Capítulo 5 ☾
Bryony
La noche de la fiesta había llegado y yo no estaba muy convencida de ir aunque Anthea era la más feliz de las dos. Los lobos no me agradaban mucho, menos que nadie Jareth quien se creía un macho alfa, manipulador, egoísta, mentiroso y todo lo demás. Nunca me agradó, desde pequeño ha sido una escoria que solo busca su beneficio antes que el de los demás.
Sentía una especie de opresión en el pecho que me decía que las cosas podían salir mal, Era algo que me hacía sentir un vacío y nunca me equivocaba cuando me sentía así. Pero quise alejar esos malos pensamientos de mí y creer que no podía salir tan mal, que quizá era mi paranoia la que me hacía ver y pensar mal. Miré por la ventana cuando de reojo pude percibir el revoloteo de unas alas negras, al verlo parado en la rama de aquel árbol sonreí y me acerqué a la ventana para abrirla y dejarlo pasar.
—¿Y ese milagro que estás aquí? —movía su cabeza, abrió sus alas negras y se sacudió —. Creí que habías desaparecido para siempre.
Él no tenía un nombre, solo era él, a veces le decía Eamon que en celta significa guardián porque eso era para mí, era el guardián que la naturaleza había destinado para cuidar de mí. Cada bruja tenía uno y este podía adoptar la imagen que él quisiera. Anthea tenía un conejo y mi madre tuvo un gato mientras que yo tenía un gran cuervo de plumaje negro, tan negro cómo la noche.
Pase mi mano por su cabeza mientras que sus ojos estaban posados en mí. Él sabía que algo no iba, yo no era la única loca que creía que esto podía salir mal.
—Eamon, temo que algo malo pueda pasar esta noche. Sí, ya sé que soy solo una bruja pero algo dentro de mí me dice que las cosas van a terminar mal.
Me senté en la cama y solté un gran suspiro, acompañado de un poco de melancolía.
—Lo siento aquí —llevé mi mano a mi pecho, formando un puño y oprimiendo un poco más —. Es algo oscuro, Eamon y no me refiero a este mal presentimiento —como si él sintiera mi pesar se acercó un poco para posar su cabeza en mis piernas —. Siento que un día de estos voy a explotar y todo a mi alrededor va a arder.
—¡Bryony! —escuché a mi madre gritar desde abajo —. ¡Anthea ya llegó! —de inmediato me puse de pie y cogí la chaqueta que tenía en los pies de la cama.
—Al rato vengo, Eamon —metí los brazos por las mangas de la chaqueta y la acomodé en mis hombros, saqué el cabello que había quedado adentro —. Solo espero que las cosas no salgan mal —lo miré —. Si quieres puedes ir y asegurarte de que todo va a estar bien.
Movía la cabeza de un lado al otro como si estuviera comprendiendo lo que le decía.
Cogí mi móvil y lo guardé en el bolsillo derecho de mi chaqueta al igual que las llaves que guardé en el mismo bolsillo. Antes de salir miré por última vez a Eamon y dije con voz un poco triste:
—No desaparezcas de nuevo —le sonreí y ahora sí salí de mi habitación.
Baje las escaleras y me detuve frente a la puerta cuando vi a Anthea, realmente se veía hermosa, su cabello rojizo caía en sus hombros que estaban cubiertos por la delgada tela de su blusa. Un pantalón se ajustaba a sus caderas y sus torneadas piernas.
—Te ves hermosa —le dije acercándome a ella, sonrió con pena y se pasó un mechón de cabello detrás del hombro.
—Y tú no te ves nada mal —me dio un golpe en el hombro y volteé a ver a mi madre.
—Regreso más tarde —le dije un poco seria, mi humor cambiaba cada que le hablaba a ella y era más que notable que las dos estábamos enojadas.
—Con cuidado —no sé si iba a decir otra cosa pero me giré hacia Thea, salí de la casa, me enganché a su brazo y dimos la vuelta para coger un taxi.
