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20

Estamos convencidos de que nada nos hará sentir mal si nos proponemos estar bien, pero seamos realistas: nada duele más que la indiferencia de un amigo.

La noche anterior no pude dormir porque cada vez que cerraba los ojos, el recuerdo de Noah aparecía en mi mente, junto con un impulso irrefrenable de ir a buscarlo, algo que no es característico de mí.

Yo no era de esas chicas que buscaban a los chicos, siempre eran ellos los que me perseguían y querían salir conmigo. Sin embargo, de manera extraña, esta vez sentía que la situación se había invertido y tenía la sensación de que yo iba a salir perdiendo. Además, no podía dormir por la discusión que había tenido con Logan esa tarde. Él y yo nunca habíamos llegado a enojarnos de esa manera, jamás tuvimos motivo para hacerlo, pero al parecer él fue el responsable de todo este malentendido.

Comprendía que quisiera protegerme y cuidar de mí; realmente me halagaban sus buenas intenciones. Sin embargo, en esta ocasión había cruzado ciertos límites. En un momento, me dio la impresión de que se estaba comportando como un novio celoso y posesivo, y Logan Harrison no era ninguna de esas cosas. Siempre había sabido controlar sus emociones y mantener la distancia respecto a mis decisiones. Por eso, simplemente no entendía qué le había sucedido y por qué actuó de esa manera cuando decidí irme con Noah y no con él.

Encontrarme en esa situación era frustrante y desesperante, porque por primera vez en mucho tiempo no sabía qué hacer para solucionar las cosas con Logan, y aún menos tenía idea de cómo explicarle a Noah que lo que había entre nosotros no era algo serio, que solo continuaríamos viéndonos un tiempo más y luego dejaríamos de vernos.

«Joder, ¿en qué lío me había metido?»

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A la mañana siguiente, me desperté temprano y me preparé para llegar puntualmente a la clase de Literatura.

Apliqué un poco de maquillaje debajo de los ojos para disimular las ojeras que me dejaron las horas de desvelo, además de ponerme sombra dorada en los párpados, rubor en las mejillas y un toque de labial en color coral. Elegí una falda negra, una camiseta blanca y unas botas de plataforma que llegaban un par de centímetros por debajo de mis rodillas. Me puse una diadema plateada en el cabello y dejé mi pelo suelto.

Tomé mi mochila del perchero, abrí la puerta y salí de la habitación. Al cruzar el salón, mi brazo rozó el umbral de la puerta principal al salir al pasillo. En el momento en que di el primer paso, el frío de la mañana me recibió, pero curiosamente, a medida que avanzaba, ese aire helado comenzó a sentirse más acogedor y cálido.

Después de quince minutos de recorrer pasillos y subir escaleras, finalmente llegué al aula de Literatura. Por lo que pude observar, la clase estaba a punto de comenzar, ya que la mayoría de mis compañeros estaban ocupando sus asientos.

Crucé el umbral y me dirigí a los asientos vacíos de la segunda fila, que era la mesa que compartía con Logan todos los martes en esa clase.

Cuando me vieron entrar, la mayoría me saludó y los chicos empezaron a murmurar bajo; yo respondí al saludo con una sonrisa fingida.

Me senté en mi lugar, dejé la mochila colgando del respaldo de la silla y me incliné para sacar los libros y la libreta que iba a utilizar, junto con algunos lapiceros de colores.

En el momento en que me volví hacia la pizarra, vi a Logan: mi amigo acababa de entrar al aula con un minuto de retraso, algo poco habitual en él debido a su puntualidad casi obsesiva. Al verme, se puso pálido y su rostro mostró una notable frialdad que podía interpretarse como enfado.

Decidí sonreírle para aliviar la creciente tensión entre nuestras miradas, pero solo logré que apartara la vista y me ignorara completamente.

El chico se acercó a uno de los asientos vacíos junto a la ventana, se sentó y colocó su mochila en el asiento contiguo para que nadie, ni siquiera yo, su mejor amiga, se atreviera a ocupar ese lugar.

Logan miró fijamente la pizarra y cruzó los brazos sobre su pecho, luciendo una expresión neutra y serena, tan fría como una roca. Se notaba que estaba tenso; la manera en que cerraba los puños lo dejaba ver, con los nudillos tan blancos y las manos enrojecidas. También se podían observar las venas marcadas en su cuello y brazos, además de la pesada energía que se sentía si lo mirabas durante un tiempo prolongado.

Era evidente que estaba molesto conmigo, realmente molesto; quizás la palabra más apropiada sería furioso.

