Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

13|Corramos Por La Ciudad

Connor


Se supone que cuando uno está corriendo, lo único que debe escuchar es el latido de su corazón y su respiración entrecortada. Eso esperaba de mi parte.

Debido a la falta de aire, tuve que quitarme el cubre bocas mientras los perseguía. Cuento únicamente con la gorra negra.

Pero no estoy corriendo por gusto, ni persiguiendo a un ángel de oro, estoy siguiendo en una situación inesperada a un inepto chico de cabello rojo y ojos verdes. Un inepto chico que le encanta hacer travesuras más pesadas que Cati Young. Un chico que se ha convertido en un artista que mucha gente conoce, y que la mayoría quisiera secuestrar para cogerse un centenar de ocasiones. Y lo que es peor aún, este mismo chico disfruta lanzándome cosas para detenerme.

—¡Vete, piérdete! —Vocifera mientras sigue huyendo.

Ahora mismo debería estar en el hotel, preparando la nueva canción junto a Arley. No persiguiendo a un sinvergüenza pelirrojo que arrastra a Syd, una de las artistas más cotizadas del mundo, que se niega a seguir las reglas.

—¡Rik, detente!

Antes de que mis manos alcancen la espalda o incluso el cabello rojo del inepto, un contenedor de basura y un muchacho rubio me impiden cualquier probabilidad. Adrik tiene mucha suerte de su lado, y yo las sobras de mala suerte.

Caigo al suelo tras chocar contra un contenedor de basura arrastrado por el muchacho rubio. Impresionado por mi llegada inesperada, el rubio se apresura a ayudarme a ponerme de pie. Y yo me rindo en ese momento, pues desde mi posición visualizo a Adrik subiendo a un autobús con Syd.

—¿Estás bien? —Preguntó el joven rubio de ojos miel con una expresión amigable en su rostro—. Realmente no te vi llegar —puntualizó—. Lo lamento.

—Está bien, no pasa nada —acoto limpiándome la playera azul oscuro y el saco negro—. Fue un accidente.

Miro al muchacho rubio, y noto una pizca de asombro en sus ojos, entonces siento el aire golpear mi cabello, por instinto me toco la cabeza y descubro que he perdido la gorra.

—Eres él ¿verdad? —Susurra ensanchando su sonrisa—. Esto es increíble, no creí que llegaría a conocer...

—Shh —le pido, haciendo un ademan con mi mano—. ¿Podrías guardar el secreto?

Encuentro mi gorra debajo del contenedor, la tomo y la sacudo antes de volver a ponérmela.

—Claro que si, viejo. Claro que sí —repitió con una euforia agradable, me mira un segundo y saca su teléfono—. ¿Me podrías regalar una foto?

—Por supuesto —acepto.

Me tomo la fotografía en menos de un minuto, me despido, vuelvo a colocarme la gorra y camino hacia cualquier tienda pequeña que este en la calle con la intención de comprar una bebida fresca. Ya no tiene caso que persiga al inepto.

Veo a un niño haciendo un berrinche a su abuelo, y a una madre regañando a su esposo por reírse de la situación. Intento no reaccionar, pero la forma en la que actúan y sus expresiones son todo lo que necesito para sentirme feliz ante una ingenua escena.

Es una típica fotografía familiar. Un recuerdo que ninguno de los cuatro debería olvidar. Algo precioso que tienen enfrente y que deberían proteger con todas sus fuerzas.

Escucho la conversación divertida del niño quejándose de que su abuelo le prometió una golosina si le decía lo extraño que era su padre por vestir un traje de alienígena verde. La madre seguía diciendo que era parte del vestuario para una película, y que debía respetar el esfuerzo de su esposo por ayudarla.

Sostengo la risa mientras escojo un refresco en la tienda de conveniencia. Tengo tanta sed que me niego a beber agua normal, prefiero algo con sabor en un momento como este. Perdí muchas calorías mientras perseguía a Ojos de Gato.

Alguna vez creí en el destino. Creí con tanto entusiasmo que terminé decepcionado con el resultado final. El destino es un asunto complicado. Es un tema difícil de aceptar y solo los valientes pueden sobrevivir a ella. Yo no fui valiente, terminé con el corazón roto y los sueños destrozados.

No he vuelto a creer en el destino. No he vuelto a pensar en ello. No le he dado importancia a lo largo de estos años. Cuando me topaba con las mismas personas consecutivamente o con un mismo objeto casi todo el tiempo, usaba la palabra casualidad y me alejaba voluntariamente.

Alguna vez oí algo sobre tres veces. Si te encontrabas, conocías o veías a una persona tres veces, significa que era el destino haciendo su trabajo para reunirlos. Bueno, quizá era con otras palabras, pero así fue como lo entendí. Y la verdad es que no estaba mal. Yo pensé eso mismo durante mi infancia, mi adolescencia y tras una larga pausa, ahora mismo.

La primera vez que la vi fue en el club, ella tenía un lindo vestido con bolitas verdes y danzaba como una delicada muñeca de porcelana. Y ahora, tras un suceso de acontecimientos que terminó trayéndome precisamente a esta tienda de convivencia, la volvía a ver.

De un momento a otro todo se calmó, dejé de escuchar las voces de los demás, y lo único que oía era la suave música que adornaba el ambiente de la tienda, y a ella cantando en voz baja. Seguía el ritmo al pie de la letra, y tenía una voz increíble. Poco a poco comencé a acercarme, la estudié mientras ella seguía entretenida con las pastas, ni siquiera notó mi presencia frente a ella.

Tenía sujetado su cabello en una desordenada coleta alta, no tenía maquillaje ni lápiz labial, y lucía muy relajada. Sonreí encantado por su expresión suave, por su atención en las pastas y su alegre canto susurrado. Otro paso más y ya estaba lo suficientemente cerca para oler su fresco aroma a mentas.

Hay una peculiar sensación que navega por todo mi cuerpo. Me siento relajado, tranquilo e hipnótico cuando la veo así, sencilla y ordinaria. Es inexplicable, hermoso e incluso fascinante. No puedo evitarlo, y me mente crea escenarios donde soy el protagonista de un cuento de hada; imagino que estoy en el mar tratando de no ahogarme, y en medio de la nada aparece un pequeño bote con una capitana con el cabello de oro. Nuestras miradas conectan y entienden que hemos sido creados para estar juntos.

Luego la escena cambia, y ahora estoy en la Luna, contando estrellas mientras permanezco triste, pero entonces una preciosa estrella fugaz se cruza en mi camino y conectamos una vez más.

Pronto me veo a mi mismo en una isla, sentando debajo de un árbol de coco, a la espera de cualquier cosa. Y desde la distancia visualizo a una sirena aproximándose. Ella llega a mi para hacerme compañía, y así dejo de sentirme deprimido.

Tengo esa amarga sensación de que si me involucro con ella, toda mi vida va a cambiar. Mis ideas, mi estilo de vida e incluso mis creencias terminarán colisionando en su preciosa sonrisa. Presentí en ese breve instante que podría transformarse en una mariposa que le diera color a mi vida, o volverse una mancha que destruyera mi corazón por completo.

No la conozco lo suficiente, pero puedo estar seguro de que con ella sería darlo todo o nada. Puedo sonar muy histérico, aunque es la amarga realidad. Yo no creo en el destino, y no planeo hacerlo nunca más, a menos que realmente me enseñara algo impresionante.

Me doy cuenta que en todos mis pensamientos, en medio de mi cuento de hadas, ella viene a rescatarme. Siempre me encuentro en un lugar solitario, sin compañía y con una tristeza inevitable. Pero ella llega a darle color, vida y sentido. Es extraño, me aterra que todo cambie si dejo que alguien más se meta en mi vida. Aunque se trate de alguien desconocido volviéndose un amigo.

Creo que estoy mejor solo.

Pero esa idea se anula por si sola cuando la veo. Cuando descubro a mi cuerpo palpitando, a mi corazón acelerándose sin mi consentimiento, y mi mente extrañándola entre mis brazos. Ni siquiera tengo que dirigirle una palabra para sentirme vulnerable ante su presencia.

Supongo que la miré con demasiada intensidad, porqué al final levantó la mirada y me pilló. Por un momento creí que no iba a reconocerme, pero pensé demasiado rápido. Sus ojos se ensancharon y me enseñó una hermosa sonrisa. Dejó las pastas y se acercó más, unos cinco centímetros menos y nuestras bocas pudieron volver a fusionarse.

Mi rostro se tensó. La sonrisa vaga se borró y en su lugar mi expresión de mierda surgió efecto.

—¿Connor? —Me llamó—. ¿Qué haces aquí? —Preguntó en un susurro.

—Vine por agua ¿y tú? ¿Vives por aquí cerca?

—Ah, sí. Algo así —respondió.

Permanecimos mirándonos unos segundos más, hasta que decidimos ir a pagar nuestros productos. Le cedí la oportunidad de ir primero, pero porqué quería tener una excusa para charlar con ella, sin embargo, me encontré rezándole a cualquier dios para que la mantuviera de pie unos segundos antes de irse. Sólo así podría pagar el agua y alcanzarla.

La suerte podía estar de mi lado solo por está ocasión. Janesse me esperó sin razón alguna. Y juntos salimos de la tienda de convivencia. Se sentía muy bien estar a su lado, su aroma y su compañía eran muy relajantes.

Pretendí ayudarla con la bolsa, pero se negó amablemente.

—Lamento lo del escándalo —comenta de la nada, mostrándose culpable—. No creí que...

—No tienes porqué disculparte —le aclaro, realmente no tiene porqué, no es su culpa—. No tienes nada que ver. Estás cosas surgen todo el tiempo en el mundo del espectáculo.

Janesse asintió nada convencida, su mirada parecía triste.

—Aún así, lo lamento —volvió a decir—. Por el ojo morado —señaló.

Lo había olvidado, mi ojo saldría morado en la foto del muchacho rubio de hace una hora atrás, y solo espero que ninguna otra persona me note ya que no deseo que esa evidencia salga a las pantallas.

—Eso me lo merecía —acoto apenado—. Aunque no voy a disculparme —aclaro.

La mirada que me da Janesse me hace sentir grande, inmenso, como si tuviera todas las armas en las manos y las decisiones para sentenciar el destino de lo que podría surgir entre nosotros.

—El beso —murmuro mirando sus labios—. Jamás podría disculparme por besarte.

Janesse permaneció atenta a mi mirada, era como si leyera mis pensamientos a través de las ventanas del alma de la que todo el mundo habla. Más allá de eso, lo único que pensé es que intentaba descifrar lo que sentía. Parecía importante para ella.

Mirarla me hacia darme cuenta de muchas cosas. Janesse no era como cualquier chica con una elegante familia y dinero por todas partes, era diferente a ese mundo majestuoso por el que muchos luchaban. Por el que muchos soñaban. Ella no quería quedarse allí, quería huir, lo podía ver en esos ojos tristes.

Esos ojos oscuros me llevaban a un lugar cósmico, a un espacio silencioso con más de un millón de estrellas que se triplican con cada parpadeo, la brillante luz que resplandecen en ellas es tan preciosa que mis ojos destellan al verlas. Puedo ver una vida entera de pie frente a ella. Admirarla demasiado tiempo podría costarme muchas cosas, pero su pacifico rostro es lo necesario para sobrevivir.

Un mundo cósmico. Magia y estrellas. Luz y vida. Compañía y alegría.

Todo eso me transmite esa mirada sincera, cálida y profunda. El resto de la humanidad deja de importar y solo tengo ojos para ella, y prestarle atención es todo lo que necesito para poder respirar en un mundo tan extraño, inmenso e imperfecto.

Y cuando sonríe... Mi mundo colisiona entre mil ideas, millones deseos y muchos calambres originados en mi estomago y en los latidos de mi atormentado corazón. Mi cerebro procesa información extraña de forma inmediata y me enseña a pantallazos que voy a sufrir una invasión sentimental. Algo que podría darme luz o enterrarme en una oscuridad que jamás me dejaría en paz una vez que termine en ella.

Janesse Garnier podía ser el impulso que necesito. O podría ser la espada sádica que destroza por completo mi corazón. Pero todo quedaría alrededor de una sola cosa: mi elección.

Yo tenía el poder de decidir. De escoger lo que sería de mi futuro y el presente que deseo vivir. La miro por unos segundos, permanecemos en silencio hasta que en mis labios se asoma una ligera sonrisa.

—La noche se ve muy linda —acoto.

—Lo es —responde, sonriéndome alegremente—. Me alegro de verte otra vez. Pensé que no volveríamos a cruzarnos...

—Pensé lo mismo.

—¿Crees en el destino?

—No lo sé. Estoy averiguando si debo creer o no —sentencio—. ¿Tu crees en el destino?

—Sí. Siempre creeré en el destino. Gracias a eso te conocí una segunda ocasión.

Sonreímos. No como una sonrisa en la que fijo demostrar falsa alegría, realmente me hizo sonreír ese comentario. Me hacía sentir muy especial. Me daba la fuerza necesaria para desvelarme toda la noche componiendo una nueva canción. Cuando estoy con ella, muchas ideas vienen a mi mente y las letras llegan por si solas componiendo una canción.

Caminamos por la acera hasta alcanzar la esquina que daba a una nueva calle.

Y antes de separarnos la detengo.

—¿Quieres cenar conmigo?

Janesse permanece quieta por unos segundos, sonriendo alegremente, hasta que asiente y me responde.

—Me encantaría.

—¿Puedes ahora?

Entonces reacciona sorprendida, se mira el atuendo informal que tiene: pantalones cortos, una blusa azul holgada y zapatillas bajas y rojas.

—No creo que este arreglada para...

—Estás perfecta así —respondo enseguida.

—Bien —accede—. ¿Y a dónde iremos?

Pensé rápido.

—Hay un restaurante cerca de aquí, se llama Ten Minute, y sirven buena comida —acoto sin tener la menor idea.

—Genial. Entonces vamos —respondió—. Que bueno que compre muy pocas cosas.

—Casualidad —señalé.

—Claro, casualidad —repitió.




https://youtu.be/W5kM5wAwRug

¡Tenemos capítulo nuevo!

Puesto que soy una persona muy ansiosa, no diré nada más, hasta que se publiquen los siguientes capítulos.

Pero algo es seguro: Es la Primera Cita No Oficial de Janoor.

Denles amor.

Gracias por seguir leyendo.

Besos PERFECTOS a todos.

Muakkk (directo en las mejillas)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro