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40

No hay mejor obsequio que pasar el tiempo con la persona que más quieres porque el aprecio sentimental lo supera todo.

Lo extraño de la vida es que cada despertar es distinto e impredecible, cambiante como las épocas del año, sin embargo, podría jurar que ese día el amanecer se sintió como estar en el más maravilloso lugar de toda la tierra.

Cuando abrí los ojos el sol ya se asomaba por las cortinas y alumbraba gran parte de la habitación, los rayos iluminaban también el rostro de Noah, quien en comparación con el día anterior se veía menos decaído. Él aún estaba dormido, tenía sus párpados cerrados y sus castañas pestañas lucían de un color tan claro que casi no lograba distinguirlas, su rostro ya no se veía tan pálido y sus labios ya tenían color.

Si hubiera podido me habría quedado allí tumbada a su lado todo el día, admirando sus delicadas facciones y disfrutando de su acogedora cercanía, porque solo él hacía latir mi corazón de esa manera tan intensa.

Había escuchado del poder de las miradas o de las sonrisas, pero jamás creí que el tenerlo junto a mí me desarmaría tan inexplicablemente. No sabía cómo explicarlo, pero tal vez era justamente eso lo que debía comprender, que aquellas sensaciones no se podían explicar y nada más se sentían dentro de uno mismo, y no había nada más hermoso que experimentar ese revoloteo en el estómago y esas incontrolables ganas de quedarte junto a esa persona por el resto de tu vida.

Mis manos se deslizaron lentamente por su mejilla y apartaron con la mayor delicadeza posible los mechones que caían sobre su rostro, después mis dedos recorrieron cada facción de su rostro, centímetro a centímetro hasta llegar a sus pómulos. No fui consciente de lo que hacía hasta que mis labios se sellaron sobre su frente, mi reacción inmediata fue apartarme, pero una parte de mi cerebro me impidió que pudiera moverme, así que solamente me quedé allí, a centímetros de distancia de su magistral rostro y seguí acariciando su cálida piel mientras él todavía dormía profundamente.

Evidentemente, algo no estaba bien conmigo, pero a mi mente eso parecía importarle poco, visto que seguía sentada a su lado, con las manos enroscadas en su pelo.

Mi lado racional debía estar adormecido, probablemente era esa la razón por la que me estaba comportando como una adolescente loca de amor. Fuera ese el caso o no lo fuera, tenía la sensación de encontrarme con la persona indicada.

Transcurrieron varios minutos en un tranquilizador silencio, estaba tan ensimismada observándolo que ni siquiera noté en qué momento abrió sus ojos.

Cuando Noah se despertó, me encontró acariciándole el cuello y la nuca. Los dos seguíamos estando a una distancia muy corta, desde la cual podía percibir su aliento en mis labios, el roce de su nariz con la mía y el calor que transmitían nuestros cuerpos entre sí. A pesar de llevar puesta su camiseta, percibía a través de la tela el roce de su piel y la mía.

El magnetismo de su mirada se metía en mis venas y me recorría cada célula del cuerpo. Sonreí y le pasé los dedos por el cuello suavemente. Él cerró los ojos y se dejó cautivar por mis caricias.

-Sigues aquí Ash, no sabes el bien que me hace volver a tenerte conmigo de nuevo.

No me dio tiempo de reaccionar, colocó su mano tras mi nuca y me besó tiernamente en los labios. Para ambos el tiempo pareció congelarse y el mundo entero se paralizó durante ese breve lapso de tiempo.

Se separó de mí y vi la alegría iluminando sus ojos, una alegría infinita que terminó reflejándose en los míos. Intercambiamos miradas por menos tiempo del que habría deseado, pero fue suficiente para alterar mis emociones y elevarlas al punto más alto de la montaña rusa.

-No mentía cuando dije que me quedaría para cuidarte.

-Ya veo que no mentías, Ash. De verdad, no sé qué haría sin ti.

Repentinamente, Noah me atrajo hacia sí; mi pecho chocó contra el suyo, mis manos quedaron apoyadas sobre su pecho descubierto y mi cabeza enterrada en el hueco de su cuello, debía confesar que olía deliciosamente bien.

Sentí su aliento pegado a mi oreja cuando me dijo dos palabras en un susurro suave:

-Te quiero, Ash.

-¿De verdad? -cuestioné, con la voz ronca e irreconocible.

-Mucho más de lo que te imaginas -continuó diciendo y expresó con una profunda lentitud una frase que llegó a mi corazón por su profundo significado-, Yo quiero que te quedes Ashley, joder, lo quiero de verdad.

Respiré hondo y me sentí incapaz de soltar el aire por el efecto que sus palabras tuvieron sobre mí. Me sentí flotar en las nubes, sentí que me elevaba al punto más alto del cielo y que no había modo de caer.

-Noah, eres alguien especial, pero yo...

Me interrumpí a mí misma cuando ya no supe que más decir. Él apoyó su cabeza en mi cuello y soltó pesadamente el aliento.

-Pero no me quieres -terminó de completar la frase que yo no pude terminar.

Su brazo se soltó de pronto de mi cintura al no escuchar una contradicción de mi parte y al instante lo sentí apartarse.

-¿Crees que no te quiero? -pude articular con mucho esfuerzo y segundos después su mirada recayó en mí.

-No es que lo crea, es que eso es lo que me demuestras -sentenció con neutralidad, rompiendo con la magia que había surgido antes y sustituyéndola por oscuridad.

-Pues te equivocas, ¿o acaso no ves que estoy aquí porque me preocupe por ti y que sigo aquí porque me tienes preocupada todavía?

-La verdad ya no sé qué es lo que debería pensar de toda esta situación -confesó con la voz apagada y alzó los hombros, evasivo-, A veces vienes y te siento cerca, a veces desapareces y te siento tan lejos, realmente tus idas y vueltas me desconciertan.

-No puedo dejarte marchar, Noah -dije con una voz que me salió del alma.

Él colocó su mano sobre mi hombro y me dio un ligero apretón para tranquilizarme.

-Yo tampoco quiero hacerlo, me niego a perderte -me aseguró y apartó la mirada rápidamente-, A pesar de todo lo que ha pasado y de que el día de mi cumpleaños me dejaste esperando tu llegada bajo la primera nevada navideña.

Sus palabras me tomaron por sorpresa y llegaron a mis oídos inesperadamente, como una granada que al caer causa una explosión que desorienta todos tus sentidos.

-¿Quieres decir que el domingo querías verme porque era tu cumpleaños? ¿Por eso me citaste en ese lugar?

Sabía la respuesta a esa pregunta, pero me negaba a creer que yo di por perdido un día tan importante para él, porque después de disculparme ni siquiera me detuve a pensar en lo que él sintió cuando no llegue y lo dejé plantado. Si yo era así de insensible y cruel me merecía la peor de las condenas, porque solamente alguien sin corazón le haría algo semejante a la persona más buena de este universo.

-Ahora ya no importa, me dijiste que nunca leíste el mensaje y lo entiendo, no fue culpa tuya.

A pesar de que intentaba no mostrarse afectado lo distinguía en sus ojos, la tristeza y la melancolía que le producía hablar del tema estaban allí reflejados en sus pupilas.

¿Cómo no iba a importar una fecha como esa? Era su cumpleaños y yo le falle, él me estuvo esperando y se enfermó por eso, así que la única egoísta y mala persona era yo, Logan tenía razón, yo no me preocupaba por nadie más, solamente por mí misma, por eso no era capaz de ver el amor que los demás sentían por mí.

Entonces se me ocurrió una brillante idea para arreglar el terrible error que había cometido, o remediarlo al menos.

-Noah, tal vez no puedo regresar el tiempo ni desearte un feliz cumpleaños como habrías deseado que lo hiciera, pero todavía puedo hacer algo si me lo permites.

El rubio enarcó una ceja y me miró enigmático.

-¿A qué te refieres? -preguntó en voz baja y aguardó por mi respuesta.

-Déjame que te lo muestre, pero antes tienes que cerrar los ojos -respondí con mi mejor sonrisa y le roce la mejilla con el pulgar-, Solo confía una vez más en mí.

-Ya lo hago.

Me guiñó un ojo, después se dejó caer de espaldas sobre su almohada y cerró sus ojos.

Me aseguré de que no me estuviera viendo y posteriormente busqué mi mochila con la mirada, la vi junto a la esquina de la cama, así que alargue mi mano en esa dirección y la tomé, una vez que la tuve entre mis piernas abrí el cierre con cuidado para no hacer ruido y hurgue en su interior hasta encontrar lo que estaba buscando.

-¿Te demorarás mucho? -le escuché decir al otro extremo de la cama y volteé a verlo. Noah seguía recostado en la misma posición de antes, pero en esa ocasión se cubría los ojos con ambas manos.

-No seas impaciente, cariño -murmuré con dulzura y mi comentario le hizo sonreír.

Sostuve en mi mano la hoja que había sacado de la mochila y de inmediato me incorporé de la cama y caminé hacia su escritorio sin hacer ruido, tomé el portarretrato que reposaba en una de las esquinas y quite del interior una imagen abstracta (que debía venir incluida cuando compró el portarretrato) para reemplazarla por la mía, después de hacerlo regresé a la cama, me dejé caer junto a él y le dije en un susurro:

-Haremos de este día el mejor cumpleaños de tu vida, Noah -murmuré a su lado, lentamente me incliné sobre él y besé con dulzura sus rosados labios-. Ya puedes abrir los ojos.

Noah aguardó unos segundos y después abrió sus ojos en cámara lenta, de inmediato nuestras miradas se perdieron y se enlazaron la una a la otra.

Primero me contempló a mí, después su vista le dio un repaso detallado a mi cuerpo, fijándose en la camiseta holgada que me quedaba grande y me rozaba los muslos, regresó sus ojos a los míos y me sonrió, pero su sonrisa vino cargada de deseo.

-Sin duda esa camiseta te queda mejor a ti que a mí.

Me invadió una explosión de calor que me bajó del pecho al estómago, expandiéndose por mi sistema cardíaco. El palpitar de mi corazón era un total descontrol, iba tan deprisa que me cortaba la respiración.

-Me halaga que te guste como me veo, pero yo no soy el obsequio, cariño.

-¿No lo eres? -frunció las cejas desconcertado. Su gesto me dio tanta ternura que me sentí tentada a decirle que después de darle su regalo él podía darme besos en donde quisiera, aunque de decirlo o no, él lo haría igualmente.

Al decirlo separé las manos que tenía tras la espalda y le tendí el obsequio. De pronto, Noah desvío su mirada al objeto que sostenía en mi mano derecha, yo miré en la misma dirección y enseguida regresé la vista a él.

-Este es mi regalo para ti.

Había remplazado la imagen que tenía su portarretrato y la sustituí por la fotografía que nos tomamos juntos un par de meses atrás, aquella donde se reflejaba la luz del sol y se dibujaban nuestras siluetas y expresiones; yo salía abrazada a Noah y él contemplándome a mí. No tenía planeado dársela, pues era la fotografía que imprimí por error días atrás y que guardé en mi folder para que nadie más pudiera verla, pero allí estaba yo -la inalcanzable Ashley Smith- entregándole una foto nuestra justamente a él.

Noah se había quedado pasmado, pero sonreía y quise creer que esa era una buena señal, tal vez después de todo me perdonaría con ese insignificante detalle improvisado.

-¡Feliz cumpleaños, Noah! -exclamé con entusiasmo y inclinándome hacia delante lo abracé con ternura.

Él me envolvió entre sus brazos y me estrechó contra su cuerpo, como si quisiera aferrarse eternamente a mí. Ya no pude mantenerme de pie junto a la cama, así que me tumbé a su lado sin separarme de su acogedor abrazo.

Treinta segundos más tarde, nos separamos ligeramente y nos miramos cara a cara. Él me acarició el rostro con ambas manos y se me quedó mirando con intensidad y adoración, después disminuyó la distancia y acarició mi boca con la suya en un roce dulce y pacífico.

-Te amo tanto -murmuró despacio y sin aliento.

Yo lamí mis labios sin pensar y rocé mi nariz con la suya, dedicándole una sonrisa juguetona.

-Me encanta que me digas esas cosas -expresé con la garganta seca.

La cabeza me daba vueltas y me hormigueaba el cuerpo sin parar, pero no me importaba. Sin separarme de su cuerpo me levanté y me senté a horcadas sobre sus muslos, quedando a escasos milímetros de él, después de treinta segundos Noah deslizó sus manos por mi cintura y las dejó reposar en mi espalda. Yo le pasé lentamente los brazos alrededor del cuello y deslicé mis manos tras su nuca para disminuir aún más el espacio entre nosotros.

Nuestros cuerpos rebosaban lujuria, pasión, anhelo, deseo y desenfreno, pero esa pasión con la que nos mirábamos no se ligaba a la atracción física, sino al afecto que sentíamos en nuestro interior.

Observé fijamente esos admirables ojos del color de los árboles en el verano y me perdí en ellos. No pude calcular el tiempo que sucumbí a sus encantos, pero percibí el efecto que mi mirada tuvo sobre él.

Estaba tan deseosa de besarlo y de abrazarlo que me dejé envolver entre sus brazos sin pestañear ni decir nada. Había mandado mi lado consciente muy lejos y no pretendía traerlo de regreso en lo que quedaba de día.

Noah me acarició la parte inferior de la espalda y esa ligera caricia suya despertó corrientes en mi cuerpo y provocó que se me acelerara la respiración.

Noah me puso una mano en la mejilla y la otra en la nuca y aproximó mi rostro al suyo para que no pudiera ver nada más que sus deslumbrantes ojos verdes cautivándome.

-El mejor regalo que podrías darme es este, porque nada se compara a tenerte junto a mí.

Sonreí y coloqué mi mano sobre la suya, que todavía permanecía sobre mi mejilla. Me incliné sobre él y dejé un suave beso en su sien, seguido de otro en su mandíbula, en su mentón y uno más prolongado sobre sus labios.

-Siempre me tendrás, Noah -susurré sobre su boca y hundí mi mirada en la suya antes de añadir-: Me has dado tanto que ahora no puedo simplemente alejarme de ti.

Al oír mi confesión, sus pupilas se dilataron y su corazón acelero el ritmo de sus latidos.

-Nada es demasiado para ti, porque tú te mereces mucho más, y créeme princesa, si yo pudiera te obsequiaría el mundo entero.

Las últimas tres palabras resonaron dentro de mi mente y perforaron la armadura invisible que ya se estaba cayendo a pedazos desde hacía tiempo.

-Me quedaré contigo, Noah -murmuré junto a su boca, mirándolo a los ojos.

El tono seductor de su voz y mis provocadoras palabras fueron motivo suficiente para juntar nuestras bocas y besarnos como si no hubiera un mañana.

En un solo parpadeo sus dedos se hundieron en mi nuca y tiraron de mí para no romper el ritmo de nuestro beso. Mis manos también se enredaron entre los mechones de su cabello y no lo soltaron en ningún momento mientras la pasión comenzaba a consumirnos a fuego lento.

Me sentía absuelta por el frenesí de nuestros besos y caricias, embriagada de él hasta los huesos, tan enganchada a lo que me hacía sentir que si el mundo estallaba en llamas en ese mismo instante no podría haber sido más feliz de morir entre sus brazos y a su lado.

Esa misma tarde supe que lo quería y que lo necesitaba tanto como el aire que respiraba. Entre más tiempo pasaba, más loca estaba por él, por sus cualidades y por sus atenciones conmigo. Él tenía algo que nadie más tenía, y ya no podía imaginarme a alguien más perfecto. Noah era el único que me amaría sin importar nada, su amor por mí era irreemplazable.

La verdad era que lo apreciaba demasiado, él era el centro de mi mundo, sabía que si lo perdía de alguna manera caería al más profundo abismo y no hallaría un modo de salir sola, así que estaba decidida a no perderlo.

En esta vida si no te arriesgas no ganas ni pierdes y te quedas estancado en el punto de partida. Yo por Noah estaba dispuesta a arriesgarme sin pensar que en el camino lo perdería todo.

๑❥๑๑❥๑๑❥๑

El martes disfruté de cada segundo que compartí con Noah, los dos nos pasamos el día viendo películas, abrazados y cobijados en los brazos del otro, fue tan increíble que ni por un segundo se me pasó por la cabeza que tendría muchas faltas injustificadas en clases, pero en realidad eso no me importaba, ya me pondría al día después. En ese instante solamente cabía en mi cabeza compensar a Noah y hacerle sentir que ese día era realmente su cumpleaños, aunque ambos sabíamos que no lo era.

Antes de que el cielo se viera envuelto por el oscuro anochecer, me despedí de Noah y le dije que nos veríamos en clases, él apoyó la idea sin dudarlo y antes de dejarme marchar me dio un inesperado y arrebatador beso en los labios.

Me tomó quince minutos llegar al dormitorio de chicas y encerrarme en mi habitación, y una vez que llegue allí me di una larga ducha de agua caliente, salí del baño después de secarme y ponerme mi ropa de dormir, diez minutos más tarde me seque el cabello antes de acostarme en mi cama.

Al dar las nueve quise conciliar el sueño, pero no me sentía lo suficientemente cansada, así que alcancé mi celular en la mesita de noche y revisé mis redes sociales con el fin de entretenerme para matar el tiempo. Después de ver todas las publicaciones recientes de mis conocidos abrí a la aplicación de chat y apareció en la barra de notificaciones que Logan acababa de escribirme un mensaje, lo abrí y me concentré en leer lo que decía su texto.

L: Buenas noticias, acabo de recuperar los datos de tu teléfono, pienso almacenarlos en mi computadora para luego pasártelos. Eres libre de festejar, amiga mía.

A: Sabía que lo conseguirías. Mil gracias, amigo mío, te requiero ♡

L: Y yo a ti, Ash 😘

L: Por cierto, hoy no te vi en ninguna de las clases que compartimos juntos, ¿ocurrió algo?

Me mordí el labio inferior y me inventé una excusa de lo más convincente.

A: Estuve estudiando para los exámenes del viernes, algo que deberías estar haciendo tú también Logan, no querrás reprobar y quedarte en el último año ¿o sí?

L: Vamos Ash, yo confío en mis conocimientos y en que la suerte me acompañe durante las pruebas, no necesito releer todos mis trabajos.

Me dio risa su mensaje. Era un total egocéntrico y presumido, pero también me divertía en momentos serios como ese.

A: Pues espero que cuentes con mucha suerte el viernes, mis mejores deseos para ti (;

L: Te lo agradezco.

L: Cambiando de tema, en la última clase el profesor Walter nos informó que mañana solo se darán clases hasta el medio día porque en la tarde habrá una reunión de maestros y del comité institucional, algo de eso entendí.

A: Así que tendremos la tarde libre, pero que noticia tan interesante.

L: Yo había pensado que podríamos salir juntos, ya sabes, como lo hacíamos antes.

Pensé en su propuesta y en sí sería correcto aceptar, y tras un largo debate mental decidí que no había nada de malo en salir a distraerme con mi mejor amigo si ninguno de los dos tenía otro plan, además, quería hablarle del viaje de navidad que mis padres habían cancelado, porque desde hacía meses mi madre le comentó de nuestro viaje a Europa en diciembre y, ya que él pensaba acompañarnos tenía que contárselo. Ahora los dos no teníamos ningún lugar a donde ir y obviamente no nos quedaríamos deprimidos en el colegio, teníamos que organizar algo para disfrutar de la fecha.

A: Claro que me gustaría salir, ya mismo les pediré un permiso de salida a mis padres.

L: OK, yo ya lo pedí anticipadamente desde hace unas horas.

A: ¿Así que ya sabías que te diría que sí?

L: Te conozco demasiado bien, Ash.

A: Lo sé. Ahora dime, ¿ya tienes planeado qué haremos?

L: Creí que sería mejor que tú decidieras a donde iremos.

Reflexioné algunos segundos entre ir al parque, a la playa o al cine, al final no me convenció ninguna de las tres opciones y opté por elegir la más sencilla.

A: Vayamos a mi casa, ya veremos qué se nos ocurre hacer cuando estemos allí.

L: Vale, entonces ya tenemos plan.

A: Si, mañana después de clases nos encontramos en el estacionamiento principal.

L: Estupendo, ya estamos de acuerdo entonces.

A: OK.

L: OK.

Confiaba en que nada podría salir mal si los dos habíamos quedado como amigos, pero aun no sabía cómo convencer a Noah de que entre él y yo solamente existía una gran amistad.

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