Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

3|La Familia Perfecta


Janesse

02 de Marzo del 2013

Nueva York


El llamado de tú corazón a veces es lejana, no consigues escucharla a tiempo. Y eso puede traer dificultades y provocaciones de malos resultados, siempre me he alejado de asuntos como esos, pero hoy debo poner en duda mis ideas. Tengo que verme en el resultado más catástrofe para soportar lo que estoy apunto de enfrentar.

La competencia de selección para la universidad que deseo está a mi disposición, solo debo conseguir el modo de enseñarles lo buena que soy.

Respiró con fuerza consciente del temblor que sufre mi cuerpo, pero aún así la entrenadora Robinson me acerca más al exterior del oscuro pasillo donde aguardo.

No consigo decir nada antes de que me llamen, es el momento y lo sé. Me aterra que todo sea distinto a lo que imaginé. La entrenadora Robinson me da un ligero apretón en el hombro y me empuja hacía la luz.

El silencio gobierna en estos momentos, sólo oigo el latido de mi corazón y lo fuerte que es mi respiración. Me quedé estática, no tengo la menor idea de lo que debería hacer. He entrenado tantas veces como para que me llegue a ocurrir esto justo ahora.

Después de un largo rato escuchó la única cosa que podría calmarme.

Oí la melodía de la canción que seleccioné para mi presentación con el lazo. Me concentré completamente y permití que mi cuerpo se guiará a sí mismo con el procedimiento de los movimientos memorizados durante mucho tiempo. Mi entrenadora era muy estricta con las técnicas.

Lo que sucede conmigo al iniciar con mi rutina, es que me pierdo inconscientemente y olvido que estoy rodeada de personas y que tengo miradas intensas sobre mí. Lo único que me importa es sentirme emocionada cuando danzo sobre la pista. Los fuertes latidos que empujan a mi corazón cuando siento la adrenalina en mi cuerpo. Eso es lo único que me importa.

Me moví como una delicada pluma pero segura de mis pasos, estoy segura de ser la única que siente la fuerza con la que mi cuerpo trabaja. El momento de lanzar el lazo, hacer los movimientos adecuados y atraparlo en el instante correcto sucedió con victoria. Un triunfo fue cuando escuché los aplausos del público y las voces de los conductores dando una buena noticia de mi rutina.

—Y esa fue la impecable Janesse Garnier —dijeron.

Sonreí mientras me acercaba a mi entrenadora. Ella me abrazó y me llevó a los dos asientos que siempre me causaban pánico, allí podríamos ver las puntuaciones.

9.9, 9.7, 9.5, 9.9 y 9,5.

Sentí el apretón de manos que me dio la entrenadora, estaba igual de feliz que ella. Había conseguido una gran puntuación. Lo logré. Era una puntuación similar con el balón, lo cual me traería buenos resultados acerca del reclutamiento nacional que preparaba la universidad.

Me reincorporé junto a la entrenadora Robinson para irnos junto con el resto de gimnastas que observaban a las demás dando su función.

—Lo has hecho excelente, querida —acotó mi entrenadora parándose junto a una de las concursantes de Australia.

—Gracias, lo he logrado por tus buenas clases —le recordé.

—Lo sé. Soy muy buena con mi trabajo —se halaga así misma—. Veamos a la siguiente concursante.

Al finalizar el evento, fue la hora de anunciar a los ganadores y los últimos lugares.

Orgullosamente gané el primer lugar rebasando la puntuación de una británica por tres puntos, lo que me llevó a la victoria y llamó la atención de los jueces de la selección nacional de la universidad. Supongo que gané por estar menos nerviosa ya que el evento fue en otra instalación y no en la universidad a la que quería asistir. La británica quedó en segundo lugar y una australiana en el tercero. Recibimos nuestras medallas asignadas por las posiciones sonriendo, sé que las tres nos sentíamos afortunadas de lo que conseguimos, quizás no, pero quería creer en el optimismo.

Rodeé a mi entrenadora y la abracé con fuerza orgullosa de triunfar.

Pronto oí el llamado de mis hermanos y sin falta alguna el de mis padres. Kenner fue el primero en felicitarme. Con un fuerte abrazo de su parte sentí que había hecho las cosas muy bien.

—Hermanita, estoy muy orgulloso de ti —exclamó lleno de vida.

—Lo estoy más —sentenció Suellen, la mayor de los cuatro—. Sí continúas así conseguirás quitarme el primer lugar de toda la nación —bromeó.

O por lo menos eso quise creer. En mi familia jamás debes creerte en todo lo que escuchas o ves, a veces las primeras impresiones resultan más siniestras de lo que imaginas.

—Estaré creando una rutina inolvidable —contraataco sutilmente, consciente de las cámaras que nos rodean a unos metros de distancia.

—Nadie destronará a nadie de ningún puesto —anunció nuestra madre—. Ahora, deberíamos ir a celebrar está nueva victoria.

—Yo escojo el sitio —pidió Darlene con su pícara sonrisa de siempre.

—Recuerda que no a los sitios nada elegantes o sucios y bajos de sociedad —le recordó nuestro padre.

—Tú también debes venir —mamá se dirigió a la entrenadora—. Gracias a ti ella es muy buena.

—Sus hijos tienen todo el talento que se necesita para estas maravillas, era claro que iba a ganar —acotó.

Salimos del edificio después de finalizar por completo el evento y nos dirigimos a un restaurante de lujo en el centro de la ciudad. Leí el nombre del lujoso edificio, Restaurante Primer Mundo. Imaginé lo superficial que sería la gente que llegara a comer allí, con pocas ganas me adentré junto a mi familia y la amiga Robinson, quien además de ser entrenadora era la amiga de la familia.

Nos recibió un hombre muy elegante que sonrió al ver los rostros de mis padres y hermanas famosas. Sí, casi lo olvido, yo y mi hermano Kenner aún éramos los que estaban en el closet a la espera de conseguir un solo reconocimiento para que el mundo del atletismo y la música clásica nos vieran visibles y se enteraran de que también éramos Garnier.

Lo que sucede en mi familia es un caso de sociedad gigantesco. No me estoy explicando.

Lo que trato de decir es que cuando una bailarina de ballet y un chelista de música clásica muy reconocidos se conocen y se casan, la familia resulta ser extremadamente perfecta. O por lo menos debe serlo. Desde que tuve conocimiento, sólo he entendido que la perfección y el triunfo debe ser lo primero, claro, también las buenas amistades de un alto rango.

Cuando Kenner se hizo novio de una muchacha corriente, perdón, quise decir de una chica becada, mi madre hizo todo lo posible para separarlos. Consiguió que la chica dejara la Universidad de Artes, Kenner pasó dos meses con el corazón roto hasta que se encerró en su música y nada más, no le habló a mamá desde entonces y a papá apenas lo miraba. Sinceramente, era la única en la familia que podía conversar el tiempo que quisiera con él.

El hombre elegante nos llevó a una mesa en el centro a petición de nuestro padre. Lo cual me entristeció y al mismo tiempo me agobió.

Allí íbamos de nuevo.

El matrimonio Garnier y sus dos perfectas hijas junto a la entrenadora Robinson. Sin mencionar a los dos hijos menores cuyas habilidades se cuestionaban. Cinco grandes talentos que eran demasiado conocidos para mi gusto y el de mi hermano. Supe por la expresión de Kenner que le molestaba tanto como a mí. Nos sentamos juntos para poder consolarnos mutuamente.

—Deberíamos ir a una fiesta —me susurró.

Miré a mis padres quienes conversaban absortos con Robinson y mis hermanas. Aproveché la situación para responder.

—Deberíamos pero no podemos —le recordé.

—Claro que podemos —contraatacó—. Sólo es cuestión de cómo escapar.

—¿Y según tú cómo lo haríamos? —Comí una zanahoria de mi comida vegetariana.

Lo malo de ser gimnasta era esto, no podía consumir nada más que vegetales o algunas frutas, tengo que hacer dieta y cuidar mi peso. Tampoco puedo beber alcohol.

—Tengo un plan ¿vendrás conmigo?

Le sonreí y acepté la propuesta. Los próximos minutos le presté atención a la conversación de la familia como Kenner hasta que la delicada música de piano dejó de sonar en el restaurante. Quise saber por qué, así que me apresuré a mirar al escenario, donde un hermoso y atractivo joven bajaba. Atiné a darme cuenta de que venía hacía nuestra mesa, volví mi mirada al centro conteniendo las ganas de seguir admirando aquellos ojos azules y el pelo rizado en un perfecto peinado hacía atrás, ni hablar de la piel tan blanca como la leche.

Me creerían una loca sí sólo presté atención a esos pequeños detalles como su nariz recta o lo poblada que estaban sus cejas o lo grueso de sus pestañas (espero que sean reales y no rimel). Tenía un cuerpo fornido y era alto.

Hubiera continuado en silencio y sorprendida pero la presencia de alguien detrás de mí me alteró un poco los nervios. Tragué con dificultad.

—Buenas tardes —saludó con una delicada y fina voz—. Lamento la interrupción pero no pude evitar acercarme y saludar a la familia de Kenner.

—¿Acaso eres Timothy Scheider? —Reconoció a mi padre prestando toda su atención.

—Así es, soy Timothy.

—Me gusta tú música, tocas como un ángel lo habría hecho —halagó mi padre—. Querida —se dirigió a mi madre —es un joven estudiante reconocido de la Universidad de Artes.

—Oh, ya veo. Kenner nunca nos habló de tener una amistad contigo —reconoció con cierto recelo que identifiqué al ver como miraba a mi hermano, quien con cinismo seguía comiendo de su plato—. Hijo, tú amigo está aquí para saludarte, muestra un poco de respeto.

—Pues no he dicho nada malo para que ya me reprendas —habló.

Todos en la mesa nos quedamos estáticos, era la primera vez que le hablaba a nuestra madre desde lo que ocurrió con su ex novia. Timothy parecía estar al corriente de la relación que tenía Kenner con mamá. Tocó el hombro de mi hermano y volvió a hablar.

—Estaba preguntándome sí podía invitar a Kenner a una cena con mi familia. Mi padre es profesor de piano y quiere conocer al intachable e inigualable Kenner Garnier. Ha oído presentaciones grabadas de mi amigo, y sigue insistiendo en conocerlo personalmente —modesto y refinado, esas serían palabras para describir a Timothy Scheider.

Mi familia tardó en asimilar alguna noticia que tuviera que ver con Kenner, realmente era así casi todo el tiempo, incluso conmigo. La única razón por la que sabían sobre estos eventos era por las cartas enviadas personalmente a ellos a través de los organizadores de esos eventos. Yo y Kenner no éramos importantes para nadie, salvo para nosotros mismos. Y sí queríamos hacernos conocer, debíamos trabajar muy duro.

Diría que igual que nuestras dos hermanas mayores, pero sería una cruel mentira. Allí hubo ciertos ajustes y mucho favoritismo.

Suellen fue la primera en hablar.

—Padre y Madre estarían encantados de que Kenner asista a ese encuentro —acotó.

—Claro que sí —convino mi padre.

—Perfecto, me encantaría que pudiera ser está misma noche —añadió el refinado Timothy.

—No hay ningún inconveniente —aceptó mamá —¿Cierto, Kenner?

—Iré sí Jane puede venir —negoció con nuestros padres sin mirar en ningún momento a su amigo.

—Sería un gusto convivir con la hermana de Kenner, escuché que ganaste en el evento de hoy —me dijo —felicidades.

—Gracias —respondí por costumbre a mis modales—. Madre, sí me permitiera asistir...

—Adelante —aceptó mi madre.

Cómo faltaba sólo dos horas para anochecer, Timothy sugirió que sería de buena fortuna partir enseguida, cómo él era un reconocido y famoso pianista, mis padres aceptaron inmediatamente. Me despedí de mi familia y salí acompañada de Kenner y Timothy.

Mientras salíamos y nos aproximamos al coche del pianista le comenté a mi hermano sobre la suposición que me hizo respecto a una fiesta. Él movió sus cejas del modo que me ponía horrorizada.

—Esté es el plan que te dije. Tenía una idea y ya está en proceso —canturrea.

—Eres una tremenda piraña —farfulló.

Me subí al coche inmediatamente. Kenner subió al copiloto y Timothy condujo mientras hablaba con mi hermano como cualquier par de amigos.

Sinceramente no he conocido ningún amigo de Kenner que mis padres hayan desaprobado. Pues a todos sus amigos que les ha presentado a ellos les ha parecido una completa y cruel broma para desprestigiar a la familia. Cuando éramos pequeños, no entendíamos lo suficiente pero ahora puedo gritar a voces que mis padres son unas bestias. Nos han educado del modo más equivocado y han confundido el amor por prestigio.

Conocí a un chico que vivía en Nueva York, amigo de Kenner, lo había conocido cuando mi hermano me llevó a un concurso de gimnastas en secreto de la familia y la entrenadora. Se llamaba Sam y era un estudiante de la preparatoria pública, Kenner lo conoció cuando estaba en un curso en Nueva York. Era un agradable, humilde y educado muchacho. No le hacía falta tener dinero ni una alta sociedad para que fuera educado. En realidad él era mucho más educado que la gente que conocía.

Hubiera continuado feliz mirando por la ventana, sin embargo, Kenner parecía dispuesto a que me involucrara en la conversación.

—Kenner me ha contado que eres muy buena gimnasta —acotó Timothy.

—Claro que sí, Tim —combino a mi hermano—. Mucho mejor que Suellen, pero no le digas nada a ella o querrá quitarle esta oportunidad a Jane.

—No diré nada, me mantendré callado —habló Timothy.

—¿Podrían decirme a dónde nos dirigimos? Llevo minutos esperando a llegar, sin embargo el coche sigue andando —articulé mirando a Timothy a través del retrovisor.

Él me observó a través del retrovisor por unos segundos hasta que rompió el contacto visual para mirar el camino. Me sentí extraña con ese par de segundos. Me sentí muy viva y feliz de estar allí, saliendo a escondidas de mis padres y mintiéndoles. Me sentía como sí otra yo tuviera el valor que yo no. Era algo encantador. Muy nuevo.

—Iremos a un club en Nueva York. Nos ha invitado un amigo del amigo de Timothy que es mi rival —respondió Kenner.

—Dice que es su rival por qué se presentan en los mismos eventos la mayor parte del tiempo —acotó Timothy mirando nuevamente por el retrovisor.

—Su actitud lo hace lindo cuando se siente amenazado —le hice saber.

—Eso es una total y nefasta mentira, Janessabelle —chilló Kenner.

—Oh, por dios. Que terrible te escuchas al combinar mi nombre con otro —aullé con elegancia.

Sólo así me di cuenta de algo. Yo y Timothy éramos demasiado formales con nuestras palabras a diferencia de Kenner, quien hablaba siempre a su modo: informal y sin arrepentimientos.

Supongo que eso nos da envidia de él. Yo sé que Timothy se siente igual y por eso se lleva muy bien con Kenner.

—Ya casi llegamos —anunció Kenner, miró su iphone—. Al parecer la fiesta se ha alocado con la presencia de un par de bandas de rock. ¡Genial! Siempre he querido conocer a cantantes de otro género musical. ¿Qué dices Tim? ¿Te animas a cantar como un rockero está noche?



https://youtu.be/HcVv9R1ZR84


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro