23 de octubre 2024

Narrado por Liam

Era extraño estar aquí, sentirme tan cerca de Bella, pero incapaz de tocarla, de asegurarle que todo estaría bien. Desde el otro lado, el tiempo se sentía como una serie de destellos: momentos fragmentados, recuerdos desordenados que se estrellaban unos con otros. Me encontraba en una especie de entremundos, un lugar sin lógica ni orden, pero con una sola certeza: ella. Sabía que Bella no se detendría hasta entender lo que había ocurrido.

La vi allí, de pie frente a ese improvisado memorial a las puertas del hotel, rodeada de flores, cartas, y velas encendidas que iluminaban la noche. Mi nombre se leía en cientos de carteles, y el amor y el dolor de las fans me golpeaban como una ola. Pero solo podía verla a ella. Bella, con el rostro marcado por las lágrimas, sus ojos oscuros, fijos en la puerta, como si el edificio en sí guardara respuestas. Y yo sabía que las guardaba.

Tomé aire, aunque no necesitaba respirar. Quizás era la costumbre de querer sentirme vivo otra vez, al menos por un instante. Me acerqué despacio, temeroso de romper esa quietud, pero decidido a que esta vez me escuchara. Una ligera brisa sopló, agitando las velas a su alrededor y moviendo su cabello. Bella sintió mi presencia; vi cómo sus hombros se tensaban, y un estremecimiento recorrió su espalda.

—Bella... —susurré, esforzándome para que mi voz le llegara.

Ella levantó la cabeza, como si buscara el origen de un murmullo lejano, y por un segundo, nuestros ojos se encontraron. La vi llevarse una mano a la boca, sus ojos reflejaban incredulidad, un rayo de esperanza, y tal vez... ¿me estaba viendo de verdad?

—Liam... —murmuró, en un hilo de voz, incapaz de procesar lo que estaba viendo. Mis manos temblaban al extenderlas hacia ella, pero no sabía si lograría hacerme sentir del todo.

—Bella —dije, con toda la fuerza que pude reunir—. Esto no es lo que parece. Nada de lo que te han contado es real... No fue como dicen.

La confusión cruzó su rostro, pero sus ojos permanecían fijos en mí. No intentó alejarse, ni se volvió, como si temiera que cualquier movimiento me haría desaparecer.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó en un susurro tembloroso—. ¿Qué quieres decir con que no fue así? Liam, te... te fuiste...

—Escúchame, por favor —supliqué, sintiendo el peso de las palabras, la urgencia de hacerle entender—. El hotel... guarda secretos, Bella. Hay algo... oscuro aquí, algo que no he logrado comprender del todo, pero sé que fue... fue más de lo que me hicieron creer.

Ella frunció el ceño, intentando descifrar mis palabras, las lágrimas volviendo a acumularse en sus ojos. Una ráfaga de viento hizo que las llamas de las velas bailaran en todas direcciones, como si el aire mismo susurrara su propio misterio. Bella se envolvió en sus brazos, buscando refugio contra el frío y contra el miedo que sabía que estaba despertando en ella.

—¿Liam, cómo... cómo puedes estar aquí? ¿Estoy... estoy imaginándote? —preguntó, su voz apenas un susurro.

Negué lentamente, con tristeza.

—No estás imaginando nada. No sé cuánto tiempo tengo, Bella, pero quería que lo supieras. Nada en esa noche tiene sentido; las piezas no encajan. Algo... o alguien... estaba jugando con nosotros. Te necesito, Bella. Necesito que sigas buscando.

Ella bajó la cabeza, una mano sobre su corazón como si intentara calmar los latidos que se agitaban desbocados.

—Pero, ¿cómo? ¿Por dónde empiezo? Todo esto... parece una locura, Liam —susurró, aunque en sus ojos vi la chispa de determinación que siempre había amado en ella.

Una sensación de tristeza me envolvió. Sabía que no podía quedarme, que mi tiempo en esta forma era limitado. Sentí cómo la conexión comenzaba a desvanecerse, y supe que debía aprovechar cada segundo que me quedaba.

—Busca en el hotel —le pedí, esforzándome en que mi voz no desapareciera por completo—. Habla con quien puedas, revisa todo. No te detengas hasta entender la verdad. Hay cosas que aún permanecen ocultas aquí, cosas que incluso yo no alcanzo a comprender. Pero tú... tú puedes descubrirlo.

Mi voz se hizo más débil, y noté que ella empezaba a entender que estaba perdiéndome otra vez.

—Liam... —susurró, lágrimas cayendo nuevamente por sus mejillas—. No te vayas, por favor, no otra vez.

—Nunca me he ido, Bella —dije, acariciando su mejilla con la yema de mis dedos. Aunque mi toque era tenue, sentí el leve calor de su piel bajo el mío. Sus ojos se cerraron, reteniendo la sensación, y en ese momento deseé con todo mi ser poder estar a su lado como antes—. Solo... no te olvides de mí.

La conexión se rompió, y vi su expresión desmoronarse, la desesperación en su rostro al darse cuenta de que yo ya no estaba allí. Sabía que ella seguiría buscando, que haría lo imposible por entender lo que realmente pasó. Yo estaba ahí con ella, aunque no pudiera verlo. Y de alguna forma, sabía que encontraría la verdad.