10 ⇉ my lovers
ੈ✩‧₊ 10 — amantes míos ₊‧✩ੈ
Una semana después, Dakota del sur
—La repentina aparición de una figura gigantezca de piedra en el océano, ha creado más preguntas que respuestas para las autoridades. Barcos de la Marina estadounidense...
Dejé de escuchar a la conductora del canal de noticias, concentrándome en el pedazo de pizza que Druig meneaba ante mis ojos, provocándome.
—¿Fueron ustedes? —preguntó el esposo de Phastos con sorpresa, refiriéndose a lo que decían en el noticiero. Desde el sofá, todos le dimos una breve mirada que sólo lo desorientó más.
Druig se llevaba el trozo de pizza a sus labios, obligándome a arrebatárselo de su boca. Él aprovechó y me quitó la pizza, dándome en cambio un corto beso. Volteamos a mirar a Ben nuevamente, pero con sonrisas inocentes.
—Te amo muchísimo —le aseguró Phastos con la boca llena.
Me intenté acomodar en el sillón, pues me había movido por la provocación de Druig. Empecé a probar distintas posiciones; sobre Druig, a lado de Druig, con las piernas sobre el regazo de Druig, con la cabeza sobre el regazo de Druig, pero nada. Al final terminé sobre la alfombra.
—Creo que alguien tiene serios problemas —murmuré al ver como Thena metía su mano en el tostador—. Ya vuelvo.
Y dejando mi plato vacío en el suelo, fui a auxiliarla. Llegué para ver como Jack intentaba tomar una naranja de un estante demasiado alto para él, mientras que le decía a Thena que su papá le había dicho que era la diosa Atenea.
—Es Thena —corregí con dulzura al llegar—, pero sí, se parecen.
—¿Cuál es su superpoder? —preguntó Jack mientras lo alzaba para que pudiera tomar lo que tanto quería, aunque no fue necesario, pues Thena, conjurando un arma filosa, tomó la naranja y se la entregó.
Debo confesar que tener un arma enfrente de nuestros rostros no me producía tanta paz, y menos a Phastos.
—Cuidado con eso, ¿okey? —dijo, acercándose lo más rápido posible—, casi te rebana una oreja. Ponte detrás de mí —le pidió a su hijo cuando lo dejé en el suelo—, y tápate las orejas, ¿recuerdas que lo practicamos? Gracias, que obediente —la voz supuestamente tranquila que usaba no disimulaba tan bien su preocupación y enojo.
—Phastos, calma —pedí al estar a lado de Thena—. Ella no lo hacía con mala intención, mira su carita —dije señalándola con ambas manos, ella siguió el juego, sonriendo tiernamente.
—Todos tus privilegios como niñera quedan revocados en su totalidad —le informó Phastos con seriedad—. Y tú, Eda, sigue defendiendo a tus novios y también te los quitaré.
Lo miré con los ojos entrecerrados, cruzando mis brazos delante de mi pecho. Thena me tomó de la cintura y dejó un suave beso sobre mi cabello para reconfortarme, felicitándome a la vez por el intento.
Phastos, el dramático padre, tomaba del hombro a Jack, diciéndole: —La violencia no es, hey, la violencia, nunca es la respuesta, ¿verdad, T? ¿Eda? Siempre debes usar tu cerebro.
—¿Como tú al pelear en la playa? —preguntó Thena de forma irónica, provocando mi sonrisa.
—Tu padre, habló con calma y firmeza con el malo y a él no le quedó más que escucharme, así que... Sin violencia.
—Claro, no actuar con violencia se sintió tan satisfactorio y te encantó —dije con segundas intenciones, haciéndole recordar lo que había expresado cuando tenía a Ikaris atrapado—. Cuando seas más grande, ya sé que historia te voy a contar, pequeño Jack —le dije con una sonrisa, causando que Phastos quisiera matarme para evitar lo que proponía.
Makkari llegó, expresando a causa de la manera en la que Phastos trataba a su hijo: —Ese chico tiene diez años... No es retrasado.
—¿Entonces, cuándo se van? ¿Ya tienen planes? Se irán pronto, ¿verdad? —su necesidad por mantenernos lejos fue algo que en realidad no entendí.
Jack era afortunado por tener unos tíos tan increíbles como nosotros. Ya quisieran todos.
Druig llegó también, fingiendo lanzarle algo a Phastos con una traviesa sonrisa.
—Ah, sí, ese es Druig —presentó el inventor—, ni siquiera te le acerques.
—¿No preferirías meterlo en una caja de cristal, Phastos? —pregunté para molestarlo, recibiendo su falsa risa en respuesta—. No te preocupes, Jack, ni bien eso pase, yo te llevo a dar una vuelta por las estrellas.
Él asintió con emoción, al mismo tiempo en el que su padre casi muere de la preocupación, ¡y por algo que ni pasaba! Nunca entendería a los padres.
Un rato después, nos preparamos para irnos. Ayudé a Thena a colocarse su saco, mientras Druig me ponía el sombrero canotier negro que había traído para combinar con mis tacones negros, jersey de seda de igual color y jeans azules de tiro alto. Él seguía con su casaca de cuero, pero no me quejaba, se veía demasiado bien.
—Hasta aquí llegamos, Jack —avisó Phastos, deteniéndose a una distancia considerable de nuestra nave.
—Wow, pa, el Domo está muy cool.
—Tu padre lo reparó solito —dijo Phastos con orgullo ante las palabras de su hijo.
Ambos me hacían recordar a Ajak y a mí de alguna manera. Yo siempre buscaba impresionarla para recibir sus felicitaciones, eran el mejor premio que podía obtener. Además, sabía que podía confiar tanto en ella como Jack en Phastos. Oh, la extrañaba tanto.
—¿Iremos junto a tía Eda al espacio un día? —preguntó Jack, tomándome de la mano y ahuyentando a mis pensamientos.
—Ya veremos cuando tengas tu permiso de conducir.
—Por supuesto que sí —susurré cuando Jack volteó a mirarme, inconforme con la respuesta de mi amigo.
—Oye, Phastos —dijo Druig, acercándosele con las manos unidas sobre su abdomen—, los humanos tienen suerte de que te quedes.
—Gracias. Sé que no te gustan los abrazos —habló Phastos ofreciéndole su mano.
—¿Entonces por qué siempre me abra...? —intenté decir, siendo interrumpida por Druig, que jaló del brazo a Phastos para abrazarlo—. Ajá —murmuré cuando se separaron, mirándolo sospechosamente. Mi novio era un hombre reservado, pero no conmigo, algo que me hacía sentir importante.
—Cuando encontremos, a los otros Eternos que hay, ¿creen que acepten la verdad, como nosotros? —nos preguntó, refiriéndose a la misión que íbamos a iniciar; buscar a los otros hijos de Arishem para decirles la verdad.
Makkari fue la primera en asentir, agregando: —Porque la verdad los hará libres.
Cuando me miró, no supe qué decir con exactitud.
—Aceptar la verdad no es fácil, y menos si las mentiras que nos contaron para ocultarla, han sido muy creíbles. Pero, luego de intentar matarnos, estoy segura de que van a aceptarlo —respondí, colocando mi mano en su hombro y obteniendo su linda sonrisa.
Luego de ello, nos despedimos de Jack y Phastos, yendo hacia el Domo y encontrándonos a Thena.
Cuando nos fuimos totalmente del planeta Tierra, llamé a Sprite con el celular que Phastos me había regalado, esperaba que realmente funcionará y me permitiera hablar con ella desde el espacio.
—Hola, linda —saludé al ver su cabellera pelirroja—. ¿Qué tal?
—Ya estoy en el auto. Saluda, Kingo —ordenó, mostrándome a la estrella de cine, quien movió su mano de un lado a otro—. Ahora tú, Karum —dijo antes de mostrarnos al asistente de Kingo y nuevo amigo, que también nos mandó un saludo y fuerte abrazo. Sentía que hablábamos con nuestros familiares lejanos.
—Ahora ustedes —pedí, enfocando a Druig y Thena, pues estaban más cerca.
—Hola —dijeron al mismo tiempo, intentando actuar con el mayor ánimo posible.
—Muy bien —los felicité por el esfuerzo, dejando un beso en sus mejillas, aunque Thena fue más astuta y movió su rostro para recibir un beso en los labios. Druig intentó tomar de mi barbilla para ganarse lo mismo, siendo detenido por un "asqueado" Kingo.
—Paren, ¡no, no! —gritó como si lo matáramos—. Hagan eso en privado, sucios.
—¿Sucios? —preguntó Druig divertido, volteándose lentamente a mirarlo—. ¿No se te ocurrió algo peor?
—Pueden taparse los ojos, nadie los obliga a ver —anunció Thena, encogiéndose de hombros.
—Qué parejas tan desagradables te conseguiste, Eda —comentó Kingo, haciendo que negara con la cabeza.
—Al menos tengo pareja.
Bien, se me había pegado la actitud de los dos Eternos. Creo que pasar la mayor parte del tiempo con ellos no había sido gran idea, aunque no había podido evitarlo. Estar en su compañía había sido lo más asombroso que me había pasado en semanas.
—Me has ofendido, te colgaré.
—Oye, es mi teléfono —se quejó Sprite, intentando arrebatárselo sin lograrlo—. ¡Adiós, chicos, cuídense! —fue lo último que expresó antes de que la llamada se cortará.
Kingo era realmente una persona resentida, pero qué se podía hacer, así lo habían hecho.
—¿Podemos continuar? —preguntó Druig con coquetería, haciéndome sonrojar un poco.
Creía que ya me había acostumbrado a su pervertido lado, pero no. Y ahora era como si tuviera un gemelo, pues Thena tampoco era una santa paloma.
—¡Makkari! —recurrí al sentirme demasiado nerviosa—. ¡Makkari, no me escuchas, pero ven ya!
Ella llegó de manera rápida, como si hubiera oído mis súplicas en su consciencia, llevándome con ella igual de rápido.
—Gracias —dije de corazón—. Esos dos van a volverme loca.
—¿Por qué? ¿Cuántas veces lo hacen al...?
—Makkari —reprendí, totalmente roja.
—Bien, bien, no expresaré más —informó, dándose la vuelta y yendo hasta una ventana. Puedo jugar que sonreía, y que su promesa era pura mentira.
—Tramposa —dije al asomar mi cuello sobre su hombro, con lentitud para que pudiera comprender.
—Golosa —contraatacó cuando me coloqué frente a ella, haciéndome entreabrir los labios con indignación.
—Me las pagarás —aseguré con los ojos entrecerrados.
Reímos un instante después. Supe que todo estaba bien cuando vi a Thena y Druig sonreírme a unos centímetros, esperando por mí. Era afortunada.
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