Capítulo 28
Narrado por Bella
3 de abril 2012
La habitación del hotel estaba envuelta en un silencio tenso, casi sofocante. Me apoyé contra la puerta, respirando profundo mientras trataba de encontrar las palabras correctas. La gira, los horarios, los viajes, el no tener un momento para nosotros... era como si todo nos estuviera llevando al límite. Pero esta vez, algo en la forma en que Liam me había hablado hacía un rato me había dolido como nunca.
Liam estaba junto a la ventana, la mandíbula tensa, evitando mirarme, con los ojos fijos en el paisaje nocturno de la ciudad. Sus manos estaban cerradas en puños, y sus hombros temblaban levemente.
—¿En serio, Bella? ¿Siempre tienes que estar encima mío, como si no pudiera ni respirar? —espetó, su voz baja pero afilada.
Sus palabras me atravesaron como una daga. Me esforcé en no dejar que el nudo en mi garganta me impidiera responder, pero su actitud, su tono... Era como si no fuera el mismo Liam que yo conocía.
—Solo quiero ayudarte, Liam, pero no me estás dejando... —intenté acercarme, pero él dio un paso atrás, mirándome con una frialdad que jamás había visto en sus ojos—. ¿Qué pasa contigo?
—¿Qué pasa conmigo? —repitió, con una risa amarga—. No eres tú la que se sube a un escenario cada noche, la que lleva encima la presión de todo esto. No puedes entender lo que es estar en mis zapatos, Bella. ¡No puedes! —levantó la voz, y por primera vez me miró con una rabia que me dejó helada.
Sentí las lágrimas acumularse, pero me esforcé en mantener la calma. Él estaba sufriendo, y en el fondo sabía que esto no era realmente él, pero escuchar esas palabras, esa manera tan dura de dirigirse a mí...
—Liam, te he apoyado en todo esto desde el principio, he estado a tu lado en cada momento. No merezco que me hables así.
—¿Ah, no? —dijo, con una risa irónica—. Siempre quieres ayudar, pero lo único que haces es presionar. Necesito que me dejes en paz por una vez en tu vida, Bella. Déjame respirar.
Ese último comentario fue demasiado. Sentí cómo mi rostro se caía, y antes de que pudiera detenerme, una lágrima resbaló por mi mejilla. Intenté hablar, pero las palabras no salieron. No quería que me viera así, derrotada y dolida, pero no pude soportar más.
—Bien, Liam, si eso es lo que quieres, te dejaré en paz —dije con la voz quebrada. Di media vuelta y salí, cerrando la puerta tras de mí. El pasillo estaba vacío, y me apoyé contra la pared, dejando que las lágrimas finalmente fluyeran. No sabía cómo había llegado esto tan lejos, cómo habíamos permitido que la presión de su vida pública arrasara con lo nuestro.
Apenas había comenzado a procesar lo que había pasado cuando escuché pasos apresurados acercándose. Levanté la vista y vi a Harry. Su rostro pasó de la sorpresa a la preocupación en un instante.
—Bella, ¿qué pasó? —preguntó, acercándose rápidamente y rodeándome con sus brazos en un abrazo reconfortante.
—No lo sé, Harry. —solté, sin poder controlar más el llanto. Las palabras salieron entrecortadas—. Liam... me ha tratado horrible. Nunca había sido así. No lo reconozco.
Harry apretó los labios, y antes de que pudiera decir algo, Louis apareció al final del pasillo. Se acercó con el ceño fruncido, sin decir nada, pero cuando vio mi estado, su expresión se endureció. Había una determinación en sus ojos que me hizo sentir menos sola, como si de alguna manera ellos entendieran mejor que yo lo que estaba pasando con Liam.
—Quédense aquí —murmuró Louis, con voz firme. Antes de que pudiera detenerlo, giró hacia la habitación de Liam y entró sin siquiera tocar la puerta.
No escuché lo que decían, pero el tono elevado de Louis se escuchó incluso desde el pasillo. Harry y yo nos quedamos en silencio, esperando. Sentía un peso en el pecho, una mezcla de dolor y preocupación. Sabía que Louis no lo dejaría así, que le haría ver a Liam el error de su actitud, pero una parte de mí temía que él no pudiera entender realmente lo que estaba sucediendo en su mente.
Al cabo de unos minutos, el tono de las voces en la habitación cambió. Lo que antes era una discusión acalorada se volvió un murmullo tenso, hasta que escuché algo que me partió el alma: el sonido de Liam sollozando. Me giré hacia Harry, y su expresión reflejaba el mismo dolor que yo sentía.
—Él está sufriendo mucho, Bella. Creo que nadie entiende lo mal que lo pasa consigo mismo... —murmuró Harry, como si hablara consigo mismo.
Louis salió de la habitación y cerró la puerta con cuidado. Al vernos, sacudió la cabeza y soltó un suspiro cansado.
—Lo siento, Bella. Creo que Liam tiene que afrontar cosas que lleva demasiado tiempo guardando —dijo, en voz baja, mirándome con compasión.
—¿Está bien? —pregunté, sin saber si realmente quería escuchar la respuesta.
—No —admitió Louis, sin rodeos—. Está al límite. Tiene demasiada presión, y no sabe cómo manejarla. Pero esta pelea... Bella, lo está destrozando saber que te ha herido. No es excusa, y lo sabe. Siente una culpa que no sabe cómo manejar.
Me quedé mirando la puerta, mis emociones enredadas, sintiendo una mezcla de compasión y dolor. Sabía que tenía que ser fuerte, no solo por él, sino también por mí. Pero también entendía que, por mucho que lo amara, él necesitaba ayuda. En ese momento, sentí que nuestro amor debía enfrentar algo más grande, algo que tal vez ni siquiera juntos podríamos solucionar.
Respiré hondo, con el corazón pesado, pero con una nueva resolución.
—Voy a estar aquí para él, pero él tiene que querer ayudarme también. No podemos seguir adelante si él no está dispuesto a sanar —dije en voz baja, mirando a Harry y Louis, quienes asintieron, decididos a ayudar a nuestro amigo y a no dejarlo solo en esta oscuridad.
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