palmas en mi piel. Noah me observó con aquella expresión encantadora que cautivaba lentamente mis sentidos.

—Y tú me tienes en cuerpo y alma, de aquí a la eternidad —respondí con las pupilas encendidas de pasión.

—Soy afortunado de tenerte, mi amada alma gemela.

Me reí junto a su cuello y le acaricié la mejilla con los labios antes de posar mis manos en su nuca y acortar la distancia para hacerle perder el sentido con un beso de ensueño.

A partir de ese día, nuestra historia de amor continuó, llena de risas, complicidad, pasión y adoración, siempre trascendiendo de un cariño profundo. El amor que sentíamos el uno por el otro era tan fuerte que se volvió eterno, trascendiendo barreras y desafiando todo pronóstico.

Mi historia con Noah se convirtió en un ejemplo de que el amor verdadero existe y puede superar cualquier adversidad. Yo, Ashley Smith, descubrí que no existen fronteras cuando uno se enamora y, finalmente, encontré mi final feliz en los brazos de Noah, el amor de mi vida.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro