Capítulo 15
Narrado por Bella
22 de octubre 2024
El espejo frente a mí parecía vibrar con una energía inexplicable, como si el aire alrededor de él se moviera de una manera que no podía ver, pero sí sentir. Mis manos temblaban ligeramente mientras las apoyaba en el borde de la mesa, mis ojos fijos en mi propio reflejo, esperando algo. Esperando a Liam.
Había leído lo suficiente sobre el entremundos como para saber que, en ocasiones, los espejos eran portales. Reflejos de lo que ya no estaba. Si él realmente estaba intentando comunicarse conmigo, este sería el momento.
—Liam... —susurré al vacío, mi voz apenas un murmullo que apenas reconocí como propia—. Si estás ahí, por favor... por favor, dame una señal.
El silencio en la habitación era absoluto. Ni siquiera podía escuchar el tictac del reloj, como si el tiempo mismo hubiera decidido detenerse. El miedo me envolvía, pero también había una determinación imparable. No podía seguir sin saber, sin sentir su presencia de nuevo.
Y entonces, sucedió.
La luz tenue de la lámpara parpadeó levemente, y mi reflejo en el espejo comenzó a desdibujarse, distorsionándose de una manera que no podía ser normal. Parpadeé, convencida de que era mi imaginación, pero cuando volví a mirar, ya no era solo mi reflejo el que veía.
Liam. Era Liam.
Al principio, su figura era borrosa, como una sombra, pero poco a poco se fue materializando, hasta que pude ver claramente sus ojos, sus labios, y esa sonrisa leve y melancólica que siempre había tenido cuando algo lo preocupaba. Mi corazón latía con fuerza, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. Lo tenía delante de mí, pero no estaba realmente allí.
—Liam... —volví a decir, esta vez más fuerte, casi rogando.
Él no dijo nada de inmediato. Sólo se quedó allí, mirándome, con sus ojos llenos de una ternura infinita, como si estuviera absorbiendo cada segundo que nos quedaba. Era tan dolorosamente él, como lo recordaba, que una lágrima se deslizó por mi mejilla antes de que pudiera detenerla.
De repente, sentí un leve roce en la piel. Su mano. O lo que parecía su mano. No era tangible, pero sentí un frío que acariciaba mi mejilla, secando la lágrima. Casi podía imaginar su toque real, suave y cálido como siempre lo había sido. Era como si estuviera aquí, conmigo, por un breve instante.
—No me olvides... —susurró, su voz suave, cargada de una tristeza que rompió algo dentro de mí.
No sé cómo, pero pude escucharlo, como si sus palabras no vinieran de ningún lugar físico, sino directamente a mi alma. "No me olvides", repitió, y la súplica en su voz me dejó sin aliento.
—Nunca podría olvidarte, Liam —respondí entre sollozos, desesperada por que se quedara, por que no se fuera otra vez. Mi mano intentó alcanzar la suya, pero al tocar el espejo, solo encontré la fría superficie.
Él ya no estaba allí.
Su figura se desvaneció lentamente, como el humo disipándose en el aire, hasta que sólo quedé yo frente al espejo. Mi propio reflejo, mis ojos hinchados y mi respiración entrecortada por la emoción.
El frío que dejó su toque seguía en mi piel, una pequeña prueba de que no había sido un sueño, de que realmente había estado allí, aunque fuera solo por un instante.
Quería gritar, pedirle que regresara, pero sabía que no funcionaría. Había venido a decirme lo que necesitaba: no me olvides. Y, por más desgarrador que fuera, ahora sabía con certeza que lo que había estado sintiendo era real. Liam estaba intentando llegar a mí, como si todavía hubiera algo que necesitara decirme, algo que no habíamos terminado de compartir.
Me dejé caer en el suelo, mis manos temblorosas aún tocando el frío del espejo, y solté un suspiro profundo, tratando de calmar la tormenta de emociones dentro de mí. Estaba más cerca de él, pero aún tan lejos.
En ese momento, la puerta de la casa se abrió suavemente, y escuché los pasos familiares de Emma, mi hermana, entrando al salón.
—¿Bella? —preguntó desde el pasillo—. ¿Estás bien?
No supe qué responder de inmediato. No, no estaba bien. Pero también lo estaba. Había visto a Liam, lo había sentido. Y eso me daba fuerzas.
Emma apareció en el marco de la puerta y me encontró todavía en el suelo, con las rodillas recogidas hacia mi pecho. Me miró con preocupación, pero también con un entendimiento silencioso. Sabía por lo que estaba pasando, y aunque no podía entender del todo lo que acababa de suceder, no me juzgaba.
—¿Lo viste, verdad? —preguntó suavemente, acercándose para sentarse a mi lado.
Asentí, sin atreverme a mirarla a los ojos, temiendo que el contacto con la realidad hiciera desaparecer la sensación de haber estado tan cerca de él.
—Él... —comencé a decir, pero mi voz se quebró—. Me dijo que no lo olvidara.
Emma me abrazó con fuerza, y aunque las palabras de consuelo no eran suficientes, su presencia me ayudaba. Sabía que, de alguna manera, todos los que habían estado cerca de Liam me estaban ayudando a sobrellevar esta travesía, incluso si no podían entender del todo lo que estaba sucediendo.
Sabía que el camino para encontrar respuestas no había terminado. Liam seguía intentando hablar conmigo, y yo seguiría buscando cualquier manera de escuchar su mensaje completo.
La radio en la esquina de la habitación permaneció apagada esta vez, pero el eco de su voz seguía resonando en mi mente.
No me olvides.
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