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32

Algunas veces la pasión que experimentas al tener cerca a la persona que quieres se vuelve irrefrenable y pierdes el control.

Todo volvió a ser como antes, Noah y yo quedábamos a veces, nos enrollábamos en secreto y tomábamos clases juntos como dos compañeros que se gustan. Algunos días iba a la cafetería con Logan y otros días nos reunimos en el campus a hablar de las clases y de lo que haríamos en las vacaciones. La navidad se aproximaba, faltaban menos de dos semanas y eso nos entusiasmaba, yo pasaría las fiestas con mi familia y Logan nos acompañaría porque a diferencia de mí lo que él más deseaba era estar lo más lejos posible de sus padres y hermanos.

Había días en los que Noah desaparecía sin dar explicaciones, con esto no quiero decir que el chico debía de darme explicaciones sobre nada de lo que hacía en su tiempo libre, pero un mensajito no me molestaría, porque solamente quería saber que se encontraba bien y que no debía preocuparme por nada, pero al parecer salía del internado porque tenía que atender asuntos familiares o algo por el estilo. No le comenté mis dudas para no despertar dudas, actúe como lo haría un ligue ocasional y fingí que me desinteresaba lo que hacía con su vida cuando no nos veíamos.

Mi amistad con Tara y Hayley iba bien, pero ya no nos juntábamos mucho porque estábamos en las últimas semanas de diciembre y eso traía consigo más trabajos y más proyectos por entregar. Nos reuníamos en el almuerzo y en el living para hablar de diferentes temáticas. Hayley al fin nos dijo que ya no salía con Logan y se inventó toda una historia del por qué ya no quería verlo más, Tara le creyó, yo fingí creerle.

El fin de semana me desconecté del mundo, o quise decir que el mundo fue el que se desconectó de mí, porque no recibí mensajes ni de Noah, ni de Logan ni de Tara, quise pensar que todos teníamos asuntos importantes por atender y me esforcé en centrarme en pasar tiempo con mi familia.

Cuando llegó el lunes me alegré de volver al internado. Asistí a clases, tomé el almuerzo en la cafetería en la compañía de Logan y al medio día fui al ensayo con las animadoras. Estaba a la mitad del entrenamiento, indicándoles a las chicas la secuencia de pasos y los tiempos a los que nos acoplaríamos para ensayar la nueva porra cuando alguien a lo lejos gritó mi nombre.

Me volví en esa dirección y vi a un chico que venía corriendo por la cancha con el cabello echo un desastre. No logré reconocerlo hasta que llegó a la orilla y se detuvo justo a dos pasos de distancia. Por su tono de cabello y el color ámbar de sus ojos, acompañado de sus facciones marcadas y delgadas me vino un nombre a la cabeza: Daryl.

—¡Hey, Ashley! ¿Puedo hablar un segundo contigo? No te quitaré mucho tiempo —expresó y a continuación me sonrió.

—Vale —accedí y me giré sobre mis talones para dirigirme a las chicas—. Tomaremos un breve descanso, chicas.

Ellas asintieron y caminaron hacia las gradas para tomar asiento y beber el contenido de sus botellas. Una vez que estuvimos solos, me lamí los labios y volví a enfocar mi atención en Daryl, quien se veía malditamente guapo con el cabello cayéndole sobre los ojos.

—Dime de qué querías hablar —comenté amigablemente y me crucé de brazos.

—Verás... el domingo haré una fiesta en mi casa y quería invitarte a que vinieras. Va a venir un DJ que toca muy buena música, no faltarán las bebidas y botanas, y por supuesto, contarán con el alma de la fiesta —se señaló a sí mismo al decir lo último—. He invitado a algunos amigos, así que puedes estar segura de que habrá buen ambiente, estaría increíble que pudieras pasarte —comentó y yo asentí dibujando en mis labios una sonrisa.

—Así que la harás este fin de semana. Rompes las reglas, me gusta, eres malo eh —expresé risueña.

Él se lamió los labios antes de deslizarse los dedos por el pelo. Amaba que los chicos hicieran ese gesto tan tentador, era como si te estuvieran invitando a entrelazar las manos en él.

—¿Quieres decir que vendrás?

