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⁸ 𝘰𝘭𝘷𝘪𝘥𝘢𝘳.

ETERNITY.
ABRIL 2016, SÁBADO 2.
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NUEVA YORK,
SAVANNAH THOMPSON:

Solté una bocanada de aire mientras cerraba la puerta detrás de mí, y examinaba mi apartamento, el cual no había visitado desde hace más de dos semanas.

Dejé mis cosas en el sofá color chocolate y me quité los zapátos, dejándolos por donde quiera que hayan caído. Fui directamente a la cocina después de quitarme la chaqueta de la CIA, para ir por un jugo de naranja, el cual era mi favorito.

Mi apartamento siempre se sentía vacío, ya que casi nadie nunca venía a visitarme y yo iba hacia ellos. Estoy acostumbrada a vivir sola, a excepción de mi perro Sam, un chihuahua pomerania, que en éstos momentos se encontraba con mi prima mientras yo estaba de viaje. Lo extrañaba demasiado.

El vuelo para Nueva York duró todo un día, si hablamos del viaje completo. Tuve que esperar a que la pelea en el aeropuerto acabara para que este abriera de nuevo, lo que les tomó dos días en hacerlo. Tomé el primer vuelo hacia aquí, y luego de cuatro horas de espera y nueve de vuelo, llegué finalmente a casa a las 2 de la mañana.

¿Qué ocurrió con mi trabajo? Pues debido a que fui de mucha ayuda con el caso del Soldado del Invierno, me dieron la semana que viene libre, y tres más por petición mía. Quería descansar, y ellos lo entendieron, así que me las dieron sin rechistar.

Me cambié por ropa cómoda, para después rescostarme en el sofá tomando mi segundo vaso de jugo. De alguna manera, el jugo de naranja me tranquilizaba, y me hacía sentir mejor al estar triste.

Le escribí a mi prima Emma para que supiera que mañana en la mañana iría por Sam, y aproveché también para escribirle a mis abuelos para que supieran que ya estaba en casa.

Emma estaba pasando un mal momento. Ella era novia de Wade Wilson, que según ella me contó, era Deadpool, es decir, que estuve con él cuando les entregué las cosas a Steve y a los demás, pero no sabía que era él. Wade lo más seguro es que sabía que yo era la prima de Emma, pero no dijo nada.

Según ella me había escrito hace unas horas, habían dejado que los prisioneros hicieran llamadas o videollamadas a sus seres queridos, y ella había podido hablar con él, eso era lo único que sabía. Iría a verla también para preguntarle si quería ir al cine e intentar animarla, pero lo más seguro es que se negaría y va a quedarse en casa.

Encendí el televisor, encontrándome con el noticiero nacional.

"...En otras noticias, se filtra un video grabado por una cámara de seguridad del aeropuerto de Berlín-Tegel, en donde se puede apreciar cómo el avión con el Capitán América y el Soldado del Invierno logran escapar..." sonreí, apagando el televisor sin ganas de querer escuchar más sobre ello. Lo habían logrado.

Me recosté en el sofá, cubriéndome con la manta que había traído hace unos minutos. Mi vista se fue a la pequeña mesa frente a mí, en donde había una fotografía mía con mi perro. Me estiré para tomarla, y al tenerla, la abrí por detrás, para ver la fotografía que tenía con Bucky, abrazándolo el día de su cumpleaños, con él mirando su pastel con una sonrisa. En ese momento, recordé que era su cumpleaños mañana.

Dejé el marco en la mesa, y abracé la fotografía, con lágrimas saliendo de mis ojos sin control. Segundos después, logré quedarme profundamente dormida.


Entré a la cafetería con algo de rapidez, con emoción por ver a mi prima por primera vez en mucho tiempo y darle un fuerte abrazo. Miré el lugar en búsqueda de ella, y luego de unos segundos, la encontré.

La castaña tenía sus gafas puestas, mirando el cuaderno y libro con concentración mientras escribía algo. Yo supuse que estaba estudiando, me mencionó que estaba en exámenes finales de su especialización antes de hacer la tesis. Mientras, mi perro estaba recostado en sus pies, con la correa enrollada en las piernas de mi prima por si el pequeño quería escaparse.

Sonrío, arrodillándome a dos metros de ellos para saludar a mi pequeño Sam—. ¡Hola, Sammy! —digo con esa típica voz que todos los seres humanos hacemos al estar junto a su perro. Emma se sobresaltó un poco al escucharme, pero no tardó en venir a mí para abrazarme con fuerza, teniendo cuidado con no aplastar a Sam, quien también me estaba abrazando y lamiendo con emoción.

—Sav. —Susurra, aferrándose a mí—. Te extrañé demasiado.

—Yo también te extrañé, Em —me separé para sentarme a su lado, y alzar la mano para que una de las camareras tomara mi pedido—. Un chocolate caliente, por favor —le digo a la chica, quien asiente antes de irse a buscar lo que pedí.

