Capítulo 11 «Política»
Jane
Después de buscar tanto tiempo, finalmente encontré un lugar donde nadie me conoce y puedo dejar que mi cuerpo descanse en paz una temporada. Unos toques en la puerta hacen que me siente al borde de la cama.
—Adelante —la puerta se abrió y una cabeza conocida se asoma con una sonrisa en los labios—. Hola, Lizzie —dije contenta—. Perdón, Lady Elizabeth Warner.
—Por favor, Jane, déjate de formalismos. —cerró la puerta tras entrar a mi habitación y se acerca a mí con galantería—. Quería saber cómo estabas después de lo ocurrido anoche.
Me levanto de la cama y le indico sentarnos en el sofá.
—Yo estoy bien. Con un poco de picazón, pero bien —miró mi brazo con el ceño fruncido y asintió con lentitud.
—¿Qué te ocurrió? —preguntó.
—Cuando regresaba anoche, la manga de mi vestido se arruinó con una planta de espinos. Al parecer, hice una reacción alérgica. Para mañana debo estar bien, o eso me dijo el médico. Nada de qué preocuparse.
—Si el duque no te hubiera tratado de esa manera, te hubieras evitado todo eso —comenta molesta.
—Gracias por la preocupación, Lizzie, pero él no va a librarse de mí tan fácil. Alguien tiene que ponerle cara a ese prepotente —ella sonrió a carcajadas.
—Dios mío, Jane, como sigas hablando así, vas a buscarte un problema —añade y me encojo de hombros.
—El problema ya está buscado, Lady Lizzie, pero anoche me di cuenta que el Duque no es tan arrogante como se piensa.
—Siempre fue un hombre alegre y cariñoso. Te lo digo yo que lo conozco desde que tengo uso de razón. Cuando murió su esposa, Alexia, se volvió un poco huraño, casi no sale de estas cuatro paredes, y si no es por las noticias que le trae Thiago a diario, estaría incomunicado con el mundo —suspiró con pesar y negó con la cabeza.
—Hoy llevé a Lexie a los establos, y Diamante se comportó muy bien con ella. Incluso, bajó su cabeza para que la pequeña pudiera acariciarla mejor.
—Eso es magnífico, Jane –dice emocionada—. Tenía entendido que Lexie ni se acercaba a las caballerizas. Las veces que el Duque lo intentaba, ella terminaba llorando —inclino mi cabeza hacia un lado.
—Estábamos caminando y terminamos en las caballerizas. Lexie estaba muy bien. A lo mejor como es más grande, comprende un poco mejor las cosas. Alimentó a Diamante y todo. ¿Cómo sigue tu hermano?
—El pecho aún le duele, pero se encuentra mucho mejor. Mi padre está muy agradecido, tiene muchas ansias de conocerte —se levantó del sofá y pasó las manos por su vestido—. Será mejor que baje para que puedas prepararte.
La miro confundida y después recordé.
—Discúlpame, Lizzie. Olvidé completamente la visita a tu casa.
—No te preocupes. Prepárate con calma, nosotros te esperamos abajo —sonrió y salió de mi habitación.
Saqué fuerzas de donde no las tenía y abrí las puertas de mi armario. El resoplido que salió de mí fue inevitable. «¿Qué rayos me pongo? Lizzie, por más sencilla que sea, sus vestidos siempre son hermosos, finos y de primera calidad», pienso mientras miro mi guardarropa. Todo es nuevo gracias al prepotente de mi jefe.
Busco entre los vestidos y me decanto con uno blanco y dorado. Una vez que elegí el vestido, toca arreglar mis pelos de loca. Está tan enredado que parece un nido de gorriones. Esto me va a tomar más de lo que pensé.
Una vez preparada, bajo a la sala de estar. Junto a Lizzie están Thiago y el duque. Al sentir mi presencia, este último levantó su rostro, y paro en seco ante el escrutinio de sus ojos negros fijos en mí. Su cabello castaño claro cae delante de sus ojos. La camisa blanca le queda suelta en sus brazos y torso, y sus manos están cerradas en puños. Un carraspeo nos sacó del trance en el que nos encontrábamos.
—Ya podemos irnos —interviene Lizzie sonriendo con picardía—. Lexie ya está en el carruaje.
—Sí... claro —tartamudeo.
—Estás magnífica —añade Thiago y el Duque fija los ojos en su amigo—. Necesito tener mucho cuidado, tres damiselas tan hermosas en un carruaje son demasiada atracción. Ya sé que soy único, pero andar con semejantes bellezas me hace un blanco muy fácil.
Lizzie cubre su rostro sonrojado con el abanico y yo aprieto los labios para no sonreír.
—Vamos, Thiago, mi padre nos está esperando —añade ella levantándose, pero abanica su rostro sonrojado con disimulo.
Elizabeth había sacado la gracia de su padre y la figura de su madre. John Warner es un hombre cerca de los cincuenta y cinco años, alto, de cabello claro donde se ven algunos mechones blancos dispersos. La hacienda es un poco más pequeña que la del Duque, pero muy confortable.
—Mucho gusto en conocerla, señorita Jane —el señor Warner besa el torso de mi mano e inclino mi cabeza.
—El placer es mío —digo con delicadeza.
—Desde lo ocurrido en la ciudad, he ansiado conocerla. Por favor, siéntense —una cabecita rubia sale detrás de mí—. Oh, esta pequeña debe ser la hija del Duque —la niña asintió con lentitud—. Mucho gusto, Lady Alexandra.
Ella se esconde nuevamente detrás de mí.
—Es un poco tímida —añade Thiago—. ¿Dónde están William y Jonás?
—William fue a la ciudad, y Jonás no ha salido de su habitación —responde John con dolor.