—Tomaré en cuenta tu invitación, probablemente me veas por ahí —le aseguré con una sonrisa cómplice—, Te avisaré si no puedo ir, aunque ya te digo, es casi seguro que vaya —le guiñé un ojo y me mordí el labio para verme provocativa y seductora.

—En cuando pueda enviaré la dirección a tu teléfono. Te estaré esperando, guapa —una conquistadora sonrisa apareció en sus labios—. Por cierto, te ves radiante con ese uniforme de la academia, te queda de maravilla.

Su elogio me tomó desprevenida, pero de inmediato me sentí alagada y le devolví la sonrisa.

Entrecerré mis ojos y miré hacia ambos lados, noté algunas miradas fijas en nosotros así que me acerqué un poco a Daryl para que nadie pudiera escucharnos.

—Eres un chico muy agradable, Daryl, debes de tener muchas admiradoras esperando por ti.

Ante mi afirmación, en su mirada apareció un destello soñador, similar al de un depredador. Su vista me recorrió de pies a cabeza, fijándose con detenimiento en el uniforme de porrista que se amoldaba a cada curva de mi cuerpo, como una segunda capa de piel.

—Ya tengo a mi admiradora favorita —confesó y sus labios delgados se curvaron en una reveladora sonrisa, causando la aparición de dos hoyuelos divinos a ambos lados de sus mejillas.

—Me pregunto quién será —le seguí el juego y ladeé ligeramente mi cabeza para verme como una niña juguetona e impaciente.

Daryl tendió su mano hacia mi rostro y me rozó la mejilla con sus dedos ásperos, no retrocedí porque su contacto delicado me recordó a todas esas veces que Noah deslizó sus dedos sobre mi rostro, apreciando mi belleza, como si fuese demasiado hermosa ante sus ojos y ningún otro lienzo pudiera compararse a mí. Sonreí. Ahora que lo pensaba, era lindo que alguien me considerase una obra invaluable y perfecta, a pesar de que algunos de mis contrastes no se podían apreciar detalladamente.

Sacudí mi cabeza mentalmente para sacar a Noah de mis pensamientos.  Se suponía que estaba coqueteando con Daryl en esos momentos, no tenía que pensar en nada más ni en alguien más. Desde luego no iba a comparar a Daryl con Noah porque ambos eran totalmente distintos, aquello no tenía ningún sentido, no tenía que tenerlo.

—¿Te han dicho que eres maravillosa? —su pregunta surgió de la nada, quise reírme por la ironía de la situación recordando que Noah comentó algo parecido cuando recién nos conocimos, aunque a diferencia de aquella vez, en ese momento no sentí nada al oírlo, no estallaron chispas ni se me aceleró el corazón, dentro de mí no sucedió nada.

Para mi sorpresa, al igual que la pregunta que Daryl acababa de hacerme hubo alguien que también surgió de la nada, o quise decir que apareció de la nada.

Noah me pasó por un lado y fue directamente a empujar bruscamente a Daryl para apartarlo lejos de mí, demostrando un enfado imponente que me hizo sentir en alerta.

—¿Qué crees que haces? ¡Aléjate de ella! —su tono fue bastante amenazante desde el primer momento.

Daryl se tambaleó un poco, pero recuperó el equilibrio sin problemas, no le llevó mucho tiempo reaccionar al ataque repentino del rubio.

—¿A ti que carajos te sucede, imbécil? Como te atrevas a volver a tocarme te las verás conmigo —se defendió el castaño a la vez que daba un paso para confrontar a Noah, quien le superaba por varios centímetros de altura.

—El que se las verá conmigo vas a ser tú si no dejas de rondar alrededor de ella —atacó Noah, apretando los puños para contener su ira.

—No te tengo miedo, ni a ti ni a tus estúpidas amenazas, así que piérdete antes de que pierda la paciencia y te dé una paliza —después de decirlo, Daryl se cruzó de brazos y apretó los labios para demostrar su disgusto.

Noah tensó su mandíbula y noté como sobresalieron las venas de su cuello y las de los antebrazos. Estaba furioso, enojado a rabiar.

—¡Piérdete tú, idiota! —espetó Noah con neutralidad.

—¿Quién te crees que eres para entrometerte entre nosotros? —inquirió el castaño con una sonrisa de superioridad.

—Soy algo más que un simple amigo para ella —respondió Noah y el corazón me dio un vuelco.

Daryl se carcajeó sonorosamente y se burló abiertamente de lo que acababa de escuchar.

—Ya quisieras creértelo —indagó Daryl entre risas, por la expresión seria de Noah supe que la situación no le hacía gracia en absoluto—, De una vez entérate de que no eres el único, así como eres el remplazo puede reemplazarte por alguien mejor —sentenció con frialdad y esta vez la bomba si explotó.

Noah literalmente se abalanzó sobre Daryl, lo agarró del cuello de la chaqueta y lo zarandeó con violencia, manteniendo su rostro a centímetros de distancia para verse intimidante y amenazante.

—Atrévete a repetirlo y te partiré la cara, jodido imbécil —lo amenazó el rubio con los ojos prendidos en fuego, lanzando llamas a su oponente.

—Basta ya, chicos. Noah, vámonos, ahora —le ordené con neutralidad, en un intento de evitar una pelea innecesaria.

Él no me miró, estaba ocupado fulminando a Daryl con ojos láser. En cambio, Daryl se veía relajado, no parecía enfadado ni preocupado, y tampoco parecía afectarle el estar provocando a un chico que lo superaba en altura y masa muscular.

Me acerqué a Noah y tiré de él con todas mis fuerzas agarrándolo del antebrazo.

—He dicho que vayas conmigo.

Él se volvió hacia mí y me lanzó una mirada implacable por haberme entrometido. De inmediato, se soltó de mi agarre sin contemplaciones y apretó más el agarre de sus puños sobre la chaqueta de Daryl. No se movía, pero parecía estar listo para dar el primer golpe.

—Nunca serás suficiente para ella, ambos lo sabemos —recalcó Daryl con dureza, apretando su mandíbula, sus facciones se remarcaron notoriamente bajo las líneas de su pálida piel—, Terminará por dejarte.

Puños cerrados, rasgos fríos y contrariados. Una oscura ira parecía estarlo invadiendo por dentro, su autocontrol se estaba quebrando, las barreras cayeron rotas y la penumbra de sus pupilas opacó todo el brillo en sus ojos, dejando en su lugar un muro impenetrable. Su expresión glacial e inexpresiva casi llegaba a darme miedo.

—¿Cuándo tiempo crees que se tardará en dejarte cuando se lo digas? ¿Un día, unas horas? Pienso que no lo dudará ni por un segundo y te botará al olvido —terminó diciendo y eso fue lo último que pudo decir teóricamente.

Noah perdió los estribos y se convirtió en la peor versión de sí mismo. Su puño chocó violentamente contra la cara de Daryl, en un golpe preciso y rápido que tras su impacto brutal hizo caer a Daryl al suelo.

Solté un grito de terror que me dejó un nudo en la garganta y una sensación sofocante en el pecho. Me quedé estupefacta porque jamás pensé que Noah pudiera comportarse agresivo ni violento.

—¿Eso es todo lo que tienes? Vamos Noah, te conozco desde hace tiempo, con un golpe no vas a descargar tu furia —lo retó Daryl, limpiándose con la tela de su camiseta la sangre que le brotaba del labio inferior.

Noah se acercó a él a pasos rápidos, lo levantó del suelo y volvió a agarrarlo del cuello de la chaqueta, manteniendo su puño en lo alto. Estaba absteniéndose a derramar una lluvia de golpes contra el chico que estaba sujetando.

Las compañeras del equipo estaban presenciando la misma escena que yo, aterradas e intrigadas porque a la distancia que se encontraban solamente distinguían las siluetas de un par de chicos en medio de una confrontación.

Mi cuerpo reaccionó en el momento justo y corrí hacia ellos para acabar con esa estupidez. Sentía el corazón latiendo demasiado deprisa dentro de mi pecho y tenía las manos sudorosas por los nervios, todo por culpa suya.

Le agarré el brazo con las dos manos para atraer su atención hacia mí una vez más.

—¿Te has vuelto loco, Noah? ¡Déjalo!

Noté el destello de confusión que invadió los iris verdes de Noah, pero no aflojó el puño del cuello de la camiseta de Daryl y tampoco el que mantenía sobre su cabeza y amenazaba con impactar contra la quijada del otro chico.

—Si no lo sueltas me iré y me perderás para siempre. Tú decides —exclamé amenazante. Estaba furiosa, enfadada con él por su actitud dominante y por sus celos posesivos.