—Se nota que estás molesta con tu madre —la noche era oscura y el viento soplaba despacio, tibio y tranquilo.
—Ya no le voy a pedir que me hable de mi padre, es inútil hacerle preguntas que solo evade. Siento que oculta muchas cosas, secretos sucios y macabros —Thea me miró sorprendida, hasta un poco asustada.
—¿Cómo sabes que te miente?
—Solo lo siento, Thea, es como una especie de energía que emana de ella cada que dice una mentira y sé que me miente cuando dice que no sabe mucho de él.
—¿Y si lo hace para protegerte? —me encogí de hombros —. ¿Y si tu padre no es bueno?
—Creo que por eso mismo debería decirme quien es realmente para así estar preparada.
Nos quedamos en silencio hasta que llegamos a la avenida para coger un taxi que nos llevara al río donde será la fiesta.
—Esta noche no hay que hablar de eso —ambas miramos a cada lado —. Solo hay que disfrutar.
Asentí con la cabeza y le hice la parada a un taxi, el auto se detuvo y abrí la puerta para dejar pasar a Thea primero. Mi amiga le indicó al hombre a donde ir y este solo asintió con la cabeza para conducir al río.
Bajamos del auto y cerramos la puerta. Caminamos por el camino de tierra que llevaba al río y nos detuvimos al ver a la horda de jóvenes bebiendo y bailando alrededor de una gran y frondosa fogata de colores naranjas y rojos que cautivaba a quien sea.
Junto a los lobos estaba Curtis el eterno enamorado de mi amiga quien no le quitaba los ojos de encima al espécimen ese. En su mano sostenía un vaso, se lo llevó a los labios y le dio un trago buscaba con la mirada hasta que dio con mi amiga que pegó un respingo a mi lado.
—Ve con él —la incité a que se acercara a él.
—Pero...—pareció pensarlo un poco y negó con la cabeza.
—Anda, sino te acercas él nunca va a saber que te gusta —volteó a verme —. Corre, corre, ahora que está solo —la empuje para que se acercara a él. Se había quedado solo y esta era su oportunidad para hablarle.
Sonreí cuando se puso frente a él y se saludaron de beso en la mejilla.
—¿Ahora eres cupido, ziemlich? —pegué un respingo cuando sentí su aliento en mi cuello, un escalofrío me recorrió el cuerpo entero y después una corriente eléctrica me sacudió de pies a cabeza.
—Caden —dije sin voltear a verlo, pero sabía que era él. Podía sentir su energía golpear mi piel tibia haciendo un perfecto contraste en esta.
—Te ves muy bonita —dijo con voz tranquila y pacífica.
Me volteé a verlo y casi abro la boca cuando lo vi detalladamente, se veía muy guapo con esa ropa negra y su cabello oscuro también, sus ojos eran tan bonitos bajo la luz de la luna, tenía las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta.
—Tú no te ves mal —frunció un poco el ceño.
—No esperaba que me dijeras algo tan bonito.
—No te acostumbres a mis dulces palabras.
—Mientras sean solo para mí todo está bien —negué con la cabeza y miré detrás de su hombro. Camille estaba con una chica, muy pegada a ella, tan cerca que sus labios casi se rozaban —. Ella no pensaba venir pero al final...que te digo —sonrió.
—Ella es muy sexy y atractiva —Caden asintió con la cabeza.
—¿Quieres una cerveza? —asentí con la cabeza —. Ahora vengo.
Me di la vuelta para seguir sus pasos, llegó donde estaba el barril de madera y cogió dos vasos. Algunas chicas lo miraban sin descaro y murmuraban algo, no escuchaba lo que decían pero supongo que hablaban de él, de lo enigmático que era y lo jodidamente atractivo que se veía esta noche.
—¿A ti quien te invitó, bruja? —sentí repudio al escuchar su voz tan cerca.
—Jareth —escupí su nombre dándome la vuelta hacia la escoria que tenía frente a mí.
—Invitaste a todos los de la universidad, Jareth —le recuerdo como se la pasó diciendo cada día que haría una fiesta en este lugar.
—Pero no pensé que fueras a venir —levantó la mano y me di cuenta que tenía un vaso entre los dedos. Acercó el vaso a sus labios y le dio un largo trago, hasta donde estaba me llegaba el olor a alcohol.
Hice una mueca de asco y miré hacia otro lado.
—¿Otra vez la estás jodiendo? —al mirar a mi lado izquierdo Caden estaba a mi lado, con dos vasos con cerveza en sus manos.
—No le he dicho nada —Jareth dio un paso atrás —. Lo juro —sin decir más se dio la vuelta y se fue rápidamente.
Me reí un poco de su estúpida actitud y cogí el vaso que me entrego, al que le di un gran sorbo.
—Creo que te tiene miedo —me giré por completo hacia él.
—Es un sucio bastardo —escupió. Es como si él supiera lo que era Jareth en realidad y no solo lo que aparentaba ser.
—Sí, bueno, hay muchos sujetos así —baje un poco la mirada, centrándome en el contenido del vaso.
Al levantar la cabeza y verlo noté que tenía el ceño fruncido y miraba detrás de mí. Al ver en la misma dirección que él no vi nada.
—Ahora regreso —dijo apretando el vaso entre sus dedos, ejerció tanta presión que este casi se rompe.
Iba a decir algo pero Caden ya se había alejado lo suficiente como para que me escuchara. Pasó al lado de la fogata y desapareció.
—Que bien —suspiré y empecé a andar por ahí, entre las personas. Vi a Thea con Curtis, ellos dos platicaban muy a gusto así que no quise molestarlos. Me alejé un poco de todos y miré hacia arriba cuando escuché a Eamon, daba vueltas arriba de mí, me estaba queriendo decir algo. Vi que se fue en dirección hacia el bosque y lo seguí, no sin antes mirar a mi alrededor.
Entré al bosque, en medio de la oscuridad y la espesura de los árboles. Grandes y frondosos, con troncos anchos y ramas cubiertas de hojas. Ramas sueltas en el suelo, hojas secas, piedras estorbando en el camino al igual que algunos árboles caídos pudriéndose en medio de todo. Eamon volaba bajo, desplegando sus alas negras que se fundían con la negrura de la noche. Lo seguía como las abejas siguen a la miel, sé que tenía algo que mostrarme, me estaba guiando porque algo estaba pasando en aquel lugar y yo tenía que estar ahí.
Me detuve cuando escuché un par de voces, quedando oculta detrás de un gran y frondoso árbol que me cubría de las dos personas que estaban unos metros más allá de donde me encontraba. Entorné los ojos y reconocí de inmediato esa figura, alta y robusta: Jareth. Tenía a una chica acorralada contra un árbol, la espalda de ella rozaba la corteza dura mientras que Jareth hundía su cabeza entre su cuello y su hombro. Subió una mano por su pierna y muslo, la deslizó en medio. Creí que ella le iba a seguir el juego y que dejaría la mano de Jareth en medio de sus piernas pero lo empujó de inmediato. Levanté la cabeza hacia las ramas de aquel árbol y Eamon estaba posado en una de las ramas.
—No porqué mierda me trajiste hasta aquí —dije muy bajo —. He de parecer una chismosa —suspiré y me di la vuelta para irme de este lugar. Si Jareth se daba cuenta que los estaba mirando seguramente era capaz de hacer mi vida un infierno, más de lo que ya lo había hecho. Así que di un par de pasos hasta que los graznidos de Eamon me hicieron voltear de nuevo, ahí me di cuenta que Jareth se estaba aprovechando de la situación y tocaba a la castaña mientras que esta lo intentaba apartar y sollozaba, sus hombros temblaban. Era tanta la furia de Jareth que le dio un golpe en la mejilla, lanzándola al suelo. No podía permitir esto, no podía dejar que le hiciera daño, que lastimara. Así que me acerque a él cuando intento meterse entre sus piernas, la pobre había quedado inconsciente por el golpe que el imbécil le propinó.
—¡Déjala! —me acercaba con pasos largos.
Se dio la vuelta en un movimiento lento y pausado.
—Bryony —movió la cabeza de un lado al otro —. Lárgate de aquí bruja, sino quieres que te pase lo mismo que a esta zorra —dijo en un tono despectivo que lo único que provocó en mí fue querer arrancarle la cabeza.
—Te dije que la dejaras —mis manos se volvieron puños, la energía empezó a recorrer mi cuerpo y se asentaba en mis puños. Era algo fuerte, poderoso, que me recorría las venas, la carne misma. Lo sentía palpitar, atravesar todo y quería salir a cómo dé lugar —. Lárgate o te juro que te vas a arrepentir —escupí.
Jareth se dio la vuelta por completo, enfrentándome. En este momento ya no me importaba que viera mi verdadera naturaleza, solo quería hacerle pagar por todas las burlas, por todo el daño provocado, por los años y años de maltrato no solo a mí sino a los más débiles e indefensos.
—¿Qué me vas a hacer tú? Solo eres una pobre tonta —se burló. Me detuve frente a él a escasos metros de su gran cuerpo.
—Estoy harta, estoy harta de ti, de tus burlas, de tus groserías y de cada vez que te mofaste de mis penas y mis carencias. No sabes como me gustaría romper tu huesos poco a poco, drenar toda tu sangre y solo dejar un saco de huesos rotos y carne putrefacta —mascullé.
Se carcajeó de mí, era una risa de burla hacia mis palabras dichas.
—¿Tú me vas a hacer todo eso? —me señaló de arriba abajo —. ¿Tú, pequeña bruja?
Una bruma oscura y malvada me empezó a cegar. En este momento solo quería romper sus huesos, cada uno de ellos, quería verlo llorar, suplicar y rogar porque parara ya.
Levanté ambas manos, mis dedos se pusieron rígidos, Jareth empezó a quejarse de dolor. Baje la mano a la altura de su pierna y esta se dobló hacia dentro, cayó al suelo y fue el turno de su brazo. Sus gritos no lo dejaban transformarse ya, era tanto el dolor que solo podía cambiar por fases. Con mis manos en alto formaba una especie de energía que provocaba un inmenso dolor en Jareth, ahora estaba en el suelo cogiéndose la cabeza y apretando sus dedos en sus cabellos.
¿Sería capaz de matarlo? Sí, ahora no pensaba en nada más que verlo muerto a mis pies. Estaba tan cegada por la ira que no pensaba claramente.
Caden
Busqué a Bryony por todos lados pero nadie la había visto desde que me fui y la dejé sola, pero tenía que asegurarme de que Camille no dejara sin una gota de sangre a esa pobre chica. Ni siquiera Anthea sabía algo de ella. Agudice todos mis sentidos hasta que la encontré en lo más profundo y oscuro del bosque, había algo malo y lo podía sentir en mi piel. Algo no iba bien y lo comprobé cuando escuché un grito desgarrador venir de las profundidades del bosque.
—¡¡Basta!! ¡Por favor!
Corrí lo más rápido que pude, buscando el lugar de donde provenía esta energía oscura y aquellos gritos desgarradores. Esquivaba los árboles, los troncos caídos y las grandes piedras que encontraba en mi camino. Me detuve en seco al ver aquella escena que se reproducía ante mis ojos. Bryony estaba envuelta en una especie de burbuja oscura. Ramas, piedras y hojas levitaban a su alrededor, frente a ella estaba el cuerpo de Jareth, un sonido estridente emanaba de ella y provocaba que Jareth se retorciera en el suelo, escuchaba sus huesos romperse y recomponerse una y otra vez, era como un ciclo interminable que estaba acabando con la vida de ese pobre hombre.
—Bryony —dije despacio, ella no volteó a verme.
—¡Detente! —le pidió Jareth. Este empezó a levitar por el aire frente a ella.
—Bry, baja eso y hablemos —rodeaba esta burbuja para quedar frente a ella —. Yo sé que no eres una mala persona.
