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05 ⇉ talks

ੈ✩‧₊  05 pláticas  ₊‧✩ੈ

Me encontraba muy concentrada leyendo una revista de chismes humanos, mientras compartía chocolates con Druig bajo la criticona mirada de Thena, según ella eso era dañino para nuestra salud. Estábamos todos en el avión privado de Kingo, pasando el tiempo hasta llegar a Irak, el primer lugar que habíamos pisado al llegar a la Tierra, pues Makkari había llevado el domo hasta esa ubicación.

Tan concentrada en evitar que Thena o Druig me quitarán mis barras de chocolate, no tuve ni la menor idea de que Kingo iba a salir desde atrás de mi asiento, con un grito que me sobresaltó. No entendí como mis acompañantes de asiento ni se inmutaron.

—Aquí pueden ver a una Eterna que puede ver el futuro —anunció el estúpido Asusta-Eternos con voz misterioso.

Karun empezó a acercar demasiado su cámara a mi rostro. Pude escuchar como Ikaris, desde atrás de los asientos, se burlaba de mi desgracia.

—Sólo pregunta y ya —apuré bajando la revista que leía con atención y alejando la cámara. Hombre araña, el siguiente Tony Stark, era uno de los temas principales entre los humanos.

—Bien, amargada, primero preséntate.

—Soy Eda y, como dijo mi nada querido amigo Kingo, puedo ver el futuro y también transformarme en cualquier persona o animal.

—Muéstranos un poco de lo último —pidió con una sonrisa malévola.

Miré bien a Kingo y sus facciones, para a los segundos convertirme en una copia exacta de él.

—¡Y es así, señores y señoras, como puedes obtener dos maravillosas personas en unos segundos!

Rodé los ojos ante las palabras de la superestrella, volviendo a la apariencia de Eda.

—No repitas eso, es aterrador —pidió Druig desde mi costado, siendo apoyado por Thena, que estaba sentada al lado del pasillo. Es decir, Druig iba junto a la ventana, yo al medio como la niña pequeña, y Thena a mi izquierda, con la posibilidad de irse cuando quisiera sin ningún problema, lo que envidiaba.

—Druig, ¡aquí está el odioso Druig! ¡Y nuevamente nuestra temible Thena! —empezó a presentar Kingo, jalándome del brazo para sentarse entre los dos, recibiendo sus malas miradas.

Decidí alejarme, dejándolos sin ayuda.

—Ikaris —llamé sentándome a su lado. Me sorprendió un poco que no estuviera con Sersi, pero no me quejé en lo absoluto, al menos así me daba tiempo de investigar—, ¿ahora sí vas a decirme qué es lo que ocurre contigo?

—Realmente quería paz —comentó luego de dar un largo y exagerado suspiro.

—Sólo quiero, resolver las cosas —aseguré mientras me encogía de hombros—. Hemos sido amigos por tanto tiempo, no creo que merezcamos terminar nuestra relación así.

—Me odias, ¿qué más da?

—No te odio, y ya deja de estar a la defensiva —ordené al notar que él parecía querer causar conflictos, o al menos no resolverlos—. Está bien, me rindo. No te obligaré a que me digas la razón por la que te fuiste, no es mi problema en realidad, pero sólo dime si fue por algún problema en el que yo pueda ayudar. Te apoyaré en lo que sea que me digas, somos amigos, ¿no?

—Discúlpame... —asentí, dejando de lado el tema debido a su insistencia por guardar silencio.

Luego de unos segundos de silencio, tomé su mano, viendo que ya no había un anillo en ella.

—Recuerdo que batallé mucho para que Sersi no hiciera anillos de flores en su boda —ambos soltamos cortas risas al rememorar—. La lucha valió la pena, sus sortijas terminaron siendo muy lindas.

Él unió nuestras manos, haciéndome recordar la época en la que nuestro mayor problema eran los celos de Sersi por nuestra amistad, y no el fin del mundo.

—¿Fue duro?

–¿Perdón? —preguntó él sin comprender.

—Hace unos días, vi la muerte de uno de nosotros —comenté sin soltar su mano, intentando obtener un poco de su fortaleza—, pero la ignoré, creyendo que me equivocaba.

Ikaris pareció ponerse totalmente tenso.

—Dime a detalle lo que viste.

—Tú cargabas el cuerpo de alguien —contesté un poco confundida por su seriedad— y, por el dolor que vi que sentías, puedo estar segura de que sostenías el cuerpo de alguien muy importante... —Las memorias de algo que no me había pasado volvieron a llegar a mi mente, como una pequeña bomba que explotaba luego de una corta cuenta regresiva—. Debió ser muy duro para ti, llegar y verla ahí. Para ti, Sersi y Sprite por supuesto, y más si el sol que siempre la iluminaba, ahora sólo hacía notar más los detalles de su rostro sin...

No pude continuar por el nudo que se había formado en mi garganta, sintiendo cómo mi corazón empezaba a ser torturado de la peor manera.

—La amaba, Ikaris —hablé con lágrimas en los ojos al momento en el que sus brazos me envolvieron, uniéndonos en un abrazo—. ¿Por qué se fue...? No es justo.

En ese momento nuevamente caí en el complicado camino del dolor, y Ajak no estuvo ahí para alentarme a ser fuerte y continuar, lo que me destruyó más.

—Lo siento —dijo él, hundiendo su rostro en mi cabello—, lo siento tanto.

—¡¿Qué fue lo que le hiciste?! —preguntó Druig alterado, haciendo que nos separáramos.

—Druig, no fue... —intenté hablar, empezando a secarme las lágrimas.

—¡No! ¡Él es un idiota, así que no trates de defenderlo!

Sus gritos llamaron la atención de todos, causando que me apenara por la escenita que Druig montaba.

—Druig, deberíamos dejarla hablar —aconsejó Thena, tomándolo del brazo para que no se lanzará a atacar a Ikaris.

—Gracias. Para tu paranoia, Druig, solo platicábamos, él no me hacía nada malo.

—¿Y cómo puedo estar seguro? —preguntó el pelinegro tomando de mi brazo.

—Tristemente te diré que la única garantía que tendrás es mi palabra, y si eso no te basta, la situación se volverá mucho más grave.

Ambos nos mantuvimos la mirada un rato, hasta que una chica ajena a los Eternos avisó que pronto aterrizaríamos.

—Espero que tomes la decisión correcta —dije dando por concluida nuestra "amigable" plática.

Me levanté y fui hasta el tocador, necesitaba refrescarme un poco antes de bajar.

—¿Estás bien? —preguntó Thena al verme salir del compartimiento, al parecer me estaba esperando.

—Yo debería preguntarte eso.

—Entonces tú contestas y yo contesto —propuso con una sonrisa, transmitiéndome la calma que me faltaba.

—Reclamaría sino fuera porque tú hiciste la pregunta primero, aunque que quede claro que yo tuve toda la intención.

—Sí, sí, por supuesto...

—Oye —le reclamé por no creerme, lanzándole el pedazo de papel higiénico con el que me secaba las manos.

Hubo un momento de silencio. Al principio no fue incómodo, hasta que los segundos siguieron pasando y nadie dijo nada.

Me aclaré la garganta antes de hablar, rompiendo el silencio: —Creo que nos esperan, ¿vamos?

Ella asintió luego de de un rato de mirarme sin decir ni una palabra, poniéndome absolutamente de los nervios. Me ofreció unos lentes de sol negros, que tomé un poco confundida. Señaló la salida con la cabeza antes de dejarme ahí, como una tonta que siempre se tardaba en procesar la cosas.

Cuando estuvimos en Tierra, vi que la mayoría tenía lentes negros, haciéndonos ver tan épicos. Empezamos a caminar hasta donde Phastos ubicaba el domo, viendo a lo lejos que habían humanos. Druig controló sus mentes para que se fueran, mientras que Sprite nos cubrió con sus ilusiones hasta que ya no hubiera muros en la costa.

—Los lentes te quedan bien —me garantizó Druig llegando a lado mío, empujándome levemente con su hombro. Él quería arreglar las cosas—. Me disculpo por lo del avión. Sabes que no confío en Ikaris y en lo que puede hacer, y al ver que te abrazaba y al acercarme, escuchar que llorabas, tuve la necesidad de cuidarte y sí, antes de que lo digas, no lo necesitas, pero no voy a dejar de hacerlo, pese a que lo odies.

Lo ignoré por un momento, aún cuando quería sonreír, viendo como el domo se elevaba desde abajo de la tierra. Era tan grande como lo recordaba.

—Makkari nos obligará a contentarnos, así que perdono tu momento de macho alfa —dije sin exponer los motivos reales por los que lo disculpaba.

—Ugh, no, ¿así me vi? Odio verme así —No pude evitar sonreír y soltar una leve risa—. Aunque adoro tu sonrisa.

—Sí. Ya vamos, galán —él me siguió totalmente feliz, tomando mi mano. Sentirme incomoda por su gesto no era algo que quería, pero la atenta mirada de Thena sobre nosotros no ayudaba.

Ya en el domo, empezamos a recorrer el pasadizo que nos llevaría a Makkari.

Kingo seguía siendo grabado por su asistente, haciendo parecer que estábamos grabando un triller de terror por como narraba: —Una atmósfera sombría envuelve el lugar. Nos ahoga esta quietud tan escalofriante.

—¿Qué haces? ¿Sabes que nos estás poniendo nerviosos, verdad? —se quejó Phastos antes de soltar un agudo grito al escuchar algo reventar—. ¡Ay, Thena, cálmate! —pidió, confundiendo a la posible culpable.

Fruncí el ceño con dirección a Druig, pues él había apretado mi mano, asustado. Rápidamente al notar que Karun enfocaba los pies de Thena, haciéndonos saber que ella solamente había pisado un envoltorio de papas, me soltó como si nada. Seguí su juego, haciendo como si nada hubiera pasado.

Phastos soltó una risita al notar que su susto había sido en vano. —Son papas, sólo son papas.

—Kingo, necesito la copia de este video —anuncié, evitando reír abiertamente.

Él asintió, antes de seguir hablando con la cámara. —Ser un Eterno, como han notado, no nos impide sufrir varias emociones humanas, como la cobardía.

Sus palabras se terminaron al notar que habíamos llegado, quizás por la impresión que le había causado ver el domo tan, distinto. En todo el lugar habían pilas de objetos, reduciendo el espacio.

—¿Pero qué ha hecho? —preguntó Phastos enojado, viendo a Makkari leer tranquilamente desde un trono—. ¡¿Hay un, sarcófago en mi laboratorio?!

—Ella es Makkari, o debo decir, la señorita coleccionista. Nadie la ha visto en siglos.

—Esa parte necesita corrección —avisé tomando la cámara de Karun un segundo para enfocarme, y luego caminar hasta Makkari. Le enseñé una sonrisa de oreja a oreja para que ella me imitara—. ¿No lo cree, señorita? —ella me hizo caso, mostrándole una sonrisa a la cámara y haciendo que alzará mi dedo pulgar como felicitaciones.

Finalmente, ¿es hora de irse a casa? —preguntó cerrando su libro.

Makkari hizo una mueca al no recibir ninguna respuesta, por el contrario, malas caras, exceptuando a Thena, ya que ella le sonreía.

Unos minutos más tarde, todos hacíamos cosas distintas. Yo miraba a Thena practicar con la espada de Excalibur, escuchando a Sprite decir que Arturo siempre tuvo un crush con ella.

—Lástima que no fuera correspondido —dije un poco cortante antes de irme. Recordar como todos hablaban de la obsesión del Rey Arturo por mi Thena, o bueno, mi Ex-Thena, no me ponía tan alegre.

Seguí paseando, viendo como Kingo le explicaba a Makkari qué era lo que ocurría, concluyendo con: "Eso, y que el mundo se acaba". También empezaba a preguntarle si había visto sus películas.

Llegué junto a Druig, que sostenía una caja de cereal, notando que Ikaris también estaba cerca. Mi novio, al notar que su peor enemigo tenía algo que él quería, me pidió que se lo quitará.

—Es que en serio no entiendo su odio mutuo —dije, tomando de la muñeca a Druig para que él mismo lo hiciera.

Ambos, luego de unas miradas y asentimientos, se intercambiaban las cosas demasiados precavidos, como si el simple toque los matará. Luego, el ojiazul tomó mi muñeca y nos condujó hasta Makkari. Ambos la acorralamos, quedándonos uno a cada lado.

—A ver, ¿cómo es que acabaste consiguiendo la Tabla Esmeralda...? —le preguntó, alejando el objeto cuando intentó quitárselo.

—Nuestra hermosa, hermosa Makkari —dije, abrazándola por detrás e inmovilizando sus brazos.

—¿Nos extrañaste? —preguntó Druig mientras movía la tabla con una mano frente a ella, para molestarla.

Makkari volteó su cabeza, mirándome con ojitos de perrito triste para que la dejará, no pude aguantarme y cedí ante su petición. Rápidamente ella le quitó a Druig su pertenencia.

—Perdón, ¿qué estamos viendo? —empezó a decir Phastos, llamando nuestra atención—. Porque esto...

Kingo, a lado del inventor, también expresaba su confusión: —Esto es... ¿poliamor? Porque lo odio.

Reí ante la actitud de ambos, ganándome sus malas miradas.

—Phastos, necesito controlar la mente de un Celestial —recordó Druig, desviando el tema.

—Okey, todos prepárense —anunció Phastos, dejando de lado el tema del inexistente poliamor.

—¿Brazaletes? —preguntó Kingo ante la solución que nuestro compañero presentaba—. ¿Nos hiciste brazaletes?

Miré con atención el invento, notando, como Kingo decía, brazaletes muy lindos.

Makkari me distrajo, empujando mi brazo. No supe el motivo hasta que volteé a su dirección, notando que Druig sonreía traviesamente, de seguro él la había empujado a ella. Miré a Makkari, señalando con la cabeza a Druig, ella entendió, dándole un empujón que lo confundió. Habíamos cumplido con nuestro propósito.

Volví a prestar atención a nuestra misión, satisfecha. Phastos hablaba, pero con sinceridad, ya me había perdido gran parte de su discuso: —Los brazaletes, en teoría, desactivarán este proceso de regeneración, y en cuanto eso pase, nuestros cuerpos acumularán energía cósmica extra.

—Pero, ¿para qué? —pregunté confusa.

—Si los desviantes pueden absorber nuestra energía, tal vez... También podamos absorberla entre nosotros. Si puedo encontrar la manera de conectarnos, uno, se volvería inmensamente poderoso al absorber la energía acumulada de los demás y formaría, una Uni-Mente.

Nadie dijo nada, y por el tono emocionado que Phastos había usado al anunciar lo último, me sentí un poco mal, por lo que aplaudí, siendo seguida por Makkari.

—Gracias, gracias... —dijo Phastos sonriente—. Pero para los incultos, que no entendieron, Uni es uno, y Mente, pues mente.

—Ah, sí, te entendimos la primera parte —informó Kingo mientras Sprite decía que el nombre puesto por Phastos era malo—. Tu supercerebro... ¡Supercerebro!

Kingo y Phastos empezaron a discutir sobre el nombre del nuevo invento, haciendo que alguien tuviera que intervenir, y en ese caso, Makkari y yo.

—Oigan, basta —ordené tirándoles una envoltura que había en el suelo—. Makkari quiere expresar algo.

Así que supongamos que Druig puede poner a dormir a Tiamut, ¿entonces qué...?

—Buscaremos un nuevo planeta donde llevar a los humanos.

—¿Construiremos una gran nave, con parejas de animales? —preguntó Sprite de manera burlona ante la solución de Sersi, sacándole una sonrisa a Ikaris.

—¿Sabes que cosa nunca salvó al planeta? Tu sarcasmo —dijo Phastos ante la reacción de Sprite, alargando la "u" de "nunca".

—Colonizar el espacio tardará décadas.

—Sersi, déjame decirte que esa es la peor idea que has tenido —comenté dando a entender que estaba en el grupo de "esa idea es la peor, no va a funcionar", y no en el otro grupo de "la idea puede funcionar, hay que intentarlo"—. Ni con nuestra ayuda.

—¿Y si accidentalmente matamos a Tiamut? —preguntó Kingo, expresando su preocupación—. Seríamos responsables de vidas que no podrán crearse en todo el universo... ¿Verdad, jefe?

Supe que con "jefe" no se refería a Sersi, sino a Ikaris. Todos lo miramos, esperando su veredicto, que fue dejarle la decisión a Sersi. Sprite se enojó por la decisión, yéndose. Ikaris la imitó segundos después, siendo seguido por Kingo.

—Iré por Sprite —avisé, siguiendo el camino por el que vi, se había ido.

—Okey, esto no... ¡No salgan a buscarlos! Kingo. Eda. ¡Oigan!

Seguí caminando, ignorando los gritos histéricos de Phastos.

AUTHOR'S NOTE 🎠:
Ikaris, prepárate, porque Eda realmente quiso mucho a mamá Ajak, y no le gustan las mentiraaass. ☝️

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