—¡No sabes cuánta falta me has hecho! —dice Emma, cerrando los libros que tenía en la mesa para verme—. Tengo mucho que contarte.

—Yo igual.

—Oh, eso sí lo tengo seguro —ríe, acariciando a Sam, quien estaba en mis piernas, acostado—. ¿Dónde está el pequeño cachorro? ¿Cómo te sientes?

'Pequeño cachorro' era el código que usábamos para Bucky, ya que siempre he pensado que al estar enojado, parecía un cachorro molesto por la cara que ponía.

—Él... No lo sé —aparté la mirada—. No ha sabido más nada de él, al menos no de proveniente de el cachorro —revolví mi cabello, confundida.

—¿Y cómo te sientes? —tomó mi mano. Negué.

—Vacía. Completamente vacía.

Tenía miedo. No sabía si Steve y Bucky habían logrado detener al doctor, no sabía si alguien había ido tras ellos o no, no sabía si seguían vivos o no. Y me estaba matando no saber nada de él.

—¿Y tú? —le pregunto con una pequeña sonrisa, intentando cambiar de tema—. ¿Cómo es ese tema? ¿Tú estás bien desde todo lo que pasó con Wade?

—Oh, Wade —murmura, dejando caer su cabeza caer sobre la mesa—. Lo hubieras amado. Me encantaría que lo conocieras alguna vez.

—De hecho, ya lo conocí —río, haciendo que la menor me mirara con los ojos bien abiertos.

—¡¿Qué?!

—Bueno, no hablé con él, ni tampoco lo vi, pero estuve en el mismo edificio que él. Eso cuenta, ¿no?

—No entiendo. ¡Cuéntame!

—Yo le llevaba las cosas al pequeño cachorro y a sus amigos —ella asiente—, y él estaba ahí con ellos. En otro lado pero sé que por ahí estaba.

Su rostro se apagó, pero una sonrisa estaba en sus labios. Me dolía verla en ese estado.

Miré a Emma con una mueca, acariciando su brazo.

—Em, ¿estás segura que estás bien? —le susurro, a lo que ella me miró, sonriendo con esfuerzo.

La castaña asintió—. Sí, sólo quiero ir a casa y esperar a que vuelva —le sonreí a medias—. Sé que lo hará. No perderé la esperanza, y tú tampoco deberías hacerlo.

Emma ya conocía a Bucky, a escondidas. Ella era la única de mi familia que sabía sobre él, y también fue la primera persona en el mundo en enterarse de nuestra relación. Los dos se llevan muy bien, y eso que sólo se han visto muy pocas veces.

—Está bien —fue lo único que logré decir sobre el tema.

Duramos más de una hora charlando y poniéndonos al día. Le dije que iría a visitar a los abuelos Amy y Vito mañana por la mañana antes de irme a trabajar por ésta última semana antes de tener mi mes de vacaciones. Ella mientras, volvería a la casa que compartía con su mejor amiga Liliane para terminar de estudiar y descansar, ya que mañana tendría un examen y luego tendría que ir a al restaurante donde trabajaba.

Me llevé a Sam conmigo, y antes de llegar a casa, fui al supermercado para comprar algunas cosas que hacían falta, entre ellas, estaban las moras, las cuales Bucky se había acabado la última vez que vino. Hace un mes.

Hoy era su cumpleaños, y por él, comería su tan amada fruta.


ETERNITY.
ABRIL 2016, DOMINGO 3.
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Me encontraba en la cocina de mi apartamento, acomodando las cosas que había comprado en su lugar. El pequeño Sam, mientras, estaba ladrando en la sala, yo no entendía porqué, y comenzaba a aturdirme. Era de madrugada, y a pesar de que iría a trabajar mañana, no podía dormir.

—¡Sammy, no ladres! —Exclamo sacando un bol para servirme un poco de moras y comerlas mientras veo una película. Traía puesta un suéter de Bucky, ya que había ido por las cosas que él tenía en Bucarest, y entre las pocas cosas que tenía ahí, estaba su suéter que tanto amaba, de su equipo favorito de hockey, los Flyers de Filadelfia. No traía pantalones, pues era mi casa, y ya estaba acostumbrada a andar así.

Los ladridos de Sam aumentaron, por lo que terminé de servir mis moras para después dirigirme a la sala, decidida a regañarlo.

—¡Sammy! ¡Ya te he dicho que no- —mi voz se quebró al ver a Bucky parado frente a la ventana que estaba en la sala de estar. Estaba sudado, y se veía bastante cansado. Al parecer había subido todos esos pisos para llegar—. Bucky...

—No quería que me reconocieran así que subí por la escalera de incendios. —Me interrumpe, quitándose la chaqueta. Dejé el bol con moras dentro y a penas pude dar unos pasos hacia él—. ¿Acaso eso son moras? ¡No olvidaste mi cumpleaños, cielo!

Mi vista se fue de inmediato a su brazo izquierdo, o más bien, el lugar en donde se suponía que su mano de metal se encontraba. Mis ojos se llenaron de lágrimas, corriendo hacia él para abrazarlo. Me sentí peor al sentir cómo me abrazaba con un solo brazo.

