#MaeDay
Capítulo 2: Beerpong.
Fiesta es lo que significa un sábado por la noche.
Solía quedarme para ver películas y comer hasta salir rodando de casa sin problema, pero todo cambia. El fin de semana largo es mi mejor amigo ahora.
De: Mia.
Hora: 19:20 pm.
«No sé cómo es que logramos ser amigas, deberías quedarte en tu casa para ver series».
De: Mae.
Hora: 19:22 pm.
«Ya te lo he explicado, te acosé hasta que nos volvimos amigas. Ahora te envío una foto y me dices como me queda el vestido».
De: Mia.
Hora: 19:25 pm.
«Woah, tranquila niña. ¿A dónde crees que vas con ese vestido rojo?».
De: Mae.
Hora: 19:26 pm.
«De fiesta, duh. No intentes sonar como mi hermano, ¿sí? Ya tengo suficiente con que haya salido aburrido y no quiera ir de fiesta conmigo».
De: Mia.
Hora: 19:27 pm.
«Quiero fotos cada cinco minutos y tienes hasta las dos de la mañana para regresar a casa, ¿leíste bien?».
De: Mae.
Hora: 19:28 pm.
«Sí, mamá. Te hablo mañana luego de recuperarme de la segura resaca».
De: Mia.
Hora: 19:29 pm.
«¡Mae Griffin, anotaré otro golpe en la lista para cuando nos conozcamos!».
Reí bloqueando el teléfono y me miré al espejo satisfecha con el atuendo. Volví a desbloquear el teléfono abriendo la cámara y fijándome en la hora. Sonreí y tomé una foto para luego publicarla en mis redes sociales.
—¿Qué hora era? —pregunté a mi yo interior fijándome de nuevo en la hora.
Guardé el teléfono y oí la puerta abrirse.
—¿A dónde vas? —preguntó mi hermano mientras buscaba el frasco de perfume.
—Fiesta, a la que también te invitaron y claramente olvidaste.
—Pero Mae, ¿no fue ayer cuando saliste?
—No, hermano. Esa fue la fiesta del vecindario, esta es fiesta en casa de Lena.
—¿Y quién es Lena?
—La vecina, inútil.
—¿Te arreglas entonces para ir de fiesta a casa de la vecina?
—¿Quieres que vaya en pijama, bikini o qué? —pregunté tomando un bolso de la repisa.
—No sé cómo puede gustarte estar ahí con tanta gente, bailando... —Se estremeció exageradamente y reí con disimulo mientras guardaba mis cosas en el bolso.
—No me esperes despierto —sacudí su mentón con los dedos y luego caminé escaleras abajo hacia la salida.
—¿Y papá qué?
—Papá está en el teatro.
—¿Y qué comeré?
—Tienes comida en el horno y muchas manzanas en la repisa.
—¿Y estaré sólo?
—Derek, tiene dieciocho años. No eres un bebé, si no quieres ir de fiesta, ponte a ver películas o algo.
—Tengo examen el lunes.
—Entonces ponte a estudiar —comenté mirándome en el espejo, giré a verlo y sonreí besando su mejilla— nos vemos, ratón.
—¡Deja de llamarme así!
—¡Cuando no tengas la cara así, hablamos! —grité para luego cerrar la puerta.
Tomé aire, empecé a caminar para cruzar la pista y llegar al rápido destino.
Era bastante temprano, pero el aire ya era un poco denso. Había gente en la puerta de la casa conversando y me saludaban mientras pasaba.
Al entrar lo primero que vi fue una piñata.
¿Una piñata?
—¡Hola, Mae! —saludó alguien extendiéndome una lata de soda abierta.
—Hey... Vecino —tomé la lata y sonreí cordialmente. El problema de ser amable es que luego no recordaba a quién estaba saludando.
Una anciana en el cuerpo de una joven y bella mujer.
—¡Estábamos esperándote! —saludó otro vecino rodeando mi hombro, sonreí soltándome educadamente y deje la lata de soda en una mesa.
No iba a tomar nada a menos que yo tuviera el control de ello.
Cuarta regla de mamá: nunca aceptes nada de extraños. Mucho menos alimentos o bebidas.
Tomé una lata de soda del contenedor y caminé a la improvisada pista de baile que habían formado en la sala y me moví al ritmo de la música. Los chicos habían formado un grupo en el que alternaban para hacer pasos de baile bastante... Graciosos.
—¡Esta es la canoa sobre olas salvajes! —Gritó alguien moviéndose como si tuviera una descompensación y todos empezamos a seguirlo—. ¡El baile de la toalla! —volvió a gritar haciendo que todos simuláramos secarnos la espalda— ¡Ahora libre! ¡Descanso! ¡Paso libre! ¡¡Paso libre!! —comentó seriamente moviendo los hombros. Solté una carcajada mientras bailaba y me uní al grupo de amigos que habían estado mirándome bailar como ese payaso.
—Hola, hijos. ¿Cómo los trata la vida?
—Hola, bombita—habló Finn sonriendo.
—Creo que es la primera vez en semanas que te veo fuera del mostrador, pensé que no tenías piernas!
—Oye, tenía que encargarme de la heladería de papá.
—Excusas, excusas —sacudí la mano con desdén y saqué mi teléfono— vamos a tomar una foto —comenté enfocando mi vaso y el de los demás en forma de brindis.
Brindis con refresco.
Las horas empezaron a transcurrir y empezaba a perder estabilidad. Pero no sabía el porqué.
—Este líquido púrpura bonito me ha ganado —levanté el vaso mientras gritaba.
—Mae, creo que ya es suficiente con cuatro —rio mi amiga Gina mientras le tomaba una foto a nuestros vasos.
Sí, le tomo foto a todo.
—Gina, vamos. Ven, juguemos eso —la tomé de la mano mientras caminaba completamente derecha hacia mi destino.
—Mae, te vas a caer —rio la chica mientras se ponía del otro lado de la mesa.
Beerpong.
—Nuestras reglas son así, lanzan esta pelota y si cae en el vaso, tendrán que tomar la cerveza que está ahí. Si da un bote antes, son dos vasos.
—¡Ya, vamos! —grité agitando la mano con desdén y reboté la pelota.
Fallé.
—Mae...
—Lo hice a poprósito.
—A propósito —me corrigió alguien a mi lado, y puse mi mano en su cara.
—Cállate humano, deja a la genia actuar —fruncí el ceño mirando los vasos.
—Mae, ¿qué haces?
—Visualizo mi objetito.
—Objetivo —rio Gina y alguien me dio la cosa que debía tomar.
—¿Qué proquería es esta? —miré juiciosa el pequeño vaso por unos segundos y me lo zampé— qué asco niños, no beban nunca.
Estuvimos jugando por unos segundos, ella embocando y yo recibiendo vasos por mi total fallo.
—Ya no quiero jugar —Me senté en el piso y recosté mi cabeza en el jardín.
—Mae, no hay nieve... No estás haciendo ángeles en el suelo.
—¿Quién eres? —entrecerré los ojos intentado ver su rostro a contra luz— ¿Mamá?
—Joe.
—No, no te conozco. Lo siento.
—Muy graciosa, te ves ridícula ahí en el piso.
—¿Desde cuando me ha importado eso? Soy riduculamente feliz.
—Ridículamente.
—El que tiene plata habla como quiere.
—¿Tienes plata?
—No, pero soy rebelde.
Lo oí reír y se fue dejándome sola por fin. Quién lo necesitaba de todos modos.
Unos minutos después, sentí los párpados pesados y el jardín de pronto se volvió muy cómodo.
Me dormí.
Al despertar estaba en un sofá de mi casa y a mí lado estaba mi hermano.
Con un vestido de princesa celeste y una peluca blanca.
¿Qué?
—Hola —mencionó comiendo de su manzana.
—Tengo muchas preguntas —declaré mirándolo.
—Intentaré responder.
—¿Cómo llegué aquí?
—Alguien tocó el timbre y cuando abrí estabas durmiendo en el piso con este papel pegado a la frente —señaló un papel en la mesa, me levanté despacio y tocando mi cabeza para leer el papel "adopta a una ebria".
—¿Quién fue?
—No tengo idea, abrí y solo estabas tú. ¿Sabes que papá se hubiera molestado si abría él?
—Derek, papá está en el teatro. Pasa todo el tiempo ahí desde... Lo de mamá.
—Sí, no lo sé. De todos modos deberías dejar de salir tanto.
—Bueno, ya. Haz la del perrito y ya.
—¿Que haga qué?
—Echale tierrita y déjalo pasar —sonreí quitándole la peluca— ¿hay explicación para esto?
—Por su puesto. Lex dejó esta caja interactiva el otro día —señaló un juego de princesas para niñas— y lo probé.
—Eso no explica el disfraz.
—Lo usé para darle más emoción al asunto.
—Pero hermano... estabas solo.
—Sí, lo sé. El juego fue divertido, hasta que apareciste como en las típicas novelas como un bebé en la puerta de un convento.
—¿Qué hora es?
—Son las cuatro de la tarde, hermana.
—¡¿Qué?!
Debes estar bromeando.
No, no está bromeando.
—Ahí viene la carcacha.
—No hables así de papá —Derek dio un golpecito en mi brazo, yo me reí tocando mi frente.
—Hablo del auto de papá.
—Ah, ya sabía.
—¡Hola, mis pequeños rayitos de sol! ¿Cómo amanecieron?
—Pues tu hija acaba de amanecer —habló mi hermano dándole una mordida a su manzana mientras veía la televisión.
—Uhm, hijo...
—Dime, pá —lo miró sonriendo y yo empecé a reír al ver el rostro de papá.
—¿Por qué estás usando eso?
—Lo que pasa es Lex dejó este juego interactivo de...
—Sí... Ve a cambiarte, Derek.
—Está bien —asintió mi hermano quitándose el vestido y quedando solo en calzoncillos mientras se dirigía a las escaleras.
—Oye, Elsa. Olvidaste tu cabello —Me burlé lanzando la peluca hacia él.
—Hola —saludó papá sentándose a mí lado luego de dejar lo que sea que llevaba en la mesa.
—Hola, pá. ¿Cómo te va?
—Pues los ensayos cada vez mejor, me está faltando un poco de apoyo con los niños. Desde que decidiste abandonarnos por trabajar en un restaurante...
—Oye —reí empujándolo.
—No, no es cierto. Me alegra muchísimo que por fin estés logrando lo que querías, botoncito. Sé que ayer no pudimos salir pero hoy dejé todo listo para irnos de paseo.
—¿Con helado extra para Mae?
—Afirmativo.
—Bien —asentí sonriendo.
—¿Estuviste tomando ayer, verdad?
—Eh... ¿Cómo sabes?
—Traes un aliento que parecen dos —declaró cerrándome la boca— Por favor, no te vayas a acercar a la cocina o a algún encendedor. Estás tan destilada que vas a incendiar la casa.
—Lo lamento.
—Sabes que no me gusta, Mae. Pero tienes veinte años, creo que hay suficiente libertad para hacer lo que creas correcto —besó mi frente y caminó hacia las escaleras con las bolsas que había dejado en la mesa.
¿Y si solo intentaba desahogarme de algún modo por la presión de mi madre?
No lo sabía, pero de pronto salir de fiesta me sentaba cada vez menos divertido.
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ALOOOOOOOOOOOOOOOO. ¿Qué tal?
Estaba aburrida y decidí subir un capítulo oahshsjh, espero que les guste, ahora mismo estoy un poco corta de ideas... ¿me ayudan?
¿Qué tareas debería dejar? :(
Pd: El lunes hay capítulo normal, puede que el tráiler esté listo, no puedo afirmar nada (?).
Los quiero :')
Baaaaaaaaaaaaaai✌
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