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III

Al llegar a la casa el olor a alcohol y cigarrillos de dudosa procedencia inundaron el ambiente. Numerosos chicos caminaban al mismo rumbo que yo, perdiéndose en el humo que impregnaba la casa.

El ruido retumbaba en mis oídos, pero mi concentración estaba dispuesta a enfocarse en un sólo objetivo: Victoria Lowens.

Estudié el ambiente unos momentos eternos, debatiéndome entre llegar con mis amigos o mantenerme solitario para toparme con ella. Habíamos quedado de estar cada uno por su cuenta, pero mis nervios aumentaban conforme veía a las personas ir y venir.

Tomándome de valor entre sintiéndome fuera de lugar, todos parecían divertirse, disfrutar del contacto humano, pero por alguna razón, me sentía incómodo entre aquellos cuerpos sudados y extasiados. Solía fingir ser extrovertido y me había resultado demasiado bien, pero era este tipo de fiestas las que superaban por mucho mi límite y deseaba volver a casa.

Pero no. Esta noche sería especial, estaría con Vicky y eso era todo lo que necesitaba para tranquilizarme. Aun podía sentir mis manos temblorosas y sudorosas; estaba sudando de todas partes.

Me acerqué a la cocina donde parecía ser el centro para que todos se sirvieran bebidas o botana. Tomé un par de cervezas y retomé mi búsqueda para encontrar a mi chica deseada. Vi de reojo a Joe con una morena de muy buen ver y decidí acercarme solo un poco para sentirme en confianza.

Él me miró de reojo y sonrió levantando su cerveza en alto para después bailar junto a la chica que se restregaba contra él. Le devolví el gesto y di un trago a la cerveza y sentí su amargo sabor bajar por la garganta y causarme un escalofrío. Tosía un poco cuando una persona chocó contra mi brazo y ocasionó que un poco del alcohol se tirara sobre mi ropa.

— Lo lamento. — se disculpó una chica rápidamente. — tomó unas servilletas de la mesa junto a nosotros e intentó ayudarme. Sus acciones eran nerviosas y algo agresivas, parecía estar llorando.

— Te conozco. — miré detenidamente su rostro. — ¿Lisa Green? Fuimos equipo en química, eres... amiga de Vicky.

Al ver que la conocía me examinó de igual manera y asintió ante mis comentarios. Ella era la mejor amiga de Vicky, si ella estaba aquí, significaba que mi chica también había llegado. Sostuve su mirada cuando ella se fijó en mis ojos y pude ver el miedo en sus facciones, estaba alarmada y podría decir que realmente asustada.

— ¿Pasa algo? — pregunté rápidamente.

— Es que... vi algo afuera. — comenzó a sacudir sus manos y a sujetarse con fuerza los brazos en un intento por abrazarse a sí misma. — Estoy un poco mareada, pero te juro que vi algo en los árboles.

— ¿Estás herida? ¿Ocupas algo? — traté de calmarla ya que de verdad se veía alterada. Comenzaba a creer que eran efectos del alcohol o incluso algo más. — ¿Fumaste algo?

— No... yo solo tomé unos vasos muy rápido. —- decidió olvidar el tema. Parecía avergonzada por haber dicho lo anterior.

— ¿Sabes dónde está Vicky? — pregunté curioso, buscándola entre la multitud.

— Se me perdió en el jardín. — comentó mientras se sujetaba la cabeza. — ¿puedes decirle que me iré a casa? ¿puedes llevarla tú?

— Si, claro, ¿Segura que estás bien? — insistí al verla al borde del llanto.

Asintiendo se dirigió a la salida y no me detuve para ir por ella, decidí buscar a Vicky en el patio trasero de dónde venía su amiga. Afuera me topé con un jardín repleto de chicos sentados en el suelo con sábanas en el piso.

El patio de Ericka daba al bosque, a unos pasos estaban grandes árboles frondosos que tragaban la poca luz de la luna. Más allá no se veía nada, salvo una figura caminando a lo lejos, adentrándose más y más en la oscuridad.

Sentado en una mesa junto a otros chicos que se pasaban un cigarrillo, vi a Lyle. Me acerqué a él y dejé las cervezas ahí un momento mientras buscaba con la vista a Vicky entre aquellos cuerpos tirados mirando el cielo nocturno.

— Hola Levi — me saludó Lyle muy atontado. — ¿si eres tú?

— Hola. ¿Llevas mucho aquí? ¿Viste a Vicky? — decidí preguntarle e ir al grano.

Mi amigo se puso de pie y me ofreció un cigarrillo, el cual rechacé amablemente. Él miró a su alrededor y después señaló para dónde se había ido la figura hacia un momento.

— Dos chicas dijeron que querían ir al baño y estoy casi seguro que entraron al bosque. Creo que una es Vicky. — aseguró asintiendo para sí mientras me miraba. — Ya tiene rato de hecho. Solo regresó una de ellas, pero entró corriendo.

— ¿Te refieres a Lisa? — le cuestioné y el movió su dedo en aprobación mientras se volvía a sentar para darle un trago a su bebida.

Me debatí entonces entre ir a buscar al bosque o esperarla. Recordé lo que había dicho su amiga sobre haberla perdido de vista y lo mencionado por Lyle sobre tardar un buen rato. ¿Por qué no volvía?

No tenía su número de teléfono para hablarle ni tampoco creía que tuviera señal en medio del bosque como para responder redes sociales. Me sentía en la obligación de buscarla, quería verla y continuar nuestra platica sobre la atracción de los dos. Valia la pena enfrentarse a la oscuridad del bosque con tal de verla y poder besarla.

Sin más que pensar, entré al bosque con la luz de mi teléfono en mano y una de las cervezas en la mano, pretendiendo tener una excusa para ir a buscarla. Ella había mencionado que deseaba una bebida y esa seria mi intención.

A unos metros me giré para calcular la distancia de regreso, en caso de ser necesario y no perdernos. Estaba relativamente cerca, aunque la música apenas y era perceptible a mis oídos. Las sombras de los arboles eran imponentes, pero no había rastro de Vicky.

El miedo se apoderó de mi debido a ruidos lejanos que se acercaban a mi dirección. Utilicé la lámpara del teléfono para ver más allá de donde provenían los ruidos, retrocedí un poco al sentir que delante de mi una figura oscura se movía a toda velocidad por los árboles. Comencé a correr de regreso, pero me detuve al escuchar una risa aguda detrás de mí, tal vez se trata de Vicky jugándome una broma.

Fue en apenas un milisegundo que sentí un fuerte golpe en mi cabeza por lo que caí al suelo sujetándome con fuerza el lugar donde dolía. Pero apenas y tuve tiempo de reaccionar, cuando una fuerza inhumana me arrastraba por el suelo con violencia, introduciéndome más y más al bosque.

Traté de gritar, pero mi rostro se raspaba contra el suelo, impidiendo que abriera mi boca para gritar. El dolor era agobiante, movía los brazos y piernas en busca de zafarme de su agarre. Comencé a desvanecerme cuando al fin se detuvo aquella criatura extraña agazapada sobre mí.

Intenté golpearle, hacer algo para verlo por lo menos, pero había perdido mi teléfono y la oscuridad era profunda y agobiante. Sentí como sus garras rasgaron mi cuello y saboreé la sangre desbordándose por mi garganta. Moriría en aquel lugar en manos de un feroz animal que no tuve ni tiempo de ver y lo peor de todo era que nadie se daría cuenta de mi ausencia. 

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