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43

¿Dolor? Dolor es perder un amor y quedar destruido con su partida.

Él se interpuso frente a la escalera, y con un tono sereno exclamó:

—Ten cuidado por aquí, Ash; deberías fijarte bien por dónde caminas. Sería una lástima que te hicieras daño justo cuando estamos a dos días de la fiesta de nuestras vidas.

Su comentario me sacó una amplia sonrisa. Solté una carcajada y le di un ligero empujón en el hombro con mi mano mientras intentaba controlar mi risa.

—Vale, resulta gracioso, pero si no guardas silencio nos sacarán de la biblioteca a librazos —me advirtió con un tono juguetón, y los dos comenzamos a reírnos como dos locos en medio de un pasillo solitario, rodeados únicamente de cientos y cientos de libros.

—No será a mí a quien le peguen con un libro —logré decir entre risas—, pero tranquilo que no te dejaré solo si eso llega a pasar.

Logan me sonrió con complicidad mientras se recargaba en la columna de libros que tenía detrás.

—Espero que no —comentó, humedeciéndose los labios y mirando hacia ambos lados del pasillo desierto para asegurarse de que estábamos solos—. Por si acaso, deberíamos salir de aquí antes de que nos escuche la bibliotecaria.

Yo negué con la cabeza y encogí los hombros, sintiéndome despreocupada.

—No estamos haciendo nada incorrecto, solo estamos conversando —dije de manera evidente, y Logan levantó una ceja al escucharme.

—Si lo prefieres, podríamos hacer algo más entretenido y desafiar un poco las normas —sugirió, acercándose a mí y acorralándome contra la gran estantería de libros—. ¿Qué opinas, Ash? ¿Te gustaría perderte con tu mejor amigo entre estos solitarios pasillos?

Su tono provocador logró captar mi atención, pero fueron los suaves besos que dejó en mi cuello los que me hicieron decidir seguirle el juego.

Me mordí el labio inferior y tiré de su camiseta hacia mí para reducir la distancia entre nuestros cuerpos. Era consciente de que no era correcto, especialmente después de que la última vez que lo besé las cosas terminaron mal con Noah, pero sentía que esa era la única forma de alejar su recuerdo de mi mente. Solo así podría olvidar su nombre y su existencia.

—Creo que tenemos algunos besos pendientes, amigo mío —susurré junto a su boca y le acaricié la barbilla con los labios—. Tal vez deberíamos hacer algo para arreglarlo.

Deslicé mis labios por su mandíbula y los sellé justo en el punto del cuello donde latía su pulso.

—Arreglémoslo entonces —respondió con picardía y me envolvió la cintura con las manos antes de aproximar su rostro al mío y juntar sus apetecibles labios con los míos.

La exquisita fusión de nuestros alientos y la irresistible necesidad que invadía nuestra mente nos llevaban a anhelar besarnos apasionadamente, debilitando poco a poco nuestra parte racional.

Sus labios pedían el roce con los míos y su cuerpo me presionaba suavemente contra el estante, mientras sus delicados dedos recorrían mis costados. 

Nos ocultamos de las luces que entraban por los ventanales y nos alejamos del bullicio que percibíamos al otro lado de los estantes hasta que estuvimos lo suficientemente lejos de cualquier persona que pudiera interrumpirnos.

Logan y yo nos sumergimos en los pasillos de la biblioteca, disfrutando de besos y caricias furtivas, chocando suavemente con las hileras de libros —apilados en torres— que estaban esparcidos por el suelo y esquivando las escaleras de madera que, de vez en cuando, se cruzaban en nuestro camino.

En un instante, nos encontramos en un pasillo sin salida. Logan acarició suavemente mi boca con la suya y, sin darnos cuenta, retrocedimos a ciegas hasta que sentí cómo mi espalda tocaba una superficie fría y plana, que luego reconocí como una puerta. Sin dudar, retiré mi mano de su cuello y, sin interrumpir el beso, busqué el pomo de la puerta para que pudiéramos ocultarnos de la iluminación que desprendían las lámparas LED.

Al encontrar el pomo, lo giré y empujé la puerta. Al dejarla entreabierta, comencé a retroceder y guié a Logan para que hiciera lo mismo. Una vez que entramos al pequeño cuarto, Logan cerró la puerta con su pie. Un fuerte portazo resonó en el aire y, tras unos instantes, el chico me dio un suave beso en los labios antes de apartarse.

—Este lugar tiene muy poca luz —susurró él con voz baja, mientras yo soltaba una risita nerviosa.

—Me gusta estar en la oscuridad contigo —susurré con un tono juguetón, dejando que mis ojos brillaran con picardía. Al tomar aire nuevamente, me di la vuelta en busca del interruptor (si es que había uno) y expuse sin rodeos la idea que me había pasado por la cabeza—. Aunque no estoy segura de si está prohibido entrar aquí.

Intenté continuar con mi búsqueda, pero a los pocos segundos sentí que Logan se acercaba por detrás de mí; primero noté su nariz en mi cuello, y luego su aliento acariciando mi piel.

—¿Qué importa si está prohibido? Estamos tú y yo solos, y no creo que necesite una autorización para seguir adelante con lo que realmente deseo hacer contigo —susurró en mi oído con una voz seductora, mientras me envolvía en sus brazos acogedores para acercarme a él.

Incliné la cabeza hacia atrás, soltando un largo suspiro, y de inmediato sentí cómo sus labios acariciaban un pequeño fragmento de mi piel. Cerré los ojos, absorta en mis pensamientos, y dejé escapar un suspiro, permitiéndome disfrutar de los besos cálidos que me ofrecía en el cuello.

Me perdí por completo cuando acercó su dulce boca a mi oreja y susurró mi nombre en repetidas ocasiones con una voz tan seductora que me resultaba irresistible, provocando que su aliento me recorriera el cuerpo con escalofríos.

Cuando ya no pudo contenerse más, me invitó a girarme para que estuviéramos cara a cara, y la cercanía entre nosotros se volvió innegable.

Él respiró pesadamente sobre mis labios, y yo, sin ser consciente de lo que estaba a punto de hacer, imité su gesto. Me dejé llevar por el pequeño espacio que separaba nuestras bocas y, casi de manera impulsiva, me lancé a besarlo con una intensidad desbordante. En un instante imperceptible, uní mi boca a la suya, y él no dudó en corresponder a mi beso apasionado. Entreabrió sus labios y combinó su lengua con la mía en un baile lento y sensual, conectándonos a una melodía frenética que solo parecía seguir un ritmo mientras nos besábamos.

Fui yo quien se movió primero, entrelazando mis dedos en su cabello y besándolo de nuevo con pasión, mientras él me rodeaba la espalda con sus brazos, manteniéndome cerca de él.

Sus besos y caricias eran intensos, pero yo ansiaba aún más fuego, deseaba dejarme consumir entre sus llamas, aunque solo fuera por un instante, para escapar de esa realidad que aún persistía en un rincón de mi memoria.

De manera inesperada, Logan me tomó por la parte baja de las caderas y me levantó en el aire; yo rápidamente envolví su cuerpo con mis piernas. Sin soltarme, él retrocedió lentamente mientras nuestras bocas se encontraban y se devoraban de forma intensa y apasionante. Mis manos se aferraron a su cuello y mis dedos se enredaron en sus mechones de cabello, tirando de ellos con suavidad mientras nuestros besos se volvían cada vez más profundos.

Durante nuestro recorrido en la penumbra, accidentalmente nos topamos con una mesa. Logan me ayudó para que me sentara en uno de los extremos, deslizó lentamente sus dedos por mis costados, me sujetó con firmeza de la cintura y se acercó completamente a mí. Yo lo envolví con mis muslos y volví a colocar mis manos detrás de su nuca.

Le mordí suavemente el labio inferior y, en cuestión de segundos, nos entregamos a un beso ardiente y feroz —como el de dos amantes que se reencuentran tras un tiempo de separación—. La intensidad de ese momento hizo que la temperatura a nuestro alrededor aumentara rápidamente, de una manera casi indefinible. Ambos éramos conscientes de que nuestro juego apasionado aún no había alcanzado su punto culminante.

Nuestros besos eran desenfrenados y llenos de pasión, salvajes y atrevidos, al igual que el juego travieso de nuestras caricias.

Me estaba quedando sin aire, pero no quería detenerme. Estaba decidida a entregarlo todo, a fundirme en su piel sin parar.

Acaricié suavemente su labio inferior con mi lengua y él gimió al momento de succionar mi labio y volver a besarme, mientras sus manos se deslizaban por mi espalda. Él jadeó y me sujetó con más fuerza, y yo, en respuesta, arqueé la espalda para permitir que sus manos expertas tuvieran un mejor acceso.

Logan dejó que sus dedos exploraran mi vientre, deslizando sus manos sobre la piel clara que se asomaba entre el top y la falda. Con delicadeza, me acarició con las yemas de sus dedos. Encontró la manera de deslizarlos bajo la tela de mi blusa y comenzó un recorrido peligroso por mi columna, llenándome de sensaciones ardientes con cada caricia que dejaba en mi piel.

Cuando sus labios se fundieron nuevamente con los míos, su boca tenía una sensación fría, mientras que sus labios eran suaves y firmes, moviéndose de manera sensual contra los míos. Sin embargo, era plenamente consciente de que los besos que realmente deseaba eran solo los de Noah, y no entendía por qué continuaba anhelando su compañía, a pesar de que Logan me hacía sentir tan bien.

Conforme pasaba el tiempo, me sentía cada vez más segura de que solo estaba proyectando lo que realmente deseaba. A pesar de mis intentos por alejarlo de mis pensamientos, cada segundo me encontraba pensando en Noah: en sus manos enredándose en mi cabello, en sus dedos recorriendo mi columna, en su aliento provocando una sensación de hormigueo en mi piel, y en sus besos que reclamaban mi atención con una intensa pasión y deseo.

Logan estaba ahí, era él quien exploraba mi cuerpo y me besaba con pasión y desenfreno. Disfrutaba verdaderamente de sus caricias y de sus besos. Todo se sentía maravilloso, a pesar de que no podía ser completamente perfecto.

Sus manos se deslizaron por mis muslos y se aventuraron bajo mi falda, ascendiendo cada vez más deprisa, despertando mis sentidos con una intensa alerta. Sin embargo, decidí dejarlo pasar.

Me aferré a sus hombros, me estremecí entre sus brazos y me dejé llevar por su magnífica su figura, completamente dispuesta a perderme en su encanto.

Deseaba abandonarme a sus caricias, fundirme con su cuerpo y sentir cómo se entrelazaban nuestros seres, pero había un pequeño inconveniente: quería todo eso con una sola persona, y esa persona era Noah.

Estaba jodidamente enganchada a Noah, lo tenía metido bajo la piel y los huesos, lo llevaba tan adentro que parecía formar parte de mí.

A pesar de estar besando a Logan, sentía que su nombre estaba grabado en cada parte de mi piel, como si cada rincón de mi ser le perteneciera por completo.

Quería tener a Noah de nuevo a mi lado. Lo deseaba con fuerza. Anhelaba sus labios suaves juntándose con los míos, sus manos cálidas acariciando mi espalda y sus dedos jugando con mi cabello.

«Demonios, deseaba estar abrazada a él sin pensar en nada más, y no soltarlo ni por un instante»

«Joder, ¿qué demonios estaba sucediendo? ¿Acaso estaba viviendo una de mis peores pesadillas o me había vuelto completamente loca? Sea cual sea la situación, realmente me sentía llena de sensaciones desconocidas que me estremecían y me recorrían la piel»

Me esforcé por dejar atrás cualquier pensamiento que me llevara a Noah y traté de concentrarme en Logan, con la intención de perderme por completo en sus besos y caricias. Sin embargo, el sonido inesperado y abrupto de la puerta al abrirse y el encendido repentino de las luces sobre nuestras cabezas arruinaron la atmósfera romántica del momento.

Tuve que parpadear varias veces para acostumbrarme a la intensa luz y enfocar mi vista en la persona que había entrado en la habitación sin previo aviso. De repente, volví a encontrarme con su mirada penetrante y helada. Mi desconcierto aumentó al recuperar el control de mi cuerpo y darme cuenta de que todavía estaba cerca de Logan, en una posición bastante comprometedora. Pero el pánico se convirtió en terror al identificar que la persona que nos estaba observando era Noah.

«¡Maldita sea! Noah estaba aquí y nos había descubierto a punto de enrollarnos»

«¡Joder, pero qué mierda! Esto no podía ser cierto, tenía que ser una jodida broma»

Lamentablemente, eso estaba sucediendo y ya no podía escapar de lo que se avecinaba. Logan también percibió su presencia y, dando un salto, se alejó de mí. Unos segundos después, recuperó la compostura, se apoyó en la mesa y miró a Noah con la ceja levantada, dejando entrever una sonrisita cínica en sus comisuras.

Noah nos observaba con seriedad desde el marco de la puerta, con los brazos cruzados y una expresión severa en su rostro que resultaba difícil de interpretar, pues, sin exagerar, su mirada era realmente intimidante.

Antes de romper el tenso silencio, Noah inhaló profundamente y apretó la mandíbula, entonces formuló de manera fría y repentina una pregunta que me dejó aturdida.

—¿Qué mierda significa esto, Ashley? —preguntó con voz ronca, perforándome con sus pupilas de acero. Al oírlo pronunciar aquellas palabras se sintió como toparse de lleno con un iceberg en el Ártico.

Al no recibir respuesta de mi parte, noté que apretó los puños y vi cómo se le tensaron exageradamente los músculos de los brazos, mientras las venas del cuello y de sus antebrazos comenzaban a sobresalir bajo su piel.

Parecía estar a un instante de perder la calma; desde la distancia, observaba cómo su autocontrol se desvanecía poco a poco. Las facciones de su rostro se crispaban por la ira y su cuerpo se transformaba en una armadura de hierro, impenetrable para mí. Los muros que había levantado eran insuperables.

—Te he preguntado qué demonios significa esto, ¡RESPÓNDEME YA, JODER! Primero me dices que quieres hablar y me pides que me reúna contigo, y lo primero que veo cuando estoy dispuesto a escucharte es esto... —gritó él, furioso, con la voz rasposa y cargada de rabia, señalándonos a Logan y a mí de manera acusadora.

Nunca vi tanta furia en los ojos de una persona y nunca sentí tanta frialdad a través de una sola mirada. En aquel instante, experimenté un pánico inexplicable que me dejó absolutamente paralizada.

A través de su mirada, detecté odio, desprecio, desilusión y una emoción aún más fuerte que las anteriores: la tristeza y el dolor consumiéndolo por dentro.

—No te confundas, permíteme explicarte... —dije con cierta desesperación, tratando de justificarme, pero él me interrumpió antes de que pudiera concluir.

—¡Ya no me hace falta escuchar nada que venga de ti, Ashley! —espetó con frustración, negando con la cabeza y escrutándonos con una mirada fulminante que, de ser un láser, resultaría letal—. Me equivoqué contigo. Soy un idiota por volver, sabiendo que ya no hace falta que regrese.

—Entonces vete y déjala en paz —interfirió Logan en mi defensa, parándose frente a mí—. No le haces falta, no te necesita y ya no quiere que seas parte de su vida. Acéptalo y olvídate de ella de una maldita vez.

—¡Basta, Logan! —grité para que no siguiera empeorando las cosas y me separé de su lado para enfrentar directamente la mirada devastadora de Noah. Dirigiéndome a él, hablé lentamente, buscando las palabras adecuadas—. Escúchame, yo no quería que pasara esto... no pretendía que vieras esto, créeme, por favor.

—Ya no estoy para creer tus estúpidas mentiras. Se acabó, no jugarás más conmigo —sentenció con neutralidad y sentí que me quebraba por dentro al ver que se volvía y daba un paso para atravesar la puerta.

—Te lo dije desde un principio, te advertí que ella no se decidiría por ti porque le importas una mierda —soltó Logan con ironía y se cruzó de brazos.

Me volví y lo fulminé con severidad, sintiéndome irritada por la brusquedad de su comentario.

—Que te hayas enamorado es problema tuyo, y que no te canses de arrastrarte detrás de ella para conseguir su amor es realmente patético, porque ella NUNCA te va a querer, imbécil —siguió alardeando para molestarlo—. Jamás serás correspondido, es momento de que lo aceptes.

Ante la mención de lo último, Noah se detuvo y dejó de avanzar. Se volvió hacia nosotros y retrocedió un par de pasos, dando zancadas grandes hasta quedar delante de Logan.

—Tal vez yo no pude ganarme su corazón, pero tampoco lo tendrás tú, idiota de mierda —espetó Noah enfadado, dándole un fuerte empujón a Logan, quien chocó contra varias torres de libros que se desplomaron ante el impacto.

—Al menos a mí no me botará al olvido como hizo contigo —se defendió Logan, devolviéndole el empujón con brutalidad.

—¡Serás imbécil! —musitó con la voz cargada de ira.

Se había alterado drásticamente y la tensión que amenazaba con emanar de sus poros se descargaría de una manera u otra contra el chico que lo enfrentaba de frente.

Escuché un estruendo seguido de otro y cerré los ojos sin pensar. Una vez que los abrí, vi que Noah se había abalanzado sobre Logan, a quien ya se le estaba poniendo roja la mandíbula por el golpe que Noah le había propinado. También noté un pequeño corte en el labio inferior de Noah —un rasguño del que brotaba sangre—, por lo que también deduje que Logan le había dado un buen puñetazo.

A pesar del incidente, Noah lo sujetaba de la camiseta con los puños cerrados y lo presionaba fuertemente contra la pared. Se le veía furioso e irreconocible; su rostro estaba rojo, sus ojos parecían estar en llamas y su mandíbula se contraía con cada respiración que tomaba. Desde lejos, se podía escuchar su ritmo cardíaco agitado. Sus músculos se notaban cada vez más tensos y las venas de su cuello parecían a punto de reventar.

—Anda, golpéame de nuevo y muestra tu verdadera cara para que ella vea que no vale la pena perder el tiempo con alguien como tú —lo retó Logan sin miedo, mostrándose igual de desafiante que Noah.

El rubio apretó los puños con fuerza, lo zarandeó y lo miró con furia. Logan también alzó las manos y lo agarró del cuello de la camiseta bruscamente; ahora los dos estaban cara a cara y se lanzaban miradas amenazantes.

Con su rostro a milímetros del de Logan, Noah soltó bruscamente:

—Lo haré para que cierres la maldita boca y dejes de entrometerte en lo que no te incumbe, idiota.

Logan se rió sin gracia y asintió con burla, mostrando su sonrisa de victoria.

—Haz lo que quieras, pero yo me meto porque te estás pasando de desquiciado con ella, y no pienso permitir que la trates o la insultes de esa forma.

Su voz firme dejó en evidencia que la amenaza de Noah no le intimidaba en lo más mínimo, tal vez nada.

—No digas estupideces. Fue ella quien me engañó a mí y la que me manejó como a un títere todo este tiempo. Me usó como su marioneta y se divirtió con mis sentimientos, así que no digas que me estoy pasando cuando ella fue la que se pasó conmigo —mientras hablaba, lo zarandeaba con violencia y brusquedad—. Tú eres el que sobra, ni siquiera deberías estar aquí, entrometido.

—¿Por qué? ¿Acaso este lugar está reservado para los perdedores y no estaba enterado? —cuestionó mi amigo con ironía y se echó a reír.

Burlarse de Noah no parecía ser la mejor de las ideas, dado que él era quien se encontraba en desventaja.

—No lo entiendes, ni tú ni ella lo entienden —farfulló él, frustrado, apretando los puños con todas sus fuerzas, hasta que los nudillos se le tornaron blancos.

Cuando logró contener su ira, negó con la cabeza de forma mecánica y me dirigió una fugaz mirada que me dejó congelada.

—¿Qué es lo que no entendemos según tú? ¿Que estás loco de amor por ella y que sigues pensando que eres correspondido? Vamos, Noah, los dos sabemos que Ashley te ha estado utilizando, no le importas en absoluto, así que deja ya tanto drama, supera esta endemoniada obsesión que tienes por ella, asúmelo y déjanos en paz.

—¡Cierra la maldita boca! —le escuché gritar a Noah y, a continuación, vi que alzaba su brazo y cerraba el puño para golpear a Logan una vez más.

El otro chico intentó zafarse e inmediatamente bajó la mano para darle un duro golpe en las costillas.

Al ser consciente de que los dos estaban a punto de agarrarse a golpes, de algún modo reuní valor y caminé apresuradamente en su dirección; no hicieron falta más de diez segundos para que tirara de la camiseta de Noah, obligándolo a que se detuviera.

—No lo hagas —le pedí en un suave susurro.

Se tensó al sentirme detrás de él y al percibir mi contacto en su espalda. Su respiración se aceleró gradualmente, una reacción completamente inconsciente que él intentaba reprimir con toda la fuerza de su voluntad. De igual manera, su ira y frustración parecieron disminuir cuando escuchó el sonido de mi voz junto a su oído.

Se dio la vuelta mientras bajaba lentamente su brazo y lo dejaba caer a su costado, abriendo el puño para destensar los músculos. De repente, la mano que seguía aferrada a la camiseta de Logan lo soltó deliberadamente de un empujón y se volvió para encararme.

La luz verde de sus ojos ya no estaba allí; en su lugar, había un abismo oscuro y sin brillo que opacaba la chispa de su mirada. Una oscuridad inminente se extendía desde sus rasgos hasta su postura.

Por un segundo pensé que iba a decirme algo, pero decidió quedarse callado y solo se frotó los ojos con las manos para controlar el sentimiento que comenzaba a reflejarse en el interior de sus pupilas. Iba a llorar; estaba perdiendo la batalla con el nudo que le subía por la garganta.

Antes de que pudieran asomarse bajo sus párpados las primeras lágrimas, suspiró y bajó la cabeza, rendido. Derrotado; esa era la palabra correcta.

Se pasó el dedo pulgar por el corte del labio y me lanzó una mirada helada y herida cuando pasó junto a mí y empujó mi hombro para salir de allí, dejándonos atrás a mí, a Logan y a ese pequeño espacio donde nos besamos por primera vez.

«Maldición, ¿fue eso lo que le molestó tanto? Que de todos los lugares me haya encontrado con otro en el mismo sitio donde comenzó nuestra historia»

—Vaya, al fin se fue. De verdad, su insistencia no tiene límites, ¿no lo cree...?

No me quedé para escuchar lo que Logan quería decir y salí corriendo tras Noah, sin comprender por qué no podía dejarlo ir.

Lo seguí a través de los pasillos con mi corazón latiendo a toda velocidad. Al recorrer la esquina que conducía al área de recepción, vi que se alejaba hacia la salida para atravesar el umbral y volver al corredor. No pensaba permitir que saliera de allí o lo perdería de vista, así que puse toda mi resistencia y aumenté la longitud de mis zancadas para lograr alcanzarlo.

Él estaba a punto de atravesar la puerta principal, pero alcancé a sujetarlo del hombro, colocando mi palma firmemente sobre la tela de su camiseta blanca.

—Detente un segundo y hablemos, no podemos dejar la situación así —murmuré a sus espaldas, sin aliento.

Noah detuvo sus pasos, pero no se giró hacia mí ni me miró a los ojos; era como estar hablando con un extraño, o peor aún, con alguien a quien ya no le importaba lo más mínimo.

—Ya déjalo así, joder. Ponte en mi lugar por una maldita vez y no empeores más las cosas. Déjame tranquilo y vete, ¿eso es mucho pedir? —espetó con frialdad y dio un paso más con la intención de seguir avanzando.

—No quiero que te vayas, necesito que me escuches —insistí, angustiada.

La voz se me iba a quebrar en cualquier momento, si es que no se había deteriorado ya en fragmentos ininteligibles. 

—Ya te escuché suficientes veces para saber que volverás a mentirme.

Dicho esto, se soltó de mi agarre de un tirón y retrocedió un paso en la dirección contraria.

—No te mentí cuando te dije que no podía tener nada serio contigo, y tú aceptaste seguir conmigo a pesar de eso. Entonces, ¿por qué te pones así? Dejamos las cosas claras hace unas semanas.

Al escuchar mi terrible comentario, él se volvió hacia mí y me miró con tanta desilusión que me sentí la peor persona del mundo por haberle causado tanto daño y por estar reprochándole algo que sabía que lo lastimaría aún más.

Me observó en silencio durante unos segundos, manteniendo en todo momento una expresión neutral que me tocó profundamente el alma.

—Llegué aquí porque quería compartir contigo algo que he estado guardando durante meses, pero te encontré con él, Ashley. Estaba dispuesto a abrirme a ti de nuevo y, una vez más, me has decepcionado.

Las palabras me impactaron como un balde de agua fría.

—Mi corazón no puede soportar otra mentira, ya no lo puedo resistir. Me duele mucho que me tomes como un juego; soy una persona, no una pieza de ajedrez en un estúpido tablero, no soy un peón con el que puedes divertirte, manipulando y pisoteando sin piedad cada maldito sentimiento. Esta mañana juré que te odiaba por lo que me hiciste, pero cuando me pediste hablar en la biblioteca, pensé que tal vez tú querías... De todos modos, sabías perfectamente que ese lugar lo preparé para nosotros dos. —apuntó con la cabeza hacia el pasillo que habíamos atravesado minutos antess—. Transformé ese rincón de libros en un lugar que era tuyo y mío, porque desde el principio deseé construir algo serio contigo. Sin embargo, al verte allí con él, comprendí que ese pequeño espacio no significa lo mismo para ti que para mí, ya que parece que no te importa, ni eso ni nada relacionado conmigo. Por eso estoy actuando así. Ya tienes la estúpida respuesta que buscabas. —expresó con frustración, llevando sus manos a su cabello para intentar controlar su enojo.

Su mirada nunca había reflejado tanta nostalgia como en ese momento, y fue esa sensación que me transmitieron sus ojos verdes la que me envolvió en una ola de escalofríos, llegando hasta lo más profundo de mi ser.

Me observó con una expresión enigmática. Sus ojos exploraban los míos con intensidad, buscando respuestas. Ya no encontraba palabras que añadir; solo podía pensar en que yo era la responsable de todo, pues entre todos mis errores, este había sido el más dañino para él. 

—No es necesario que digas nada; tanto tú como yo sabemos que no hay más que agregar —exclamó él con amargura, comenzando a darse la vuelta para irse. Sin embargo, lo detuve aferrando mis dedos a su antebrazo.

—Noah, yo... siento mucho todo lo que te he hecho pasar. Perdóname si te he causado dolor —le dije con voz suplicante, sintiendo que mis ojos comenzaban a arder.

Una presión empezaba a acumularse en mi pecho, dificultando mi respiración. Era consciente de que la angustia me había atrapado en sus redes, tratando de arrastrarme a las profundidades y hacerme sentir ahogada.

Noah se alborotó el cabello con los dedos y exhaló un profundo suspiro, enfrentándose a una mezcla de desesperación y frustración. Se frotó la nuca con impaciencia y se giró nuevamente para mirarme de manera directa.

—¡Mierda! —murmuró entre dientes y exhaló pesadamente para calmar sus nervios.

De forma inesperada, me tomó por los hombros e inclinó su rostro hacia el mío. Nuestras miradas se encontraron y me sentí diminuta, mucho más pequeña que una partícula, al tenerlo frente a mí, tan imponente y peligroso, con un fuego intenso y aterrador brotando de su interior. Después de dos segundos en los que nuestras miradas se enlazaron, me sacudió bruscamente, como si fuera una muñeca de trapo sin sensibilidad.  Se mantuvo firme en no apartar la vista.

—¿DICES QUE LO SIENTES? Por favor, deja de actuar, no me mientas más. Sé que no lo sientes de verdad y solo intentas manipularme con tus palabras engañosas. ¡Basta ya, deja de fingir! No puedo más con esto. Estoy harto. ¡ME TIENES HARTO!

Sus hermosos ojos estaban llenos de enojo y rencor. Sus palabras lograron helarme de pies a cabeza y me empujaron hacia lo más profundo del agua, impidiéndome nadar hacia la superficie. Me sentía ahogada, como si me estuviera hundiendo por dentro.

—Lamento mucho todo esto, Noah.

Volví a insistir, pero él desvió la mirada rápidamente. Fijó su vista en el vacío y pretendió no haberme escuchado. Ya no me creía, había perdido toda su confianza en mí.

—Yo lo siento mucho más, créeme —aseguró con amargura, apartando sus manos de mis hombros y dejándome en la piel la marca amoratada de sus dedos, una sensación que en ese momento no me preocupaba en absoluto.

—Fue un error... lo nuestro fue un jodido error —murmuró para sí mismo mientras se limpiaba de manera abrupta la primera lágrima que rodó por su mejilla.

—Desearía que las cosas entre tú y yo fueran diferentes —confesé, sintiendo un nudo en la garganta.

Noah me miró con una decepción intensa y se alejó un poco, dejando un espacio entre nosotros.

—¿Sabes qué es lo que más me duele? Que ese tipo se atrevió a tocarte y tú se lo permitiste, cuando hace poco me dijiste que lo nuestro era exclusivo. Confié ciegamente en ti y me mentiste, Ashley. ¿Tienes idea de cuán decepcionado me siento por esto?

Me mostró con una mirada efímera que le había causado un gran dolor y que había dejado un vacío inmenso en su corazón, su alma fracturada.

—Te involucraste con él a mis espaldas y luego me dijiste abiertamente que no había nada entre ustedes. Me engañaste descaradamente y yo te creí. Debes de pensar que soy imbécil —sus ojos se humedecieron y, en pocos segundos, sus mejillas se cubrieron de lágrimas—. Nunca valoraste nada de lo que te di; tan solo me mantuviste allí para destrozarme el corazón y partirme el alma, pedazo a pedazo, y lo conseguiste... —se apartó el cabello de la cara y, al bajar la mano, su mandíbula se contrajo de ira—. Mírame ahora, estoy sufriendo por ti como un jodido imbécil que se siente perdido al estar sin ti.

—Noah, no tienes que sentirte perdido porque estoy aquí, contigo.

Me acerqué un paso hacia él, pero él retrocedió uno más, negando con la cabeza y sonriendo sin muchas ganas. Un momento después, vi a Noah apretar los puños con fuerza y noté que las heridas en sus nudillos empezaban a dejar pequeños rastros de sangre.

—Si estás conmigo, Ashley, no estás con él ni con nadie más. No puedes hacerme esto, no puedes romperme el corazón de una manera tan cruel y luego fingir que no pasó nada —exclamó en un tono neutro y serio—. Lo lamento, pero no puedo dejarlo pasar; esto ha sido demasiado. Verte con él un día y que quieras estar conmigo al siguiente es confuso. No lo aguanto más.

El corazón comenzó a latir con fuerza en mi pecho y sentí que sus palabras resonaban en mi mente lo suficiente como para aclarar lo que diría a continuación.

—No quiero continuar con esto —agregó en voz alta, su tono quebrado de dolor a causa del llanto.

En el instante en que su voz llegó a mis oídos, me sorprendió de inmediato.

—¿De qué estás hablando? —pregunté, con los nervios a flor de piel.

—Ya no puedo permitir que me hagas más daño, no lo soportaría. Creo que sería mejor que no nos volviéramos a ver —detecté frialdad en su voz y tristeza en su mirada.

—No puedes estar hablando en serio —respondí casi tartamudeando, negándome a aceptar que Noah estaba a punto de dejarme, de irse para siempre.

—Hablo en serio, no quiero verte más —dijo de nuevo, con una expresión angustiada—. Me voy de aquí, y una vez que lo haga, por favor, no intentes volver a buscarme.

El pánico, la angustia y el miedo me invadieron, por eso mis pies se movieron por sí solos hacia él. Instintivamente, levantó las manos para detener mi avance.

—Has ganado, después de hoy te liberarás de esta pesadilla en la que nos encontramos.

Me aclaré la garganta y humedecí mis labios antes de hablar:

—Si te vas, ya no podré explicarte que yo...

Noah golpeó la pared con su puño para interrumpirme; tal vez intentaba desahogar la furia que aún trataba de controlar y que lo atormentaba por dentro, mientras sentimientos amargos lo consumían.

—¡CON UN DEMONIO, ASHLEY! He dicho que ya no puedo más. A la mierda las explicaciones, a la mierda el tiempo, a la mierda los sentimientos y a la mierda lo nuestro —espetó con dureza y dio varias zancadas hasta que llegó a mí. Se detuvo a centímetros de mi rostro y siguió desahogando las emociones que lo destruían—. Yo te quería a ti, pero tú no me quisiste a mí y solamente me utilizaste. He dado todo por estar contigo y tú solo me has lastimado con cada una de tus acciones. Me enamoré de tus falsas palabras, de tus sonrisas, de tu forma de ser y de tus asombrosas cualidades, sin fijarme en tus defectos. Quise convencerme de que mi amor sería suficiente para los dos, pero en poco tiempo también se perderá y se apagará porque no es suficiente; para ti, nada es suficiente.

Su voz transmitía tanto dolor y melancolía que me sentí triste al oír cómo se apagaba, como un fósforo, hasta que finalmente perdió su propia luz.

Estaba conmocionada. Cerré los ojos en un intento de calmar mi acelerada respiración. Tragué saliva y abrí la boca para decir algo, pero el nudo que sentía en la garganta ni siquiera me permitía hablar.

Cuando volví a abrir los párpados, lo busqué con la mirada y me di cuenta de que ya se había ido. Para siempre.

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