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09 ⇉ after

ੈ✩‧₊ 09después ₊‧✩ੈ

Aterrizaba en el mar, regresando a mi forma normal. Veía mis mechones marrones ondearse por el aire, terminando sobre gran parte de mi rostro, y aunque eso me ocasionaba un poco de estrés, no luché en apartarlos, o al menos no hasta escuchar que me llamaban.

Alejé el pelo que había sobre mis ojos para notar que era Thena. Mis mejillas se empezaron a encender por el recuerdo del beso que nos habíamos dado minutos antes. Celestiales, Thena había vuelto a besarme, y recién lo entendía. Se había sentido tan, natural, pese a que habían pasado décadas.

—Mi valiente Eda.

—Ni tan valiente —anuncié ante su manera de llamarme, intentando que no se notarán mis nervios.

Ella terminó de acomodar mi cabello tras mis orejas, para luego tomar de mis mejillas y dejar un suave beso en mi frente.

No pude evitarlo y solté lo que ya me estaba doliendo retener: —Dejé que se fuera... Ikaris. Él...

Ella sólo me dejó refugiarme en sus brazos, escuchando mis lloriqueos y abrazándome de manera más firme e inexplicablemente consoladora.

—No tendrás que pasar por esto nunca más, Eda —me aseguró, siendo suave al hablar, dándome seguridad al tomar mis caderas de manera delicada cuando nos alejamos—. Todo se ha calmado.

Nos miramos unos segundos sin prisa, hasta que la primera pequeña sonrisa apareció en nuestros rostros, dándonos la señal de que era momento de continuar. Unimos nuestras manos y fuimos hasta los demás, escuchando la explicación de Sersi sobre lo que había ocurrido.

—Nos conectamos al Celestial cuando surge —comunicó Phastos con señas, para que Makkari también logrará comprender.

Nos convertimos en uno... Incluso Ikaris y Sprite —dijo la morena después de dar unos pasos hacia al océano, admirándolo—. Todo a causa de Tiamut. —Phastos y yo asentimos, dándole la razón.

Empecé a imitar a Makkari, mirando el océano y pensando en lo hermoso que era, recordando la primera vez que había visto aquella gran mancha azul en el planeta que cuidaríamos desde la nave, junto a Sersi e Ikaris. Mis ojos momentáneamente se llenaron de lágrimas, haciéndome querer regresar a ese tiempo en el que lo tenía todo. Me sentía tan sensible.

Escuché pasos no tan lejanos, haciendo que volteara la cabeza con poco interés a ver de quienes provenían, pues, podría ser cualquier persona o alguno de mis compañeros yéndose. Nada tan importante, o eso creía. Separé mis labios levemente, impactada y conmovida al ver quienes se acercaban, quien.

Era Druig, era él, no podía estar imaginándolo. Eran sus característicos ojos azules y hermoso cabello negro, sus facciones y cuerpo. Su sonrisa, que copié sin tardar. Di un paso hacia él, dándome cuenta de que Thena y yo aún manteníamos las manos juntas.

—Ve con él —soltó suavemente, sosteniendo nuestras manos frente a nosotras, como si me estuviera entregando.

Articulé un corto gracias antes de soltarla, encargándole el objeto que Ikaris me había dejado, confiando en que lo cuidaría. Para esos momentos el obsequio de Ikaris era de lo más importante que tenía.

—Druig —murmuré al centrarme en él. Estábamos a pocos centímetros.

Él mostró la palma de su mano, haciendo que yo hiciera lo mismo para después unirlas. Él tomó mi cintura con su otro brazo, manteniéndonos cerca. Llevé mi mano libre a su rostro, acariciando sus mejillas y repasando sus labios con lentitud. Era mi Druig, realmente era aquel personaje recurrente en mis mejores sueños. Unimos nuestras frentes y rozamos nuestras narices.

—Está bien, estoy bien —repitió en voz baja luego de dejar un beso en la comisura de mis labios.

—Creí que te perdía —confesé, rodeando su cuello con mis brazos para darle un abrazo—. Druig, fue horrible.

Él acurrucó mi cabeza en su hombro, recostando su barbilla sobre mi cabello.

—Lo sé, pero ya está bien, y lo estará por mucho tiempo, como te lo prometí.

Al abrir los ojos, confirmé que no soñaba, aún observaba el océano y los brazos de Druig me rodeaban.

—Te amo —dije lo que él repitió sin dudar.

Al mirar cerca nuestro, visualicé a Sprite, de pie sin decir o hacer nada. Druig me dejó al notarlo también, sabiendo que necesitaba privacidad con ella, algo que agradecí. Fue con Thena.

—Sprite —llamé, ofreciéndole mi mano.

—¿Se fue? —preguntó mientras la aceptaba. Asentí sin poder mentirle, ocasionando sus lágrimas.

—Ven aquí —ofrecí, jalando de ella para darnos un abrazo—. Calma, cariño. Puedo jurarte que ya todo está bien —consolé, recordando las palabras de los dos Eternos.

Sersi la llamó, haciendo que nos separaramos. Terminé de limpiar sus lágrimas y fui hasta Druig y Thena, quedándome al centro de ellos. Thena me tomó de la cintura, mientras que Druig unió nuestras manos. Aquellas acciones, misteriosamente, parecieron las más normales del mundo, y me encantaron.

—Todavía tengo energía de la Uni-Mente, puedo volverte una humana —anunció Sersi, haciendo que prestara atención con una expresión alegre—. Todo lo que dijiste que querías puede ser tuyo, pero tu tiempo será fugaz y morirás algún día. ¿Estás lista para eso?

La pelirroja me miró con ojos llenos de ilusión.

—Sólo cumple con las condiciones —dije, apoyando sus sueños, aunque eso me entristeciera. Algún día, tendría que ver morir a mi buena amiga, pero de igual manera presenciaría sus buenos momentos, algo que lo remediaba.

—Sí, no importa —le respondió a Sersi, quien le ofreció su mano, Sprite se la dio luego de unos segundos, confirmando su elección.

Todos las mirábamos, respetando la decisión de la más pequeña.

—¿Acaso sólo yo la veo igual? —preguntó Druig luego de que pequeños destellos aparecieran, rodeando a Sprite—. Sólo le quitaron el...

—Shh —demandó Thena, causando su bufido.

Suspiré de alivio, pues todo estaba bien, como ya me lo habían dicho tantas veces, aunque no me quejaría de que me lo dijeran miles de veces más, porque aún lo necesitaba.

Las pérdidas las había sentido, y demasiado, al igual que había oído a todo volumen los gritos, sintiendo como una fuerte bofetada el que destruyeran mi tranquila y común vida. Pero al final estábamos ahí, todos viviendo algo inesperado y en algún sentido, nuevo, pero juntos.

—¿Deberíamos intentar desaparecer esa cosa? —pregunté señalando a Tiamut. Luego de mirarse entre ellos, me respondieron con una sonrisa que claramente decía: "No, que vean lo que hemos hecho"—. Bien, pues empecemos a prepararnos para salir en las noticias.

Miré a Sersi para confirmar ello, quien asintió, permitiéndolo.

—Será genial.

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—Esto no es genial.

No era genial en lo absoluto.

Makkari me había encerrado en una habitación, no muy espaciosa cabe decir. Solamente había una pequeña cama, pequeña mesa, pequeño ropero y pequeño sofá. Estaba parada frente a la puerta con los brazos cruzados.

—Puedo romper la puerta —propuso Thena desde mi costado, dándome buenas opciones. La loca también había encerrado a Thena.

—Claro, destruye hasta el techo si quieres. Eso es lo mejor que harás en años —expresó Druig sarcástico, recostado cómodamente en la cama. Y también lo habían encerrado a él.

—¡Ni lo intenten, la puerta ha sido sacada de mi casa! —anunció Phastos desde fuera de la habitación, haciendo que quisiera matarlo.

—Nos jodió —anuncié con fastidio—. El pendejo nos jodió.

—¿Pendejo? —preguntó Thena con confusión, yendo a sentarse al sofá.

—Pendejo, igual a, idiota —resolvió Druig su duda—. Visitamos México un buen tiempo, no debes sorprenderte por algunas de sus groserías.

—Yo no soy grosera, linda, lo juro —aseguré intentando verme como un ángel, lo cual no era cierto.

—Por supuesto que no... —murmuró Druig con gracia.

—Bueno, quizás, yo... —intenté decir al notar la profunda mirada de Thena sobre mí, de seguro intentaba descifrar hasta mi más oscuro secreto—. Esperen, ¿qué estamos haciendo? Deberíamos buscar alguna manera de salir.

—Pregúntales qué quieren —dijo Druig como solución. Nadie respondió nada, dándole a entender que debía hacerlo él—. Bien, yo lo hago. ¡Makkari, Phastos, ¿qué es lo que quieren de nosotros?!

—¡Que se besen expresa Makkari! —contestó Phastos.

No supe cómo reaccionar, quizás debía indignarme, o molestarme, o simplemente hacer lo que quería e irnos.

—¡No era verdad, sólo quiere que hablen! —rectificó luego de unos segundos de interminable silencio.

—¡Deja de gritar, te oímos bien! —comunicó Druig mientras rebuscaba en el armario algún pedazo de comida—. ¡¿Dónde esconden la comida?!

—¡Hablen! —gritó Phastos por último, yéndose con pasos ruidosos, que de seguro provenían de una inquieta Makkari.

Suspiré, decidiendo dejar mi idea de gritar que me habían secuestrado. ¿Qué tan difícil podía ser hablar con las dos personas que prácticamente te habían dicho: "O es Druig o es Thena"?

—No hay ni una pizca de galletas, ahora me arrepiento de no haber ido por el chocolate aquella vez, te lo hubiera robado y no pasaríamos por esto —se quejaba Druig con un puchero, yendo a lanzarse a la cama nuevamente, derrotado.

—Bien, déjenme —les dije de un momento a otro, interrumpiendo su plática sobre la comida.

Ambos voltearon a mirarme, claramente desorientados. Resople ruidosamente, soltando tensiones. Desde la pelea, casi y no habíamos tocado el tema del amor, y ya había pasado una semana. Agradecía realmente que fueran pacientes.

—¿A qué te refieres con "déjenme"? —preguntó Druig haciendo las comillas.

—No la presiones, ella misma está procesando lo que dijo —dijo Thena desde su lado. Ahora ambos estaban sentados en el inferior de la cama—. Tómate tu tiempo.

Lo peor era que Thena estaba en lo cierto, ¿por qué había hablado sin planificar un guión antes? Qué tonta.

—Eda, disculpa mi insistencia —dijo Druig luego de un disimulado codazo de Thena. Alguna de las diferencias entre ellos era la paciencia, Druig era más inquieto e impaciente que T.

—No, está bien —dije, jugando nerviosamente con los anillos de mis dedos, sacándolos y metiéndolos una y otra vez—. Yo, mi vida amorosa no ha sido muy variada —comencé siendo no tan directa, intentando entrar en confianza y sentirme más cómoda—. Intenté algo con Ikaris y, saben bien que falló. Quizás porque ninguno estaba hecho para el otro, y del amor sabíamos muy poco. Pero cuando Thena, cuando tú me abriste tu corazón, dioses, sentí todos los días una constante fiesta de felicidad. Me sentí flotando sobre nubes de azúcar.

"Pero cuando me dejaste, sentí que me faltaba el aire en la caída. Y el aterrizaje fue aún peor, caí y no supe como levantarme, hasta que me permitiste continuar. Y fue duro volver a ver todo a colores, encontrar mi rumbo hasta que, llegué al Amazonas y... Hasta el momento es de lo mejor que me ha pasado, porque pude conectar con Druig. Me cuidó y, te lo agradezco tanto, guapo, fuiste mi paracaídas y no sé cómo pero, regresaste mi corazón para luego robártelo. Pero..."

—¿Por qué existe otro "Pero"? —se quejó Druig, interrumpiéndome.

Thena lo miró mal, mientras que yo lo vi con una ceja alzada. Él alzó las manos en un acto de rendición.

—Continuo... Uff, ¿en qué estaba?

—En el "Pero" —respondió Thena de inmediato a mi interrogante.

—Claro —admití—. Pero, Druig, no lograste recuperarlo todo —anuncié, viendo como sus facciones decaían—. Ver a Thena una vez más movió toda mi vida, nuestra vida.

—Malditos sean los nacimientos de los Celestiales —soltó Druig con enojo, y en parte lo apoyaba. Sino fuera por ellos, nos habríamos quedado viviendo una existencia tranquila, aunque de igual manera, sin ello, jamás lo hubiera conocido. Ni él ni a ella.

—Y en conclusión... —regresé al tema—. No puedo decidir, y no sólo porque sería algo muy egoísta lastimar a cualquiera de los dos escogiendo, sino porque, me estaría lastimando a mí también.

Ambos me miraron, analíticos. Creo que aún no habían entendido.

—Voy a perder a ambos, porque no puedo elegir que mitad de mí perder, así que prefiero perderme por completo. Lo siento...

Ellos se quedaron en silencio por un par de minutos, mirando a cualquier otro lado y no a mi rostro, parecían tan concentrados en navegar en el agresivo mar de sus pensamientos.

—Eda... —empezaron a decir luego de mirarse entre ellos y levantarse, acercándose a mí.

—Tenemos un discurso igual de emotivo que el tuyo —informó Thena, siendo la primera en soltar palabra, regresándome el alma al cuerpo.

—¿Lo quieres o solamente una respuesta? —preguntó Druig antes de que recoger mi anillo y dármelo. Este se había caído por lo sudorosas que estaban mis manos.

Pensé en sus opciones, dejándole la decisión a mi acelerado y angustiado corazón: —Creo que prefiero solo la respuesta.














































AUTHOR'S NOTE 🎠:
Ya casi casi terminamos, tengo un par de cositas como agradecimiento por el apoyo.

Aún faltan un par de capítulos más (creo), el epílogo y unos cuantos extras, además de otra pequeña sorpresita. Cuídense y tomen agüita. Adióss.

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