Al oír mis condiciones pareció volver en sí y despertar de un estado inconsciente e irrazonable que lo tenía poseído. Soltó a Daryl de un empujón y seguidamente me lanzó una mirada de decepción que fue más fulminante que ninguna otra.

—Estás advertido —espetó con la mirada encendida en odio observando a Daryl por encima de su hombro, después pasó a mirarme a mí por un breve instante antes de chocar su hombro con el mío y pasar por mi lado sin detenerse a mirar atrás, lo que me demostró lo furioso y atormentado que se encontraba.

Al verlo alejarse, volteé a ver a Daryl y le dirigí una mirada de disculpa.

—No pensé que sucedería esto, realmente me apena lo que acaba de pasar, lamento que se haya descargado contigo de esa forma —le dije y él asintió totalmente despreocupado.

—Tranquila, no fue nada grave, además, tuve parte de la culpa y me lo merecía —su tono de voz era tan relajado que me sorprendía—. Deberías seguirlo antes de que se cruce con su próxima víctima —me aconsejó y tomó el camino por el que vino, alejándose a un paso normal y decidido.

No me lo pensé dos veces e hice justamente lo que Daryl me recomendó, caminé a prisa por el campus siguiendo el mismo rumbo que Noah había tomado minutos antes. Miré en todas las direcciones posibles buscando encontrarlo y no me fue difícil ubicarlo entre los pocos estudiantes que cruzaban los campos verdosos, ya que ese día llevaba una cazadora de cuero y una camiseta que ponía en su estampado Deerfield Academy, la cual cubría su cabeza con su capucha y solamente dejaba ver algunos mechones de su cabello rubio que se iluminaban de color dorado a la luz del sol.

Noah había tomado asiento en una banca de madera que parecía vieja y desgastada, la misma se encontraba oculta visto que a sus lados había un par de robles enormes, de corteza rasposa y con troncos gruesos; de la parte superior de los mismos se desprendían ramas y hojas secas que aterrizaban en el pasto teñido de una ligera capa de nieve.

Él tenía los codos apoyados en las rodillas, la cabeza agachada y las manos tras su nuca, enredadas de cualquier manera entre sus rizos.

En cuanto se percató de mi presencia, levantó la cara y me miró fugazmente antes de volver a mirar hacia el vacío, enroscando sus dedos en su pelo y atrapando su labio entre sus dientes.

—¿Por qué me has seguido? —preguntó con amargura y se lamió los labios para humedecerlos.

—Te has ido antes de que pudiera explicarte nada —respondí con obviedad y me senté junto a él, dejando un pequeño espacio entre nuestros brazos.

—Será porque parecías más a gusto con ese tipo que cuando aparecí yo —me reprochó, pasándose con frustración una mano por la cara.

—Estás viendo cosas donde no las hay, Noah, solamente has visto lo que has querido ver, te montaste un drama y te pusiste histérico por nada. Te dije que podías buscarme y que ya no pasaría de ti, dejamos las cosas claras la última vez en mi habitación, pero el que salgamos juntos no te da derecho a celarme y comportarte como un novio obsesivo cuando me ves hablando con otros.

—Eso lo sé, Ashley, que no somos nada y que no puedo meterme en tu vida, me lo dejaste muy claro, pero... soy un jodido desastre cuando se trata de ti, no puedo controlarme y pierdo la cabeza.

Se marcaron en su pálido rostro algunas arrugas de contrariedad. Sacudió la cabeza y hundió los dedos tras su nuca, tirando de su pelo para mantener la calma.

Todavía mantenía su mirada puesta en el suelo, pero parecía que estaba siendo honesto y se lo agradecía mucho, porque si era sincero yo lo sería también.

—No vuelvas a hacerlo ¿sí? Yo sé imponer límites, no necesito que nadie interceda por mí. Por supuesto que no iba a dejar que Daryl me besara porque yo no soy de las que juegan con dos chicos a la vez, así que hazme el favor de no desconfiar de mi palabra —le lancé una mirada de advertencia y él pareció entender el mensaje.

Resopló mirando hacia otro lado y me miró de reojo antes de decir entre dientes:

—Está bien.

Su afirmación me hizo sonreír inevitablemente.

Daryl me gustaba y me atraía, pero Noah me encantaba, me fascinaba todo de él y eso me aterraba, aún más cuando actuaba posesivo y resentido para después mostrarse arrepentido.

«Joder, me atraía tanto.»

—Vale, entonces regresaré al ensayo —le comenté mientras alisaba las arrugas de la falda roja que llevaba puesta. A continuación, me levanté de la banca para regresar por donde había venido.

Repentinamente, sentí su mano rodeando mi muñeca. Me volví para mirarlo y me encontré con sus ojos cálidos que reflejaban destellos azules por la luz del día que se adentraba entre las hojas del roble.

—Antes de que te vayas... quería darte algo —su voz ronca me electrizo la piel y me causó una serie de escalofríos.

La inquietud me superó, sin poder ocultarlo enarqué una ceja e incliné mi cabeza hacia un lado.

—Estoy deseando saber de qué se trata.

Mi comentario le hizo sonreír.

Él se incorporó de la banca y me pasó el dedo pulgar por las comisuras de los labios mientras me contemplaba fijamente.

Estaba tan guapo con esa cazadora de cuero, con la camiseta blanca que llevaba debajo y se adhería a su torso a la medida justa; con esos jeans oscuros y deshilachados; con ese pelo alborotado y rebelde, esos ojos verdes y brillantes, y esa sonrisa ladina. Dios santo, esa sonrisa hipnótica me provocaba corrientes en todo el cuerpo.

Intercambiamos miradas durante sesenta segundos y al final dijo:

—Ven conmigo.

La mano de Noah se cerró más fuerte sobre la mía, como si estuviera realmente abstraído en lo que quería mostrarme. Yo lo seguí sin agregar nada para hacer de la situación algo más emocionante e intrigante.

Cruzamos el peldaño de las escaleras que conducían a uno de los corredores, recorrimos algunos pasillos, atentos a cualquier movimiento externo para no atraer demasiado la atención hasta que llegamos al área de los lockers, dimos vuelta en el extremo y antes de que pudiera dar un paso más me agarró de la cintura y me metió junto con él a una de las aulas, cerrando la puerta con pestillo.

Reí contra su cuello y aspiré su refrescante aroma varonil que mezclado con el olor de su fragancia formaba la combinación más exquisita de la tierra. Deseaba impregnar su esencia en mi piel, ansiaba estar entre sus brazos y fundirme con él en un abrazo interminable.

En cuanto estuvimos solos, me estrechó entre sus brazos posando su nariz en mi cabello, sentí el roce de sus labios sobre mi oído y la cabeza comenzó a darme vueltas.

—No pude soportar verte cerca de él —confesó con la voz extremadamente ronca. Su boca subió por mi cuello y mi garganta, impidiendo que pudiera reaccionar de algún modo—. Me vuelve loco ver que alguien más está tocando lo que me pertenece, no quiero siquiera pensar en él acariciando un fragmento de tu piel porque ese tipo no se merece ni una pequeña parte de ti, nadie te merece más que yo.

Me rozó el labio inferior con el pulgar y sus labios sellaron los míos con un leve y frágil roce que tuvo el efecto de un relámpago, electrificando mi piel a niveles inimaginables. Y dios, cuando se apartó y sus ojos cruzaron con los míos me transmitieron tal intensidad y magnetismo que me sentí presa de un hechizo.

—Sabes que solamente puedo acariciarte yo, besarte yo —murmuró en voz baja y ahí si se me fundió el cerebro y todas mis neuronas dejaron de funcionar.

—Noah...

Le acaricié el cabello que se había deslizado sobre su frente y respiré entrecortadamente al susurrar su nombre.

—Dime qué puedo hacer para no volverme loco cuando te veo con alguien más. Estoy muerto de celos, me consumen y no hayo un modo de poder controlarlos —murmuró a milímetros de mi oído. Me estremecí.

—Reclámame, hazme recordar que soy tuya —le pedí con una voz que no era mía y que salió desde los rincones más oscuros de mi mente, expresando mis verdaderos deseos.

Solo hicieron falta esas palabras para encender la chispa y prender todo lo que nos rodeaba en un incendio, quemándonos justo en el centro, prendidos en llamas. Noah me tomó por la cintura, me levantó el mentón para que estuviéramos cara a cara. Yo retrocedí dos pasos y él me aprisionó contra el escritorio para no dejarme escapar, colocando sus manos a ambos lados de mis caderas.

La urgencia que sentíamos de besarnos se apaciguó cuando él posó su deliciosa boca sobre la mía, dándome un beso dulce y feroz, cargado de emociones.

Su boca se movía suavemente contra la mía, apreciando cada segundo, cada roce y cada movimiento. A los pocos segundos dibujó con su lengua el contorno de mis labios y los mordió con una delicada tortura. Yo entreabrí los labios y rocé mi lengua con la suya de manera juguetona, su primera reacción fue clavarme las manos a los costados y reclamar mis labios con un beso apasionado, apoderándose salvajemente de mi boca.

En un arrebato repentino, tiré de su cazadora para atraerlo hacia mí, enrollé mis brazos alrededor de su torso y me abracé a su cuerpo para sentirlo más cerca.

Nuestros labios, uno contra otro, exaltaban mis sentidos y me hacían vibrar de maneras inimaginables y preocupantes, y yo estaba decidida a disfrutarlo plenamente.

Noah me deseaba tanto como yo a él, la atracción que nos unía era como una inyección de veneno que recorría mis venas y se mezclaba con mi sangre, extasiándome y elevándome a niveles infernales.

Dios, me hacía tanta falta. Sus labios se estaban volviendo mi adicción y su cercanía mi única necesidad.

Deslicé mis manos por su espalda y las pasé por su torso con lentitud para no perderme las sensaciones que le provocaban mis caricias; seguí subiendo por su pecho y por sus hombros mientras su respiración chocaba con mis labios. Le rodeé el cuello con los brazos mientras él me apretaba fuertemente contra su torso.

Posé mis labios en los magníficos labios de Noah y le devolví el beso con la ferocidad de un tigre, hambrienta de él y de sus apasionados besos. A los pocos minutos, lo que empezó como un delicado roce de nuestras bocas se convirtió en algo salvaje y brutal.

Me agarré a él cuando su lengua juguetona se abrió paso entre mis labios para comenzar una guerra de fuego interminable. Nuestras lenguas se encontraban y se devoraban, enredándose entre sí. Ese era el beso más apasionado y fascinante que nos habíamos dado hasta el momento y me encantaba, era cautivador.

En momentos como ese, era todo un privilegio estar enredada entre sus redes.

Sus labios buscaban los míos y su cuerpo me empujaba contra el escritorio cada vez que nos separábamos para recobrar el aliento, pero no tardábamos ni diez segundos en volver a fundir nuestros labios en una cadena de pasión magníficamente explosiva.

—Te deseo, Noah, no aguanto más.

Se estremeció al escucharme y se lamió los labios de forma seductora, resultándome jodidamente irresistible. Le agarré con las manos los lados de la cazadora y tiré de ella para quitársela. Noah sacó sus brazos de las mangas para desprenderse de ella y al haber descubierto sus antebrazos del todo, vi que la arrojó al suelo y regresó su atención a mí.

Estaba buenísimo, me costaba tragar saliva de solo mirarlo. La camiseta blanca se ajustaba perfectamente a sus anchos hombros y a su prominente espalda, y los músculos ejercitados de sus brazos se marcaban bajo las mangas, y como si no me bastará con eso, las venas de sus antebrazos sobresalían de su piel clara, marcando un sinfín de trazos a lo largo de sus manos y sus brazos, los cuales seguían subiendo por su cuello y su mandíbula.

Parpadeé por un breve segundo y al siguiente parpadeo, sus manos se aferraron a mi cintura y sus dedos ardientes me transmitieron su calor a través de la ropa. Me tenía pegada a él de un modo que cada parte de nuestro cuerpo encajaba a la perfección con el del otro. Conectamos como dos mitades hechas a la medida.

Cuando pose mi mirada sobre él, me dirigió una sonrisa traviesa con sus labios rozando los míos. Sus ojos me preguntaron algo a lo que yo jamás tendría respuesta, así que simplemente le acaricié el pelo con los dedos y le di un beso corto y suave en sus carnosos labios con sabor a miel dulce.

Inhalando una bocanada de aire, Noah cerró los ojos justo antes de murmurar lo que ya no podía guardarse más.

—No tienes una idea de cuánto te quiero.

Al escucharlo sentí que un nudo se apretaba en el interior de mi estómago, lo que me dificultó el respirar. El pulso se me aceleró, mi capacidad de hablar se bloqueó en mi garganta y fui incapaz de pronunciar palabra alguna.

Todavía sentía el corazón latiendo con fuerza por la impresión de sus palabras y la expresión de su mirada, la presión de su confesión dando vueltas en remolino para alarmarme, pero me olvidé de todo cuando sentí los labios de Noah cerrándose sobre los míos, fríos pero ardientes, insaciables y necesitados, deliciosos y suaves.

Él me besó de un modo exquisito que me hizo olvidar como respirar, y fue tanta su profundidad que me perdí y me dejé guiar por todas las emociones que se despertaron dentro de mí.

Contuve el aliento cuando deslizó sus labios sobre mi piel, bajando por mi mentón y mi garganta. Su boca se perdió en mi pelo, percibí su aliento contra mi cuello, inhalando mi fragancia.

El placer me recorrió al momento que sus labios se posaron en mi sensible piel, se deslizaron lentamente y su boca mordió mi cuello, yo solté un gemido de excitación y aquello pareció gustarle porque volvió a repetir la misma acción.

Sus brazos me liberaron de su agarre y antes de que pudiera reaccionar sus manos subieron mi top sobre mi vientre y levantaron mi falda, haciendo un detallado recorrido a lo largo de mis muslos.

Sentí un centenar de escalofríos que se repartieron por todo mi sistema y siguieron su rumbo hacia la parte baja de mi abdomen que se contrajo al contacto de sus caricias.

Las piernas me fallarían, en cualquier momento perdería el equilibrio. Me tenía en sus manos, yo lo tenía en mis manos, los dos caeríamos al abismo y no nos importaba porque caeríamos juntos.

Cerré los ojos y eché la cabeza hacia atrás para darle un acceso libre por mi piel. Sentía su lengua deslizándose sobre mi piel, sus labios sedientos de mí. Me dejé envolver por las sensaciones placenteras que adormecían mi mente y se adueñaban de mis sentidos.

Sus manos se volvieron descaradas y atrevidas, se deslizaron bajo el top de mi uniforme de porrista y subieron por mis costados, marcándome con sus huellas.

Mi corazón latía desesperado en mi pecho, pidiendo más, deseando que no se detuviera.

Sus labios corrían a través de mi clavícula. Me provocaba sensaciones inhumanas, emociones que nadie encendía en mí y que solamente Noah podía provocar. Era una locura como me hacía sentir, me enloquecía y me cautivaba como nadie.

Le acaricié el pecho con la punta de los dedos y él levantó la mirada para observarme a detalle, sus ojos reflejaban deseo, pasión y amor, un amor que no se podía describir, pero que estaba allí, enlazándolo a mí.

Seguí adelante a pesar de oír las alertas y las alarmas parpadeantes en mi cabeza y atraje su nuca hacia mí para besarle apasionadamente. Sus manos se desataron y subieron por mi espalda, yo me incliné contra él y mi pecho chocó con el suyo, al instante nuestras bocas comenzaron a devorarse. Mis manos bajaron por su pecho y lentamente hice que tomaran el camino de su abdomen, deslizándolas en el interior de su camiseta.

Su cuerpo ardía, el mío quemaba.

Y continuamos así un rato más, acariciándonos por debajo de la ropa, besándonos y tocándonos de maneras inapropiadas y prohibidas, atreviéndonos a cruzar la línea, dejando atrás nuestros propios límites.

Me extasiaba sentir su piel contra la mía, me enloquecían sus caricias y me cautivaba el roce infernal de nuestros cuerpos. Era adicta a él, lo necesitaba de maneras inexplicables.

Su cabello me hacía cosquillas en la piel mientras sus labios me reclamaban, poseyendo todos mis sentidos, manejándome como a un robot. Estaba a su completa disposición. Cuando sus dedos siguieron un peligroso camino hacia la parte interna de mis muslos ya no pude pensar más.

Si Noah quería hacerlo ahí mismo, yo no iba a detenerlo, no lo detendría porque yo también deseaba lo prohibido. Me dejé llevar por su deseo, presa de sus besos cada vez más apasionados y de sus caricias cada vez más ardientes.

Estábamos condenados al infierno, pero esa misma tarde subimos al cielo y apreciamos el verdadero paraíso, el de tenernos plenamente el uno al otro.

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