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¹² 𝘳𝘦𝘢𝘤𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘳.

ETERNITY.
FEBRERO 2017, JUEVES 2.
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SAVANNAH THOMPSON:

—¿Qué te pasó con Barnes? —La voz de Gatubela me sacó de mis pensamientos mientras me cambiaba de ropa.

—Nada, ¿por qué lo preguntas? —intenté sonar lo más convincente posible, y me resultó bastante bien. Me puse el suéter blanco, para después voltear a verla.

Ella se encoje de hombros—. Estos seis meses que llevo conociéndote, me he podido dar cuenta de que a pesar de que no sé ni siquiera verdadero nombre, te conozco demasiado bien —dio unos pasos hacia mí y acomodó su máscara, dejando salir un suspiro.

Nos encontrábamos en el lugar al que llamamos nuestra guarida, que es un pequeño departamento en donde nos quedamos a dormir luego de una misión en caso de que ya sea demasiado tarde para volver casa. Ambas pagamos la renta, y el lugar está a nombre de ella ya que ella vive aquí en Gótica, así que yo le entrego mi parte del dinero y así siempre estamos al día.

—Así que, dime. —Siguió hablando con los brazos cruzados—. ¿Barnes?

—¿Qué pasa con él?

—¡Anda, Ivy! Eres la mejor sirviendo tragos, la más segura de sí misma, y para que eso vaya a pasarte justo después de que mencionaron a Barnes, me intriga.

Al principio yo dudé, pero terminé accediendo a contarle. Sabía que tarde o temprano se lo terminaría diciendo todo.

—Yo solía salir con él. —Murmuré—. Y fue hace menos de un año que lo congelaron para encontrar su cura... ¡Yo creí que tardaría años!

—¿No deberías estar feliz, Ivy? Quiero decir, tu novio es el segundo hombre más buscado en todo el mundo y el primero es uno de sus amigos, y no es algo para celebrar, pero por fin lo verás luego de tanto tiempo, ¿y esta es tu reacción? —aparté la mirada ante su pregunta—. Los dos son criminales, no debe de ser algo nuevo esconderse.

—¡Esa es la cuestión! —alcé la voz sin darme cuenta, al igual que mi cabello, que cambió a un color púrpura vivo contra mi voluntad al alterarme—. ¡Él no sabe que soy esto! —señalé los detalles dorados en mi piel, subiendo las mangas de mi suéter. Hice lo mismo con mi cabello, poniéndolo del color que tenía cada vez que usaba mis poderes con las plantas—. Él no sabe que soy Poison Ivy. Yo antes era agente de la CIA, ¡protegía a personas y ahora mira lo que hago!

—¡Pero tú no asesinas a las personas!

—¡Sé que no! ¡Pero robo cosas! Cosas de gran valor y no hablo solamente del dinero que cobran por él, Bella. También lastimo a la gente —la llamé por el apodo que le di para así no llamarla 'Gatubela' todo el tiempo—. Va a estar decepcionado de mí.

—Si le explicas bien, él entenderá —dice la castaña mientras se quitaba su traje, exceptuando la máscara y quedando en ropa interior, yo hice una mueca viendo como iba hacia el pequeño armario que teníamos para tomar algo de ropa y cambiarse—. Debe de haber una razón de por qué ahora eres lo que eres y no puede culparte por lo que te ha pasado.

—No creo que él entienda.

—Si te ama, lo hará.


Había tomado el tren la mañana siguiente hacia Nueva York, el cual sólo demoró cuarenta minutos en llegar. Le había escrito un mensaje a Emma para avisarle que ya iría por Sam, mi perro. Ella me avisó que iría primero a la casa de nuestros abuelos, así que aprovecharía para ir a visitarlos y también preguntar sobre el tema del cual me llamaron hace un par de días.

Me llamaban desde Australia, y era la prisión en donde —lastimosamente es— mi padre estaba encarcelado desde hace ya casi una década, y eso gracias a que no fue el mejor padre o esposo.

Michael Thompson se casó con mi madre dos años antes de que Felicia Wolf, mi preciosa madre, haya quedado embarazada de mí.

Siempre supuse que a mi papá no le gustaban los niños, y que por eso comenzó a tratar a mi madre diferente, brusco, al igual que a mí desde que nací. No sé nada sobre él, exceptuando las cosas básicas como su cumpleaños.

Desde pequeña intenté que me quisiera, intentando hacerle pasar un buen cumpleaños o un muy buen día del padre, pero él menospreciaba esas cosas que yo solía prepararle para ganarme su amor.

Hace dos días, me llamaron para solicitar mi presencia en Washington, para hablar sobre darle libertad condicional y no tener que salir del país. Yo me negaba rotundamente, y eso es lo que diría en caso de que decida ir. No quería que el hombre que me despreció durante dieciocho años de mi vida, incluso luego de que mi madre murió, estuviera en las calles, posiblemente buscando a otra persona para hacerle lo mismo que a nosotras.

El taxi no tardó en llegar a la casa de mis abuelos, así que luego de pagarle al conductor, bajé del vehículo y abrí la puerta con la llave que ellos me habían dado.

—¿Abuelo? ¿Abuela? —Exclamé mientras entraba y cerraba la puerta detrás de mí.

Al a penas escucharme, mi perro Sam apareció frente a mí, saltando con emoción. Yo no dudé en tomarlo en brazos.

—¡Sammy! Hola, bebé —digo poniendo esa voz que hacen la mayoría de los seres humanos al estar con su mascota—. ¿Me extrañaste?

—¡Yo sí! —Gritó Wade corriendo en mi dirección, para después abrazarme y cargarme para sacudirme y llevarme a la sala de estar, en donde estaban mis abuelos junto a Emma, soltando varias risas al ver la escena.

—Yo también te extrañé, Wade —río al momento en que me dejó en el sofá junto a Emma, para luego sentarse al otro lado de ella, tomando su mano—. Hola, abuelo, abuela —les sonrío, recostando mi cabeza en el hombro de la castaña a mi lado.

—Hola, cariño —saluda mi abuela con dulzura—. ¿Cómo te fue en las misiones en Ciudad Gótica? —pregunta con su mano entrelazada a la de mi abuelo.

Solté un suspiro, esbozando una sonrisa para no preocuparles. Ellos no sabían que había sido despedida de la CIA.

—Muy bien. Como siempre —alcancé a decir, con simpleza—. ¿Y ustedes qué me cuentan?

—Pues —comienza mi abuelo Vito—, antes de que llegaras, hablábamos de la boda de Emma y Wade —mis ojos se abrieron de sobremanera.

—¡¿Están comprometidos?! —Alcé la voz, alterada por completo mirando a los recién mencionados—. ¡¿Por qué siempre soy la última en enterarme de estas cosas?!

—No, no estamos comprometidos, Anna —dice Emma, poniendo los ojos en blanco con una pequeña sonrisa—. Sólo que el abuelo está desesperado porque las dos nos casemos.

Volteé a ver a mi abuelo en forma de regaño—. Abuelo...

—¡Ya casi tengo setenta años! Quiero ver a mis dos nietas sentar cabeza —se excusó él, a lo que mi abuela niega con exasperación.

—Ya te he explicado que es un asunto entre ellas, cariño.

—¡Pero Emma y Wade ya casi llevan un año juntos! Creo que ya es hora —reí ante su comentario.

—Pero son otros tiempos, abuelo —explico entre risas, viendo como Wade permanecía callado, jugando con las manos de su novia con nerviosismo.

—¿Y? Yo me casé con tu abuela cuando teníamos veintidós años, y la conocía hace menos de tres meses —habla orgulloso, con la mirada en mí—. Tú no hables. Ya es hora de que te tomes unas merecidas vacaciones por el Caribe y conozcas a tu media naranja —Wade y Emma me miraron.

Si supieras.

—Claro —murmuré, no queriendo hablar más del tema—. Tengo algo que contarles sobre papá —ambos se tensaron ante la mención del hombre que me hizo sufrir a mí y a su hija, es decir, mi madre.

—Te llamaron de Washington, ¿cierto? —ladeé la cabeza.

—¿Cómo lo saben?

—Porque nos han llamado también para ir —contesta mi abuela, haciendo una mueca—. Es en unos días, y ya compramos también tu boleto de avión para que vayamos juntos. Volveremos el mismo día.

—Yo sólo iré para evitar que lo dejen libre. —Gruñí acariciando a Sam.

—No tomes decisiones ahora —advierte mi abuelo—, todo puede cambiar en diez años. Lo sabes, ¿verdad?

Me quedé callada.

Luego de ponernos todos al día, mi abuela recordó que tenía un pastel de chocolate guardado, por lo que se fue a buscarlo con la ayuda de mi abuelo. Yo aproveché para preguntarle a Wade sobre Bucky.

—Wade. —Lo llamé en un tono bajo al asegurarme de que mis abuelos ya no estaban.

—Dígame —dijo tomando un trago del chocolate caliente que la abuela Amy nos había preparado a los tres. Emma imitó su acción.

—¿Es cierto que Bucky ya está curado? —él asiente, con simpleza—. ¿Y por qué no me dijiste nada?

Él se encogió de hombros—. Ayer fue a la mansión para instalarse y dijo que hoy iría a tu casa así que supuse que ya lo habías visto, nos dijo que se quedaría en tu casa un tiempo —habla con confusión—. Pero, si no es así, ¿cómo te enteraste?

—Me topé con Harley y Steve en unas calles del centro de Ciudad Gótica.

—¡El bar! Sí, ella me mencionó que iba a verse con Ivy y Gatubela allí —dice sonriente, volteando a ver a su novia—. ¿Has conocido a Gatubela? Ella me ama aunque no lo admita. Y Ivy también —la castaña rió.

Sí, Wade tampoco lo sabe. Emma es la única persona en el mundo que está enterada de mi identidad como Hiedra Venenosa.

—¿Y qué hacían allí si son las dos personas más buscadas en el mundo? ¿Acaso están locos?

—Oh, ellos andan de vacaciones para poder alejarse del tema de Stark y esas pesadillas que Harley estaba teniendo desde hace mucho —asentí—. Luego de comer deberías ir a tu casa —habla con expresión picarona—. Te espera una gran sorpresa.

Creo que yo se la daré a él.

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