Realmente había ignorado mi presencia y se había acomodado en el lugar más alejado de mí para evitar verme y hablarme. Francamente, lo comprendía; yo también estaría igual de molesta si él hubiera decidido irse con otra persona, simplemente por preferir a una desconocida en lugar de a una amiga. Entendía su ira y frustración hacia mí, pero eso no justificaba su actitud fría y distante.

Podría continuar elaborando teorías al respecto, pero la voz de la profesora Murphy me hizo regresar a la realidad. Todos la saludaron, ella colocó su portafolio en el escritorio y, después de compartir unas palabras motivadoras, comenzó a repartir un formulario que deberíamos completar antes de iniciar la clase.

No logré concentrarme y tardé en responder incluso algunas de las preguntas más fáciles. ¿Y todo esto por qué? Por la actitud distante de Logan; si cometí un error en alguna respuesta, fue por esa razón.

Me levanté de mi asiento al mismo tiempo que él, y juntos nos dirigimos hacia el escritorio de la profesora, donde dejamos las hojas del formulario sobre los demás ejemplares. En ese momento, nuestros dedos se rozaron accidentalmente, lo que hizo que nuestras miradas se cruzaran.

Él lucía cansado, serio e inaccesible, como si nunca antes me hubiera visto, como si yo fuera una completa desconocida para él, y eso, de alguna manera, me causó dolor.

Mientras la profesora evaluaba nuestras respuestas, me puse de puntillas y me incliné hacia su oído para susurrar:

—¿Podemos hablar, Logan?

El chico puso los ojos en blanco y se giró para mirarme directamente a la cara. En unos segundos, su nariz rozó la mía y sentí su aliento en mis labios. Fue extraño para mí tenerlo tan cerca, a tan poca distancia, pero no me aparté porque aún aguardaba su respuesta.

Logan se lamió los labios, apartó un mechón de cabello de su cara y exclamó un contundente NO, seguido de unas palabras que me dejaron sin aliento:

—No tengo ningún interés en hablar contigo, pero si necesitas con tanta urgencia llamar la atención, ve a hablar con tu noviecito Noah, porque a mí ya me perdiste, Ashley, y no quiero volver a verte.

Lo que dijo fue como una puñalada en el estómago, provocando que una punzada comenzara a surgir en lo más profundo de mi pecho. Me hirió, sin duda, porque nunca antes me había tratado de esa manera, y mucho menos había hablado conmigo con tanta dureza y enojo.

Después de lo que dijo, tomó el papel que le dio la profesora, se dio la vuelta y pasó a mi lado sin siquiera mirarme, como si fuera invisible para él o un simple estorbo sin ningún valor.

Experimenté una punzada intensa en el pecho y cerré los ojos para intentar sobrellevar esa angustia que sentía en mi interior.

Ahora comprendía cuán enojado estaba, y probablemente no sería fácil solucionar las cosas si él continuaba actuando como un imbécil orgulloso y arrogante.

Cuando la profesora me devolvió mi formulario, pude ver que al menos había pasado ese examen sorpresa. Le agradecí y regresé a mi sitio con un sentimiento involuntario de tristeza.

Es realmente doloroso que una de las personas en las que más confías te abandone y se olvide de los meses de amistad que compartieron.

Mientras hacía mis apuntes, reflexioné que quizás Logan sí estaba furioso conmigo, pero tal vez su comportamiento tenía que ver con otra cosa. Quizás Hayley estaba involucrada y yo era quien sufría las consecuencias del trato distante y desagradable de Logan.

Era fundamental que hablara con él, sin importar lo que tuviese que hacer, no podía dejar las cosas así solo porque él estaba pasando por un mal día.

Al finalizar la clase, sonó el timbre. La profesora Murphy nos recordó amablemente que no olvidáramos entregar el trabajo de la semana. Todos asentimos y le respondimos que sí. Unos minutos después, la vimos salir del aula con algunas carpetas en las manos.

Nuestros compañeros comenzaron a recoger sus cosas y, poco a poco, fueron saliendo en grupos, conversando sobre temas que, en ese momento, me resultaban irrelevantes.

Cuando vi que Logan se levantó de su asiento, lo llamé en dos ocasiones, pero en ambas me hizo caso omiso. El rubio se puso la mochila al hombro, se ajustó el gorro de la sudadera y salió del aula sin mirar atrás.

Yo recogí mis cosas y, en menos de un minuto, crucé la puerta. Miré en ambas direcciones del pasillo, tratando de encontrarlo entre la multitud. A lo lejos, distinguí a un chico con una sudadera azul y una mochila negra; sin duda, era él. Salí corriendo en su dirección, intentando alcanzarlo.

Él giró en una esquina y continuó su camino por el corredor de enfrente, que en ese momento estaba lleno de chicas y chicos que acababan de salir de sus aulas. Todos se movían en direcciones opuestas, lo que dificultaba que pudiera localizarlo y seguirlo.

Teniendo en cuenta que Logan tenía una espada ancha y sus hombros musculosos lo hacían destacar entre los demás, no fue complicado volver a localizarlo entre las muchas figuras que pasaban a mi lado o se dirigían en sentido contrario.

Caminé rápidamente hacia él, pero justo cuando estaba a punto de alcanzarlo, escuché la voz de Tara y Hayley llamándome, y con eso bastó para distraerme y perderlo de vista.

Maldije en voz baja y busqué a las chicas con la mirada, pensando que no había valido la pena perseguirlo si al final se había ido más rápido que un rayo.

Cuando finalmente localicé a mis amigas, me acerqué a ellas y les ofrecí la mejor de mis sonrisas al llegar a su lado.

—Hola, chicas —dije con tranquilidad, deteniéndome a su lado—, no las había visto, estaba un poco apurada.

—Nos hemos dado cuenta —afirmó Tara con una expresión confundida—, ¿estabas siguiendo a alguien?

Negué con la cabeza de manera firme y levanté los hombros.

—No, no seguía a nadie, pensé que había visto a alguien conocido, pero probablemente me equivoqué —respondí, tratando de minimizar el asunto—. ¿Y ustedes, qué estaban haciendo?

—Acabamos de salir de la clase de Química —me explicó Hayley, soltando un largo suspiro—. El experimento de hoy ha sido bastante complicado, escribir sobre la práctica será muy agotador.

Asentí y la observé con atención, buscando alguna pista que me confirmara si había visto a Logan por la mañana, si habían tenido alguna discusión por algo o quizás por alguien.

—Es una lástima que no esté con ustedes en esa clase, chicas; si estuviéramos las tres juntas, seguro que el tiempo pasaría volando —comenté, mordiendo mi mejilla para reprimir una sonrisa cínica.

—Sí, es cierto, es una pena que hayas elegido Biología en vez de Química —comentó Tara, frunciendo el ceño antes de preguntar—, ¿qué te lleva a estar en esa clase? Recuerdo que ya la cursaste el año pasado.

Era cierto, a principios del año pasado asistí a algunas clases de Biología, pero decidí cambiarme a otra materia porque me ofrecieron el puesto de capitana del equipo de animadoras, y esa actividad demandaba mucho tiempo. Sin embargo, si hubiera sabido que Noah estaba en Biología desde entonces, nunca habría dejado esas clases.

—Al inicio del curso asistí a un par de clases, pero dejé de ir porque los ensayos del grupo me ocupaban demasiado tiempo. En fin, este año estoy decidida a terminar el curso de Biología, no pienso dejarlo.

—¿Hay alguna razón especial por la que no vas a hacerlo? ¿Te interesa algún chico de esa clase? —preguntó mi amiga pelirroja, entrecerrando sus ojos marrones.

—¡Para nada! A mí me interesan muchos chicos, ya lo saben —les guiñé un ojo y ellas sonrieron de manera cómplice.

—Eso lo sabemos, tienes la capacidad de conquistar incluso al más tímido, mi querida amiga —dijo Hayley con una sonrisa traviesa, y yo asentí con una expresión divertida.

Si esta chica no se hubiera relacionado nunca con Zach y Logan, tal vez podríamos haber sido amigas, o por lo menos, estar más cerca de serlo. Pero después de todo lo que hizo para intentar opacarme, las cosas han cambiado.

—Hablando de chicos, ¿por qué no nos cuentas cómo va tu relación con nuestro carismático capitán de básquetbol? —le pregunté, sintiendo un interés que no me atrevía a confesar.

Era el momento de conocer la verdad; si me decía que ya no estaba saliendo con él, probablemente las cosas entre Zach y ella se habrían solucionado, y eso no me beneficiaba en absoluto.

Hayley vaciló durante unos segundos y adoptó una expresión seria, como si ese tema no fuera el más apropiado y no quisiera entrar en detalles. Sin embargo, al final decidió responderme.

—Estamos bien, hemos salido varias veces en estas semanas —admitió, mostrando una amplia sonrisa que reflejaba un entusiasmo genuino.

Era una mentira, claramente, porque el fin de semana había planeado salir con Zach, no con Logan. Yo había arruinado su tonta cita simplemente porque ella se había atrevido a ignorar a Logan y porque además sentía resentimiento hacia Zach por haberme rechazado en dos ocasiones.

Hice como si le creyera y actué emocionada por lo que había comentado.

—¡Es increíble! Me alegra muchísimo por ustedes —dije con entusiasmo, rodeándola con el brazo—. Espero que sigan así, son una pareja encantadora.

«Aunque, la verdad, ni yo misma podía creer que eso fuera real»

Logan era un chico maravilloso, podía salir con la chica que quisiera, pero lamentablemente se había encariñado con la menos indicada.

—Ashley tiene razón, son la pareja ideal —comentó Tara, y le estuve muy agradecida por ello en mi mente.

Hayley nos sonrió para dar la impresión de que no se sentía incómoda con el tema, aunque probablemente estaba pensando en Zach, no en Logan.

Si ella no podía darse cuenta de lo maravilloso que era Logan, sinceramente me parecía un poco ingenua, ya que él era sin duda mejor que el imbécil de Zach. Sin embargo, por otro lado, me alegraba que dejara de interferir en la vida de Logan; era lo mejor para ella y, sobre todo, para mi amigo. Si le causaba daño a Logan, tendría que enfrentarse a consecuencias serias.

«Ese amigo que en este momento te tiene resentimiento y te desprecia como si nunca le hubieras brindado tu apoyo»

—Tenemos clase juntas, vamos chicas —comentó Hayley, y nosotras asentimos.

Las tres caminamos por el pasillo lleno de gente, hablando de otros temas y de lo que hicimos el fin de semana. Yo les conté que estuve con mis padres y me inventé un montón de cosas que hicimos juntos; ellas me creyeron, al menos Hayley sí, porque Tara ya sabía un poco sobre mi caluroso fin de semana.

Frente a los demás, aparentábamos ser mejores amigas, inseparables y muy unidas. Sin embargo, lo que ellos no sabían era que mi idea de la amistad iba mucho más allá de la buena convivencia y el afecto mutuo, y esta se veía afectada cuando aparecía alguien importante en el camino.

๑❥๑๑❥๑๑❥๑

Ese mismo día, después de la última clase, me dirigí al área de los lockers para guardar algunos libros en mi taquilla que no iba a necesitar. Eran aproximadamente las tres de la tarde; el clima afuera era frío y el cielo se veía nublado y grisáceo. Tenía la sensación de que comenzaría a llover en cualquier momento, así que pensé que tal vez tendría el tiempo justo para dejar mis cosas y regresar al dormitorio.

Al llegar a mi casillero, saqué un par de libros de mi mochila y los coloqué dentro de la taquilla. También dejé una libreta y mi estuche de lápices. Justo cuando cerré la taquilla, me encontré con una sorpresa casi agradable.

Logan estaba a unos cuatro metros de distancia, organizando algunas libretas en su locker y sacando otras de su interior. Estaba de espaldas, así que supuse que no me había visto, y por eso aún no había salido huyendo.

Bajé la mirada al suelo y respiré profundamente, anhelando que la calma y la serenidad llenaran mi mente, para poder reunir el valor de acercarme al chico rubio.

Era realmente estresante no poder correr hacia él y abrazar su torso como solía hacerlo cada vez que lo encontraba junto a su taquilla, organizando sus cosas.

Me sentía un poco incómoda por lo que comentó en la clase de Literatura y por la manera en que evitó hablarme después de la clase. Sin embargo, me sentía aún más mal por no tenerlo a mi lado, ya sea conversando sobre sus entrenamientos o escuchándome hablar de mis prácticas con las porristas.

Después de reflexionar, decidí atreverme y me preparé para recibir cualquier tipo de respuesta o comentario de su parte, ya fuera hiriente o desagradable.

Me coloqué detrás de él y me mordí el labio, tratando de encontrar las palabras adecuadas para iniciar una conversación.

Pensé que él no se había dado cuenta de mi presencia, pero cuando comenzó a hablar, supe que ya no podía echarme atrás.

—¿Qué haces aquí? —su voz sonó amarga y ronca, tan apagada como la luz lejana de una estrella.

Me pasé las manos por el cabello, sintiéndome frustrada, y apoyé la cabeza en el casillero que estaba junto al suyo.

—He venido a resolver el problema que parece existir entre nosotros —respondí con tranquilidad y pausadamente, para que se diera cuenta de que realmente me importaba encontrar una solución.

—No hay nada que resolver, así que puedes irte —replicó con frialdad, colocando algunos libros con más fuerza de la que era necesaria.

Exhalé el aire que estaba conteniendo y me crucé de brazos, sintiéndome molesta. Se estaba volviendo cada vez más difícil de tratar, y no iba a permitir que eso continuara por más tiempo.

