23
Reconocer que alguien nos importa es imprescindible, porque ese es el primer paso para demostrarle a esa persona que harías cualquier cosa por su bienestar.
Los chicos volvieron con ayuda, la enfermera le dio una revisión rápida y dijo que solamente había que curarle los golpes, a continuación, un par de chicos lo sujetaron de los brazos y se lo llevaron cargando rumbo a la enfermería.
Algunos minutos más tarde metieron a Logan al consultorio de la enfermería y yo me quedé afuera junto con los otros chicos, después de un rato ellos tuvieron que volver a sus actividades y yo fue la única que decidí esperar para poder verlo. Aguardé pacientemente sentada en una de las sillas de la sala de espera y miré a mi alrededor, tal como en los hospitales las paredes eran blancas, la fila de sillas era de color azul y la pared que separaba el consultorio del exterior era blanca, con la única diferencia de que el marco de la ventana era de color crema.
Olía a desinfectante y a medicamentos, algo que desde mi punto de vista no era agradable en absoluto, detestaba ese olor desde siempre, no me gustaban los hospitales, no me agradaban esos sitios silenciosos porque uno siempre terminaba allí con un estado de salud grave, y era justo esa la razón por la que había decidido quedarme.
Me enfermaba el simple hecho de imaginar lo mal que lo estaba pasando Logan. Si estaba despierto seguramente le dolían los golpes y los hematomas que habían quedado marcados en su piel.
Mi amigo estaba atravesando esa situación por culpa de Zach, ese idiota estuvo a nada de matarlo, debían hacer justicia por eso, los directivos tenían que tomar medidas disciplinarias muy serias contra ese chico.
Crucé una pierna sobre la otra y contemplé el reloj que colgaba de la pared; las manecillas avanzaban segundo a segundo, haciendo de ese el único sonido que podían percibir mis oídos, y, honestamente, ya me estaba desesperando al escuchar esas estúpidas manecillas y no tener noticias del estado de salud de Logan.
En la enfermería había dos chicas que se encargaban de auxiliar a los estudiantes en casos de emergencia, una de ellas estaba adentro en el consultorio curando a Logan, y la otra estaba sentada junto al ordenador registrando en una tabla de datos los medicamentos que les habían llegado esa misma mañana.
El encontrarme allí era desesperante y frustrante, ya quería salir de ese lugar, no aguantaría más y perdería la paciencia.
Me levanté del asiento y me acerqué a la chica que se encontraba al otro lado del mostrador, que en su interior estaba lleno de medicamentos.
Me aclaré la garganta, la chica me miró interrogante y yo le dediqué una sonrisa forzada.
—Disculpa que te interrumpa, solamente quería saber cómo se encuentra mi amigo, hace más de media hora que lo metieron al consultorio y aún no me han dicho nada sobre él, me ayudarías bastante si pudieras decirme si ya está consciente —le pedí a la enfermera con urgencia, sonando como una mamá desesperada por volver a ver a su hijo.
La joven me mantuvo la mirada y asintió despacio.
—Vale, aguarda un momento, me aseguraré de que ya puedas pasar a verlo —mencionó con calma, incorporándose del banco en el que estaba sentada y dirigiéndose a la puerta blanca —con pequeñas ventanas circulares— que me impedía ver hacia el otro lado.
Pasaron dos o tres minutos hasta que la chica volvió a salir con una carpeta en la mano. Solté un suspiro de alivio cuando me hizo una señal para que me acercara, caminé hacia ella y afortunadamente me dijo que ya podía pasar a verlo. Le di las gracias y crucé la puerta de metal que se cerró a mis espaldas con un chirrido molesto.
Me fijé en el interior de la habitación; las paredes eran blancas y había cortinas del mismo color en las ventanas, las cuales estaban cerradas. El lugar estaba casi vacío, solamente había un mueble gris en el que guardaban las pertenencias del paciente, una mesa con ruedas en la que reposaban los utensilios para curar heridas, una camilla y un sofá blanco justo al lado de la misma, también había una cortina corrediza de color azul tras la que seguramente había otra camilla y otro sofá.
Las lámparas de LED en el techo iluminaban la habitación lo suficiente para sentirte deslumbrado.
—En una escala del uno al diez, ¿qué tan preocupada estabas por mí? —le escuché decir a Logan. Corrí la cortina y lo encontré recostado en la camilla.
Se veía fatal, notoriamente golpeado, con heridas y hematomas en toda la cara, la peor parte se la había llevado su ojo derecho, pues su párpado se veía morado e hinchado, pero tampoco se quedaba atrás la herida en su labio inferior, ya que el corte se veía serio y profundo. Debía de estar sintiendo dolor, pero lo ocultaba a la perfección tras una sonrisa elocuente.
Me acerqué despacio a él y me detuve a su lado. Levanté lentamente mi mano y con las yemas de los dedos le rocé la mejilla.
—Mira que si te pasaba algo me habría sentido muy culpable, idiota —le reproché con enfado—. No vuelvas a hacer algo semejante, de verdad me preocupé muchísimo por ti.
Logan esbozó una sonrisita divertida y entrecerró sus ojos de manera acusatoria.
—¿Eso significa un diez? —preguntó de nuevo, haciéndome reír con sus ocurrencias.
—No puedo creer que bromees con una cosa así, esto es algo serio —comenté sin gracia, cruzándome de brazos.
—Vale, vale, solo quería aliviar la tensión, no dramatices —exclamó y levantó las manos en señal de paz—. Honestamente, yo también estaba preocupado por mí mismo, pero mírame, estoy bien y no tengo un solo hueso roto —expresó señalándose a sí mismo y al instante se llevó las manos a la cabeza—. Admito que me duele un poco la cabeza y que por momentos me punzan las heridas, también me siento un poco adolorido, pero no es nada que no pueda soportar.
Asentí y formé en mis labios una débil sonrisa para no demostrarle que lo que de verdad me preocupaba era el terrible aspecto de su rostro.
Desvié la mirada hacia la ventana, tomé asiento en el sofá y murmuré en voz baja:
—No debiste meterte con él.
Logan respiró pesadamente y me miró de reojo.
—Eso lo sé, pero tenía que hacerlo, me jode que siempre gane todo lo que debería ser mío. No lo merece, no se merece una mierda —exclamó él con fastidio, soltando cada palabra con absoluto desprecio.
—El chico está loco desde lo que... ya sabes. Tú sabías que si lo provocabas iba a reaccionar fatal, ¿por qué lo hiciste?
—Créeme que ahora sé que fue un error. Soy consciente de que Hayley ya hizo su elección, de que le importa más ese maniático que yo, joder, claro que lo sé, pero sí con esto logro que lo expulsen del colegio me basta y me sobra para meterme con él —se explicó con severidad, tensando gradualmente sus músculos y su mandíbula.
Analicé sus palabras y entendí lo que quiso decir con ellas. En definitiva, era un grandísimo idiota.
—Lo hiciste adrede, no te defendiste a propósito —declaré convencida y el chico rubio me miró con una sonrisa de suficiencia. Pasaron dos segundos de calma, tres, cuatro, y al final exploté—. ¿¡Acaso te has vuelto loco!? —grité alterada y lo golpeé con el puño en el brazo.
—Cálmate, ya te dije que lo tenía todo controlado —dijo para tranquilizarme, pero yo ya echaba humo por las orejas.
—Casi te mata, Logan. No puedes ir por la vida buscándote problemas para vengarte de un imbécil que no vale la pena. No voy a permitir que vuelvas a hacerlo, ¿escuchaste? —sentencie con firmeza y determinación.
Lo sujeté del cuello de la camiseta y acerqué mi rostro al suyo para demostrarle que hablaba muy serio.
—No lo haré de nuevo, lo prometo. Estoy seguro de que esta vez lo suspenderán y me libraré de él, al fin lo mandarán al lugar al que pertenece —expresó con un brillo oscuro y malvado en sus iris azules.
—Eso espero, ese delincuente no puede seguir aquí después del desastre que ha causado —declaré con amargura, tomando distancia de su lado e incorporándome del sofá.
—Está acabado, nadie podrá salvarlo —añadió Logan y me tomó de la mano de un segundo a otro—. Gracias por preocuparte por mí y no dejarme solo en esto.
Le sonreí escéptica y le acaricié los nudillos con los dedos.
—Los amigos nunca se abandonan —le aseguré, manteniendo la perseverancia de una amiga.
Al momento él dejó caer su cabeza sobre la almohada y algunos mechones de su cabello cayeron sobre su rostro, yo quise apartarlos con mis dedos y accidentalmente le toqué uno de los hematomas que tenía sobre la ceja, provocando que se quejara de dolor.
—Lo siento, no quería...
Me quedé quieta cuando Logan rodeó mi muñeca con una de sus manos y tiró de mí hacia él, ni siquiera me di cuenta de que dejé mi frase a medias hasta que estuve a centímetros de su rostro.
El corazón comenzó a latirme desbocado, desatando una creciente adrenalina que me fue recorriendo las venas hasta invadir por completo mi sistema nervioso.
Sus ojos claros estaban fijos en los míos, sus pupilas me quemaban, su aliento sobre mis labios me robaba el mío y me bloqueaba las vías respiratorias.
Logan me observaba con detenimiento, a cada segundo que pasaba los ojos le brillaban con más intensidad, dejándome ver una parte suya que me hizo sentir atraída a su magnetismo y a la disparatada idea de querer posar mis labios sobre los suyos.
El sonido de los broches de la cortina moviéndose y corriéndose a un lado me sacó de los absurdos pensamientos en los que estaba envuelta. Sin apartarme volteé para ver de quién se trataba, Logan hizo lo mismo y ambos nos encontramos con la persona menos esperada. Él estaba apoyando su hombro contra la pared, tenía los brazos cruzados sobre el pecho y mostraba una postura firme y un semblante serio e indescifrable.
—Creo que he entrado en un mal momento, les ofrezco mis más sinceras disculpas —exclamó con neutralidad. Sus ojos me miraron un instante y después se posaron en la mano de Logan que aún seguía sujetando la mía.
—No hay problema, de cualquier modo, siempre pareces llegar en malos momentos —puntualizó Logan volcando los ojos para demostrar su fastidio.
Al encontrarme en medio de los dos supe que debía de ser yo la que tenía que poner el orden y enfriar la situación.
—Eso no es cierto —afirmé con una sonrisa y dejé cierta distancia entre Logan y yo para evitar malos entendidos—, El verte nunca me molestaría, al contrario, me alegra el día.
Noah sonrió ampliamente y le dirigió a Logan una mirada inquisitiva e irónica.
Cuando sus ojos verdes volvieron a mirarme me pasé la mano por el cabello y me mordí la uña del dedo pulgar para no ruborizarme delante de los dos.
Era obvio que se detestaban, uno no deseaba verme cerca del rubio de ojos verdes, y el otro no confiaba en el rubio de ojos azules. Tal era la tensión entre ellos que, juraría que si las miradas fulminantes mataran, ambos ya estarían comenzando una batalla a muerte.
—Ashley, me dijeron que estabas aquí con tu amigo —comentó Noah, pronunciando esa última palabra con mayor claridad, como si quisiera dejarle claro algo a Logan—, Quise pasar a ver si necesitaban algo y también a asegurarme de que tu amigo ya se estuviera recuperando.
Puse los ojos en blanco, Logan copió mi acción y dramatizó al decir:
—Todavía no me siento bien, me da vueltas la habitación y los analgésicos no me han calmado el dolor, pero pronto estaré bien, Ashley no tiene de qué preocuparse.
Apreté los labios y lo miré con advertencia. Me molestaba que estuviera actuando tan infantil y pesado cuando el rubio solamente estaba preocupado por su salud y su bienestar.
—Realmente espero que te recuperes pronto, ya sabes, a veces a algunos les cuesta recuperarse de los golpes que les da la vida —le dijo Noah a Logan, empleando un tono de voz confuso, un tanto honesto y un tanto sospechoso.
Le hice un gesto a mi amigo con la mano para que le diera las gracias a Noah. Él pareció entender mis señales, ya que tras cinco segundos de intercambiar miradas rodeó los ojos y aceptó hacerlo a regañadientes.
—A algunos más que a otros, pero ese no es mi caso —respondió a evasivas y cruzó los brazos detrás de su cabeza con actitud insolente—, Aun así, gracias por tu preocupación.
—No es nada, ahora si no te causa problema me gustaría hablar con Ashley afuera, solamente serían un par de minutos.
Yo quise saltar de alegría, correr hacia él y decirle que era un chico muy considerado y atento, que valoraba su esfuerzo por llevar la fiesta en paz con Logan, a pesar de que el chico no se lo mereciera para nada y se mostrara despectivo.
Miré al rubio con rizos y le sonreí, sintiendo como me ruborizaba, después me giré hacia Logan y apoyé suavemente mi mano sobre su hombro.
—Volveré enseguida —le dije en voz baja y le sentí bloquearse y ponerse tenso.
Logan se mordió el labio inferior, se guardó para sí lo que quería decir e hizo lo más simple que pudo haber hecho, asintió de mala gana.
Le di un ligero apretón para animarlo y aparté mi mano rápidamente. Vi que Noah desapareció tras la cortina y opté por seguirlo, el chico empujó la puerta y esperó a que yo pasara para dejar que la misma se cerrara, después volvió a acelerar sus pasos, cruzamos la sala de espera, la entrada de la enfermería y nos detuvimos en el desolado pasillo iluminado por las lámparas Led del techo.
Él estaba de espaldas a mí, con las manos sobre el rostro. No sabía qué le estaba pasando por la cabeza, pero no debía ser nada bueno. Su postura tensa, su seriedad, su silencio, sus acciones, todo me indicaba que estaba molesto conmigo.
—Ash, podrías responderme una cosa, sin mentiras —me pidió tranquilamente mientras sus dedos se deslizaban por su pelo enmarañado.
—Lo que sea —le aseguré en un tono solemne, pero echa un manojo de nervios por dentro.
Noah resopló sonorosamente y giró sobre sus talones para poder observarme antes de hablar.
—¿Qué relación tienes con él? —me preguntó sin vacilaciones.
Sus expresiones eran tan transparentes y serias que no lograba ver nada en él, estaba inexpresivo, glacial como un iceberg. Era imposible descifrarlo y entender a donde quería llegar con eso.
—Solamente somos amigos —respondí con honestidad alzando los hombros automáticamente.
Noah dio un par de pasos, ahora estaba delante de mí y las puntas de sus zapatos casi rozaban las mías.
Se frotó la frente con una mano, luego respiró hondo y entrelazó los dedos en su pelo para disminuir su angustia.
—Creo que él no piensa lo mismo, he visto como te trata y te mira, pero da igual si él te ve como algo más o no, porque yo creeré ciegamente en ti y en lo que me digas, sé que nunca me mentirías mirándome a los ojos.
No supe si fue el modo en que lo dijo o la firmeza con la que lo hizo, pero se sintió increíble el escuchar que confiaba en mí.
Él alargó su mano hacia mí y me acarició con una mano el pelo, entrelazando sus dedos en algunos mechones rubios y deslizándolos hasta las puntas.
A los pocos segundos sentí el contacto tibio de su mano presionando la mía, respondí a su toque y entrelacé mis dedos con los suyos.
—Me importas, y me importas mucho Ashley —confesó abiertamente con la voz cargada de sentimiento—, Me das lo que nadie ha sabido nunca darme y eso te lo voy a agradecer eternamente.
Aunque hubiera querido articular algo y decirle lo que se merecía escuchar, no lo hice, por miedo a arruinarlo, por miedo a mis propios sentimientos, que constantemente contradecían mis pensamientos.
En un abrir y cerrar de ojos, Noah acortó la distancia entre nosotros y me abrazó por los hombros. Al sentirlo tan cerca se me heló el corazón y la sangre dejó de correr por mis venas, me quedé petrificada y contuve la respiración. Los abrazos con mis ligues estaban absolutamente prohibidos, las palabras afectuosas o los actos de cariño ente uno y otro eran algo que solía evitar a toda costa, pero por única vez mandé mi lado racional a la mierda y me dejé llevar, sin poder contenerme también enlacé mis brazos a su torso para acercarlo y mantenerlo junto a mí.
Sucumbí a su ternura y me vi a mi misma cerrando los ojos y apoyando la palma de mi mano en su pecho, justo sobre su corazón, que palpitaba lento y desbordaba pasión.
Todo estaba en silencio, y no quería romperlo a pesar de que ese no era mi estilo, solamente deseaba quedarme allí, entre sus brazos, sintiendo y escuchado sus latidos, tan solo quería alargar ese momento y no darlo por perdido.
Quería disfrutarlo, aferrarme a lo imposible, estancarme en todas esas sensaciones que él producía en mí y quedarme así unos segundos más.
Siguió abrazándome tiernamente y me soltó delicadamente antes de poner su mano tras mi cuello, con la otra levantó mi barbilla en su dirección. Al momento que reabrí mis párpados caí ante su mirada intensa, que perforaba la mía y me producía sensaciones que desconocía.
Solté un inaudible suspiro y entreabrí los labios mientras mis ojos permanecían fijos en los de él.
—La vida me ha dado tanto contigo, todavía no sé qué hice para merecer un minuto de tu atención —murmuró con su aliento sobre mis labios. Percibí un ligero cosquilleo en la piel cuando sentí sus dedos acariciándome la nuca.
—Algunas cosas son impredecibles y llegan sin avisar —susurré despacio, rozando mi nariz con la suya.
Sin decir nada, Noah hundió sus ojos verdes en los míos y se inclinó ligeramente, sentí que mi pulso se intensificó con su proximidad y cerré los ojos cuando me besó, muy suavemente y dulcemente, rozando apenas nuestras bocas.
Mis manos viajaron e hicieron un recorrido por su prominente espalda, acariciando su espléndido cuerpo por encima de la camiseta, provocando que él pegara su pecho al mío y presionara su musculoso torso contra mi vientre a la vez que profundizaba el beso de una manera cálida y embriagadora. Definitivamente, los rayos del sol me habían afectado el cerebro y habían derretido mis neuronas.
Su cuerpo pegado al mío, su lengua jugueteando con la mía, sus palabras resonando en mi cabeza, el olor de su colonia reinando el ambiente, la fragilidad de sus besos y caricias, que no tenían intención de insinuar nada perverso, al contrario, me besaba con suavidad y sus manos me acariciaban la piel con calma y lentitud. La combinación de todo junto hizo de aquel momento uno perfecto.
Se separó unos pocos centímetros, me acarició delicadamente la mejilla y volvió a estrecharme entre sus brazos. Apoyó su mentón en mi cuello y yo cerré los ojos para comprobar si todo eso no era producto de un sueño. Intenté resistirme y mantener mis manos en la parte baja de su espalda, pero no pude y las fui subiendo con extrema delicadeza hasta posarlas en sus anchos hombros.
—¿Este es nuestro momento? —me preguntó con la cara hundida en mi pelo y su aliento acariciándome la oreja.
—Claro que lo es —le respondí con cariño, enredando mis manos en su sedoso cabello rizado.
Al escucharme se fundió en nuestro abrazo y sentí su alivio, percibí lo mucho que quería aferrarse a mi respuesta, porque necesitaba estar sujeto a algo.
Me abrazó tan fuerte que pude sentir lo valiosa que me había vuelto para él, y lo valioso que él se estaba volviendo para mí también.
«Joder, estaba condenada a ese chico.»
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