Capítulo 1
Aclaraciones: Está historia surgió por un cómic Thor vs Galactus. Estaba leyendo, pero solo podía pensar en Thorki, como siempre. En fin, es la historia de un Thor que ya tiene el poder del padre de todo, tiene nietas, es un anciano. A nuestro Thor le faltan un ojo, un brazo y ganas de vivir.
Aunque tal vez no es tan relevante, tal vez sí. Bien solo debes saber eso. Es como una mezcla del UCM con la cronología del cómic.
Ah, la canción de multimedia me ayudó mucho. Es simplemente hermosa. Te recomiendo oírla antes o después o todo el tiempo, no te arrepentirás.
Ok. Ya te dejo leer en paz.
El mortal silencio se rompió con el soplido del viento.
Silbó. Como anunciando su llegada.
―¿Te encuentras bien?
―¿Por qué lo preguntas?
―Porque te ves horrible.
Una risa amarga brotó de los labios del dios del trueno después de esa respuesta, tan suya.
Fueron milenios duros.
―El último de ellos… Fue aquí, ¿no es verdad? Ahora ya no queda nada de esa odiosa ciudad.―Comentó con un gesto despreocupado.
―Así es.
No quedaba nada de New York. Y tampoco de su amada Midgard.
―Siempre creí que por lo menos esa tonta criatura verde sobreviviría. Era muy testarudo. Pero, siendo sincero, me alegra por Banner, él… pasó por mucho dolor. De cualquier forma, está muy silencioso por aquí.
― Todos mis amigos se han ido. ¿Es lo que intentas decir?
― Lo que intento decir es que no hay motivos para que sigas viniendo a este planeta.
El Padre de Todo carraspeó, dirigiendo su único ojo al desolado paisaje frente a él.
― Soy viejo. Es algo que no entenderías, pero sólo puedo aferrarme a los recuerdos. Son un descanso para mí. Los tiempos dorados de mi juventud, los amigos, las peleas, las risas. Era un tiempo tan precioso, y no lo valoré lo suficiente, nunca sería suficiente. Si tan solo pudiera…
― Midgard está muerta, Thor. Cumplió su tiempo, no puedes devolverle la vida a un planeta muerto. Es como si después de todo este tiempo aun no comprendieras que existen límites.
―… Lo sé.
― Sé que es difícil para ti. Pero debes dejar el pasado atrás.
Su mirada perdida en algún punto de aquel cielo gris.
― Era tan azul, tan hermoso…
― Esta muerto, Thor.
―Ellos no eran del todo malos. Podían ser salvados.
― No había nada que pudieras hacer.
― Si tan solo hubiera sido un poco más duro…
― ¡Estaban condenados! ¡Se condenaban a sí mismos!
― Les fallé. No pude salvarlos… no pude salvarlos de ellos mismos.
Él no contestó. De repente, encontró sus manos sumamente interesantes. Una sonrisa adornó sus labios, el dios del trueno la había añorado tanto.
― ¿Sabes? Siempre busqué un lugar en el que encajar. Quería ser bueno, quería ser mejor. Que padre pudiera sentirse orgulloso de mí. Sentirme amado de alguna forma. Y al fallar me enfadé, te hice daño, hice daño a muchos. Pero la respuesta era tan simple, estaba justo frente a mis ojos. Y no pude verlo. No pude verte. Pero… Tú me salvaste, Thor. Con tus palabras, con tus sonrisas bobas. Confiaste en mí, yo te patee tantas veces y tú aun me amabas. Tú me amaste… a pesar de todo. Tú lograste salvarme de mí mismo. Sanaste mi alma. ¿No es eso suficiente? Lo hiciste lo mejor que pudiste. Esos estúpidos midgardianos no podrían valorar tu misericordia con esos cerebros tan limitados. No los necesitas.
―Te tengo a ti.
―Thor, yo…
Pero Thor no podía oírlo, no podía hacer nada más que perderse en su mirada. Tan verde y bella como los bosques y selvas que adornaban el planeta milenios atrás.
― Sólo te necesito a ti.
―Soy lo único que te ata al pasado. Thor, por favor, despierta ya. Reacciona. No puedes ausentarse por mucho tiempo. Tus nietas vendrán a buscarte, otra vez. Asgard necesita que su rey esté bien, tu familia te necesita.
―Estás aquí.
― Incorrecto.―Canturreó para luego dirigir su índice al pecho del Padre de Todo.― Estoy aquí.
Thor sonrió tristemente.
Hebras negras cubrieron su visión. Un beso en su frente. Tan suave, más suave que una brisa de primavera. Midgard no tenía más primaveras, pero él aún podía recordarlas. Cálidas y alegres. Como ese gesto.
―Siempre me has consentido. Me permites atormentarte todavía. Eres tan ingenuo.
―Si es la única forma de que te quedes, no me importaría aun si me clavaras una daga en el corazón.
Él rio. Sus dientes de porcelana combinaban perfectamente con su piel de marfil.
―No sabes cuánto extraño esos tiempos.
―Ya somos dos.
Él intentó acariciar su platinado cabello, pero su mano se detuvo a mitad de camino. Temblorosa.
― Thor, volvamos a casa.
―Nunca la llamaste así cuando-Calló.
― ¿Vivía? Supongo que he madurado. “Casa” es cualquier lugar donde estés. Ya te lo dije, ¿no? Tú me salvaste. Siento mucho no haber dicho esas palabras antes, pero sabes que no hubo tiempo. Justo cuando todo iba a comenzar… él llegó. En fin, el pasado pasado está.
Los recuerdos de esos momentos de terror regresaron a su memoria. Pero él estaba al frente, perfecto, como era.
―Vamos a casa.― Dijo por fin el dios del trueno, levantándose perezosamente de la roca en la se hallaba sentado. Mirando el largo sendero de polvo que conducía hacia la nada.
Nada.
Fuera de Midgard se encontraba lo interminable. Fuera de Midgard se encontraba la desesperanza.
La eternidad que resultaba ser una maldición.
Una existencia que no era nada más que eso.
Existir. Una palabra muerta.
― ¿Por qué yo, Thor?― Preguntó él, y casi había desesperación en sus ojos.
― Debo cumplir mi promesa. Aún te debo algo, ¿no es así?
― ¿Y eso es?― Cuestionó con una hermosa sonrisa torcida.
Thor tomó su mano. Y el peso de los años empezaba a desvanecerse con su tacto.
― Estoy aquí.― Las anheladas palabras.
El cansancio desapareció al estrechar su cuerpo entre sus brazos. Fundirse con él en un abrazo, una promesa.
― Lo sé. Finalmente.
Y volvió a ser Thor. El Thor que vivía.
Como por arte de magia su cuerpo volvió a ser el de antes. Su cabello dorado como el sol, sus ojos recobraron el brillo de antaño, y su brazo regresó a donde pertenecía.
Él había regresado donde pertenecía.
Un lejano rumor irrumpió ese sagrado momento.
― ¡Abuelo Thor!― Las voces de sus nietas llamándolo.
Se oían tan lejanas. Quiso voltear, pero su pequeño hermano aferrándose a él fue todo lo que necesitó para ignorarlo todo.
― ¿Me dejarás otra vez? Por favor, no te vayas. No de nuevo.― Su voz surgió de su garganta, trémula, igual que en su juventud.
El padre de Todo lo estrecha aún más. Sintiendo las pasadas emociones resurgir.
―Nunca.― Sentencia solemne.
Ellas están cerca, pero no puede oírlas. Sus nietas observan la escena, aturdidas.
―Bien. Buen chico.―Dice él, intentado ocultar su temor. Deslizando sus delgados dedos por la parte posterior de su cuello mientras les dedica una mirada a las nietas del dios del trueno.
Acariciando.
Se separa por un momento. Buscando los zafiros de su hermano, hallándolos al instante y deleitándose al verse reflejado en ellos.
Sus manos se mueven hábilmente atrayendo su rostro cerca al suyo. Peligrosamente cerca.
Despacio.
Un beso. Un beso que lo toma por sorpresa.
Suave.
Se prepara para el rechazo, uno que no llega. Es correspondido. Y en menos de un instante se vuelve un beso apasionado.
Desesperado. Tan anhelado.
Una oleada de sensaciones y emociones remueve el corazón de ambos.
Como un Big bang. En menos de un segundo.
Sólo un pequeño paso. Y surgió la vida.
Se sienten vivos.
―Te amo. Estoy aquí porque te amo. ―Confiesa recuperando el aliento.
―Te amo. Tanto.― Repite Thor tomando sus hebras negras para mantenerlo cerca. Su aliento roza su cara.
La mirada de ambos es un poema de amor.
― Ven conmigo.― Unos ojos esmeraldas buscan una respuesta.
―Quiero ir.
―Tranquilo. Aún no he dicho a donde, ¿qué si te llevo conmigo al Hel?
―No me importaría. Si estarás conmigo no importa.
―No hay Loki sin Thor, ¿eh?
―Diría que es al revés. Puedes arreglártelas solo, pero yo… Han sido tiempos muy duros.
Loki asiente, sonriente.
―Tendrás mucho tiempo para ponerme al día. Tendremos mucho tiempo. Podrás contarme sobre todas tus hazañas, incluidas esas muchachas que me están matando con la mirada.
― ¿Ellas siguen aquí?
― ¿Qué si lo hacen? ¿Iras con ellas? ¿Lograrán convencerte? No quiero eso. He esperado mucho tiempo, Thor, es demasiado…
E intenta contenerse, pero el temor se desborda por sus ojos. Su interminable miedo a la soledad.
―Loki, por favor no me hagas esto. Sabes que odio verte llorar.
―Yo odio que pongas algo por sobre mí, pero tengo que soportarlo. No quiero ser inmaduro, pero verlas a ellas me hace pensar en todo lo que he perdido.― Dice con arrepentimiento en su mirar. Y el dios del engaño dijo una verdad.
Perdieron tanto el tiempo.
Pero aún quedaba lo infinito.
―Eso quedó atrás. Perdóname. Perdóname por todo.
―… Lo siento. Ahora todo irá bien.
―Sí. Todo está bien ahora.
Ahora es una promesa.
Ahora.
Es.
Seguirá siendo.
Por la eternidad.
― ¡Juro que es verdad!―Atli chilló.
― ¿Qué tu abuelo desapareció junto con Loki? Ya te dije que te creo. Supongo que su tiempo había llegado. Dejen que descanse en paz.
― ¿Cómo puedes estar tan tranquila, abuela?―Preguntó Ellisiv con más calma.
― ¿Cómo? Es bien sabido que Thor nunca se contuvo con las mujeres. Su abuelo ha vivido mucho tiempo, yo también, no puedo escandalizarme por cosas como esas. Los conozco a ambos, los vi durante toda su infancia y juventud, era cuestión de tiempo.
―Aun así, abuela. No es sólo por eso, ¿verdad? No podrías saberlo sólo una simple intuición. ¿Te dijo algo alguna vez el embustero?
Esa pregunta provocó una risa en la anciana mujer. Dejó el libro que tenía entre las manos y se sentó como lo hacía durante la infancia de sus nietas cuando les contaba algún relato.
―Tan perspicaz y directa como siempre, Frigg. Tienes razón. Digamos que fue… una apuesta.
― ¿Una apuesta?―Preguntaron las tres al unísono.
― Así fue. Después de todo, Thor era el futuro rey de Asgard.
―Tú no eres así. No fue un simple capricho. Amaste al abuelo. Aún lo amas.―Sentenció Atli, convencida.
―Pequeña boba, no hables como si me conocieras. Te harían falta unos milenios para entender. Pero, aun así… tienes razón. Lo amé, pero ese amor se volvió obsesión, ahora tengo la madurez de admitirlo. Les hablaba de la apuesta, ¿no? Pues bien, eso se acabó.
Las jóvenes se miraron entre sí, sin terminar de entender.
― ¿Ya terminó?― Atli se aventuró a preguntar.
Amora dirigió la mirada a sus perfectas uñas. Al palacio. Sus nietas. Todo lo que tenía ahora. Lo que le quedaba.
―Significa que él ganó, pequeña boba. Logró arrebatarme a tu abuelo.
No se sentía tan mal.
Después de todo, él lo había anhelado durante más tiempo.
―No te pueden quitar algo que nunca fue tuyo. Los midgardianos solían utilizar esa frase para casos como el tuy―El discurso de Atli fue interrumpido por sus hermanas. Que silenciaron su inoportuno comentario con un golpe que fue directo a su cabeza hueca.
― ¿No te enseñó tu madre a respetar, niña tonta?― La encantadora revolvió cariñosamente el cabello de la muchacha.
Ésta sonrió.
Continuarían solas. Podían hacerlo. Eran fuertes.
Amora nunca necesitó un marido, ni a Thor para hacerse la reina de Asgard, tenía la suficiente confianza en sí misma.
Aun así, su amor por Thor la cegó.
Tal vez fue su esposo.
Pero nunca lo tuvo.
Y pensó que alguien como Thor no podía ser de nadie.
Thor era como el sol. Una estrella que brillaba para todos.
Pero se equivocó. Ella nunca lo tuvo, pero había alguien que podía.
Lo sabía ahora.
Me estoy muriendo. Mi corazón se muere. Escribir esto me ha roto. No duele.
Me quema, me lastima.
Bien. Estoy bien.
Hola.
Te extrañé, ¿Cómo has estado?
Yo bien, sólo digo, si te importa. Tengo sueño, tengo hambre, tengo todo excepto la confirmación de mi otp.
Pero sobreviviré.
Por favor dime qué no soy el único que escucha a Hozier en medio de la madrugada y se echa a llorar.
Siéntete especial, cariño, te revelo el nombre del amor de tu vida, no es cierto, es mío.
Si te importa un poco escucha Cherry Wine, es arte.
¿Por qué soy así? Ok, mejor me detengo ahora. Corre antes de que sea demasiado tarde y no pare de hablar. O escribir. Como sea.
Buenas noches, sueña bonito. Sueña con Thorki<3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro