Narrado por Bella 

23 de marzo 2011 

A veces, me pregunto cómo habría sido mi vida si nunca lo hubiera conocido. Si el destino no hubieseentrelazado nuestros caminos de aquella manera, cuando todo parecía ir demasiado rápido y, a la vez,al ritmo perfecto. Pero, inevitablemente, vuelvo a aquel momento, como un imán que me arrastra alpasado, recordando el día en que nuestras miradas se cruzaron por primera vez. Aún puedo sentir laelectricidad de ese instante.

Fue en un evento en Londres, una fiesta en la que no tenía intenciones de estar, pero mis amigas mearrastraron, asegurándome que sería divertido. Yo no seguía mucho el mundo de las celebridades, ymucho menos el de las boy bands. One Direction estaba en pleno auge, pero para mí eransimplemente otro grupo que hacía enloquecer a las multitudes. No me imaginaba que esa nochecambiaría todo.

El lugar estaba abarrotado, las luces pulsaban con el ritmo de la música, y la energía era vibrante, casiabrumadora. Mis amigas estaban emocionadas, hablaban entre ellas sobre la posibilidad deencontrarse con "ellos". Y ahí estaba yo, con una copa de vino en la mano, observando desde laperiferia, sin mucho interés en lo que sucedía. Entonces, lo vi.

Liam estaba hablando con alguien, sonriendo de esa manera que hacía que todo su rostro se iluminara.Algo en su presencia me llamó la atención de inmediato. No era su fama, no eran las miradas queatraía a su alrededor, era algo más profundo, más auténtico. Había algo en su postura relajada, en lamanera en que parecía estar completamente en paz a pesar del caos que lo rodeaba. Me quedéobservándolo, perdida en mis pensamientos, hasta que, sin querer, nuestras miradas se cruzaron. 

Y fue como si el tiempo se detuviera.

Su sonrisa se suavizó cuando nuestros ojos se encontraron, como si me hubiese reconocido en mediode la multitud, pero era extraño ya que era la primera vez que me veía. Sentí una punzada en el pecho,una conexión que no pude explicar en ese momento, pero que más tarde entendería que era el primerdestello de algo más profundo.

 No fui capaz de desviar la mirada, y antes de que pudiera pensar en una excusa para salir corriendo, élcomenzó a caminar hacia mí. Cada paso que daba me acercaba más a una realidad que no sabía queestaba a punto de cambiar mi vida.

—Hola —dijo, con una voz suave pero firme, como si ese simple saludo fuera suficiente para romperel hielo.

Me quedé paralizada por un segundo, aturdida de que Liam Payne estuviera parado frente a mí,hablándome como si fuéramos viejos amigos. Contesté con un tímido "hola", intentando no sonarcomo una fan más entre las miles que seguramente veía todos los días.

 —¿Disfrutando de la fiesta? —preguntó, mientras su mirada curiosa se posaba en la copa quesostenía. Se inclinó un poco hacia mí, para escuchar mejor entre la música alta.

—No soy muy fan de estas cosas, para ser honesta —admití, un poco avergonzada. Sabía queprobablemente no era lo que esperaba escuchar.

Liam rio suavemente, un sonido bajo y cálido que me hizo sonreír sin querer. 

—Tampoco yo —dijo, sorprendiéndome. —Bueno, no siempre.

Esa confesión lo hizo parecer más humano, más real. No era solo la estrella que veía en las portadasde revistas, era un chico de mi edad, buscando algún tipo de normalidad en medio de una vida queseguramente no era nada normal.

—¿Cómo te llamas? —preguntó mirándome con verdadero interés.

—Isabella, pero todos me llaman Bella. —Respondí tímida. 

La conversación fluyó de manera natural después de eso. Hablamos de cosas triviales: la música, laspelículas que nos gustaban, hasta que llegamos a los temas más profundos, los que revelan un pocomás de quiénes somos realmente. No me di cuenta de cómo las horas pasaron. En algún momento, lafiesta dejó de existir para nosotros. Éramos solo él y yo, dos personas compartiendo una conexióninesperada, en medio de un mundo que parecía demasiado ruidoso.

 Recuerdo haberme sentido asustada cuando me di cuenta de lo cómoda que estaba con él. Apenas loconocía, pero había algo en su mirada, en la manera en que me escuchaba, que hacía que me olvidarade todo lo demás. Como si, en ese pequeño rincón de la fiesta, el tiempo y el mundo exterior noimportaran.

Al final de la noche, cuando la música comenzó a apagarse y la multitud se dispersaba, él me miró deuna manera diferente. Había una pregunta implícita en sus ojos, una duda, una curiosidad. 

—No sé cómo explicarlo —dijo, rascándose la nuca como si estuviera nervioso—, pero siento quequiero seguir hablando contigo. No sé si eso es raro o demasiado pronto, pero... ¿te gustaría saliralgún día?

No me lo esperaba, pero al mismo tiempo, lo supe desde el principio. Era Liam, y esa extrañasensación de que había algo predestinado entre nosotros ya no me parecía tan absurda. Asentí con unasonrisa que no pude ocultar, y él sonrió de vuelta, esa sonrisa que hizo que mi corazón latiera másrápido de lo que debería. 

--Me encantaría --le respondí, y en ese momento, todo lo demás dejó de importar. 

Ese fue el comienzo. El principio de algo hermoso, complicado, y, sobre todo, inevitable. Porque desde esa primera mirada supe que estaba perdida. Sabía que, de una forma u otra, Liam sería alguien que cambiaría mi vida para siempre. 

Y así fue.