O5: final
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La mujer miraba a desde la sombra a su marido y los demás pilares, acariciaba con suavidad su abultado vientre de siete meses, esperaban la llegada de Shinobu, Giyuu y el joven Tanjiro Kamado junto a la demonio Nezuko.
Los pilares hablaban sobre el tema entre ellos hasta que llegaron, Tanjiro despertó y la azabache Rengoku Ai se levantó cuidadosamente afirmando su estómago suspiró y caminó al chico quien estaba apenas reaccionando analizando su alrededor de forma fugaz.
Kyojuro afirmó a su esposa notando sus intenciones y la apegó suavemente a él, ella se sintió agobiada por el trato al joven Kamado, la mujer se alivió al ver a Shinobu Kocho brindarle ayuda dándole agua con medicina. Cerró los ojos al ver a su amigo Sanemi Shinazugawa enterrar su espada en la caja donde Nezuko Kamado estaba.
Su embarazo la tenía más sensible que de costumbre y ver aquello le causó náuseas.
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Sentada junto a Senjuro jugaban con las manos mientras esperaban a Kyojuro, quien se encontraba en una reunión con los demás pilares, acarició el cabello del Rengoku quien se quedó dormido a su lado. Miró la puerta shoji abrirse con suavidad, el rubio sonrió al ver a su mujer beber té junto a su hermano dormido al lado de ella, acarició con suavidad el cabello de su esposa tomando asiento a su lado, Ai apoyó su cabeza sobre el hombro se su marido mientras este acariciaba con dulzura y lentitud.
Cerró los ojos apreciando el bello momento junto a él, acariciando las hebras rubias con mechones rojizos del Rengoku menor, un beso suave fue depositado en su cabeza mientras el silencio reinaba la habitación.
Recordaba cuando en su linda etapa infantil donde las tardes junto a Kyojuro eran ruidosas y las noches cuando estaban sentados uno junto al otro, agarrados de la mano viéndose a los ojos, confesando de forma indirecta un amor completo, un amor sincero. Entre juegos infantiles que terminaban fortaleciendo ese sentimiento mutuo y adorable.
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La mujer llegó a la finca mariposa presente durante un show de Zenitsu Agatsuma, alzó una ceja al ver al curioso chico con cabeza de jabalí—. ¡Hola, dulzura! ¿Cómo te encuentras, Kamado-kun? —preguntó con amabilidad. Tanjiro miró a la mujer y luego su estómago abultado, no pudo evitar querer acariciarlo recordando los embarazos de su madre.
—¿Por qué esta aquí? —preguntó mientras su mano acarició con suavidad el vientre de la mujer.
—Soy cazadora de demonios, acompañaba siempre al pilar de la llama Kyojuro Rengoku, bueno... ¿casi siempre? —dudó.
—¿Son compañeros? —preguntó.
—Aprendí el aliento de la llama gracias a que prácticamente me crie con él, es mi esposo. —Tanjiro abrió la boca con sorpresa, Zenitsu estaba lloriqueando; quería una esposa tan linda como Ai—. Rengoku Ai, ese es mi nombre.
—Kamado Tanjiro, Hashibira Inosuke, Agatsuma Zenitsu y mi hermana es Kamado Nezuko.
—Sobre Nezuko-chan... yo los acepto. Comprendo tu punto, en tu posición cualquiera intentaría defender a su familia. Pero no puedo prometer dar mi vida si Nezuko asesina a un humano, supongo que notaron que tengo una vida que proteger y no me perdonaría si quedara sólo en el mundo. —Tanjiro sonrió con gratitud latiente sobre él, recordando la dulzura de su madre, el aroma que Ai desprendía lo hacía confiar en ella, desprendía un aroma de amabilidad.
9 meses tenía Ai. Estaba cerca del momento cuando el chico Tanjiro y sus compañeros habían comenzado el entrenamiento de recuperación junto a Kanao, Aoi y las tres pequeñas, Ai solía verlos entrenar en un rincón del salón, divertida por las reacciones de los tres chicos y asombrada por el arduo trabajo de Tanjiro.
Tenía un mal presentimiento que no lograba descifrar y su esposo lo sabía; Kyojuro acarició el azabache cabello de su esposa con dulzura tratando de que se relajara. Su pecho ardió con fuerza cuando Kyojuro le mencionó que debía cumplir su trabajo como pilar e ir en una misión, preocupada solo asintió levemente dejando que la mimara un poco antes de irse.
La Eishima comenzó a tener malestares y contracciones. Ese mismo día entró en labor de parto, por lo que Shinobu y las niñas se encargaron de atenderla. La mujer estaba ansiosa y adolorida, estaba asustada y quería contarle a su esposo que su hijo ya había nacido. Era un pequeño niño de cabellos rubios con mechones rojizos, era idéntico a Kyojuro.
Los pilares se acercaron para conocer al nuevo integrante de la familia, Himejima derramó lágrimas mostrándose orgulloso y deseándoles una buena vida en familia. Obanai se marchó luego de verlo y Muichiro permaneció más tiempo junto a ella. El Tokito marchó cuando Tanjiro, Inosuke y Zenitsu se acercaron a ella para conocer al bebé y despedirse para ir donde estaba el pilar Rengoku.
—E-esperen, iré con ustedes —murmuró viendo al pequeño Rengoku dormir mientras sostenía su dedo meñique con fuerza.
—¡P-pero acaba de dar a luz!
—Por favor, déjenme acompañarlos —pidió con agobio. El dolor punzante en su pecho no la dejaba descansar y asumió que era ligado a su marido ya que era el único en una misión hasta donde ella tenía conocimiento.
Tanjiro miró al pequeño Rengoku, Shinobu entró a la habitación.
—Ai-chan... —Shinobu Kocho acarició su cabello—. Acaba de nacer, Rengoku-san estará bien...
Rengoku Ai asintió agradecida por las palabras de la mujer, pero no la calmaban. Con pequeñas lágrimas se aferró a su hijo y despidió a los menores fuera de la finca, rogándole al cielo y la tierra que todo saliera bien.
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Era tarde. La mujer esperó que cayera el cielo nocturno para envolver a su hijo en una manta y llevarlo con Shinobu. Ai no dijo nada, tan solo dejó al infante de forma sigilosa en la habitación de su amiga para emprender viaje con sus orbes desbordados en lágrimas. Iba a toda prisa tratando de llegar a la hora.
Desastre era poco decir. Akaza había llegado al lugar para su enfrentamiento contra Kyojuro Rengoku. Los cazadores estaban agotados y heridos, Tanjiro quería decirle al pilar que tuviera cuidado porque lo esperaban en casa.
Cuando Eishima llegó, estaba al otro lado del tren. Poco faltaba para el amanecer y entró en pánico al ver a la enorme cantidad de personas heridas y el tren volcado. Corriendo con rapidez para encontrar a su esposo, notó que había una de las lunas en el lugar.
Se arrepintió de no haber hablado con él como correspondía antes de irse y de haber llegado tarde. Soltó un grito desgarrador al ver como el demonio tenía un brazo dentro del cuerpo de su marido. Los niños lloraban y gritaban desesperados intentando ayudar pese a su mal estado. Temblando de nervios intentó intervenir en el momento. Pero estaba débil por el parto.
—Kyojuro... —murmuró viéndolo caer arrodillado al piso tras la huida de Akaza—. Kyo, no me hagas esto... —Sus manos temblaron. El Rengoku miró a su esposa con su único ojo funcional, estaba sorprendido. Su ojo bajó a su vientre e intentó tocarla.
—Cariño... —balbuceó—, ¿dónde...?
—No me hagas esto, por favor... en casa nos esperan... —lloraba la mujer viendo como a su esposo se le iba la vida entre sus manos.
—¿Dónde está? —pregunta.
—Kibou está en casa... —murmura intentando tapar la herida del hombre—. Kibou Rengoku, ¿verdad? —solloza.
—Kibou...
—Sí, sí, significa esperanza, porque... por... porque no habíamos podido... y él... y tú... —La mujer lloraba desesperada viendo a su esposo. Sus manos eran torpes y no lograba cerrar la herida. Kyojuro miró a los niños que lloraban a mares a su alrededor y dio su discurso para trasmitirle sus palabras a su hermano menor y padre.
—Cariño... —habla. Ai lo miró con nerviosismo—. Estuve... estuve mucho tiempo enamorado de ti... Tanto que no recuerdo cuando ni en qué momento. Hiciste que mi corazón... ardiera en llamas una y otra vez. Me has dado lo que siempre soñé junto a ti... e incluso más de eso...
—Por favor... —murmuró abrazándolo—, no hagas como si fuera la última vez... te lo ruego...
Soltó lagrimas antes de seguir hablando—. Kibou Rengoku... espero que sea un niño de buenas costumbres... Ai. ¿Prometes que será un niño sano? —pregunta mientras cerraba su ojo. La mujer lloró viendo a su esposo inconsciente.
Los encargados la separaron de él, Tanjiro la abrazó al verla llorar desesperada. El hombre iba en camino a la finca mariposa.
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Rengoku Ai acarició el corto cabello de su bebé recién nacido cuando llegó a la finca mariposa. Shinobu estaba enfadada. Se encargó de verificar el estado de la mujer quien tenía la mirada perdida. No sabía nada sobre el estado de su esposo y el lactante sollozaba cada vez que ella lo hacía, como si quisiera decirle que estaba para ella en sus momentos de tristeza.
—Lo que hiciste fue estúpido —habló la más baja. Ai miró al suelo avergonzada de si misma.
—Lo siento... —responde mientras acomodaba al pequeño para proporcionarle leche materna. Escucharon a Aoi entrar corriendo con una gran sonrisa.
—La gravedad de las heridas en Rengoku-san disminuyeron de gracias a los medicamentos. Se encuentra estable por ahora. —Shinobu miró a la esposa del mencionado, por poco y nada se desmaya debido a la emoción.
El hombre despertó sintiéndose adolorido por completo, su esposa fue la primera en ser informada por el despertar del hombre tras unas horas de descanso. Tenía un parche que tapaba la pérdida de su ojo, sonrió con emoción al ver a su esposa. Estaba intacta y entre sus brazos tenía un pequeño bulto envuelto en mantas. Sonriente y emocionada, Ai se acercó a su esposo quien descansaba en una de las camillas, besó su frente y tomó asiento a su lado.
El hombre inclinó con dolor su cuerpo y miró al recién nacido—. Es idéntico a ti, Kyojuro. —Rengoku tomó entre sus brazos al pequeño. Acarició su mejilla rosácea mordiendo con suavidad su labio, dejó escapar un sollozo, Rengoku Ai besó una vez más a su marido, quien seguidamente besó la frente de su pequeño hijo. El pequeño lactante movió sus manitos en respuesta, jalando el cabello de su progenitor.
—Estoy... tan feliz —dice el hombre—. Gracias. —Ella solo sonrió, mientras acariciaba el largo cabello de su esposo, quien lloraba aferrado a ambos. ¿Podía ser más feliz?
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La joven familia descansaba en la finca Eishima. El niño de ahora 3 años corría de un lugar a otro jugando con las mariposas que habían en el lugar. Sus padres estaban abrazados mirándolo desde el interior de la casa.
—Papá, papá, mira, mira, es un bichito. —El alegre niño corría de un lago a otro. El hombre soltó una carcajada halagando al niño hasta que escuchó a su esposa llamarlo.
—Kyo... —habla la mujer.
—Dime, cariño.
—¿Prometes que en esta y nuestras próximas vidas volveremos a estar juntos?
—Ya sabes la respuesta —responde aferrándose a ella en un abrazo.
—Kibou, espero que en esta y las próximas vidas vuelvas a ser nuestro hijo...
Los tres entraron a la casa. Tomaron asiento uno junto al otro comiendo alegremente mientras le explicaban al pequeño Kibou que en un futuro cercano tendría un hermanito con el cual podría jugar.
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Hola, hola, este es el final de la historia.
Muchas gracias por leerla, comprendo que
fue muy corta pero es un final distinto al que
tenía originalmente en 2020, ya que la historia
es de esa fecha. Espero que la disfrutaran <3
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