Capítulo 1
𖤍Jinney𖤍
Me bajo del tren, con el estómago revuelto y el corazón en la garganta. Acabo de demostrarme a mí misma y a él cuán capaz soy. Ahora solo debo esperar a que no quiera cobrármela o a que me la cobre.
A pesar de ser medio día, el clima me exige que me aloje rápido, y si puedo, me arrope, pero estoy perdida, y no solo mentalmente. No solo demostré mi valía y capacidad, sino que también huí cuál cobarde después de eso, solamente con mis pertenencias más valiosas y uno que otro juguete, pero sin siquiera ver dos veces mi destino.
En la parada del tren hay un letrero con letras coloridas y cursivas con la leyenda: "Bienvenidos a Friedhelm's". No sé dónde mierda queda eso.
La gente se está moviendo, así que me va a ser difícil preguntar, al menos por ahora. Llego hasta una bonita y pintoresca banca de mármol, donde únicamente hay una anciana.
—Buenas tardes, disculpe —saludo—, ¿es usted de aquí?
La señora me voltea a ver lentamente, con una mirada casi tan perdida como la mía.
—Sí, hijita —contesta con calidez—. ¿Necesitas ayuda?
Estoy segura de que me he sonrojado. Es bastante obvio que necesito ayuda, mi cara debe demostrar cuán perdida estoy, y mis manos llenas de equipaje delatan que no pienso volver a subir al tren.
Aunque puedo, de hecho, pero si yo no sé dónde queda Friedhelm's, él tampoco lo sabrá. Mejor eso, mientras más recóndito, mejor.
—Sí —le digo a la señora—. No soy de aquí, y necesito conseguir un alojamiento, la verdad salí con algo de prisa y olvidé revisar eso —parte de eso era verdad, otra parte era más bien una omisión de información.
—Estás en Friedhelm's —señala—. Las personas aquí no son muy amables con los forasteros, puedes decir que tienes familia aquí o que te fuiste muy joven, de lo contrario te será difícil encontrar un lugar.
—¿En serio? —quise saber, un tanto desanimada.
—Di que eres nieta de una prima de Calicia de Evesford —me sugiere—. Soy yo, si te preguntan el nombre de mi prima, inventa uno.
Parpadeo lentamente, ¿no me acaba de decir que la gente de aquí no es muy amable?
—Usted no es de aquí, ¿verdad? —digo sin pensar.
Me arrepiento de inmediato, pero la anciana ya estaba contestando:
—Podría decirse que no, pero he vivido aquí por tanto tiempo, que la mayoría no lo recuerda. Friedhelm's parece ser la ciudad de los perdidos —me cuenta, en total confianza—. Cuando era joven huí de casa porque mis padres me querían casar con un hombre al cual nunca conocí, así que reuní todo lo que tuviera de valor y tomé el primer tren. Terminé aquí, justo como tú.
Justo como yo, cuando verdad había en esas palabras.
—Yo también huí de casa —admití, agachando la cabeza—, pero fue por el bien de ellos. También tomé el primer tren.
—Si es así —dice la anciana, aún con tono cálido—. En ese estante hay muchos anuncios sobre alojamientos disponibles. Hace no mucho alguien puso uno, aprovecha que sigue disponible, porque a veces se quedan los anuncios aunque ya hayan sido ocupados.
Miro en la dirección en que señala y, efectivamente, ahí hay un estante con anuncios de diversos temas.
—¡Muchas gracias! —agradezco con sinceridad.
Camino hacia el lugar e inmediatamente identifico el anuncio mencionado por la amable anciana, lo sé porque el papel no está sucio ni desgastado como la mayoría.
Dice:
"Piso compartido.
Disponible:
1 habitación con baño propio.
Acceso a la cocina.
Acceso a la sala de estar.
Puedes tener visitas si éstas no son muy ruidosas.
Alquiler: $300 dólares mensuales.
La despensa y cosas para el hogar se compra en conjunto, pero es negociable".
Abajo hay una dirección y ya.
Saco mi celular, pero recuerdo que lo debo reemplazar, así que lo dejo en la bolsa de nuevo. No sé si aquí hay taxis o Uber, pero descarto la segunda opción por lo obvio.
Intento volver con la señora para preguntarle, pero ella está siendo abordada por un hombre de cabello oscuro en ese momento. Estoy muy agradecida con ella, pero no parece que el tipo quiera hacerle daño.
—Abuela, por última vez, no puedes irte así —regaña el hombre—. Ni siquiera sabes a dónde ir, este es tu hogar. Aquí has vivido siempre, el mundo afuera cambia.
—Demi, no me hables como si fuera una niña —replica la señora—. Yo sé cómo es el mundo de afuera.
El hombre se sienta en cuclillas frente a ella y la toma de las manos.
—Ya sé, abuela, pero tú eres lo más importante para mí. No podría vivir sin saber dónde y cómo estás.
Quiero acercarme, pero sé que sería inoportuna. Para mi suerte, un taxi llega en ese momento.
Casi aplaudo por la existencia del transporte en esta pequeña ciudad.
Me aseguro de que esté disponible antes de entrar y darle la dirección que estaba en el anuncio. Afortunadamente, tengo suficiente efectivo para vivir por un buen tiempo.
Además, pude transferir todo mi capital económico a cuentas más seguras que no podrían ser rastreadas. Solo espero que la vida en Friedhelm's no sea tan dura como lo fue en Berlín.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro