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0.3

Lo que pasó una noche, terminó haciéndose costumbre con el tiempo.

Ahora todas las noches, Beomgyu dormía en la cama del pelirrojo malhumorado. Al principio era supuestamente por el frío de la temporada, pero una vez este se fue, ya no había excusa más que poner.

Beomgyu se metió en las sábanas junto a Taehyun. Extrañamente, ya no era nada raro acostarse de ese modo juntos.

Solían conversar un poco antes de dormir. Pero ese día, Taehyun tenía planes diferentes.

--Dentro de la penumbra del hogar de-

--¿Qué estás haciendo? --inquirió Beomgyu girándose hacia él.

Por el grácil brillo de luna que alumbraba en la oscuridad, Beomgyu apenas podía distinguir a Tae sentado/ apoyado en la cama, con un objeto entre sus manos.

Al prestar atención, pudo notar que el objeto que tenía entre manos, era un libro de tapa de cuero negro.

--Leyéndote.

--¿Vas a leer ahora?

--Este libro es de mis favoritos. Creo que podría gustarte. ¿Tienes sueño?

--Mmm... La verdad no.

Compartieron una breve mirada acompañada de una sonrisa antes de que el pelirrojo siguiera.

--Dentro de la penumbra del hogar de la antigua parada...

Beomgyu sonrió mientras escuchaba.

--Me recuerda a mi hermano --dijo de pronto cortando al más bajito.

--¿Cómo?

--Yo... Le solía leer todas las noches antes de dormir. A él le gusta leer también. Ustedes se llevarían bien --finalizó con una sonrisa imaginándose a ese desastroso par juntos.

Taehyun lo pensó un momento.

Como le hubiera gustado: conocer a la familia del pelinegro, para agradecerles.

Pero no, no debía pensar en esas cosas.

Taehyun carraspeó y siguió su lectura como si esos pensamientos nunca hubieran surgido.

Por primera vez, Taehyun se sonrojaba frente a él; y por eso, el pelinegro se giró dándole la espalda intentando frenar una risita nerviosa.

Taehyun detuvo su lectura.

--Te escucho, sigue por favor.

Las palabras, poco a poco, fueron convirtiéndose en escenarios extraordinarios y excitantes en la cabeza del más alto.

Y así continuó Taehyun. Continuó y continuó hasta que el pelirrojo escuchó unos ruidosos ronquidos.

Lindo.

Dormir juntos se había hecho una costumbre, pero también habían forjado otras con el pasar de los días.

Como cuidar del jardín, por ejemplo.

Beomgyu ya no sabía qué demonios le estaba pasando.

¿Se había enfermado? ¿Por qué sus manos sudaban de la nada o su corazón se aceleraba en momentos particulares? Incluso se sentía caliente...

Sí, de seguro debía estar enfermo.

Por la mala costumbre que tenía con JuJu, Beomgyu siempre despertaba acurrucado sobre Taehyun. Lo peor de todo era que este no hacía nada, en cambio le devolvía el medio el abrazo y le acariciaba los cabellos después de haberle leído un capítulo más del libro de tapa negra.

Al principio era raro, pero ya que se hizo algo de todos los días, dejó de serlo. Y dormir abrazados "por el frío", se volvió totalmente normal.

Lo que no era normal eran esos sentimientos que había identificado Beomgyu ese día en el jardín.

Después de comer, habían salido a encargarse de la jardinería; regar, cortar, y a veces nada más admirar.

Ese día, Beomgyu, mientras tapaba con tierra y con la ayuda de una pala, plantas ya marchitas, terminó cortándose el dedo con la cuchilla de esta porque casi se le cae el objeto al ser tan grande.

--¡Ah!

Taehyun giró alamado hacia el pelinegro. Cuando vio como brotaba la sangre del corte, sintió una especie de preocupación más alivio, pues el corte no era muy grande.

Taehyun, quien estaba de cuclillas atendiendo sus gladiolos, se levantó lentamente y se acercó hasta él.

Beomgyu se concentró en el ardor de su corte, pero su mueca de incomodidad cambió por completo cuando Taehyun tomó su mano con ambas suyas con delicadeza.

El pelirrojo tenía un trapo limpio mojado en la mano derecha. Cuidadosamente, con él, rodeó el dedo índice herido del pelinegro, secó la sangre y después de esto, buscó su mirada entre sus tupidas pestañas.

--Tienes que ser más cuidadoso --regañó y siguió limpiando la herida --. No quiero que te pase nada por culpa de tu imprudencia --Lentamente acercó su mano a sus labios, y sorprendiendo y alterando a Beomgyu, depositó un suave beso por encima de la herida, después viéndolo a los ojos --. Recuerda que tú sí puedes morir --dijo esto último con un tono sombrío, porque la idea era tan solo impensable para él.

Las rosas rojas del lugar estaban pálidas a comparación del pelinegro.

Pero Beomgyu no sabía que ese era tan solo el inicio de todo.

Un chico inexperto en el amor realmente no sabe cuándo lo está.

Despertar acurrucado con el protagonista de sus pensamientos, era todo menos beneficioso para sus dudas.

Fue mucho peor aquella mañana, que Taehyun mientras sonreía y le acariciaba los cabellos con lo que podría ser aprecio, dijo:

--Eres la persona más bella que he visto jamás.

Beomgyu últimamente estaba compitiendo con un tomate.

--¡No digas cosas así tan a la ligera! --lo empujó del pecho, haciéndolo reír --¿Por qué tienes que decirme esas cosas?

Algo revoloteó dentro del pelirrojo, pero ya un poco consciente de lo que era, optó por ignorarlo y decirle la verdad, bueno, en parte.

--Es que se me escapó de los labios --rió bajito --. Siempre que te veo, lo pienso.

Tan cierto como doloroso.

Taehyun tenía una clase de apego con una rosa del jardín. Esta era de un rojo intenso, exactamente de la misma tonalidad que su cabello: era la más grande todas, preciosa, resaltante y situada en el medio de las demás.

Taehyun parecía amarla, la cuidaba como ninguna, la regaba con una paciencia envidiable, y lo más extraño de todo, con una sonrisa en su rostro.

Como si lo hiciera realmente feliz.

Beomgyu no pudo evitar no sentir curiosidad por dicha rosa, por ella y por el encantamiento de Taehyun por esta.

Era muy bonita y todo, pero en ese jardín había más flores mucho más extravagantes y coloridas que esa, por lo que no entendía su increíble adoración por la gran rosa.

--Miras esa rosa como si fuera la entrada al paraíso.

Taehyun escuchó sin quitarle la vista a la susodicha, luego sonrió y acarició sus pétalos con mucha dulzura unos segundos antes de responder.

--Lo es de alguna manera.

--¿Por qué te gusta tanto? Hay muchas iguales.

La simpleza de Beomgyu no le dejaba entender. Taehyun le haría entender a su modo, el práctico.

--¿Recuerdas que me contaste de la pulsera de plata que te dio tu abuelo en tu cumpleaños?

Beomgyu la miró en su muñeca apenas lo dijo.

Él lo extrañaba mucho.

--Sí --Se las arregló para responder tranquilo.

--Me he dado cuenta de que tienes más pulseras ahora mismo, que son más grandes y bonitas. Pero, ¿por qué esa es tu favorita?

--Porque mi abuelo me la regaló --contestó sin vacilar

Taehyun sonrió ladino y acarició una vez más uno de sus pétalos antes de levantarse.

--Exacto.

--¿Qué tiene que ver con tu rosa?

--Tú no valoras a esa pulsera porque es simplemente una pulsera, hay muchas otras pulseras --dijo mientras veía con una fascinación perpetua aquella rosa --. Tú valoras esa pulsera, porque cada vez que la ves, viajas en el tiempo, y en el momento que vuelves de aquel viaje entre sentimientos, el tiempo se congela y se vuelve más que un simple recuerdo. Se vuelve una realidad y un instante que tienes la dicha de revivir.

Sus palabras dejaron al pelinegro sin respuesta por un tiempo.

--Alguien a quien amas te la dio --concluyó después de enlazar hilos.

Taehyun asintió.

--La plantamos juntos.

Recordó a Huening Kai escabulléndose en el castillo tan solo para regalarle algo por su cumpleaños.

Después de haber terminado con los dedos arruinados por sus nulos conocimientos en jardinería, ambos rieron.

--Cariño, tus dedos.

--Los tuyos están sangrando más --señaló Taehyun.

Hyuka sonrió y negó.

--No duele --mintió --. Déjame curar las tuyas.

Con los dedos ensangrentados, lo curó.

--Cariño, ahora que lo pienso, estará muy sola...

--Pero solo es una flor.

--No es solo una flor, es nuestra flor. Por lo tanto, esta rosa es especial, siempre será especial.

Taehyun sonrió porque le pareció tierno.

--Lo es.

--Vendré cada día aquí a plantar una nueva. Y pronto este jardín vacío, ya no lo será más y se convertirá nuestro pequeño Edén. Nuestro.

El rubio príncipe se sonrojó, apartando la mirada.

Un príncipe no podía perder los escrúpulos de esa forma, ¿cierto? Una sonrisa no podía causarle tanto.

--Un príncipe jamás se ensucia las manos --musitó cabizbajo y colorado.

--Para amar al hijo de un herrero que labra tierra todos los días para vivir, seguro lo has hecho muchas veces, cielo.

--N-n...

--Feliz cumpleaños, cariño.

<

--¿Tu mamá? --Taehyun volvió a la realidad --¿Tú papá?

--Él.

--¿Te refieres al hijo de-

Asintió.

Beomgyu era curioso, y desde que supo que era un hombre, quiso preguntar.

--¿C-cómo sucedió?

--Él tan solo tenía que entregarme mi nueva espada. Pero supongo que caí desde el momento que nuestros ojos se encontraron.

--Y... ¿ahora cómo te sientes?

--Él descansa en paz... Eso me hace feliz.

Le dolió el corazón a Beomgyu por alguna razón.

--¿Quieres reunirte con él? --preguntó después de segundos de silencio.

--No puedo --anunció --. Jamás podré --Sonrió apenas, casi por compasión propia.

--¿Qué hace falta para romper el hechizo?

--Es un beso de amor verdadero. Pero por claras razones, eso es imposible --casi rió.

Huening Kai no volvería a sus brazos por más que lo deseara con todas sus fuerzas.

Beomgyu se quedó en silencio con una expresión que felizmente, Taehyun no pudo ver.

--Vamos a cenar.


Ya en la cama, horas más tarde. Beomgyu no podía sacarse el tema de la cabeza. Quería aclarar sus dudas, que Taehyun le respondiera. Quizás así se comprendería a sí mismo.

Echados de costado en la cama, y mirándose el uno al otro, fue que Beomgyu se motivó a hablar, por el brillo en sus ojos.

--¿Cómo se siente enamorarse? Q-quiero decir, jamás me ha pasado. Yo... Tengo curiosidad.

Él le sonrió ladino.

--El amor es la única maldición que todos queremos recibir.

--¿Por qué maldición?

No entendía la analogía. Se supone que el amor era algo hermoso, no maldito.

--Lo entenderás una vez caigas.

--¿Caer?

--Caer.

--¿A dónde?

Le sonrió.

--No lo sabes. Solo caes, ni siquiera puedes elegir saltar. Sería muy fácil de ese modo. Muchos hubiéramos decidido no haberlo hecho si la opción existiera... --Beomgyu escuchaba atento --Pero mientras estás cayendo, sientes emoción, miedo, nervios, excitación. Uno no sabe si la caída será eterna o si tocarás suelo pronto. Esa es la magia del amor. Que por más que nunca sepas que te deparará la vida, seguimos persiguiendo nuestro final feliz con la esperanza de que la promesa de un "te amo", sea para siempre.

Taehyun tenía el don de la palabra.

Tan bello, tan romántico, tan...

Beomgyu suspiró.

--¿Cómo sabes si estás enamorado, Tae? ¿Cómo puedo saber si amo a alguien?

Taehyun suspiró de la misma forma antes de responder, su mano acariciando sus cabellos negros de nuevo.

--Tu corazón te lo dirá pequeño, él te lo dirá.

La regadera estaba botada a un costado en el césped.

Taehyun atrapó a Beomgyu mirando atentamente la pulsera de plata que su abuelo le había regalado.

A veces creía que Beomgyu verdaderamente se sentía feliz con él. Por la forma en la que sonreía, reía, bromeaba, por la forma que el mismo Taehyun se sentía.

Pero jamás se preguntó qué había pasado y que había cambiado en el cabeza del pelinegro en todos esos meses.

--¿Ya superaste la incredulidad? --Lo sacó de sus pensamientos.

Beomgyu no necesito más explicación.

--Mmm... Dudo que siga siendo un sueño, a menos que sea un sueño eterno. Incluso si fuera un sueño, felizmente no es tan malo. Porque gracias al cielo pude conocer a mi Tae y no al príncipe de la leyenda.

--Somos la misma persona. Yo... Jamás fui una buena persona, Gyu.

Eso no era cierto, claro que no.

--Estuve pasando por momentos difíciles y fuiste tú quien me ayudó a superarlos. Estoy seguro de que sin tu ayuda no hubiera sido posible. A veces me siento muy débil para afrontar las cosas, pero tú me das las fuerzas que necesito. Siempre te agradeceré el brindarme tu... amistad.

Taehyun negó con la cabeza.

--Gyu, no es-

--Creo que te echaría de menos incluso si no nos conociéramos --se sinceró sonrojándose un poco --. Te quiero, no solo por cómo eres, sino por cómo soy yo cuando estoy contigo. Eres un chico especial, lo supe desde que te vi porque te comportas de un modo diferente a los demás. Tienes un gran corazón y un humor particular, la verdad es que cada vez que estoy contigo no puedo evitar sentirme feliz, alegre... N-no digas que no eres una buena persona.

Cuando Beomgyu por fin se atrevió a levantar la mirada, Taehyun estaba a menos de dos pasos de distancia, observándolo con una expresión sonriente de adoración pura.

Sin previo aviso, el pelirrojo lo atrapó en un abrazo y besó su frente sin poder contenerse.

--Eres tan adorable que podría comerte --Beomgyu se tensó bajo su tacto --. Apareciste en mi vida cuando menos lo pensé. Te has convertido en mi ángel, mi precioso pequeño.

--¡T- Taehyun! --empujó su pecho avergonzado.

--Realmente eres adorable. Y también te quiero. Me gusta mucho estar contigo. Siempre me divierto y me interesa escuchar cada palabra que dices, me interesa saber lo que te gusta, lo que sueñas, lo que te hace feliz.

«De verdad no tienes idea de lo feliz que me has hecho estos meses, Gyu. Jamás voy a poder agradecerte todo. Tampoco voy a poder hallar las palabras suficientes para pedirte perdón. Tu familia...»

El dedo de Gyu fue a sus labios, y sin tocarlos, le pidió que se callara.

Cerró los ojos como si algo le doliera.

--Por favor no dejes que piense en eso. Quiero seguir creyendo que esto es un sueño, aún si no lo es.

---Gyu...

--Miénteme, por favor, Tae.

Era un dolor compartido.

--Todo es un sueño --Le costó decir.

Ojalá así fuera.

---Q-Quiero despertar pronto y abrazar a la abuela, a JuJu y a mi mamá, pero... --Con temor, le acarició las mejillas con sus nudillos --No quiero dejarte, no quiero dejar de verte. Quiero que me leas cuentos para siempre, todas las noches de mi vida. Quiero cuidar de este hermoso jardín para siempre. Quiero estar contigo, Taehyun --Beomgyu se sentó, y de pronto, miró sus manos sucias --. Yo jamás he tenido muchos amigos que digamos. Siempre fui un chico solitario en la escuela, era... Siempre fui el rarito de los lentes, pero tú me haces sentir menos diferente, Tae.