—Voy a buscar a mi hermano —comenta Lizzie—, Lexie, ¿quieres ir conmigo?
La pequeña me mira como si me pidiera permiso.
—Puedes ir sin problema —añado y beso su cabeza.
Ella y Lizzie se retiran del pequeño salón tomadas de la mano.
—Es una pena lo que le pasó a la madre de esa niña —susurra John una vez que las chicas habían desaparecido—. Alexia era excepcional. Por favor, pónganse cómodos. —Nos guía hacia unos asientos alrededor de una mesa de té—. ¿Desean algo?
—Yo estoy bien. ¿Thiago? —pregunto y él niega con la cabeza.
—Así que... usted es Jane, la institutriz del Duque y salvadora de dos de mis hijos — sonrío por lo bajo.
—Nunca me han gustado los abusones. Mi madre dice que, por ser tan valiente, es que siempre estaba en problemas —añado.
—Tu madre es una persona sabia. Una jovencita no debería estar en ese tipo de situación, pero... te agradezco de todo corazón que los ayudaras. William me contó que tienes habilidades fantásticas.
—Él exageró —comento.
—Una puede pasar, pero dos ya no es casualidad —habla Thiago—. Lizzie dijo que antes que yo llegara, le habías dado una buena lección a Gregory.
—Lo hice porque se encontraban en problemas. He notado que, por estos lugares, si tienes un arma en la mano, tienes el control por derecho. Yo no lo creo así, y mi padre tampoco.
—Usted no es de por aquí, Jane —pregunta John y me tenso. Esa pregunta es peligrosa—. Nunca la había visto por la ciudad.
—Me gusta viajar y conocer —respondo rápidamente sin dar más detalles—. Siempre he sido aventurera y no aguanto un día entero metida en casa —explico un poco más, pero creo que a John no le convenció mi respuesta. Hombre inteligente.
—Papá, he llegado —dice una voz a nuestras espaldas.
—William –dice John sonriendo—, tenemos como invitados hoy a Thiago y ...
—... Jane, la institutriz del duque —William termina la frase.
Toma mi mano y besa el dorso. Su rostro aún seguía un poco magullado.
—Un placer verla de nuevo, señorita.
—¿Traes noticias? —pregunta John cuando su hijo se acomoda junto a nosotros.
—Sí, y no son muy buenas —responde el joven.
—¿Qué ocurre? –pregunta Thiago.
—Al parecer el rey y la reina salieron ayer del castillo, y el que está a cargo es el regente.
—¿Y eso qué tiene de malo? —pregunto.
—Eso es muy malo —susurra Thiago y noto la preocupación en su rostro.
—Sucede que cuando el rey no se encuentra, el regente sube los impuestos, lo que trae consigo...
—Asaltos en los caminos —habla Thiago.
—Hambre en el pueblo —dice William.
—Pobreza y muerte —termina de decir John con pesar.
—¿Cada cuánto sale el rey del castillo? —pregunto.
—Cada seis meses más o menos —responde William.
—¿Y él no se percata de la subida de los tesoros? —inquiero nuevamente.
—La entrada al palacio es la misma. El regente es el que se queda con el exceso —responde John.
—¿Nadie se ha quejado de eso? —pregunto indignada.
—Se ha hecho, pero no sabemos por qué no hay ningún cambio —añade Thiago y resopla—. Nadie puede acercarse al rey sin su permiso.
—Te estamos aburriendo con estos temas, Jane. Pido perdón —interviene John.
—No se preocupe —contesto con tranquilidad.
—¿Estás interesada en la política, querida? —pregunta nuevamente el mayor de los Warner.
—Un poco, señor Warner, pero al ser mujer, por ley de esta sociedad, no puedo dar opinión.
—Alexia, la antigua duquesa siempre decía que detrás de un hombre exitoso, hay una mujer sabia —añade Thiago y sonrío.
—Palabras sabias las de la duquesa —digo con respeto.
—Se supone que las mujeres son de casa, y usted maneja una espada como si formara parte de su cuerpo, o eso fue lo que me contó William —comenta John.
—Eso... lo aprendí por protección. Mi padre dijo que siempre debería estar preparada para cualquier situación.
—¿Qué me dices del arco? —pregunta el joven con curiosidad.
–Nunca lo he intentado —le miro y algo brotó en mi ser: nuevo desafío—, pero podría hacerlo si pudiera.
John no demoró en dejar escapar una carcajada.
—Definitivamente Lizzie tenía razón. Eres una mujer persistente y te gustan los retos —habla con una sonrisa en los labios.
—Pero si ella me conoce desde hace dos días —digo asombrada.
—Lizzie siempre ha tenido buen ojo con las personas. Nunca se ha equivocado —responde Thiago, y ese brillo apareció de nuevo en sus ojos.
—¿Hablan de mí? —dice una voz femenina.
—Nada de lo que preocuparse, señorita Warner —contesta Thiago con sorna.
—Me preocupo y mucho, tengo una reputación que mantener —añade ella.
—¡Uy, qué orgullo alimentado! —digo con sorna y se acerca a nosotros.
—Esa es tu culpa, Jane —añade ella y una sonrisa aparece en sus labios—. Si tú pudiste hacerlo, yo también, ¿verdad? —asiento con la cabeza.
El tiempo pasó corriendo en compañía de los Warner. El hermano menor de Lizzie, para sorpresa de todos, se nos unió a la cena. Lexie estaba un poco más relajada. Jonás sonrió un par de veces y noté como al cabeza de familia se le cristalizaron los ojos por las lágrimas. Eso ya es un avance. La ausencia de su madre debe ser muy duro para un niño de cinco o seis años. Imagino que eso debe haber pasado con Lexie. Una vez terminada la agradable velada, regresamos a casa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro