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Capítulo 34

Narrado por Liam

23 de julio 2012

La fiesta del segundo aniversario de One Direction era un derroche de luces brillantes y música alta, donde el bullicio de las risas y las conversaciones llenaba el aire. Había un mar de rostros conocidos, desde nuestras amigas de Little Mix hasta otros artistas que admiramos. Todo era un torbellino de celebraciones, pero mi mirada siempre volvía a un solo lugar: a Bella.

Ella estaba allí, como siempre, iluminando la habitación con su sonrisa, y no podía evitar sentirme afortunado de tenerla a mi lado. Sin embargo, esta noche había algo más en el aire. Mientras celebrábamos, me di cuenta de que Danielle, una chica que había conocido hace un par de años en otra fiesta, estaba rondando cerca de mí.

Era una chica guapa y carismática, y aunque había habido un pequeño chispazo entre nosotros en el pasado, era solo eso: un chispazo. Sin embargo, la forma en que me miraba ahora era un poco incómoda. La vi acercarse y, aunque me esforzaba por mantener mi atención en Bella, su presencia era innegable.

—Liam, ¿recuerdas la última vez que nos vimos? —dijo Danielle, sonriendo de forma coqueta—. Fue una noche divertida, ¿no crees?

—Sí, lo fue —respondí, tratando de sonar amable pero sin darle demasiado pie. Mi mente solo quería centrarse en Bella, que estaba hablando con Zayn y Harry al otro lado de la sala.

Ella me sonrió, acercándose un poco más, y aunque intenté ser educado, la verdad era que no tenía ojos para nadie que no fuera Bella.

—¿Te gustaría bailar un poco? —sugirió Danielle, dando un paso hacia mí.

—No, gracias, en serio —respondí rápidamente, tratando de mantener la firmeza en mi voz—. Estoy bien aquí, con mis amigos.

Pude ver que su sonrisa se desvanecía un poco, pero antes de que pudiera decir algo más, Bella se acercó a nosotros, sus ojos brillando, pero había una sombra de inseguridad en su mirada. Sentí cómo mi pecho se apretaba al notar que se sentía incómoda.

—¿Todo bien aquí? —preguntó Bella, mirando a Danielle con una expresión desafiante.

—Todo en orden —respondí rápidamente, tomando la mano de Bella—. Solo estábamos recordando viejos tiempos.

Danielle hizo una mueca, claramente molesta por la interrupción.

—Oh, no te preocupes, Bella. No creo que Liam sea realmente feliz con alguien que... no sé... vive en el pasado —dijo, con una sonrisa falsa que me hizo fruncir el ceño.

Bella, que había intentado mantener la calma, ahora se puso rígida.

—¿Perdona? —dijo con voz baja pero firme—. Liam es muy feliz conmigo, gracias.

La tensión era palpable, y sabía que este no era el tipo de conversación que quería tener. Sin embargo, Danielle continuó, burlándose.

—No es que él realmente te quiera. Solo es un juego para él. No es como si vivieras con él o tuvieras algo real. No lo creo.

En ese momento, la paciencia de Bella se agotó. Con una determinación feroz, se dio la vuelta hacia Danielle.

—Mira, no sé qué tipo de relación tuviste con Liam, pero te aseguro que lo que tenemos es real. Vivimos juntos y tenemos noches muy buenas... —dijo, su voz se elevó un poco, y mi corazón se detuvo al ver su furia.

—¿Noches buenas? —replicó Danielle, con un aire de desprecio—. ¡Por favor! Todos sabemos que los chicos como Liam no se comprometen de verdad.

Me sentí molesto al ver a Bella así. Ella estaba ardiendo, y una parte de mí quería reírse por la forma en que estaba marcando territorio, pero la otra parte sabía que esto no estaba bien.

—¿Sabes qué? —continuó Bella, cruzando los brazos—. Me parece que no tienes idea de lo que es una relación real. Liam y yo estamos juntos y lo que tenemos es algo que tú nunca entenderías.

El silencio que siguió fue tenso. La mirada de Danielle se oscureció, y sentí que Bella había cruzado una línea que podría llevar a un enfrentamiento mayor. Pero en vez de eso, ella me tomó de la mano y me arrastró hacia el baño.

—¿Qué demonios fue eso? —dije, cerrando la puerta detrás de nosotros. La presión del ambiente seguía en mi pecho.

—Lo siento, pero no podía quedarme callada. Ella estaba diciendo cosas horribles —dijo Bella, con las mejillas enrojecidas de enojo—. No puedo creer que haya tenido el descaro de insinuar que no me amas o que no estoy contigo de verdad.

—Lo sé, amor. Te admiro por defenderme, pero podrías haberte contenido un poco —le dije, intentando calmarla, aunque sabía que era mejor dejar que la ira fluyera un poco.

—¿Cómo se atreve a decir eso? —siguió, apretando los puños—. No voy a permitir que una chica como ella menosprecie lo que tenemos.

—Y no tienes que hacerlo —respondí, acercándome a ella y acariciándole la mejilla—. Sabes que te amo, y nada cambiará eso.

Ella respiró hondo, tratando de calmarse, pero en ese momento, la tensión entre nosotros se transformó en algo diferente. Las miradas, el roce de nuestras manos, todo parecía estar cargado de electricidad.

—No puedo evitarlo. Me hace sentir insegura —dijo Bella, mirándome fijamente a los ojos.

—¿Insegura? ¿Por qué? Eres todo lo que quiero —dije, y antes de que pudiera pensar en las consecuencias, la besé con una pasión que había estado acumulándose durante toda la noche.

Bella se rindió, y con cada beso, el deseo crecía entre nosotros. La habitación del baño se volvió un santuario, alejado del bullicio de la fiesta. Nos perdimos en el momento, y todo lo que había fuera se desvaneció.

Ella se separó un momento, sus ojos brillando con intensidad.

—¿Estás seguro de que quieres esto? —preguntó, con una sonrisa traviesa.

—Siempre quiero esto —respondí, besándola de nuevo, dejando que la necesidad nos guiara. Fue un momento cargado de pasión, donde nos olvidamos del mundo exterior y nos centramos solo en nosotros. La química entre nosotros era palpable y sentía que nuestros cuerpos se movían al unísono, buscando más de lo que las palabras podían expresar.

Cada roce, cada susurro, era un recordatorio de que estábamos hechos el uno para el otro. Fue una explosión de emociones y sensaciones que nos envolvió, y en esos instantes, no había nada más que importara.

Cuando finalmente salimos del baño, un poco desordenados pero con sonrisas cómplices, encontramos a los chicos esperándonos, con miradas burlonas.

—¿Dónde estaban? —preguntó Harry, levantando una ceja—. Estábamos a punto de enviar un equipo de rescate.

—Solo charlando —dijo Bella, sonriendo mientras su mano se aferraba a la mía.

—Claro, charlando —replicó Louis, con una sonrisa pícara—. ¿De qué se trata esa charla?

Mientras nos reíamos y compartimos la alegría de la noche, supe que, sin importar las inseguridades o las personas que pudieran intentar poner en duda nuestro amor, había una verdad que no se podía negar: Bella y yo éramos inseparables. Ella era la única con la que quería estar, y no había espacio para nadie más.

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