Narrado por Bella 

Recuerdo el día en que nuestras vidas se separaron, como si fuera ayer. Aún puedo oler su perfume enmi piel, como si el tiempo no hubiese pasado. Fue una despedida silenciosa, sin lágrimas ni promesasrotas, solo la certeza de que nuestras almas siempre estarían conectadas, aunque nuestros caminos nosllevaran lejos.

 Nos amábamos, pero el amor no siempre es suficiente. 

Liam Payne... su nombre sigue siendo una melodía en mis pensamientos, como una canción quenunca deja de sonar. Lo he seguido de lejos, en cada éxito, en cada sonrisa que compartía con elmundo, fingiendo que ya no dolía. Porque así se hace, ¿no? Aprendes a vivir con el eco de alguien quefue todo para ti. Aunque la verdad es que nunca dejé de amarlo. Nunca dejé de esperar, en el rincónmás escondido de mi corazón, que un día él volviera a buscarme.

 Hoy me desperté con una extraña sensación, algo pesado en el pecho, como si el aire fuera más denso.No le di importancia al principio, aunque me molestaba esa inquietud persistente. 

Me preparé un café,abrí las ventanas y dejé que la luz inundara el departamento. Todo parecía normal, pero había algo...no sabía qué, pero sentía que algo había cambiado. 

La llamada llegó mientras intentaba distraerme con trabajo. Contesté sin mirar el número, esperandoque fuera algo rutinario, algo que no tuviera mayor importancia. Pero cuando escuché la voz al otrolado, supe que estaba a punto de enfrentar algo que no estaba preparada para escuchar. 

—¿Eres tú, Bella? —me preguntaron con suavidad, esa voz era la de Nicola y estaba completamente rota, como si no quisieran romperme con las palabras.No fue necesario que me lo dijeran. Lo supe antes de que pronunciara su nombre. Sentí como si elmundo entero se hubiera detenido, como si el aire hubiera sido arrancado de mis pulmones.

 —Liam... —murmuré, incapaz de decir algo más.El silencio que siguió fue desgarrador. Las palabras que vinieron después eran innecesarias. 

Liamhabía muerto. De alguna manera, ya lo sabía antes de que me lo confirmaran, como si mi alma hubierasentido el vacío en el universo, el hueco que dejaba su ausencia. 

Me aferré al teléfono, temblando,escuchando cómo intentaban explicarme los detalles, pero no me importaba. No importaba cómo, nidónde. Lo único que importaba es que ya no estaba. 

La voz seguía hablando, pero yo estaba atrapada en recuerdos. Su risa, sus abrazos. Las noches en lasque nos quedábamos despiertos hablando de todo y nada, como si el mundo entero desaparecieracuando estábamos juntos. 

Recordé cómo solía bromear sobre el destino, diciéndome que estábamospredestinados, que aunque nos separáramos, siempre volveríamos el uno al otro.Pero ahora, esa posibilidad se desvanecía. Ya no habría un "nosotros". No habría más segundasoportunidades. No habría más noches mirando las estrellas, soñando con futuros que nunca serían. 

Colgué sin despedirme, incapaz de soportar un segundo más de aquella realidad. Me dejé caer en elsuelo, incapaz de llorar. Ni siquiera tenía fuerzas para eso. Solo sentía un vacío abrumador, unaoscuridad que se extendía desde lo más profundo de mí, consumiéndome. 

Lo amé con toda mi alma. Y aunque la vida nos llevó por caminos diferentes, nunca dejó de ser elamor de mi vida. Lo sabía cada vez que lo veía en la televisión, cada vez que escuchaba su música,cada vez que alguien mencionaba su nombre. Mi corazón siempre lo reconoció como suyo. 

Y ahora... ya no queda nada.