—Tú no sabes nada de mí, Caden —su voz se escuchaba distorsionada —. ¡Largo!
—No me voy a ir, Bry.
—¡No me digas así! —al quedar frente a ella pude ver su verdadero yo. Sus ojos estaban completamente negros, eran como un manto oscuro.
—Tú no eres esto, Bry. Tú eres buena, yo lo sé, lo siento aquí.
—Vete, Caden —negué con la cabeza. Detrás de mí Jareth levitaba por los aires como si fuera solo una hoja de papel y no un hombre de más de setenta kilos de peso —. ¡Vete! —se agachó al mismo tiempo que gritaba y mis tímpanos se reventaban por dentro.
Caí de espalda al suelo, llevándome las manos a las orejas para intentar apaciguar este sonido estridente. Al voltear vi el cuerpo de Jareth rebotar en uno de los árboles, regresó a su lugar y de nuevo se estrelló en otro árbol.
—¡Bryony, basta! —le grité incorporándome. Tenía que parar esto, antes de que lo matara.
El sonido seguía en mi cabeza, comiéndose mi cerebro y provocando daños a cada segundo, pero tenía que ponerme en pie y detenerla. Ella no era esto, no era una asesina, no era como yo. Cuando estuve de pie me abalancé sobre ella, usando mis brazos como escudo y atravesando esa burbuja que ella misma había puesto. Cuando estuve dentro extendí mis brazos y la atrapé con ellos para los dos caer al suelo, di la vuelta para que quedara arriba de mí y no hacerle daño.
La vi soltar un suspiro antes de cerrar los ojos y dejar caer su cabeza en mi pecho.
—¿Ahora que hago? —levanté la cabeza en el momento que el cuerpo de Jareth caía al suelo, al igual que las hojas y las piedras en un sonido seco.
—Tú siempre te andas metiendo en problemas —esa era Camille.
—Ayúdame —le pedí y se acercó para levantar a Bryony y ponerla sobre su hombro.
—No pesa nada ¿Acaso ella come algo? —me puse de pie y me sacudí la ropa.
—¿Sentiste eso?
—¿Qué si lo sentí? Los de Rusia lo sintieron, te lo aseguro. Es energía oscura, Caden. Tu novia es un demonio.
Miró a su alrededor.
—Vaya mierda —escupió y se giró para ver el cuerpo destrozado de Jareth. Más allá había una chica desmayada, o muerta quizá. Nos acercamos a ella y me arrodillé para sentir su pulso, estaba débil pero estaba viva.
—Respira —Camille bufó.
—¿Y qué hacemos con eso? —señaló a Jareth —. Está muerto.
—Hay que llevarlos a casa —abrió los ojos con sorpresa y pasó saliva.
—¿¡Estás loco!? No quiero tener problemas con Bastian.
—Solo él sabe que hacer en estos casos. Tú no la viste —me refería a Bryony —. Tenía los ojos completamente negros, alrededor de ella había una especie de burbuja negra que la protegía, no eran poderes de bruja, eso está claro. Jamás había visto algo así.
—¿Qué estás queriendo decir?
—¿Quién
—¿Solo quien puede manejar esta clase de poderes? —le pregunté.
—No...—pasó saliva —. No puede ser, Mírala, es solo una bruja, Caden.
—No —negué con la cabeza. El miedo me recorría la piel —. Lamento decirte que no.
—Ella no tiene la marca, así que no creo que lo sea.
—Lo es, lo hemos visto varias veces y sabes que no me equivoco —mi prima sacudió la cabeza. Se negaba a creer en lo que le decía pero yo no me equivocaba.
Habíamos visto casos así, hijos de demonios, pero no con esta fuerza, con este tipo de poder oscuro. Quizá Bryony no lo sabía, quizá ni siquiera se imaginaba que tal vez su madre no era realmente su madre y que su padre podía ser un demonio, uno muy fuerte tal vez y temía que este solo fuera el inicio de algo malo.
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