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Capitulo 42




POV Gabriel.

Mi madre me tendió una mochila tan pronto llegué a mi casa.

–Alista tus cosas para una semana, nos vamos a Bergerac. –dijo.

–¿Qué? –exclamé alarmado.

Yo no podía irme, no ahora.

–Debemos ir a visitar a tu tía Louise. –habló buscando su maleta en el armario. –Dio a luz en la noche, pero no pudimos ir ya que no te encontrabas aquí. –me acusó.

Me mordí el labio.

–Pe-pero no puedo ir. –tartamudeé. –¿No podemos ir a visitarlos dentro de algunas semanas?

Mi madre se giró para mirarme.

–¿Qué es más importante que ir a conocer a tu primo? –preguntó poniendo sus manos en las caderas.

«Marinette» pensé, pero no lo dije.

–Escucha. –dijo más calmada. – A pesar de ser la hermana de tu padre, y a pesar de todo lo que sucedió con él...–hice una mueca. – Debemos estar ahí para ellos. Son familia.

Suspiré con pesadez.

–Así que te quiero listo en media hora. –informó y se fue por su lado.

Puse una mano en mi frente y no pude hacer más que obedecer...

•__________________________•

«– ¿Todo bien, Gabriel? –preguntó una voz en la mañana sobresaltándome.

Me giré rápidamente para encontrar a Fu bajando las escaleras.

Yo estaba sentado en el primer escalón, con la cabeza entre las manos, debatiendo en mi interior.

–Veo que no dormiste. –dijo pasando por mi lado y adentrándose a la cocina. –Sígueme.

Obedecí.

–Siéntate. –pidió señalando una silla, mientras ponía agua en la caldera.

También lo hice, y al igual que en el escalón, descansé mi cabeza entre mis manos.

Suspiré pesadamente.

–¿Qué es lo que te tiene tan preocupado? –preguntó poniendo la caldera en la hornilla.

Puse los ojos en blanco.

–Léame la mente. –lo desafié, aún molesto con él.

Fu sólo rio divertido.

–Lamento decirte que no tengo esa facultad. –respondió. –Pero sospecho que saliste de la habitación de Marinette, antes de que amanezca, por miedo a que descubra tu identidad.

Fruncí el ceño.

–Gabriel, tu temes que ella te descubra, pero el tiempo se acaba y tal vez, no puedas hacerlo luego. Las manecillas del reloj no se detienen por nadie.

–Usted me dijo que si lo hago ella se alejará de mí.

–Eso es cierto, pero en aquellos momentos ella no estaba preparada para saber la verdad.

–¿Está diciendo que ella, ahora está preparada?

Fu negó con la cabeza.

–No.

Gruñí molesto y confundido.
Mi plan no era alejarla de mí. Al contrario, quería mantenerla a mi lado.

Entonces por la puerta, entró volando un kwami verde.

–Maestro, LordPaon. –saludó. –Les informo que Ladybug ya despertó.

Me levanté de la silla.

–Gracias, Wayzz. –agradeció Fu.

–Debo ir a buscar a Buddhi para transformarme. –anuncié.

Fu levantó su mano para indicarme que no me moviera.

–No te transformes.

–¿Por qué no?

–Hay algo que debes comprender, y no lo harás hasta que ella llegue.

Los crujidos de las gradas comenzaron a sonar, y mi mente a trabajar más rápido.

–Siéntate tranquilo, ahora no hay peligro. –dijo levantándose para apagar la caldera. –Te serviré café.

Y obedecí.»

En aquel momento no comprendía lo que Fu quiso que entendiera. Pero ahora, horas más tarde, mientras veía el paisaje a través de la ventana del tren pude hacerlo.

Cuando Marinette llegó a la cocina no me reconoció como LordPaon. Creyó que él se había marchado, dejándola sola por la noche. Pensando que como cada mañana yo, Gabriel, había ido a desayunar. Ella no unió las piezas...y no lo haría hasta que yo diera el primer paso.
Yo debía decírselo.

Y el miedo me carcomía.

–Gabriel. –habló mi madre sacándome de mis pensamientos.

–¿Si?

–Ya llegamos hijo. –dijo.

Miré a mi alrededor.
Todos salían del tren con sus maletas.

–Vamos.

Al salir, en la estación, vislumbramos una mujer mayor, con cabello canoso, esperándonos atentamente.

Nos apresuramos a abrazarla.

–Abuela Emma.–saludamos ambos.

Ella correspondió a nuestro abrazo.

–Marie, Gabriel, ¡Cuánto Tiempo!

Nos separamos y mi abuela puso sus manos en mis mejillas.

–Nada más mírate, Gabriel. Te pareces tanto a tu padre.

Pude ver de reojo a mi madre tragar saliva nerviosa por el reciente comentario. Pero ella no sabía lo que yo había visto, y no sabía que ya no me sentía avergonzado por su recuerdo.

Apoyé mis manos sobre las de mi abuela, y acaricié su piel arrugada.

–Lo sé. –susurré.

Ella bajó la mirada triste por el recuerdo.

–Te extrañé mucho, abuela...

Después de los correspondientes saludos y las preguntas de cortesía subimos a la camioneta vieja. Salimos de la pequeña ciudad y nos dirigimos por los campos de viñedos mientras mi madre y mi abuela charlaban.

A pesar de todos los problemas que vivimos con mi padre, mi mamá nunca perdió contacto con su familia política.

Cuando niñas, mi mamá y mi tía eran mejores amigas por lo que con los años fue inevitable que mis padres se conocieran. Su amor duró años, se casaron, se mudaron a París y nací.

Decían que la primera vez que mamá fue a almorzar a su casa, a mí padre le brillaban los ojos y sus mejillas eran un solo tomate. Y de niño creía fielmente en esos sentimientos, al igual que en Santa o en el conejo de Pascuas.
Pero con el tiempo, las borracheras, y el dolor, todas esas creencias se fueron esfumando de mi cabeza; hasta el punto de volverme escéptico. Pero entonces encontré a una chica de ojos azules llorando en un callejón...

Debía volver a París.

El auto se estacionó frente a una casa grande, de madera antigua, rodeada por varias hectáreas de viñedos. Todos pertenecientes a la familia Agreste.

Entramos a la casa, con la maleta verde de mi madre y mi mochila a mano.

Tan pronto cruzamos el umbral de la puerta, vi a un muchacho de 14 años, con cabello negro y los típicos ojos agreste, sentando en el sofá con los ojos cerrados, escuchando música de su walkman.

Mi abuela se acercó furiosa hacia él y le quitó los audífonos de golpe.

– ¡Si sigues escuchando con estas cosas...! – le gritó agitándolos en el aire. – ¡Te volverás sordo!

–Abuela, ten cuidado con mi cassette. –Respondió– Es nuevo.

Mi abuela puso los ojos en blanco y le devolvió su música.

–Saluda a tu tía y a tu primo– Le dijo y subió por las escaleras.

–Hola tía – saludó cortésmente. – Hola Gabriel.

–Hola Hugo. –respondimos y mi madre subió detrás de mi abuela.

Yo me acerqué a mi primo y le despeiné el cabello.

–Estas grande.

–Y tu viejo, Gabriel. –respondió con una sonrisa.

– ¿Qué escuchabas? –Le pregunté

–Una banda americana súper cool. Se llama Nirvana. – se volvió a poner los audífonos– Deberías empezar a escuchar buena música, Gabriel. Un poco de "Smell Like Teen Spirit" puede ser bueno para ti.

Negué con la cabeza, divertido, y opté por dejarlo en su mundo de nuevo.

Subí por las viejas gradas de madera y llegué a un pasillo largo llenos de habitaciones. La casa era realmente grande.

Caminé tranquilo hasta llegar a la última puerta del corredor. Entré y encontré a la melliza de mi padre en cama con un pequeño bulto en los brazos y charlando alegremente con mi madre.

Giró su cabeza al verme.

– ¿Gabriel? –Exclamó– ¡Wow! Mira en el apuesto hombre que te convertiste. Te pareces a...– Se detuvo a si misma antes de continuar.

"...mi padre." Terminé en mi cabeza, e ignoré su comentario.

–Hola tía Louise.

Me acerqué, la abracé y la felicité. Ella me sonrió y tendió al pequeño bulto hacia mí.

– ¿Quieres sostenerlo? –Me ofreció.

–No sé cómo hacerlo.

–No te preocupes por eso, es fácil. –Dijo, y prácticamente lanzó el bebé a mis brazos, para volver a la larga conversación llena de chismes con mi madre.

Lo tomé y el pequeño ni se inmutó. Le quité la manta que le cubría el rostro y pude observar sus grandes ojos azules, la pelusilla rubia en su cabeza y su mirada seria e intimidante. Un típico Agreste.

El pequeño parecía analizarme fríamente.

Levanté la ceja encontrándolo interesante. El bebé imitó mi gesto.

No sabía si era mi imaginación. Así que fruncí el ceño y él también lo hizo.

Saqué la lengua y él también. Me sentí sorprendido y fascinado.

–Wow bebé, me caíste bien. – Le dije riendo – ¿Cuál es su nombre? –Me dirigí a mi tía.

–Su nombre es Félix

–Félix. –Repetí y volví a mirar al bebé – Me gusta.

Entonces sin siquiera pensarlo realmente, me imaginé a mí mismo presentando a Félix a Marinette. Y no solo a mi primito, pero también a toda la familia, esperando su aprobación.

Ella se llevaría bien, inmediatamente, con todos, su carácter tímido pero divertido le ayudaría a soportar una casa completa de Agrestes. Mi corazón dolió.

Para ello sería necesario que conozca mi identidad, que yo decida revelarme ante ella.

Los nervios volvieron, y también el miedo.

¿Qué pasaba si no me aceptaba tal cual? ¿Si yo le causara asco? ¿Si solo me quisiera como un amigo, solo como a Gabriel, y no como a LordPaon?

Intenté alejarme de esos pensamientos y volví a la realidad. Junto con mi madre, mi tía, y Félix.

El bebé me miró con preocupación, como si pudiese leer lo que estaba en mi interior.

–Se parece a ti. – Habló mi madre.

•__________________________•

–Félix se parece tanto a Gabriel. –Exclamó mi tía durante la cena.

–Sólo es un típico Agreste. – Se encogió de hombros Hugo al terminar de tragar su bocado. – Rubio, ojos azules, y un humor de demonios.

Todos reímos ante el comentario.

Louis, el esposo de mi tía, levantó su copa hacia mí.

–Creciste mucho estos años, Gabriel. –dijo.

–Te ves apuesto. –Continuó mi abuela.

–Sí, inclusive hizo trabajos de modelaje. –Añadió mi madre para mi vergüenza

– ¿Eres modelo? –Rio Hugo

–No te rías, Hugo. –Le regaño mi tía. – ¡Eso es genial, Gabriel!

–Solo fue una sesión de fotos para el hotel de un compañero, nada más.

–Eso confirma que debes tener a muchas chicas detrás de ti. –Me guiñó un ojo Louis.

Mi mente voló inmediatamente a Paris, con Marinette y su sonrisa.

–Gabriel ya tiene una novia. –Dijo mi madre de golpe, haciendo que me atragantara con el vino.

"¡Qué!"

–Y se llama Charlotte, es un amor de persona y...

Levanté una ceja y la detuve antes de que continuara.

–Espera, espera. – Pedí moviendo las manos de un lado a otro. – Charlotte no es mi novia, ella es sólo una amiga.

Puso los ojos en blanco al tiempo que el teléfono comenzó a sonar.

Mi abuela se levantó para contestar.

–Sí, sí, seguro... – Siguió molestándome Hugo.

Lo fulminé con la mirada.

–Bueno, si el muchacho responde de esa forma. –Intentó salvarme Louis. –Significa que existe otra persona en tu cabeza.

Me mordí el labio.

–Bu-bu-bueno... –Comencé a tartamudear sin saber qué decir. Pero antes de que pudiera continuar, mi abuela me llamó.

–Gabriel, te buscan. –informó y yo no pude estar más agradecido.

Me levanté de la mesa disculpándome con la mirada por no responder y tomando él pesado teléfono rojo.

– ¿Aló?

– Ven. –ordenó una voz del otro lado de la línea.

Fruncí el ceño confundido por la autoridad de la voz.

– ¿ Quien es?

– Las manecillas del reloj no se detienen para nadie, pero eso no los obliga a ir más despacio.

Parpadeé sorprendido. Era una advertencia.

– ¿Señor Fu?

– Debes volver, rápido. –finalizó y sin esperar ningún tipo de respuesta colgó dejándome totalmente confundido.

– ¿Quien era, hijo? –preguntó notando el pánico en mi mirada.

–Nadie, una broma por teléfono. –Fingí refunfuñar.

"¿Volver? ¿Ahora?"
El tío de Marinette jamás hubiese llamado a pesar de ser una emergencia. Algo malo estaba a punto de suceder, y no podía quedarme mucho más tiempo en este lugar.

–¿Qué fue lo que te dijeron?

–Tonterías sobre el congelador. –intenté desviar su curiosidad– Me siento algo mareado, iré a tomar un poco de aire.

Y sin esperar por la aprobación de nadie salí corriendo del comedor subiendo las escaleras.

Llegué a la habitación que pertenecía a mi madre y tomé un papel y un lápiz rápidamente.

Escribí unas cuantas líneas:

"Debo volver a Paris de inmediato, te prometo que todo esta bien. No te preocupes por mí, quédate toda la semana con los tios. Prometo explicarte lo que pasa al final de la semana, cuando llegues.

Te quiero.

Gabriel.  "

Dejé el papel en su mesita de noche.

Luego corrí a mi habitación y encontré a Buddhi echado en la cama.

–Gabriel. –Saludó. –¿Me trajiste una manzana?

–Lo siento Buddhi, no tuve tiempo para traerla.

–¿Todo bien? Te veo agitado.

–Necesitamos volver a Paris de inmediato.

–¿Qué? ¿Porqué?

–Fu llamó, necesitamos volver.

Pensé rápidamente en todas mis opciones. Tomar el tren me tomaría varias horas y no podía costearme un vuelo.

Entonces miré a Buddhi y lo supe.

–¿Crees poder aguantar hasta que lleguemos? –Le pregunté.

Buddhi se encogió de hombros.

–Comí muchas manzanas esta tarde. –respondió y yo sonreí. –Di las palabras mágicas.

–¡Buddhi, transfórmame! –Exclamé y tan pronto terminé de convertirme, salté por la ventana y volé por los largos viñedos con dirección al norte.

–Espérame, Mari. –Rogué con el viento golpeando mi rostro.






Buenas nuevas! Debo decirles que oficialmente ya tengo los borradores de todos los capítulos que faltan, así que si puedo, haré un maratón de un capitulo por día. ¿Les parece bien?
Realmente espero poder terminar la novela hasta máximo la proxima semana porque todo el mes de noviembre será realmente caótico y necesitaré alejarme de cualquier tipo de tecnología, necesitaré desaparecer. Por eso las personas que esperan a "Manual para Jugadores Expertos" y "La Luna dice..." Tendrán que esperarme hasta diciembre (Perdón perdón perdón! Los amo mucho❤️)

Por otro lado, en la noche estaba viendo Scott Pilgrim vs The World, y en un momento random me encontré (por fin) a la imagen en carne y hueso de cómo me imagino a Gabriel de joven:

Me parece tan adorable y tierno! Pero lo malo es que solamente el personaje en la película se parece a Gabriel, no el actor 😔

Sin más me despido para seguir trabajando en los siguientes capítulos.
Gracias por leer📚, dejar estrellitas y comentarios 👁‍🗨!
Los quiero mucho!❤️

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