Taehyun se sentó también para poder decirle lo siguiente, asegurándose de que viera la seguridad en sus ojos.

--Beomgyu --El pelirrojo tomó su mano --, tú eres diferente, eres especial. No me cabe dudas de eso.

El aludido negó, algo duro construyéndose en lo más profundo de su garganta.

--Me haces sentir yo mismo, tú... Tae, me haces sentir feliz, ¿sabes? Y creo que el que te tiene que agradecer a ti, s-soy yo --Su voz se rompió.

Beomgyu ya no pudo combatir ese asfixiante y doloroso sentimiento, entonces las primeras lágrimas hicieron su aparición.

Taehyun lo miró preocupado.

--No... Bebé, ¿por qué lloras? --preguntó alarmado.

El pelinegro soltó un sollozo y lo abrazó manchando su ropa limpia con sus manos polvorientas.

--Es solo que te quiero mucho. Me he encariñado contigo tanto, que no sé qué será de mí cuando despierte. Q-quiero... --hipó --Quiero quedarme a tu lado al final de este triste sueño. Te quiero tanto que de tan solo pensar en días en los que tú no estés, me duele el corazón. Y... --hipó de nuevo --N-No quiero... --Beomgyu se aferró más a él, Taehyun inmóvil --Yo de verdad te quiero muchísimo, pero e-extraño a mi mamá...

«A-a mi hermano. Quiero salir a ser yo y que la gente me quiera por eso. Quiero mi vida de vuelta, Taehyun, pero quiero que tú estés en ella. Porque no puedo pensar en una si es que no estás tú. M-mi vida era tan aburrida y monótona antes de conocerte. N-no... »

Justamente por esto que nos quema a los dos. Justamente por el castigo que me impondrás hasta incluso después de tu muerte, es que no debiste entrar, Gyu. De verdad no debiste hacerlo.

--Shh. Tranquilo --musitó y besó su frente. ¿Era imaginación de Beomgyu o su voz también se había quebrado? --. Eres un chico fuerte. Lo sé, eres... Eres un ángel Beomgyu, de verdad lo eres.

Taehyun estaba a nada de quebrarse también.

Su corazón latía desenfrenado con tan solo ver al chico que en tan poco tiempo conviviendo juntos, se lo robó, haciéndolo sonreír con sus ocurrencias diarias. Haciéndolo feliz, haciéndole sentir querido, devolviéndole esas maripositas en el estómago. Y por primera vez, dándole razones para querer vivir.

Está vez Taehyun no quería repetir lo mismo. No quería vivir eso con él.

No podría compartir con él toda la vida hasta que Beomgyu simplemente partiera de este plano, no podría ver a Beomgyu secarse tal cual bella flor, no podría verlo morir. No podría ver a su hermosa y adictiva sonrisa perdiendo fuerza con el paso de los años, tal como pasó con el señor Kim.

Tan solo esa vez no podía.

--No te va-

--Beom, por favor, ya no --Tragó duro, el nudo de la garganta cada vez imposibilitándole hablar.

Gyu lo miró sin entender, pero al ver su expresión destrozada, comprendió que el dolor era mutuo, por diferentes razones.

O quizás la misma.

Esa carita desentendida llena de emoción...

Taehyun no pudo más y se rompió, llorando con él.

--No quiero verte sufrir --Taehyun acarició su rostro. --. E-eres todo lo que tengo. Así que, por favor, sonríe mi amor, ¿sí? Ya no llores más, no dejes que tus preciadas perlas rompan en el suelo. Mi corazón n-no lo soporta.

Gyu lloró y escondió su rostro en su cuello.

--Quiero que seas libre. Tan solo deseo que dejes de sufrir. Yo... L-lamento que no puedas morir, Tae, lo lamento t-tanto.

Se imaginaba lo horrible y doloroso que era.

--Lamento que no puedas vivir --lo estrujó en sus brazos Taehyun.

Lo siguiente lo dijo con voz realmente aguda y quebrada, dejó que su corazón hablara antes de soltarlo.

--Te amo, Beomgyu... Te amo con mis cinco sentidos. Si alguno de ellos me fallara, te amaría el doble con cada uno de los que me restan.

Esas palabras fueron como 30 000 estocadas en el corazón de Beomgyu.

El dolor es tan solo una palabra hasta que algo o alguien le da significado.

Lo mismo pasa con el amor.

--También te amo, Tae.

Lloraron un poco más en los brazos del otro, y después de secarse las lágrimas mutuamente entre pequeñas risillas avergonzada, subieron a las habitaciones para lavarse las manos y la cara juntos en la bañera.

Luego se fueron a dormir con una sonrisa. Bueno, Tae se fue a dormir.

Beomgyu se quedó despierto toda aquella noche, con las manos entrelazadas con las de Taehyun; pensando, pensando hasta matar a sus últimas neuronas.

El sueño le ganó al alba, al mismo tiempo que una lágrima de dolorosa realización se deslizaba por su mejilla.

Beomgyu creyó que la noche jamás llegaría, pero cuando lo hizo, tan solo quiso devolver el tiempo atrás y volver a ser un cobarde.

En la cena, como cada día, Taehyun le hablaba muy animadamente, pero esta vez Beomgyu parecía ido, apenas prestando atención a lo que el pelirrojo decía.

Taehyun lo había notado desde la mañana, pero Beomgyu había alegado que era una migraña.

A Taehyun le preocupaba que esa migraña se hubiera agravado con el paso de las horas, pues al caer la noche, Beomgyu sin dudas se veía tenso e incómodo. Sin embargo, el pelirrojo por más que quisiera preguntar o hacer algo, el otro siempre le decía que todo estaba "bien".

Terminaron de cenar casi en silencio. No había un reloj que se los dijera, pero estaban por ser las siete de la noche. Iban a subir para acurrucarse y dormir después de una buena comida como había cada día, pero Beomgyu después de un rato, dijo algo, poniéndose de pie.

--Vayamos afuera.

Taehyun lo miró curioso.

Tal vez quería tomar un poco de aire fresco.

--¿Te sientes mejor? ¿Quieres aire? ¿Deseas que prepare algo para ti?

Siempre tan considerado...

Beomgyu elevó apenas la comisura del labio en una sonrisa. Luego negó con la cabeza.

--Estoy bien, gracias. Pero quiero hacer algo contigo antes de ir a la cama.

¿Regar? Eso lo habían hecho por la mañana. Taehyun realmente no entendía que podría querer estando afuera si no era tomar aire o manipular el jardín.

Beomgyu solo se puso de pie y salió del comedor. Atrapado en sus pensamientos, Taehyun se quedó atrás, y lo siguió trastabillando.

Beomgyu le daba la espalda, era la flor más bella entre todas las demás flores.

Pero había algo, Taehyun lo sentía en su corazón. Algo no estaba bien.

Ni siquiera cuando Beomgyu se volteó sonriéndole brillantemente como siempre, desapareció ese sentimiento.

--Quiero jugar contigo a algo.

Ok, Taehyun se esperaba de todo menos esto.

--¿Un juego?

Asintió.

--Sera divertido, ven --rió bajito, devolvió sus pasos, y lo tomó de la mano jalándolo hasta llegar hasta a una esquina, donde Beomgyu los hizo se sentar a ambos, de pierna cruzadas y uno frente al otro.

Tan inesperado como extraño. Pero al fin y al cabo era Beomgyu, su Beomgyu.

--¿Qué quieres hacer? --quiso saber entre risillas.

--¿Quién crees que es más erudito en el tema de plantas?

--Claramente yo --aseguró Taehyun soberbio.

--Bueno señor siútico, vamos a comprobar eso.

Taehyun sonrió porque le agradaba que Beomgyu utilizara las palabras que aprendía durante sus lecturas nocturnas.

--¿Sabes diferenciar los olores entre angiospermas, vasculares y gimnospermas?

--Gracias a ti lo hago --le agradeció indirectamente que le enseñará los términos correctos semanas atrás --¿De qué trata esto?

--Tú deberás cerrar los ojos, yo pondré frente tuyo a una flor que tenga un olor particular, y tú tendrás que adivinar cual es, ¿de acuerdo?

--Mmm... Bueno, pero no te permitiré arrancar más de tres flores de mi impoluto santuario.

Tres...

--Bien --aceptó sonando satisfecho.

--Si acierto las tres, ¿qué gano?

--¿Recuerdas que te leí una vez? --Taehyun asintió --Creo que te gustó que lo hiciera. Entonces haré eso. Te leeré los cuentos que quieras, todos los días.

Taehyun ensanchó su sonrisa.

Vaya que podía ser transparente a veces.

--Acepto.

--Cierra los ojos.

Cuando Taehyun ya no pudo verlo, Beomgyu soltó todo el aire retenido sin hacer ruido alguno que lo delatara.

Tú puedes.

Con la mano temblorosa, Beomgyu estiró arrancó una cándula que estaba a su espalda.

La acercó al pelirrojo y este no demoró en responder.

--Cándula.

--Muy bien --felicitó soltando mucho aire, pues sentía no le ingresaba a los pulmones --. Segundo intento...

Del mismo modo que hizo con la primera, arrancó una gardenia. Se la acercó igualmente, esta vez su mano más temblorosa y su respiración más irregular y pesada.

--Gardenia.

Beomgyu se mordió el labio con fuerza para no llorar. Si no se controlaba, iba a terminar desmayándose antes de siquiera intentarlo.

Respiró profundamente tratando de no hacer mucho ruido mientras lágrimas se deslizaban por sus mejillas, taciturnas y mártires.

--B-bien... Ahora el último.

Taehyun sonreía enternecido.

Esa vez que Beomgyu le leyó por primera vez, torpemente por la falta de práctica, había sido la primera vez después de años que alguien le leía algo. La última había sido su madre cuando él tenía 13 años.

Jamás creo que podría amar tanto que alguien le leyera saltándose las pausas de las comas, pero con Beomgyu todo era una sorpresa. Le había encantado tanto, que tan solo podía imaginarse a ambos así, para el resto de la eternidad, juntos.

Ojalá eso fuera posible...

La imaginación es la mejor arma que tenemos contra la cruda realidad, pero debemos tener cuidado de no lastimarnos con ella.

Beomgyu esta vez estaba demorando más. De seguro estaba nervioso por perder.

Tierno, tan precioso y tierno.

Taehyun sonreía con la imagen de un Beomgyu leyéndole a un Taehyun recostado en su regazo. Sonreía en espera del siguiente aroma que estaba seguro lo declararía como ganador.

No obstante, cuando escuchó una inspiración temblorosa, la sonrisa se fue de su rostro.

Estaba por abrir los ojos, sintió que algo se acercaba a su cuerpo.

Taehyun estaba por inhalar lo que él creía era la última flor, sin embargo, no fue un agradable aroma lo que recibió, sino unos labios sobre los suyos.

Dicen que el tiempo puede congelarse en un "para siempre", en el caso de Taehyun, era la primera vez que este, corría.

Los labios de Beomgyu se amoldaron perfectamente a los suyos, incluso si no podía dar respuesta.

Salado, en su estado de estupefacción todavía podía reconocer lagrimas intrusivas en el beso, saborear lo salado en él a pesar de lo dulce del contacto.

Los ojos del pelinegro se abrieron en demasía mientras los de Beomgyu se cerraron con fuerza. Taehyun fue poco consciente de la forma en la que las manos del pelinegro se aferraron horrorosamente a toda la tela que cubría su pecho, como si supiera que su corazón no podía dejarlo escapar.

Fueron cinco segundos de liberación, cinco segundos de dolor, y cinco segundos de... Magia.

Beomgyu, con el pecho subiéndole y bajándole por la taquicardia y el pavor, abrió los ojos, encontrándose con otros ojos oscuros, que brillaban exactamente como los de él.

Confusión para uno, esperanza de que algo sucediera o que quizás nada lo hiciera, para el otro.

El común denominador se anunciaría por su cuenta.

Lamentablemente para ellos, tampoco pasaron muchos segundos esperando algo.

Fueron 10.

Solamente eran dos muchachos confundidos compartiendo un mismo sentimiento, mirándose a los ojos sin saber que decir, uno llorando en silencio, mientras el otro estaba a nada de seguir su acción.

Nada pasaba y Beomgyu quiso suspirar.

Quiso.

Podemos decir que el tiempo nunca estuvo a su favor, más bien, siempre le fue cruel.

Porque antes de que Beomgyu pudiera disculparse y explicarle, las primeras partículas brillantes empezaron a desprenderse de la mano de Taehyun.

"El hechizo tan solo será roto, si el amor compartido por sus labios, es mutuo y verdadero".

En cuanto la mano de Taehyun empezó a brillar, dejaron de enfocarse en los ojos del otro, para hacerlo en la realidad.

Taehyun comprendió entonces lo que le depararía el destino.

El pelirrojo soltó un suspiro lloroso, pero Beomgyu ya se le había adelantado pues había estallado en sollozos cuando vio los primeros efluvios.

Taehyun rompió en llanto, justo como Beomgyu lo hizo.

Ahora fueron las pequeñas manos del pelirrojo las que se aferraron a la ropa contraria.

Los sollozos retumbaban por los pasillos y lo alaridos del pelinegro se dejaban escuchar hasta los cielos, las estrellas siendo testigo de la exitosa venganza de una bruja desalmada.

--Gracias... --sollozó el príncipe apoyando la frente en su pecho, aferrándose con lo último que tenía --Gra- Gracias, Beomgyu --hipó --Gracias.

No estaba deteniendo nada, pero como dolía cada lágrima. Dolía como si fuera a morir de un infarto.

Beomgyu, con la visión borrosa por las lágrimas, pudo notar que en menos de un minuto, un brazo de Taehyun había desaparecido, este iba haciéndose invisible con cada minúscula partícula que se elevaba hacia los cielos.

Taehyun brillaba como el lucero que era. Taehyun... estaba desvaneciéndose.

Beomgyu había roto el hechizo.

En aquel mismo momento, el pelinegro pudo darlo todo tan solo para devolver el tiempo un minuto atrás.

No quería perder a Taehyun.

No podía.

Él...

--Por favor, no me dejes -- sollozó, abrazándolo con todas sus fuerzas --. Por favor, por favor. Q- quédate. No me abandones, Tae. N-no... N-no por favor. Y-yo te amo. No me hagas esto...

--Gracias --repitió llorando el príncipe. Levantó su cabeza y besó su frente con todo el amor restante en su cuerpo --. Lo siento tanto, Beomgyu --sollozó sobre sus cabellos.

--¡NO!

--Beomgyu... --susurró --Amor, mírame.

--N-no... No... No me dejes amándote así, no lo hagas --rogó mientras sus uñas se encajaban en sus hombros.

--Beomgyu, mírame por favor --musitó con la voz rota Taehyun.

Con la mano que le restaba, acunó su rostro obligándole a sostenerle la mirada.

Los ojos de Beomgyu apenas podían verse por los pequeños que estaban. Era como si recién estuviera aprendiendo a respirar.

Entre lágrimas, pero con una sonrisa en su rostro, Taehyun acarició sus mejillas, mejillas que extrañaría volver a ver sonrojadas.

--Q-quiero que salgas por esa puerta con la cabeza en alto. Listo para enfrentar al mundo, listo para cumplir todos esos sueños que idealizabas con una sonrisa en las madrugadas. Prométeme que serás feliz, que lucharás por tus sueños y que siempre vas a ser el Beomgyu tan noble del que caí tan locamente enamorado. P-promételo.

Beomgyu era una masa de llanto temblorosa. Su mandíbula tiritaba, no podía hablar.

Pánico fue lo que sintió cuando notó que la mitad de su cuerpo, había desaparecido.

Taehyun apurado, buscó con la mirada a sus alrededores a aquella rosa, a su rosa. Y sin dudarlo, la arrancó de la raíz, entregándosela

Cuando se la dio a Beomgyu con una sonrisa real, este solo pudo intensificar su llanto.

Pero Taehyun ahora no podía esperar a que se calmara, dándole caricias y susurrándole al oído que todo estaría bien tal como hizo el primer día de su encuentro.

Por primera vez en más de 2000 años, el tiempo corría en su contra.

Debía apresurarse.

Con la mano que le restaba, pegó sus frentes juntas y sonrió.

--Aunque no te recuerde, aunque mi alma no invoque tu recuerdo. Grito a los cuatro vientos en esta noche estrellada, y declaro bajo el firmamento, que te amo, Choi Beomgyu, y siempre lo haré, lo haré hasta que mi existencia se deduzca al polvo y hasta que mis cenizas sean esclavas del soplar del viento. Te amaré cada noche hasta que la luna llore la pérdida de nuestro amor con cada eclipse. Choi Beomgyu, te amo y te amaré hasta el final de los tiempos, e incluso si no sé donde vaya a parar mi alma, yo seguiré amándote igual.

Todo ocurrió tan rápido que Beomgyu no pudo procesarlo.

Parpadeó y tan solo pudo escuchar:

--Vuela alto mi precioso ángel, vuela con las fuertes alas que siempre has tenido. Se feliz, amor mío.

Cuando Beomgyu abrió los ojos, Taehyun ya no estaba.

Gritó al cielo desgarrándose la garganta, lloró su nombre, rogándole a la luna que lo devolviera, suplicándole a los astros que lo escucharan.

Pero sabía que Taehyun ya no volvería jamás.

Al final Taehyun tenía razón: Sí era una maldición

Ojalá lo hubiera entendió un poco más antes.

Lloró horas en el jardín, varias horas.

Maldiciendo la pelirrojo, apretando la rosa provocando que las espinas le hicieran sangrar las manos.

Tal como la primera vez que piso el castillo, terminó desmayándose por el llanto, solo que esta vez, ya no habría un pelirrojo bonito a su costado en cuanto abriera los ojos.

Totalmente cansado, exhausto y con el dolor latente en su pecho, se puso de pie con la rosa en mano.

Tenía que salir de ese castillo.

Beomgyu necesitaba despertar, porque el dolor estaba comiéndoselo vivo.

Como si de un zombie se tratase, Beomgyu arrastró sus pies por el castillo en busca de la puerta bermeja que lo había iniciado todo, deseando que esa fuera la manera correcta de por fin despertar y abrir los ojos estando en su cama, con un JuJu aplastándolo por las mañanas y el olor a los huevos revueltos provenientes de la cocina.

Así debía ser.

Beomgyu, mientras caminaba por los oscuros pasillos apenas iluminados por la luz de luna, giró un poco la cabeza.

El comedor, en su totalidad vacío.

Una mesa vieja y empolvada.

Siguió caminando por aquel lugar, que después de un tiempo, se había convertido como su hogar. Por fin llegó a la puerta.

Ya ni siquiera sentía miedo. No quería sentir nada.

Lentamente intentó sacar su mano. Lo logró.

Saco su mano, luego su brazo. Ya no había ninguna capa iridiscente deteniéndolo.

Pronto sacó todo su cuerpo, y caminó.

Caminó sin ver atrás, ni al castillo, ni al pasado, ni a los recuerdos

Caminó regresando por aquel único camino, aferrándose a aquella bella flor lastimándole algo más que las manos.

Sus largas zancadas se vieron interrumpidas por la aparición de una repentina niebla pesada, fogosa y densa.

Niebla que pudo ser o no, la causante de su segundo desmayo.

Cuando Beomgyu despertó, una migraña lo había asaltado.

La espalda le dolía por haber estado en el suelo quién sabe cuántas horas. Se levantó desorientado. Miró hacia sus costados intentando despabilarse en serio, no había más que el mismo viejo camino que debía seguir.

Fue entonces que miró al suelo y recordó todo.

A Taehyun, el castillo que ya no estaba, y los recuerdos.

Asustado, miró sus manos ensangrentadas y devolvió su mirada al suelo, a la rosa blanca.

¿Blanca? Esperen, Beomgyu juraba que esta era roja, siempre había sido roja...

Estaba solo, solo en medio del camino, todo oscuro pero reconocible gracias a la luz de luna llena.

¿Lo había soñado todo? Estaba tan asustado, confundido...

Podía recordar cada sensación, cada noche.

Todo acerca de Taehyun hasta el momento que se desvaneció en sus brazos.

Con pena y ya llorando de nuevo por su recuerdo, se agachó para recoger la rosa ahora blanca. Y fue en ese momento que se dio cuenta de que a menos de un metro de donde él había caído desmayado, en el suelo, había un pequeño brote de hongos psilocibios, hongos alucinógenos.

Ignorando aquello. Se levantó y caminó dos horas de vuelta a casa, dejándose llorar de nuevo por los recuerdos en forma de dagas.

Tan solo había sido un sueño...

Sus piernas le dolían por haber caminado tanto, sus ojos también por haberle llorado con todas sus fuerzas, la cabeza también. Era un desastre tanto como por dentro y fuera.

De alguna forma, sintió alivio cuando vio la puerta de caña de la casita de su abuela.

Cuando ingresó, lo primero que escuchó fue la voz de su hermano.

--¡Abuela ya volvió! --gritó el pequeño desde la mesa. Beomgyu cerró la puerta tras él, esnifando.

Dos segundos después, pasos en la sala.

--¡HIJO! --Beomgyu y su abuela intercambiaron una mirada en ese momento. El rostro de la mujer se deformó al ver el estado de su nieto --P-pero... ¡¿QUÉ TE SUCEDIÓ?! ¡T-TUS MANOS! ¡¿D-DÓNDE ESTABAS?!

Su abuela se acercó a examinarlo de cerca. Beomgyu dejó la rosa en la mesa, de pronto sintiendo que no tenía ni la energía para llorar por el reencuentro con su familia.

Tan solo estaba tan pero tan cansado...

--¡Y trajo la flor! --JuJu se estiró y alzó la rosa blanca con sus manitos, con cuidado de no lastimarse.

--¡Estaba tan preocupada! ¡Mira la hora a la que llegas! ¡Es casi media noche! --siguió renegando la mujer --¿Qué te sucedió, cariño? ¿Te hicieron algo? ¿Estás bien, cielo? Oh dios santo. Juju, ¡tráele una silla a tu hermano! Creo que se desmayará.

Se sentía débil. Con cuidado, se sentó en la silla.

--Nos hiciste preocupar, Beomi malo --señalo su hermano.

--¿Qué pasó contigo, hijo? --insistió desesperada.

--Yo... Y-yo... --No había forma que les dijera la verdad --Me perdí y me lastimé intentando volver --levantó sus manos.

--¡Te traeré una toalla limpia y agüita! --anunció JuJu y se levantó para traer todo aquello del baño.

--Dios mío. Hijo --ella lo abrazo --, esas fueron las peores horas de mi vida.

Con lo poco de estabilidad que le quedaba, separó lentamente a su abuela.

--¿H-horas?

--Sí cariño. Dijimos que antes del anochecer y volviste casi cinco horas después. ¡Estábamos preocupados! Lo bueno es que estás bien. No vuelvas a hacer eso, nunca más, ¿entendido?

¿Horas? ¿Cómo que horas?

Pero si él había estado en ese castillo junto a Taehyun meses...

JuJu volvió con un botiquín, un vaso de agua, y una toalla limpia.

--¿Te encontraste con el príncipe?

Beomgyu miró a su hermano dos segundos, su puchero tembló y casi sin creerlo, nuevos sollozos salieron desde la maltratada garganta del pelinegro.

Un sueño...

Diez años después de aquel sueño que le rompió el corazón, Beomgyu volvió a la casa de su abuela, con más compañía esta vez.

Su novia Ryujin y JuJu, estaban sentados en la mesa, almorzando. Él los veía con una sonrisa cálida desde el marco de la puerta.

--Hija, no sé si mi nieto te ha hablado de la leyenda del-

--Abue, ya córtale con esa estupidez --interrumpió JuJu, cansado.

--Shh... Todos los visitantes deben conocerla. Callado --respondió la anciana.

--No te preocupes --rió delicadamente la bella chica --. Me gustan esta clase de cosas.

JuJu entornó los ojos y siguió comiendo sus verduras, que sí no lo hacía, Beomgyu se las pondría debajo de su almohada.

--La leyenda cuenta la historia de un príncipe malvado-

--No es malvado --interrumpió Beomgyu entrando al comedor.

Ryujin le sonrió mirándolo desde abajo y el pelinegro fue hasta ella para acariciarle los desnudos hombros con cariño por detrás de la silla.

--¿Ah sí? ¿Y cómo lo sabes? --se burló su abuela.

--Porque lo conocí --respondió sin más --. Y Kang Taehyun fue un alma bondadosa --corrigió.

Su abuela bufó.

--No me confundas a la niña. La leyenda no es así.

--La verdad lo es. Pero bueno... --Le robó un beso en la mejilla a Ryujin, haciéndola reír --Iré a tomar un poco de aire al jardín.

--Te alcanzamos después de almorzar para ir al pueblo juntos --habló JuJu, Beomgyu asintió.

Salió de la casa escuchando a su abuela hablar con Ryujin de su trabajo como kinesióloga.

El jardín estaba descuidado, fue lo primero que pensó cuando piso el césped crecido de más.

Una vez al año, en la misma fecha especial, Beomgyu volvía al pueblo para visitar a su abuela, pues su trabajo como investigador lo tenía ocupado.

Le había dicho varias veces a su abuela que cuidara el jardín, pero la señora siempre lo olvidaba por estar viendo telenovelas toda la tarde.

Sonrió con pena al ver que las flores que había plantado un año atrás, ya habían marchitado por falta de cuidados. Todas menos una.

Diez años habían pasado, y aquella rosa blanca seguía igual de preciosa.

Inmarcesible.

Una parte de su alma aún le lloraba al príncipe de sus sueños. Todavía...

Con la voz rota, y mirando aquella rosa con cariño, Beomgyu susurró esperanzado de que lo escucharía en donde sea que estuviera:

--Feliz cumpleaños, cariño.


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