—¿Qué te hicieron? —me separé de él para mirarlo, tomando su rostro golpeado entre mis manos. Él me sonrió con dulzura.

—No es gran cosa...

—Cielo, creo que te han dejado sin brazo... —río entre lágrimas—. Otra vez —ésta vez, rió él.

—Al menos no dolió tanto como la primera vez —sonrío, besando sus labios.

—Feliz cumpleaños, cielo.

—Gracias —me sonríe a medias—. Ahora, ¿y esas moras?

—Te las daré cuando me expliques qué te ocurrió —digo, besándolo fugazmente para después tomar su mano y llevarlo al sofá. Éste se sentó, con Sam sentándose de inmediato en sus piernas. Reí—. Te extrañó mucho.

—¡Hey! Yo también extrañé a éste pequeñín —lo acarició, volteándome a ver—. También a ti.

—Dime qué te pasó, Bucky. Me tienes preocupada.

Y me contó todo. De principio a fin. Stark se había enterado de que él había asesinado a sus padres, pero no quiso creerles en el hecho de que HYDRA manipulaba su mente. Stark terminó destruyendo su brazo para quitárselo de encima e intentar matarlo, pero Steve no se lo permitió. Steve y Stark tuvieron una gran pelea. Steve dejó su escudo, ya que Stark decía que no se lo merecía. Y para terminar, Steve y Bucky se fueron en el mismo jet en donde llegaron.

Luego, fueron a un lugar que él desconocía. Dijo que era algo así como una escuela para mutantes. Allí alguien llamado Charles y otro llamado Hank los ayudaron, curándoles las heridas y debido a que Bucky estaba más herido que Steve, él no había ido a rescatar a los demás que estaban encarcelados.

—Pero, ¿cómo estás aquí? —murmuro, dándole en la boca una mora.

—Eso fue ayer —tragó luego de masticar—. Luego de haberlos rescatado, ellos querían avisarles a sus familiares. Yo también quería hacerlo, quería decirte a ti —sonrío—, así que nos trajeron para poder contarles a todos ustedes dónde estaríamos.

Arrugué mi entrecejo.

—¿Qué? ¿No te quedarás?

Bucky suspiró—. Luego de lo que pasó en Berlín, cuando manipularon mi mente, no es seguro que yo esté por allí cuando debe de haber más de una persona que tenga ese libro, Anne.

Negué, al borde del llanto nuevamente.

—Quiero protegerte. No porque cuidaste de mí cuando yo no tenía a nadie más, sino porque te has convertido en mi razón de vivir y lo sabes —lo miré.

—No otra vez, Bucky.

—¡El Rey T'Challa se ofreció a encontrar una cura para lo que tengo! —tomó mi mano, con la única que él tenía. Yo aparté la mirada, entre lágrimas—. Sé que la encontrará, tiene el mejor equipo allá.

—¿Y mientras buscan la cura qué pasará? —le digo con brusquedad, entre sollozos—. Entiende que no puedo estar lejos de ti.

—Lo sé, Anne, yo tampoco puedo hacerlo —besó mi mano, mirándome con preocupación—. Pero es lo mejor, para ambos.

—¿Mientras buscan la cura qué pasará? —Repetí la pregunta, con voz firme. Éste bajó la mirada por unos segundos.

—Decidí que me congelaran, hasta tener la cura definitiva para ello.

Me levanté de mi asiento, caminando unos pasos lejos de él para darle la espalda.

—Anne...

—¿Y qué pasa si nunca encuentran la cura? —me volteé, para mirarlo con una mano en el corazón—. ¿Qué pasará contigo? ¿Qué pasará conmigo? ¡¿Qué pasará con nosotros?! —alcé la voz al decir lo último, haciendo que éste se levantara con rapidez para abrazarme, siseando para que bajara la voz.

Mi llanto aumentó, sintiendo su mano acariciar mi cabello.

—No quiero que te vayas —me aferré a él—. Por favor, no me dejes, cielo.

—Nunca te voy a dejar, Anne —tomó mi rostro, para verme a los ojos con una dulce sonrisa, también con los ojos llenos de lágrimas—. Estaremos juntos eternamente, ¿recuerdas nuestras promesa?

Me escondí en su pecho, rompiendo en llanto de nuevo, ésta vez junto a él.

—Te amo demasiado —dice él, con la respiración acelerada.

—No soy nada sin ti, no te vayas —rogué.

Ambos nos miramos.

—No. Yo no soy nada sin ti. Tú me salvaste —unió nuestras frentes, acariciando mi mejilla—. Gracias a ti, soy todo lo que soy ahora.

—No soy nada sin ti —repito, cerrando mis ojos.

—Eres el amor de mi vida, la única mujer de que me enamoré, y siempre lo serás. Eres la mujer más maravillosa que alguien podría conocer, y debes estar consciente de eso por toda tu vida.

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