—¿He hecho algo que te haya molestado? ¿Tuviste una discusión con alguien y te estás desquitando conmigo? Vamos, dímelo y terminemos con esta conversación absurda —le exigí, tratando de mantener una expresión neutral.

Al escucharme, Logan se giró y me miró por encima del hombro, sin siquiera molestarse en volverse para mirarme a la cara.

—Es un asunto mío, no te incumbe. Ahora que ya te he respondido, hazme el favor de dejarme solo —murmuró con firmeza, resoplando con fastidio.

Respiré profundamente para mantener la calma y no gritarle que no iba a estar suplicándole como lo hacían sus demás admiradoras.

—Está bien, tú ganas —levanté las manos a los lados y las dejé caer, resignada—, Voy a dejarte solo para que vuelvas a refundirte en la jodida depresión; quizás eso es lo que hace falta para que puedas dejar de comportarte como un cabrón insensible —le reclamé, cansada de soportar su indiferencia y arrogancia—. No es mi culpa que estés atormentándote con el recuerdo de Emma, ni tampoco que la tonta de Hayley no quiera salir contigo. Pero si así lo prefieres, está bien, no contarás más conmigo.

Después de decir esto, pasé a su lado y comencé a alejarme sin mirar atrás ni detenerme. Mis pasos resonaban en el pasillo, cada vez más distantes de donde él se encontraba.

Había llegado a mi límite; esta vez Logan había agotado mi paciencia. Ashley Smith no le suplicaba a nadie, y mucho menos a un chico.

Justo cuando parecía que iba a perder la esperanza de que él me dijera algo, sentí su mano envolviendo la parte baja de mi muñeca. Sus dedos eran fríos y suaves, pero su toque resultaba increíblemente eléctrico.

Me di la vuelta para escuchar lo que tenía que compartir conmigo (o más bien, lo que no quería decirme), y al verlo ahí detrás de mí, sentí un pequeño escalofrío en todo el cuerpo.

Él me miró con sus intensos ojos azules, que recordaban la mezcla del océano con el brillo de los diamantes; sin embargo, no me transmitió nada más que un profundo desánimo.

Bajó la mirada, inhaló profundamente y luego exhaló, mordiéndose el labio inferior mientras repetía la misma acción un par de veces más.

—Elegiste irte con él, no me quisiste escuchar—murmuró en voz baja, pero fui capaz de escucharle claramente.

Me quedé paralizada cuando sus ojos sin expresión se posaron sobre mí una vez más, mostrando una profunda desilusión y un gran sufrimiento.

—No entiendo a qué te refieres —exclamé, nerviosa, sintiendo un nudo en la garganta y el pulso un poco acelerado.

Logan se acercó a mí tan rápido que tuve que apoyarme en la fila de casilleros para poder mirarlo a los ojos y evitar que nuestros cuerpos se rozaran.

Lo sentía tan cerca de mí, su rostro a escasos milímetros, su aliento acariciando mi piel y sus ojos, tan cristalinos, miraban los míos, que eran un poco más claros que los de él.

De repente, él colocó una mano a cada lado de mi cabeza, y el sonido de sus palmas al chocar contra las taquillas me hizo juntar los brazos contra mi pecho, como si intentara encojerme para escapar de su encierro. Clavó sus ojos azules en los míos, provocándome un escalofrío y haciéndome estremecer con su intensidad.

—¡Si dices que no me entiendes, entonces no vengas a joderme y déjame en paz! —dijo con descontento, mostrándose amenazante y enfadado.

—¿Qué demonios te pasa? ¿Por qué me hablas así? —traté de parecer más relajada de lo que realmente me sentía, mientras encogía los hombros y lo miraba confundida.

—¿No lo sabes? —me preguntó, casi con desesperación. Yo lo miré sin entender de qué hablaba—. Evidentemente, no sabes de qué estoy hablando. ¡Esto es realmente increíble! —ironizó con una sonrisa amarga y falsa, negando varias veces con los ojos cerrados. Al abrirlos de nuevo, pude ver en su mirada el reflejo de una profunda decepción, acompañado de una sensación de soledad—. No es tan complicado notar cuando alguien se preocupa por ti, pero tú nunca miras más allá de ti misma; no te importa nadie más que tú, y eso es lo que sucede. Por eso no te das cuenta de todo lo que yo estaría dispuesto a ofrecer por un instante de tu atención.

Antes de que pudiera pensar en una respuesta, Logan se alejó, dejándome en silencio, sin una idea clara en la cabeza.

Mientras su sombra se volvía cada vez más lejana, pensé que quizás su actitud no se debía a nadie más que a mí. Qué ingenua fui al pensar lo contrario.

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